Memoria, verdad y justicia


Qué hace una dibujante en los juicios de lesa humanidad

En 2010, luego de la segunda desaparición de Julio López, se prohibieron las cámaras periodísticas en los juicios de lesa humanidad. La intención, decían, era resguardar a las víctimas/testigos. Desde H.I.J.O.S. entendieron que la medida, en realidad, invisibilizaba a los genocidas. Siempre del lado de la creatividad en la libertad de expresión, se acercaron al Departamento de Artes Visuales del entonces IUNA. Así nació este registro, el de los dibujos/testimonios que traen el pasado al presente y trazan una memoria rebelde, bien alejada del mandato judicial.

Fragmento del libro Dibujos Urgentes, testimoniar en juicios e lesa humanidad (Mónadanomada ediciones)

Dibujos Urgentes es un trabajo de registro documental que testimonia lo que acontece en los juicios de lesa humanidad. Son dibujos en acción que se han convertido en una herramienta inédita de transmisión. Son urgentes porque son vertiginosos y necesarios, ya que visibilizan las audiencias que la justicia no permite registrar para difundir públicamente.

 

Todo comenzó en el año 2010 –como consecuencia de la segunda desaparición de Jorge Julio López, ocurrida cuatro años antes–, cuando el Tribunal Oral Federal N°  5 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires prohibió que las cámaras periodísticas –de fotos y video– registrasen los debates orales y públicos con el objetivo de resguardar a las víctimas-testigo, pero con esta decisión, al mismo tiempo se invisibilizaba a los genocidas. Ese fue el motivo por el cual la agrupación H.I.J.O.S. y el Departamento de Artes Visuales del entonces IUNA convocaron a las “Clases con modelo vivo gratuitas en Comodoro Py”.

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Allí nos encontramos docentes, estudiantes y dibujantes, procedentes de diversos territorios. Formamos Dibujos Urgentes, un equipo de trabajo que se fue consolidando con los años a través de puestas en común, debates, pensamientos y aprendizajes.

 

Nuestro planteo inicial fue dibujar y pensar sobre y desde la misma experiencia, encontrar el sentido a cada trazo preguntándonos qué hacer con el material visual que íbamos produciendo. Abrimos un espacio de reflexión desde nuestra práctica como dibujantes en los juicios, sobre el significado de nuestra producción para la reconstrucción de la memoria social de las dictaduras y del papel de los organismos de derechos humanos en la recuperación democrática del Cono Sur.

 

Mantenemos al día de hoy las pautas iniciales propuestas por quienes convocaron esta iniciativa: la utilización de materiales y soportes unificados  y el criterio de croquis rápido, de apunte vertiginoso. Con el tiempo sumamos algunas especificidades a nuestro hacer: evitar la continuidad del dibujo por fuera del recinto judicial; obviar agregados posteriores como sellados o traspasado a tinta; transcribir las voces que se escuchan en las audiencias y registrar lo que sucede allí sin agregar metáforas ni ilustrar los relatos; ser fieles a lo que vemos. 

 

Por lo general nos centramos en quienes declaran –víctimas/testigos , imputados y personal judicial–, pero en ocasiones dibujamos además lo que sucede en los cuartos intermedios –charlas, discusiones, acercamientos–, el ámbito amplio donde ocurre la audiencia y también al público que escucha, los familiares, compañeros, periodistas, personal judicial y policial.

 

Fabiana Rousseaux explica sobre quienes declaran siendo a la vez testigos y víctimas, y la complejidad que significa rotularlos: "Testigo/víctima es un concepto límite. Los juicios contra el terrorismo de Estado que se llevan a cabo en el país hacen que se ponga en juego esta categoría. Esto nos obliga a replantearlo y cuestionar el saber que sobre la figura del testigo-víctima porta el derecho penal. Consentir en utilizar la categoría de testigo-víctima para hablar de sujetos que atravesaron o fueron tocados, en cualquiera de sus dimensiones, por la experiencia concentracionaria, peca de convertirse en una rápida y rígida conceptualización que, si bien nos permite hacer serie con el discurso jurídico y sociológico, nos limita en cuanto a todo lo que dentro de esa categoría encontramos cada vez que escuchamos a un testigo.” 

 

Rousseaux explica que aquel/aquella que testimonia en estos juicios “no es cualquier testigo ni cualquier víctima; son víctimas del terrorismo de Estado. Esto, de la construcción de la figura, hizo que escribiéramos el ‘Protocolo de Intervención para el Tratamiento de Víctimas-Testigos en el marco de Procesos Judiciales’, en donde uno de los ejes fue invertir el concepto de testigo-víctima por el de víctima-testigo para que se priorice la figura de víctima y no la de testigo. Es un testigo para la justicia, es un objeto de prueba: tiene que hablar, mostrar, contar”.

 

El lugar del testigo en estos juicios siempre es complejo, ya que no resulta sencillo sentarse en una audiencia y recordar. 

 

Agamben afirma que quien asume la carga de testimoniar por ellos –quienes no volvieron– sabe que “tiene que dar testimonio de la imposibilidad de testimoniar”. 

 

En el intersticio entre el dolor, el recuerdo del horror y la certeza de vivir para contarlo, nosotras dibujamos lo que vemos y escuchamos. 

 

Primo Levi sostenía que debía gritar para ser escuchado; para que los demás creyeran lo que había sucedido en los campos de concentración nazis tenía que escribir el horror: “cuando estaba en el campo de concentración tenía siempre el mismo sueño: soñaba que regresaba, que volvía con mi familia y les contaba, pero no me escuchaban. La persona que tengo delante no me escucha, se da media vuelta y se marcha. En el campo les conté a mis amigos este sueño y me contestaron: ‘a nosotros nos pasa lo mismo’ ”.

 

Dibujar en los juicios es una manera de acompañar la recuperación de la palabra de quienes fueron violentados, de disponer la escucha atenta para transmitirla al conjunto social. Dibujamos también las declaraciones de los imputados, haciendo visible los discursos prearmados de sus abogados, las intervenciones de los jueces, las preguntas del personal judicial, intentando mostrar todo cuanto sucede en las audiencias. 

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Dibujantes y testigos de los testigos

 

Asistir a las distintas audiencias fue y sigue siendo una tarea militante, emotiva y transformadora. No somos las mismas hoy. Nuestro trabajo adquirió un carácter testimonial.

 

Presenciamos declaraciones fuertes y desgarradoras pero también valientes, de mujeres sobrevivientes que luego de muchos años de silencio se animaron a contar en público,que fueron violadas y abusadas sexualmente por sus perpetradores. También estuvimos presentes en la última aparición pública del exdictador Jorge Rafael Videla, quien continuaba sosteniendo, ya con sus últimas fuerzas, su eterna diatriba negacionista. Fuimos testigos de situaciones de alta emotividad cuando un sobreviviente reconoció en fotos de los 70, a quienes estaban siendo juzgados. Presenciamos escenas montadas y teatralizadas de algunos abogados defensores mostrando a sus imputados como ancianos vulnerables acompañándolos tomados del brazo hasta el estrado. Vivimos muchas horas de angustia ante las declaraciones del expiloto de los vuelos de la muerte, Julio Poch, quien sostuvo su defensa apelando a motivos de orden técnico como el tamaño del avión o los mapas de vuelo, para disuadir sobre su responsabilidad. Su actitud nos recordó a Adolf Eichmann. Con el transcurso de la mañana su actuación fue debilitándose: su lenguaje cambió, también al color de su piel y la postura física. 

 

Nos emocionamos junto a una nieta recuperada que al momento de declarar mostró fotos, documentos y legajos para dar cuenta de su propio secuestro, el de sus padres y de la apropiación de su identidad.

 

Aprendimos a escuchar dibujando, escribiendo, tomando nota de los testimonios, fragmento por fragmento. Entendimos de a poco dónde, cómo y qué mirar para comprender qué está ocurriendo detrás de lo que se ve, cuáles son las intenciones de los abogados defensores y de las querellas. Nuestro apuro inicial por exigir justicia se transformó en asimilar que es necesario asumir la espera en búsqueda de la verdad. Supimos que no es posible ocultar la verdad y que esta puede abordarse desde nuestra práctica.

 

Con el tiempo descubrimos que nuestra tarea se nos tornó imprescindible y que podemos comunicar y transmitir experiencias, antes impensadas y que parecían intransferibles, a través de nuestros dibujos. Comprendimos que nuestro trabajo guarda una información que no fue posible abordarla de otro modo, y que lo que hemos escrito en el papel, permanecerá allí a salvo, como parte del inmenso tejido que va construyendo memoria, verdad y justicia.

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El acto de dibujar como memoria rebelde

 

Encuadramos los Dibujos Urgentes como memorias rebeldes, en tanto están alejados del mandato judicial. Se trata de posibilitar un registro público inmediato de aquello que se perpetró y ocultó en la clandestinidad. Nuestros dibujos contienen información del pasado que rescatamos en el presente para componer el futuro. Una manera de traer el pasado al presente, proveer un dispositivo que otorgue visibilidad a lo sucedido. Lo que los testigos recuerdan en el recinto, lo resguardamos en nuestros blocs de manera inalterable, a modo de documentos históricos visuales y textuales. 

 

Los testimonios que se escuchan en las audiencias tienen la carga histórica y simbólica de 40 y tantos años. “La memoria se construye con otros y a partir de otros”, sostiene Daniel Feierstein. El proceso de recuperación de los hechos de un pasado traumático, la posibilidad de rememorar el horror de circunstancias personales y extremas, solo puede ser social. El contexto judicial otorga permisos para reencontrar la palabra, aquella que permaneció silenciada por décadas.

 

¿De qué manera se pueden presentar (sin representar) esas acciones de reconstrucción de las experiencias concentracionarias? ¿Cómo pensar un dibujo desde los recuerdos de los testigos? ¿Cómo asentar en pocos trazos la identidad de quien declara? ¿Qué hacer con aquello que registramos? 

 

Dibujar en los juicios se torna así un acto de construcción de memoria rebelde, a través de imágenes y palabras que conforman un acontecimiento único e irrepetible –ya que cada testimonio, en cada juicio, es diferente, aun habiendo testigos que han declarado muchas veces–. Se genera, entonces, un basamento visual, textual y simbólico que da cuerpo al sentido de los hechos recordados y narrados en el contexto judicial. 

 

Leyendo a Benjamin, Didi-Huberman sostiene que “la imagen desmonta la historia, ya que aparece, se hace visible. Al mismo tiempo disgrega, se dispersa. Y a la vez también reconstruye, se cristaliza en obras y en efectos de conocimiento”. La imagen obtiene así peso propio, ya que no se trata solo de imitar lo que se observa, la tensión se produce en “el intervalo hecho visible, la línea de fractura entre las cosas”. 

 

Si la historia ya no puede concebirse como un proceso continuo, ni como un saber estático, ni como un relato de causalidades concatenadas –afirma Didi-Huberman–, entonces el pasado deja de ser un hecho objetivo y se transforma en un hecho de memoria. La tarea de Dibujos Urgentes es precisamente ir al rescate de esas memorias para volcarlas en un papel, registrar los hechos de memoria que se producen en las audiencias y mostrar el dinamismo de la historia. Si una imagen es un gesto, las imágenes no son solo cosas para representar algo que está sucediendo, sino –continúa Didi-Huberman– “son ellas mismas cosas que están al extremo de nuestros cuerpos”. Así, una cámara de fotos o un lápiz se pueden transformar en decisiones tomadas en gestos de insurrección. 

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Archivo visual y textual 

 

Proponemos pensar nuestra práctica como la generación de un archivo visual y textual acerca de los acontecimientos que desde 2010 vienen sucediendo en distintos tribunales de la Ciudad de Buenos Aires, de la localidad de San Martín y de Mar del Plata. Como cualquier archivo, el nuestro ofrece la posibilidad de ser conservado a largo plazo por su valor histórico. Obviamente no fue esta la intención con la que empezamos a dibujar. La sumatoria y la experiencia de tantos años han logrado que se conviertan en registros contemporáneos que han adquirido así su importancia y su potencial a futuro. Cuando dejamos de mirarlos por separado, por juicio, por ubicación temporal, por declaración, o por diversas clasificaciones posibles, y cuando comenzamos a entender que todos los dibujos juntos constituyen un archivo, entendimos el valor de cada dibujo como documento. Entender los Dibujos Urgentes como documentos que producen información es otorgarles un carácter que los aleja del arte y lo judicial. 

“Un dibujo es un documento autobiográfico que da cuenta del descubrimiento de un suceso, ya sea visto, recordado o imaginado”, escribe John Berger . Nuestros dibujos expresan lo que vemos, estudian los gestos de los declarantes, muestran y comunican ideas. Replican lo que sucede sin agregar ni adjetivar subjetividades, sin interponer emociones por sobre los hechos. Por eso los consideramos dibujos testimoniales. 

 

En las audiencias ocurren muchos sucesos de manera simultánea, que no quedan registrados en ningún sitio. 

 

Miradas, gestos, tensiones, indignación. ¿Cómo traducir estas situaciones para que quede constancia? “El dibujo habla lo que no se expresa con palabras, es parte del discurso”, sigue Berger. Sostiene que un dibujo cuestiona la apariencia de un suceso para recordarnos que “las apariencias son siempre una construcción con una historia”.

 

El dibujo documental es complejo debido a que debe captar lo que ocurre mientras todo se mueve y altera. Por eso los dibujantes debemos primero observar el contexto general, luego definir qué plasmar, hacia dónde enfocar y recién entonces comenzar a delinear. En las audiencias tenemos que tener en cuenta que dibujamos situaciones y acontecimientos irrepetibles, de fuerte carga simbólica, emotiva, histórica, social y jurídica. La idea es plasmar sintética y al mismo tiempo concretamente lo que sucede en cada audiencia. Mostrar, revelar, evidenciar y documentar lo que allí ocurre.

 

Nuestro archivo informa, no interpreta; comunica, no desentraña; manifiesta, no representa; notifica, no ilustra; revela, no manipula. Y también trae a la memoria un pasado doloroso que manifiesta su necesidad de hacerse un lugar en el hoy a través de la presencia de quienes estuvieron allí. También estimula, a quienes lo observan, a participar activamente a través de un trabajo interno de memoria. 

 

La fidelidad de nuestro archivo tiene que ver con la honestidad con que es realizado; con la veracidad con que dibujamos y anotamos lo que vemos y escuchamos, con la constancia de asistir a los distintos juicios, con el acatamiento a las prerrogativas definidas por la agrupación H.I.J.O.S. y con la exactitud con que intentamos reflejar lo que sucede en cada una de las audiencias. No hay agregados, no hay decoración, no ilustramos. La crudeza es su fuerza, el rigor es su sostén, la tenacidad es nuestra herramienta contra el olvido.

  

Octubre 2019

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