La derecha golpista y su agenda de género

Las "nuevas derechas"

Arte Ana Pfefferkorn

El siglo XXI se inició con una doble novedad para las mujeres y la política.

El aumento de la participación política de las mujeres en cargos electivos y, con ello, de las mujeres en las filas de las derechas:Chamorro     , Moscoso Rodríguez      , Chinchilla      y Jeanine Áñez      -con matices- son ejemplos de esto.

El ascenso de la derecha por la vía golpista con la consagración de una mujer a la cabeza: Áñez, en Bolivia, fue la primera mujer en asumir el gobierno de un país latinoamericano luego de un golpe de Estado.

Las implicancias de género de esta circunstancia todavía no han sido suficientemente analizadas.

En noviembre de 2019, en una tapa dedicada a Áñez, la revista Forbes acuñó la fórmula “el poder es femenino”.

Con un discurso de empoderamiento de las mujeres, la revista lavó la figura de la golpista destacando su condición de mujer por encima de cualquiera de las otras instancias de su trayectoria: abogada, conductora de televisión, senadora.

A poco de asumir la propia Áñez se autoerigió como “mujer, hija y madre”, cualidades “naturalmente” positivas.

Algunos desestiman los análisis en clave feminista porque no creen que Áñez tuviera autonomía en sus acciones. La ven como un “títere”. Misoginia enquistada en las estructuras de poder, de cualquier signo político.

Áñez queda doblemente subordinada: al machismo de las derechas y a la dificultad del arco progresista de comprender cuál es la “agenda de género” de las derechas.

Mujer golpista, despojada de todo indicio de ejercicio de la violencia. Toda ella habitando el armonioso mundo de la femineidad color de rosa. Otra expresión de novedad de las derechas: el feminismo “cultural”. No son feministas, apenas feminizan.

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Por Ludmila Fernández López