Federico Manuel Peralta Ramos, el artista surrealista que atentó contra la solemnidad.
Arte Sebastián Angresano
Surrealista, artista plástico, performer, poeta. De linaje aristocrático, tataranieto del fundador de Mar del Plata. Federico Manuel Peralta Ramos nació en 1939. Estudió arquitectura pero abandonó para vivir como artista, como “un pedazo de atmósfera”, decía.
Luego de gastarse toda la plata de la beca, en 1971 le envió una carta a la Fundación Guggenheim:
“Ustedes me dieron esa plata para que yo hiciera una obra de arte, y mi obra de arte fue esa cena. Leonardo pintó La última cena, yo la organicé”, escribió.
“Mi carta es un homenaje a la libertad. Una organización de un país que ha llegado a la luna que tenga la limitación de no comprender y valorizar la invención y la gran creación que ha sido la forma como yo gasté el dinero de la beca, me sumerge en un mundo de desconcierto y asombro”.
En un remate de toros en La Rural, levantó la mano para ofertar y ganó. Pero no tenía un peso. Quería exponerlo en el Di Tella junto a una montaña de dólares. Para no pagar la ocurrencia del hijo (y que tampoco fuera preso), su padre lo hizo pasar por loco y lo encerró en un psiquiátrico durante algunos meses.
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