Axel Kicillof


Un ángel para tu soledad

Entre los actos y encuentros antes de ser candidato y la campaña, Axel Kicillof recorrió en auto 80 mil kilómetros y visitó al menos 100 de los 135 municipios de Buenos Aires. Para las PASO, articuló con los intendentes bonaerenses del PJ, se volvió viral en las redes, consiguió que su foto aparezca en los afiches del conurbano y llenó los clubes de barrio a fuerza de abrazos, mates y de conocer ese territorio como la palma de su mano.

Axel está disgustado. No entiende por qué organizaron la reunión con vecinos justo el mismo día que se desarrolla un evento masivo. En breve serán las 10 de la mañana. Miles de personas desbordan el Parque Centenario. Hay más gente que cualquier sábado de verano. En rigor, falta un día para que comience la temporada de 2015. Hace diez días que Mauricio Macri gobierna el país, la capital y la provincia. Axel Kicillof, flamante diputado del Frente para la Victoria y último ministro de Economía, da varias vueltas en la Volkswagen Suran hasta que al fin encuentra lugar para estacionar. Baja con su mujer y sus dos hijos. Y el mate. Es que se trata de eso: “Una mateada con los vecinos”. Así había sido la propuesta lanzada por la Asamblea de Parque Centenario y difundida en las redes durante la semana anterior. Cuando cruce la avenida Díaz Vélez se va a encontrar con su equipo de prensa y algunos de sus asesores. Y con las 20 mil personas que lo vinieron a escuchar. 

 

Unos vecinos me pidieron encontrarnos para charlar y fui con mi familia porque pensé que iba a ser algo más chico. Llegué y había humo, ruidos. Miles de personas. A partir de ahí empezamos a reproducir esa actividad. Charlas y actos orientados a compartir un diagnóstico de lo que estaba pasando. Pero no con el propósito de ser candidato. 

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Kicillof lo recuerda ahora desde el asiento del acompañante del Renault Clío con el que llegó hasta Chascomús y con el que recorre la provincia de Buenos Aires desde hace tres años y medio, mucho antes de que se formalizara su candidatura a gobernador. Hace sólo algunas horas que trascendió la fórmula: Axel Kicillof gobernador - Verónica Magario vicegobernadora.

 

Acá, en la puerta del Club Atlético Unión Deportiva de Chascomús, también hay ruidos de bombos, gritos y miles de personas. Aunque, esta vez, no lo agarran por sorpresa. Afuera del Clío hay frío y ansiedad. La gente se apelmaza alrededor del auto. Lo golpean. No son golpes de puño. Golpean con la palma abierta, una forma desesperante de llegar al diputado nacional. Su secretario personal, Nicolás Beltram, y su asesor, Carlos “Carli”, Bianco se inquietan. 

 

Última pregunta. Vamos Axel, tenés que bajar dice Bianco, ex funcionario, amigo, dueño y conductor del Kicimóvil de campaña. 

 

Va a tener que repetir la frase varias veces. Kicillof no aparta jamás la mirada a lo largo de la entrevista. Responde con velocidad y concentración; parece que en ese instante no tuviera otra cosa más importante que hacer. Una vez que baje del auto, su atención será imposible.

 

Abre la puerta. Fotos. Luces. Lo tocan, lo abrazan, lo aprietan, lo agarran, lo besan. Kicillof se entrega manso y sonriente a la multitud que vino a escucharlo y a verlo de cerca. Adentro lo espera su primer acto como candidato a gobernador. 

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Mi recorrido político empezó a los 13 años, en el centro de estudiantes de mi colegio, siguió en la universidad y no paró nunca. Siempre he tenido una militancia muy asociada a la política de base dice Kicillof. 

 

En 1985, mientras cursaba el primer año en el Colegio Nacional de Buenos Aires, fue elegido como delegado del curso ante el Centro de Estudiantes. En el mismo año pero en otra división el delegado era Mariano Recalde. Al finalizar la secundaria comenzaría la historia de TNT (Tontos pero No Tanto), fundada por Kicillof y otros estudiantes de Económicas durante el menemismo. 

 

Una agrupación pequeña, sin muchos más recursos que los que puede dejar la organización de fiestas, sin conexión con ninguna estructura partidaria, se enfrentó sistemáticamente a la Franja Morada, brazo estudiantil de la UCR y dueña del centro de estudiantes de Económicas y de la mayoría de las facultades de la UBA, con incontables denuncias de violencia, agresiones y fraude. Y un día le ganó. Franja Morada, apañada por las autoridades de la UBA, desconoció el resultado de las elecciones y permaneció en el centro a fuerza de influencias y de golpes. 

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Era septiembre de 2001. Kicillof ya se había graduado pero todavía era el máximo referente de la agrupación. Estaba convencido de que tenía que asaltar el cielo. Seis meses después, en marzo de 2002, se presentó como candidato a rector de la UBA. Tenía 30 años. Otra vez perdió. Sacó cero votos. 

 

La experiencia TNT imprimió el espíritu de heroicidad y austeridad constitutivo del universo Kicillof. El mismo que desplegó una proto campaña sin garantías de candidaturas, sin estridencias, sin ni más aparato que dos autos y un pequeño grupo de asesores-amigos. A diferencia de su militancia universitaria, para estas elecciones cuenta con el poderío de fuego de los intendentes bonaerenses del PJ y la capacidad de atraer los votos de Cristina. A Kicillof, con 47 años, le llegó la caballería. 

 

Y llegó justo a tiempo. Apenas trascendió la fórmula, los jefes comunales lo miraron con recelo. En San Justo, territorio matancero, los primeros afiches mostraban las caras de Magario, Espinoza, Alberto y Cristina. El ausente era claro. Un integrante del comando de campaña del Frente de Todos comentó que “al principio se vieron ciertas tensiones porque Axel tenía un discurso muy de ministro, muy macro”. Algo no funcionaba en las encuestas. En junio, un sondeo de BTG dejaba al binomio Kicillof - Magario a más de 10 puntos debajo de Vidal - Salvador. Los intendentes decían que sufrían el efecto “U”: subían con Alberto pero bajaban con él, mientras que el macrismo fidelizaba rápidamente a su electorado. Cuando los sondeos comenzaron a mejorar -desde la segunda mitad de julio- los ánimos se encauzaron. En ese tramo, la diferencia se había achicado a 4.5, según la consultora Query. Los últimos sondeos de Synopsis lo dan ganador por 3 puntos.

 

“Axel terminó de asumir el liderazgo de un gran espacio. Comenzó a hablar de las problemáticas puntuales de la provincia. Incorporó los ejes que le sugirieron los intendentes. Se ganó la candidatura porque hizo lo que nadie hizo muchísimo antes de que empezara la campaña. Pero también se tuvo que dejar ayudar. Y funcionó”, dice un colaborador del equipo de campaña. A nada de las PASO, las calles de La Matanza ya están empapeladas también con la cara del candidato. 

 

El ingreso de Sergio Massa al Frente de Todos ayudó a cubrir los flancos lábiles del armado electoral. Los detalles operativos se definieron a principios de julio en las mesas de la Parrilla Roldán, un coqueto restaurante sobre la avenida Figueroa Alcorta. Ahí charlaron mano a mano Axel Kicillof y Sergio Massa. Compartieron encuestas, volvieron a analizar los resultados de las elecciones de 2017 y definieron la estrategia. Massa, Malena Galmarini y los intendentes propios los acompañarían por sus territorios, distribuidos sobre todo en la Primera Sección: Tigre, San Fernando, Malvinas Argentinas, General Las Heras y General Rodríguez, entre otros. Un operador del Frente Renovador explica que, además del avance territorial, la figura de Massa “le sirvió Axel para captar el voto indeciso y atraer al opositor blando con un discurso que incorporó la problemática de las Pyme y la seguridad, retomando problemas cotidianos como la falta de nafta en los patrulleros. Son todas cuestiones que Sergio trabajó mucho, como los medicamentos gratis para los jubilados”. El engranaje clave para llegar a las Pyme fue el diputado del FR José De Mendiguren. Los encuentros motorizados con el ex titular de la UIA entre los empresarios pequeños y medianos lograron perforar ciertos resquemores que había dejado su pasado como ministro. 

 

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El otro frente que se preveía hostil era el agropecuario. En julio, en una visita a Tandil, Kicillof se encontró con un clima enrarecido. Los productores de la Federación Agraria Argentina habían aceptado la reunión pero no con la mejor simpatía. El candidato hizo una autocrítica por no haber segmentado a los pequeños de los grandes pooles de siembra durante su gestión como ministro de Economía. Expuso las complejidades de hacerlo en su momento y prometió mayor sensibilidad a las necesidades del sector. Después de un par de horas de charlas, terminaron a los abrazos. El gigantesco puzzle bonaerense empezaba a cuajar. 

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Todavía dentro del Clío, Kicillof cuenta por qué comenzó a recorrer el Conurbano, en tren primero, en auto después, y no la Ciudad de Buenos Aires, territorio donde muchos circunscribían los límites del economista. 

 

A mí siempre me apasionó la provincia. Como economista, obviamente siempre estuve preocupado por la cuestión productiva, la estructura geográfica y económica del país. Pero la provincia de Buenos Aires es el núcleo productivo de la Argentina, tanto industrial como agropecuario, además de ser la más numerosa. Y es donde más se siente la crisis.  

 

Kicillof explica que “la provincia de Buenos Aires es una especie de amplificador donde reverberan mucho más las decisiones económicas liberales, donde se sufre mucho más porque están los núcleos más vulnerables de la población, donde está todo el tejido manufacturero, los pequeños productores agropecuarios, donde la tasa de interés de este gobierno y la política salarial y de retracción del mercado interno, la política tarifaria y la política importadora hicieron destrozos”. 

 

Los números de las cuentas provinciales sostienen el argumento del diputado. Al cierre de 2015, sobre el final de la gestión de Daniel Scioli, la deuda total provincial ascendía a 9362 millones de dólares. En tres años de gobierno de María Eugenia Vidal, en diciembre 2018, la deuda se ubicó en 12.584 millones. De Radiografía de la provincia de Buenos Aires (libro que reúne contribuciones del propio Kicillof, Eduardo Basualdo, Pablo Manzanelli y Silvina Batakis, entre otros) se desprende un dato clave sobre la situación del empleo bonaerense. El eje San Nicolás-Villa Constitución, centro neurálgico de la actividad industrial provincial, tiene el mayor incremento de todos los conglomerados urbanos en la tasa de desocupación: se disparó del 6,3 por ciento en el cuarto trimestre de 2016 al 11,3 por ciento en 2018. Cristian Girard, asesor de Kicillof y uno de los autores del libro, explica: “Vidal duplicó lo que sería la deuda externa de la provincia. Redujo fuertemente la deuda en pesos con el gobierno nacional y creció exponencialmente la deuda con acreedores privados, destacándose la deuda con acreedores extranjeros en dólares”.

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Axel sabía que no lo iba a votar nadie. Pero eso no fue un impedimento para ir a decir las cosas que había que decir. Así es él. 

 

Augusto Costa, ex secretario de Comercio con pasado en TNT, cree que el hecho de que se haya candidateado a rector en 2002 marca un ejemplo de la personalidad del actual legislador. 

 

Para ese momento, Kicillof se repartía el tiempo entre su militancia en la Asociación Gremial Docente (AGD), donde era secretario adjunto, y su carrera como investigador y docente de la UBA. 

 

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Junto a sus compañeros miraban con cierta desconfianza al candidato elegido por Eduardo Duhalde y a su economista de referencia, Roberto Lavagna. En 2004, con Néstor Kirchner al poder y Lavagna en Hacienda, creó su propio think tank, el Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA), desde donde publicó un texto cuestionando al entonces ministro de Economía. “Era un apoyo con críticas”, recuerda ahora un ex CENDA.

 

Mariano Recalde le ofreció entonces las oficinas que su padre tenía en Tucumán y Uruguay. Kicillof, Costa, Cecilia Nahón y otros que luego también serían funcionarios iban todos los sábados a la mañana para discutir las líneas de acción del centro. Como retribución al gesto de Héctor Recalde, asesoraban al estudio en cuestiones económicas. 

 

Kicillof daba clases en varias cátedras de la Facultad de Ciencias Económicas: Historia del Pensamiento Económico, Macroeconomía y Política Económica. Sus referentes en ese ámbito eran Pablo Levín e Iñigo Carrera, dos teóricos del Marxismo. Junto con ellos, además, daba talleres en un espacio académico paralelo creado cuando las autoridades de la facultad cambiaron los planes de estudio por uno más liberal y menos crítico: la Escuela de Economía Política, donde se leían pensadores clásicos como Adam Smith, John Maynard Keynes (autor sobre el que hizo su tesis de doctorado), Carlos Marx. 

 

Uno de sus compañeros de esa época, también economista e intelectual marxista, prefiere preservar su nombre, pero admite que está dolido por la supuesta mutación ideológica de su ex amigo. Dice que no entiende cómo “pudiendo tener una brillante carrera como investigador devino en un funcionario de la burguesía”. 

 

Desde el arco ideológico opuesto toman el mismo pasado académico de Kicillof pero invierten la carga valorativa. Como si se tratara de una película gringa de espías ambientada en los sesentas, los militantes del Macrismo le dicen “comunista” o “soviético”.  

 

Muchos señalan a Recalde hijo como vehículo transicional de Kicillof al peronismo. Para el abogado y diputado del FPV, en cambio, no hubo transición: “Axel siempre fue peronista, lo que pasa es que antes de Néstor Kirchner el contexto no ayudaba”. 

 

Lo cierto es que, como presidente de Aerolíneas Argentinas, Recalde lo convocó para que formara parte de la empresa re estatizada el 10 de julio de 2009. Su primer cargo fue de CFO, gerente financiero. A poco de cumplir 38 años, Kicillof ponía un pie en el espiral de la política grande. 

 

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Pero el profesor Kicillof todavía tenía algo pendiente en la academia. “Al año se volvió al Conicet para investigar y dar clases porque no se podía tomar más licencia y quería terminar la beca. ¡Lo quería matar!”, se ríe Recalde en su despacho de la Legislatura porteña. “Pero prometió volver, y volvió.” En 2011 ocupó la subgerencia general y aceleró el espiral. “Si vos usaras corbata, ya serías ministro de Economía”, lo molestaba Recalde mientras compartía horas de oficina en Aerolíneas. Su amigo le respondía que se imaginaba en un cargo importante pero como presidente del Banco Central. Una mañana de ese mismo año estaba sentado en la oficina de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El encandilamiento fue mutuo.

 

El 10 de diciembre Axel Kicillof ingresó al Ministerio de Economía como secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo. En los hechos, como viceministro. Kicillof empezó a delinear un plan tan ambicioso como utópico: la recuperación de YPF. El 20 de noviembre de 2013, Kicillof asumió el cargo de ministro de Economía. 

 

Desde aquella mateada en Parque Centenario hasta hoy, a dos días de las elecciones, el diputado y candidato a gobernador recorrió 80 mil kilómetros y visitó al menos cien de los 135 municipios bonaerenses. A muchas ciudades fue más de una vez, como Lanús o Quilmes. A otras, como Junín o Baradero, no volvió como postulante a gobernador porque espera que se definan las PASO y, recién ahí, hacer pie junto al candidato que surja de las primarias. 

 

Más allá de su gira bonaerense, es en la gestión comandada por Cristina Fernández donde el propio Kicillof encuentra algunas de las claves para explicar por qué no para de crecer en las encuestas y lo acercan a un horizonte que, meses atrás, parecía utópico: vencer a María Eugenia Vidal, la última esperanza blanca de la Alianza Cambiemos. 

 

- Hay un reconocimiento a la gestión de Cristina, que a mí me tocó transitar desde mi trabajo primero en Aerolíneas, la recuperación de YPF, la disputa con los fondos buitres. Y los programas como Procrear, Progresar, Ahora 12 y Precios Cuidados estuvieron muy concentrados en la provincia. Eso tuvo un impacto muy grande en la gente y se empezó a ver en las encuestas. 

 

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En 2013, para su primer año al frente de Economía, el ministro ya tenía a sus equipos de trabajo de mayor confianza ubicados en las áreas claves del ministerio e incluso de Cancillería, donde trabajó, entre otros, Carlos Bianco como secretario de Relaciones Económicas Internacionales. 

 

Ahora Bianco está en un baño de Club 54, un boliche gigante que funciona al fondo del Club Atlético Unión Deportiva de Chascomús. La música que eligieron los organizadores para recibir al candidato a gobernador suena tan fuerte que el ex secretario devenido en jefe de campaña tiene que escabullirse entre azulejos y vanitorys para responder a esta entrevista. Afuera del baño se escucha una cumbia que dice que “en la provincia no hay otra opción, Axel Kicillof, el futuro gobernador”, primer jingle extraoficial. 

 

- Venimos a clubes de barrio, a sociedades de fomento, nos reunimos con empresarios, con sindicatos, con científicos, visitamos escuelas, hospitales, organizamos actos y mateadas con los vecinos. Más allá de los datos duros que muestran la crisis, la idea era darles una explicación más científica y política -dice Bianco-. No fue culpa de los que votaron a Macri sino que fueron víctimas de una estafa electoral monumental.

 

En paralelo a los actos y a los discursos, a las estrategias de campaña y a la inteligencia electoral, habita un Axel Kicillof multiplicado por la potencia viral de las redes. Su nombre aparece filtrado en All you need is love, de los Beatles, donde una voz acoplada a John Lennon canta: “Axel Kicillove, Axel Kicillove, love, love, tu gobernador”. O al ritmo de Depeche Mode, con I just can't get enough, que dice: “Para la provincia, hay gobernador, Axel Kicillof, Axel Kicillof”. Rodeado de mujeres como Maluma o llevando en brazos a Marge Simpson. Con su cara superpuesta en un video de Robbie Williams y decenas de canciones que se viralizaron en los últimos meses. Trap, cumbia, reggaetón. Todos tienen a Kicillof como musa y protagonista. Algunas cuentas recopilan particularidades como “Axel Kicilove tomando mate”; otras rinden tributo a su capital erótico. Con casi 7 mil seguidores, la cuenta de Instagram @Kicillove tiene 90 publicaciones de las fotos más hot del candidato. En su perfil, dice: “Nuestro galán, nuestro héroe, nuestro love, nuestro futuro gobernador”.

 

La campaña extra oficial en las redes se complementa con la propaganda motorizada desde las cuentas oficiales. Desde su Twitter @Kicillofok, con casi 800 mil seguidores, el candidato difundió videos en los que muestra su vida personal y las intimidades de su casa. Para los investigadores Natalia Aruguete y Ernesto Calvo, es “una estrategia discursiva similar en distintos planos mediáticos, donde mezcla rasgos de su imagen con referencias claras a políticas públicas. En esa convergencia entre imagen y policy queda plasmado su branding: énfasis en lo público y en valores como la equidad y la inclusión. La interacción en redes sociales fue mostrando un rendimiento positivo conforme avanzó la campaña”. 

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Hace 10 horas que Axel Kicillof llegó a Lezama, la municipalidad que hace pocos años se independizó de Chascomús, ubicada a 160 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Pasó por la aceitera Seda, se reunió con el sindicato de aceiteros y luego conversó con los vecinos en una plaza. 

 

Pasado el mediodía se cruzó a Chascomús. Pocos días atrás, José Ignacio “Cote” Rossi, diputado provincial de Unidad Ciudadana, había recibido la llamada de Carli Bianco. Kicillof estaba rastrillando la Quinta Sección y visitaría la ciudad. Rossi y Gabriel Macchi, concejal y presidente del PJ local, organizaron la recorrida para conversar durante más de una hora con los científicos en el Instituto Tecnológico de Chascomús, que depende del Conicet. Luego, una conferencia de prensa en el Concejo Deliberante y más tarde a reunirse con los socios del Club Atlético Unión Deportiva. Y, finalmente, el acto de cierre.

 

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Son más de las 19, la hora prevista para el discurso final. Kicillof sube al escenario del Club 54 vestido con un jean y un suéter oscuros y zapatillas, también oscuras, una versión invernal del mismo atuendo que usó en aquel acto de Parque Centenario de 2015. No luce cansado. 

 

- Así se hace política: con la gente, dando la cara, en el territorio, escuchando, acompañando a los que sufren, a los que fueron castigados. 

 

Kicillof habla ante mil personas. “Vidal será recordada como la única gobernadora en la historia en cerrar escuelas y en destruir la salud”. De a poco va a ir hilando cada una de las políticas de ajuste que el macrismo aplicó en la provincia y en el país. Las que no se acuerda él, se la recuerdan los vecinos. “¡No terminaron ni los jardines de infantes que Scioli dejó a la mitad!”, le grita uno. Kicillof se hace cargo. “Ni siquiera esos, ni esos”.  

 

Como en la charla que tuvo horas antes con los científicos del Conicet, mezcla los datos de la crisis con ironías y humor. Kicillof provoca llantos y sonrisas. 

 

- ¡Cada vez que este país empieza a caminar vienen los liberales, nos endeudan, nos funden, generan más pobreza, y después siempre, siempre viene el Peronismo, siempre viene el campo popular, siempre viene a gobernar para las mayorías populares. ¡Esa es la historia de los últimos setenta años! 

 

Estallan los gritos, los chiflidos, los aplausos. La señora rubia no aguanta más. Se baja los lentes para secarse el llanto. Guarda rápido el pañuelo de papel. No quiere perderse la ovación más larga de la noche. 

 

Termina el discurso. Axel Kicillof baja del escenario. Suenan Los Redonditos de Ricota a todo volumen.

 

“En este film velado en blanca noche 

el hijo tenaz de tu enemigo 

el muy verdugo cena distinguido 

una noche de cristal que se hace añicos”

 

Antes de que estalle el estribillo, el público rodea a Kicillof. Lo abrazan. Los abraza. No decide si saltar o no. Simplemente salta, salta y salta. Lo deja un grupo y lo agarra otro. Otra vez abraza. Otra vez lo abrazan. El rostro de Kicillof se funde en la multitud. Y otra vez el estribillo.

 

“No lo soñé, ¡ieee-eeeeh! 

se enderezó y brindó a tu suerte”.

 

Los que vinieron hasta Club 54 de Chascomús podrían estar saltando toda la noche con el candidato a gobernador bonaerense. 

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