El mejor cine se nutre de una búsqueda personal. La necesidad compulsiva de un autor por encontrar una respuesta que nunca llega. El riesgo de perseguir una obsesión propia es caer en la catarsis. Somos cada día más autorreferenciales. Así y todo, nadie hubiera previsto que Steven Spielberg cayera en la tendencia. Después de todo, viene de otra época. A contramano de toda su carrera, el padre de los blockbusters llega a las salas con un film autobiográfico que pinta ser un fracaso comercial. “¿Ha sido esta una terapia de 40 millones de dólares?”, se pregunta a sí mismo antes del estreno. Él mismo confiesa no tener mucha experiencia de diván, quizás por temor a que el psicólogo mejore su vida pero perjudique a su arte. Tal vez al resolver sus traumas en sesión ya no necesite expresarlos en una película. Lo cierto es que Los Fabelman es lo más cercano a una terapia para Steven, que poco después del fallecimiento de sus padres se pasó horas encerrado con su co-guionista, Tony Kushner, repasando su infancia.
Al huérfano de setenta años le llegó el momento de contar su vida, pero esta vez sin el disfraz. Porque por más grandes que fueran sus producciones, en el corazón él siempre dejaba una parte de sí mismo. Se lo dijo su madre antes de morir, cuando él le pidió permiso para filmarla: “Hay un poco de esta historia en todos tus films, pero siempre te sentiste más seguro usando metáforas. Pienso que tienes miedo de la experiencia real”. Por eso, aunque todavía no hayas ido al cine a ver Los Fabelman, en cierto sentido ya la viste. Basta con repasar su filmografía.
Se lo dijo su madre antes de morir: “Hay un poco de esta historia en todos tus films, pero siempre te sentiste más seguro usando metáforas. Pienso que tienes miedo de la experiencia real”
1. Loca evasión
Duel, su primera película profesional, trata de un hombre común que sin razón aparente es perseguido incesantemente por un camión en la ruta. Nunca vemos el rostro del chofer, solo sabemos que no va a descansar hasta destruirlo y no hay forma de evadirse: el protagonista tendrá que enfrentarlo o morir intentándolo. El thriller esconde un sentimiento familiar para el director, que de joven sufría bullying por ser judío. Antes de contarlo, el director recurrió a la metáfora para darnos noventa minutos de tensión. Los Fabelman es la historia de origen que muestra cómo este superdirector encontró la forma de protegerse detrás de cámara.
El pequeño Steven había ido perfeccionando su técnica con cortometrajes hasta filmar su primer largo amateur, donde unos científicos investigan unas extrañas luces en el cielo y la posterior desaparición de personas en la ciudad. El germen de la trama se remonta a sus seis años, cuando sus padres lo metieron en el auto con sus hermanas para llevarlos hasta un lugar donde gente amontonada se reunía a ver una lluvia de meteoros. “Casi todos mis films están basados en algo que me pasó en la infancia”, confiesa en Spielberg, una retrospectiva, el libro de Richard Schickel. Fireflight, esa película amateur, sería el borrador de Encuentros cercanos del tercer tipo, donde Richard Dreyfuss, un hombre de familia, está cegado por una obsesión.
Según Spielberg, la escena del nene abriendo la puerta para ir hacia la luz simboliza su insaciable curiosidad, que puede matar al gato pero hace al artista.
No sería descabellado pensar que ese protagonista está inspirado en Arnold, padre de Steven, un científico workaholic, amante de la ciencia ficción, que dejó un vacío al dejar el hogar en su adolescencia. De hecho, después de tener hijos, Steven dijo que hubiera cambiado ese final: “Roy nunca hubiera abandonado a su familia para irse al espacio”. Suena como a indirecta. Aunque Roy también representa a esa parte de sí mismo que está abducida por su vocación. Según Spielberg, la escena del nene abriendo la puerta para ir hacia la luz simboliza su insaciable curiosidad, que puede matar al gato pero hace al artista. Un buen ejemplo es la pregunta que se le presentó en el final de Encuentros cercanos… ¿Qué pasaría si ese pequeño alienígena pierde la nave? Así surgió E.T., la película donde sanaría el dolor por la separación de sus padres.
2. El duelo
En 1982, Spielberg estrena un cuento de hadas contemporáneo donde el joven Elliot encuentra a un extraterrestre tan perdido como él para formar una amistad que los ayuda a sentirse menos solos. “Para mi E.T. fue la historia de mi infancia y el final. El éxito me dio el coraje de atacar temas más adultos. Como un pase libre para fracasar”.
El director pierde la inocencia con El imperio del sol, al igual que el pequeño Christian Bale cuando la guerra lo separa de sus padres. Otra vez el divorcio capitalizado en ficción, como si fueran distintos enfoques para un mismo dolor: antes a través de la fantasía, luego con un tema serio que lo potencia como artista. Pero además de hacerlo multimillonario, E.T. le cambió la vida de una manera más personal: “Me dieron ganas de ser padre después de hacerla. Fui un poco el padre de esos niños actores, especialmente de Drew Barrymore”.
Como el personaje de Sam Neill en Jurassic Park, Steven aprendió a ser padre, a su pesar, en medio de una aventura. Y repitió el rol en Indiana Jones y el templo de la perdición con Ke Huy Quan, el niño que usaba un bloque de madera para llegar a los pedales del auto. El actor no logró afianzarse en Hollywood, pero siguió recibiendo regalos de Steven cada navidad. Ambos se reencontraron treinta años después en los últimos Globos de Oro; mientras Los Fabelman se llevaba los premios a mejor director y película dramática, Quan recibía el de mejor actor por Everything, everywhere, all at once, su inesperado regreso, y agradecía entre lágrimas a Spielberg por haberle dado su primera oportunidad. En cierto sentido, él y Drew fueron sus primeros “hijos adoptivos”.
"E.T. fue la historia de mi infancia y el final. El éxito me dio el coraje de atacar temas más adultos".
Ahora Steven tiene siete hijos propios, tres de los cuales fueron adoptados, y según dice en la retrospectiva de Schickel, su mayor desafío es encontrar el balance entre su pasión por el cine y su familia. A principio de los noventa ya lo inquietaba convertirse en el padre distraído que tanto había sufrido en su infancia: el Peter Pan de Robin Williams en Hook representa esa amenaza. A pesar de ser adulto, Steven seguía siendo un niño perdido; al igual que Indiana Jones, que en la tercera película de la saga se enfrentaba a sus daddy issues mientras buscaba la juventud eterna del Santo Grial junto a Sean Connery, su padre ausente.
Por lo visto ciertos dolores no pasan con los años, pero al menos nos dejaron películas entretenidas. Sin embargo, esa historia repetida tuvo su propio punto de giro cuando se reveló el secreto de que su padre Arnold había cargado con la culpa del divorcio para cubrir a Leah, su madre, que se había enamorado de un amigo suyo. Spielberg descubrió que gran parte de su filmografía estaba basada en una mentira, y necesitó redimirse.
3. Banderas de nuestros padres
En Atrápame si puedes el protagonista trata de recomponer a su familia desintegrada ayudando al padre a reconquistar a la madre, que tiene un amante. Por si acaso, Steven aclaró lo evidente: “Yo me fui de casa cuando mis padres se divorciaron, a la misma edad que Frank, así que teníamos mucho en común”. En la película, Leonardo Di Caprio idealiza tanto a Christopher Walken que quiere superarlo en su propio juego, pero la ironía es que su cadena de estafas los aleja cada vez más. Y cuando le pide al padre que lo ayude a frenar, él lo alienta a seguir. Finalmente, es Tom Hanks, su perseguidor, la figura paterna que logra ponerle el límite que necesita.
Es Tom Hanks, su perseguidor en Atrápame si puedes, la figura paterna que logra ponerle el límite que necesita.
Cuando todavía vivían juntos, su padre le sugería estudiar una carrera y tomarse el cine como hobby. La libertad venía de parte de Leah, que lo alentó a perseguir sus sueños. Con el tiempo Spielberg comprendió que Arnold solo quería protegerlo, y lo expresó a través de Tom Cruise, otro padre ausente que luchaba por ponerle límites a su hijo adolescente en La guerra de los mundos. El aprendizaje final era que debía dejarlo ir. Un psicodrama que recaudó 600 millones de dólares.
Pero el mayor homenaje llegó poco después de enterarse de la verdad, cuando decidió hacer la película de la Segunda Guerra Mundial que tanto le había prometido. “Papá, esto es para vos”, dijo Spielberg al recibir el Oscar por Rescatando al soldado Ryan. ¿Y qué respondió Arnold al verla? “Esta no es mi historia, yo estaba en el escuadrón 490”.
Los terapeutas lo saben mejor que nadie: en las familias los reclamos nunca terminan.
4. The post (a)
Tal vez por temor a las recriminaciones, Spielberg esperó a quedarse huérfano antes de filmar Los Fabelman. Venía procrastinando el proyecto desde 1976, pero todavía se prometía a sí mismo que algún día la haría: “Tengo que ir a Oz y pedirle coraje al mago para poder hacerla”. Finalmente, fue la pandemia de covid la que le dio la fuerza necesaria. “Se sentía como el meteorito que exterminó a los dinosaurios –le contó Steven a Scorsese en una entrevista-, y me pregunté, si tuviera que hacer solo una película más, ¿cuál sería?”. Así fue que tomó la decisión.
Los Fabelman es una película llena de spoilers para los que siguen al director. Sabemos que habrá una familia al borde del colapso y un niño frágil que encuentra refugio en el cine. También estará el Complejo de Edipo que hizo que Michelle Williams, la actriz que interpreta a su madre, siguiera recibiendo mensajes de Spielberg con sus viejas fotos familiares un año después del fin de rodaje. Evidentemente a Steven le resulta tan difícil soltar como al niño robot de Inteligencia Artificial, que esperaba una eternidad para reencontrarse con su mamá. Aunque no haya sorpresas en la trama, la magia está en la ejecución. Estamos ante uno de los grandes maestros del cine.
Terry Gilliam lo criticaba porque hasta en La lista de Schindler, una película sobre el Holocausto, tenía que meter un final feliz. ¿Será esta la oportunidad de ver al fabulador diciendo la verdad? Seguramente, pero eso no le quitará su esencia. Habrá otros autores para encontrar finales abiertos, sin moralejas ni esperanzas, que nos dejen pensando. El talento de Spielberg puede resumirse en la expresión de los científicos de Jurassic Park al ver por primera vez los dinosaurios: dejar a los espectadores con la boca abierta.