Texto publicado el 2 de julio de 2015
1 El llamado
Ni una menos, como consigna y llamado, nombró un estado de ánimo colectivo: el rumor social de la preocupación ante cada mujer asesinada o desaparecida, y el hartazgo frente a la violencia machista en diferentes escalas. El llamado caló de modo profundo porque preexistían, por un lado, el ánimo social y la conciencia de muchas y muchos y, por otro, el trabajo tenaz de grupos de militantes y activistas que crearon y forjaron los sentidos y las palabras para nombrar el problema en sus diversas formas. Que exista la categoría “femicidio” sin duda es resultado de esa tenacidad.
El lanzamiento de la convocatoria para el 3 de junio se dio de manera espontánea y produjo una confluencia de esfuerzos inesperada y fértil. En esa unión entre grupos de trabajo convergieron también perspectivas políticas diferentes, periodistas e intelectuales, estrategias organizativas y militantes, pericia en medios de comunicación y compromisos feministas. Las redes sociales, Twitter y Facebook, fueron claves en la difusión, con el carácter multiplicador y expansivo que adquieren los mensajes al viralizarse.
2 Multitudes
El acto de Ni una menos del 3 de junio tuvo lugar en más de 120 plazas y localidades del país. El llamado era amplio, invitaba a cada quien asistir con sus propias consignas, y esa invitación corrió como el agua porque había una preocupación común. Por primera vez en la historia argentina, una demanda de mujeres, hecha presente con el cuerpo en la plaza pública, fue tan masiva. Era el grito colectivo de miles que clamaban por el derecho a dejar de ser degradadas y maltratadas. Ni una menos, en la plaza del Congreso –y en todas las plazas convocantes del país– se vio multiplicado en cientos de frases y reclamos distintos, cada quien supo vincular la consigna con su propio mapa de preocupaciones y demandas y producir sus propios carteles y performances callejeras.
Así, los movimientos de mujeres y feministas que defienden el derecho a la interrupción del embarazo convivieron con quienes condenan esa práctica, partidos políticos, movimientos sociales, adolescentes, estudiantes, trabajadoras y trabajadores con y sin sus sindicatos, personas independientes y grupos LGBTIQ –con gran presencia de las travestis y la denuncia de transfobia y asesinato de trans; todos y todas estuvieron allí para decir: Ni una menos y reclamar un cambio cultural que es responsabilidad colectiva.
La convivencia de discursos heterogéneos tuvo la dimensión de un acontecimiento: algo que no es del orden de la suma de las partes, que no funciona como agregado de demandas sino como novedad. Como el voto femenino, como los grandes derechos adquiridos, el alcance de la denuncia de la violencia machista, inscribe a este acontecimiento en los linajes por los cuales las multitudes ingresaron en la vida política nacional.
3 La hospitalidad
La del 3 de junio era una movilización bautismal para muchos y muchas, y su clave fue la hospitalidad. Una multitud que se movía lentamente y a la vez se cuidaba, que hacía del ámbito público un lugar hospitalario y no un estado de intemperie. La zona del Congreso se convirtió en espacio de escucha y caja de resonancia: aquello que las mujeres se contaban en secreto tuvo la oportunidad de salir del rincón de lo personal y lo privado para hacerse voz pública y política. Para aquellas que sufren la violencia machista, se logró tejer la trama de un lugar en el que pudieran decir su palabra. La denuncia fue un hilo fuerte de la movilización, pero no fue el único, porque de lo que se trata es de la legitimidad del decir femenino: de construir una hospitalidad para escuchar ese decir. Como acontecimiento, la convocatoria consiguió también instalar en la lengua popular palabras como “femicidio” y “violencia machista”. No es poco si se piensa en las palabras, equívocas y esquivas, con las que los medios de comunicación informaban del problema.
La pluralidad de la convocatoria, las diferencias entre quienes asistieron y, ya desde antes, en el grupo convocante, nos lleva a pensar en la transversalidad. Hacía tiempo que un tema no era construido como común más allá de las nítidas oposiciones en el espacio político, signadas por la confrontación entre oficialismo y oposición. El 3 de junio permite imaginar una salida a la dicotomía que no sea el optimismo reconciliatorio conservador: la posibilidad de pensar ciertos temas, afirmar valores, impulsar otras prácticas Una transversalidad renovada, en pos de una efectiva ampliación de los horizontes de la vida en común.
4 El sentido
El 3 de junio fue masivo y transversal como las manifestaciones que se producen cada 24 de marzo. En ellas hay acuerdo en un punto fundamental: la condena al terrorismo de Estado, que nos remite al pacto principal de la política argentina, que se escribió con la consigna “Nunca más”. El acto del 3 dijo Ni una menos y ahí ancló un sentido: construir entre todas y todos “un nuevo Nunca más”. Y así como el Nunca más se inscribe en la órbita de los Derechos Humanos, en este caso el femicidio no fue pensado desde la lógica de la seguridad o la inseguridad y del reclamo punitivista a los victimarios, sino entre las cuestiones de los derechos humanos de las mujeres.
La tonalidad fundamental de la plaza la dio el feminismo, que inundó las calles con sus consignas, sobre todo aquellas que dicen que lo personal es político y la que reclama la soberanía de las mujeres sobre sus propios cuerpos. Los distintos edificios públicos de Buenos Aires, desde el Congreso hasta la Casa Rosada, se tiñeron con las luces del violeta que engalana las luchas feministas.
Uno de los principales reclamos que se vieron por las calles fue el de las mujeres a decir “No” sin recibir castigo. Ese “No” que no soportan los hombres que golpean, violan o matan. Ese “No” que pone en escena a la mujer rebelde, que irrumpe y desestabiliza la comodidad machista y a la sociedad patriarcal en su conjunto. Ese “No” se enarboló en infinidad de carteles, hechos de manera casera y en manos de personas de todos los géneros y edades. No a la forma en que el sistema patriarcal pretende construirnos como hombres y mujeres, de manera binaria y unívoca. No a los patrones culturales que implican el avasallamiento de nuestros cuerpos, no a la vestimenta obligada, a los roles obligados, a la sumisión obligada. No al estereotipo de género que convierte a toda mujer en esposa y madre. No a una moral que juzga y castiga. En contrapartida, también se dijo “Sí”: Sí a las decisiones autónomas de las mujeres. Sí a la posibilidad de que todas y todos construyamos nuestras vidas de acuerdo a nuestros propios deseos. Sí a la libre decisión de las mujeres sobre su sexualidad y su capacidad reproductiva. Sí al derecho de todas las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, a elegir si quiere o no tener hijos o hijas, cuándo quiere tenerlos, cómo y junto a quién. Sí a parirlos sin ser infantilizadas ni violentadas en sus elecciones.
Hoy reclamamos que el grito colectivo sea escuchado por quienes toman decisiones. En medio de las campañas electorales que terminarán en octubre con la elección de un nuevo presidente convocamos a los candidatos y candidatas a que suscriban y se expresen sobre la agenda que se impuso mediante la presencia de las multitudes que tomaron la calle el 3 de junio.
5 Efectos y deudas
Fueron muchos los efectos inmediatos que se produjeron luego del 3 de junio. En principio, un efecto social, evanescente pero perceptible en la vida cotidiana, en las conversaciones en las escuelas, en la calle, en los lugares de trabajo: charlas y reflexiones sobre el tema, el ensayo de nuevas prácticas. También se produjeron efectos institucionales, entre ellos:
-Al día siguiente del acto, los llamados a la línea 144 crecieron en un mil por ciento, y la línea sumó 50 operadores.
- La CSJ convocó a las autoridades judiciales a colaborar en la confección del Registro de Femicidios de la Justicia argentina.
-El Gobierno Nacional, a través de la Secretaría de Derechos Humanos, oficializó la Unidad de Registro de Femicidios.
-En Mendoza se instrumentó el patrocinio jurídico gratuito para las víctimas de violencia machista.
-En Chaco se anunció la creación de un Registro Único de casos de violencia de género, y la puesta en funcionamiento de un sistema de seguimiento de expedientes que ingresen por la órbita judicial.
- En la Ciudad de Buenos Aires, la legislatura votó de manera unánime el proyecto para que las Unidades Fiscales especializadas en Violencia doméstica funcionen con rango de ley.
-En Trelew, un fallo judicial condenó a un hombre por desobedecer la prohibición de acercamiento a la víctima de violencia.
-En Rincón de los Sauces, Neuquén, se anunció la puesta en funcionamiento de un refugio para víctimas de violencia de género.
-La Universidad de Buenos Aires aprobó la creación de un protocolo contra la violencia de género.
-La UTE-Ctera y legisladores presentaron un proyecto para incorporar licencia por violencia de género en el Estatuto del Docente de la Ciudad de Buenos Aires.
-Se afirmaron políticas públicas que amplían el repertorio de caminos para la defensa de los derechos de las mujeres: desde la conversión en ley de la Asignación Universal por Hijo hasta la renovación del Protocolo de abortos no punibles.
-La Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, creó la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM). Entre las razones de su creación, a resolución afirma que “responde a un claro reclamo social”, materializado en “la histórica manifestación bajo el lema Ni Una Menos”.
Bastante sucedió y a la vez no alcanza. Muchas demandas siguen pendientes, inclusive el pasaje de los anuncios a la instrumentación. El Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, previsto por la ley 26.485, sigue sin hacerse plenamente efectivo, y el Protocolo de para la atención integral de las personas con Derecho a la interrupción legal del embarazo debería adquirir de manera urgente el rango de Resolución ministerial para que sea de aplicación obligatoria en todo el territorio nacional. Se trata de derechos adquiridos, cuya defensa es necesaria para proteger la vida y la integridad de las mujeres.
El 3 de junio logró que el tema de la violencia machista se instale en la agenda pública y obligue a los poderes del Estado a responder con políticas. La convocatoria logró saltar el cerco marginal en que históricamente se encierran las demandas por la libertad y la integridad de las mujeres. Lo hizo recogiendo el malestar y el dolor social frente a las muertes, las heridas repetidas y el modo en que las víctimas son tratadas judicial y mediáticamente. Queda abrir todavía más la cuña para que los reclamos históricos sean audibles y visibles. Mientras diariamente crece la lista de víctimas de violencia machista, decimos Ni una menos. Porque son necesarios activismos cada vez más tenaces, militancias diversas y firmes entramados de voluntades, decimos Ni una menos. Porque es necesario expandir el tejido y la escucha, a un mes del 3 de junio, decimos, una y otra vez: Basta de femicidios. Ni una menos.
Ni una menos.
Colectivo Ni una menos
A fines de marzo, un grupo de periodistas, investigadoras, militantes, se reunieron en los jardines del Museo de la Lengua para manifestarse contra los femicidios. Pocos meses después, luego del asesinato de Chiara Páez, las redes sociales y acciones de este colectivo lograron instalar en plazas, escuelas, tribunales, un grito que se materializó en multitudinarias marchas en todo el país: Ni una menos