Alguna película de ciencia ficción o dibujo animado de sus infancias fueron el motor fundamental del deseo de viajar más allá del Planeta Tierra. Le pasó a los astronautas y también a los multimillonarios que hoy son noticia por sus pasos acelerados en el turismo espacial. Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, partió este 20 de julio en el primer vuelo civil tripulado al espacio. Una semana atrás lo había hecho el magnate inglés Richard Branson. El sudafricano Elon Musk promete colonizar Marte en 2026, llevar turistas y hasta quedarse a vivir. Una nave espacial imaginaria o una caricatura de un extraterrestre fueron el factor que desencadenó la sucesión de hechos que hoy los lleva a hacer realidad sus sueños.
Bezos, además de ser el dueño de un emporio de logística es un geek que puede cumplir sus caprichos: pidió y logró aparecer en la película Star Trek, más allá (2016), en la que actuó de extraterrestre en una breve escena. Branson ya había viajado a través de la animación: en 2014 apareció en una nave espacial en un capítulo de Los Simpsons, serie que vuelve muchas veces sobre la temática espacial. Musk no se quedó atrás. Su fanatismo por las caricaturas genera movimientos en los mercados. Como cuando contó en las redes que había comprado “un yelmo de lana tejido a mano de Marvin el Marciano” para su perro, que además se llama Marvin, e hizo que subieran las acciones de la plataforma de cosas usadas donde había hecho la adquisición.
Hay mucho más allá de los caprichos de los multimillonarios: Marvin el marciano es una referencia ineludible a la hora de pensar en los viajes por el Universo. Es el único contrincante al que Bugs Bunny le teme: es un personaje beligerante, futurista, que usa una pistola de rayos desintegradores. En estos días está en cartel, con su aparición en Space Jam 2, donde el conejo de la suerte le quita su nave espacial y su casco de centurión romano adornado con un escobillón.
En febrero de 2021, uno de los memes que más circuló sobre la llegada de la NASA a Marte es la primera foto del paisaje marciano -que sacó el Rover Perseverance- con un agregado: una imagen de Marvin el Marciano.
Como sucede cada vez que se habla mucho del espacio, Marvin vuelve a ponerse de moda. Tanto así que ya salió un nuevo capítulo de Looney Tunes donde el marciano ataca el Rover de la NASA. Ha habido muchas deconstrucciones en el mundo de Bugs y sus amigos, incluyendo desobjetualización de Lola Bunny, la retirada de Pepe Le Pew y el desarme de la mayoría de los personajes. Pero las hostilidades con el alienígena no se reconfiguraron.
Con su traje y galea de centurión se asemeja a Marte, el dios romano de la guerra y de la sangre. Creado a finales de los 40 por el animador y caricaturista Chuck Jones, Marvin puede ser leído como una crítica a la escalada nuclear y al enfrentamiento soviético-estadounidense de la Guerra Fría.
Su primera aparición fue en 1948 en “El conejo espacial”, un capítulo de Looney Tunes que prefigura la carrera espacial que tendría su auge entre 1957 y 1975. Bugs Bunny es obligado por el Gobierno a ir en una misión a la Luna. Al llegar se encuentra con Marvin, quien le confiesa que planea destruir la Tierra.
“Marvin recuerda al expansionista Imperio Romano”, escribió el profesor de Historia de la Universidad Tecnológica de Tennessee, Michael E. Birdwell, “una criatura sin rostro proveniente de Marte que reflejó las percepciones que muchos estadounidenses tenían de la Unión Soviética: que era un país empeñado en la dominación global. Marvin quiere más”.
La realidad se cuela, a veces de formas sutiles, en el delirio animado. En este capítulo aparecen detalles casi imperceptibles. Si los televidentes hubiesen tenido la posibilidad de pausar el episodio podrían haber visto en pantalla dos portadas de diarios con noticias sobre el tema: “Científicos lanzan el primer cohete a la Luna” y “Heroico conejo voluntario como primer pasajero”. Pero lo más llamativo son otros dos titulares recortados de un diario real: “Big eastern interest” (Gran interés del Este) y “60.000 in big push in guerrillas”, en referencia a una movilización en apoyo a la guerrilla comunista griega. Si se lee con lupa se puede ver que el cuerpo de la noticia es sobre otro tema: habla sobre el dirigente obrero Jack Shelley, que luego se convertiría alcalde de San Francisco.
Jones, el creador de Marvin, solía utilizar la técnica del pastiche donde por segundos enviaba mensajes subliminales: un “inocente” dibujo animado contenía noticias sobre las luchas sociales en Grecia o Estados Unidos. Un detalle del estilo, pero mucho más visible, es la pintada que aparece en una roca lunar: “Kilroy was here” (Kilroy estuvo aquí), una frase que solían escribir los soldados estadounidenses en los campos de batalla de la Segunda Guerra.
En “La ágil liebre” (1952), Marvin llega a la tierra a buscar un ser vivo para llevarse a un zoo espacial y Bugs Bunny realmente se ve en apuros. La tercera aparición del marciano es sin el conejo. En “Duck Dodgers en el Siglo 24 y medio” (1953), parodian a los personajes de ciencia ficción Flash Gordon y Buck Rodgers a través del Pato Lucas y Porky el cerdito. Los contendientes se disputan el Planeta X, donde se pueden encontrar las últimas reservas siderales del átomo de la crema de afeitar. Ambos usan armas marca ACME. Al final no queda nada.
En “Escalera a las estrellas” (1958), Bugs se queda dormido y termina volando en cohete a la casa interestelar de Marvin.
—Oh, la Tierra desaparecerá en unos segundos —le dice el marciano, impávido.
Su única motivación para explotarla es porque le impide ver Venus.
En “Loco como un conejo marciano” (1963), Bugs Bunny es otra vez obligado a ir al espacio: es el turno del planeta de Marvin.
—Esto hace que Siberia parezca Miami Beach —dice Bugs al llegar a Marte.
Con el tiempo, Marvin se convirtió en un ícono Pop, influenciando entre otros a George Lucas, el creador de La Guerra de las Galaxias, un gran fan de Marvin el Marciano. Para el estreno de la primera de las películas, el Episodio IV, Lucas quería que pasaran como corto introductorio el capítulo de Duck Dodgers, algo que no se pudo hacer por motivos contractuales.
La NASA no quiso perderse la popularidad de Marvin y en 2003 difundió su misión espacial al planeta rojo, Mars Exploration Rover, con la imagen de Marvin y la de Duck Dodgers.
Snoopy en las estrellas
La agencia espacial estadounidense tiene una larga tradición en interpelar a la opinión pública. Lo refleja el capítulo de “Los Simpson” en el que la NASA, con el afán de granjearse el favor de la audiencia, envía a un hombre común al Espacio: Homero terminará comiendo papas fritas sin gravedad. Pero sobretodo le interesa apelar a las infancias. Las películas y animaciones de Lucas han sido una gran inspiración para los futuros astronautas. También hay otras influencias: Alyssa Carson, la joven de origen puertorriqueño que entrena para ser la primera astronauta en llegar a Marte en 2033, contó que la primera vez que le dieron ganas de viajar a Marte tenía tres años, cuando vio un capítulo de “Los Backyardigans” en el que viajan al planeta más cercano a la Tierra.
En los últimos tiempos la NASA difundió animaciones del amartizaje del rover Perseverance, el vehículo de exploración espacial, y del helicóptero Ingenuity, que acaba de volar en la atmósfera marciana. Para involucrar a las niñas y los niños prepararon un noticiero con muñequitos Lego animados. En la transmisión televisiva en español estuvieron Avy y Lola, dos títeres de Plaza Sésamo.
El principal ícono infantil de los viajes al Espacio es Snoopy. En los 60 la NASA se asoció con Charles Shultz, creador de “Peanuts”, la tira protagonizada por el famoso perro beagle, su alado amigo Woodstock y la pandilla de Charlie Brown.
Desde el accidente del Apolo I en 1967, en el que murieron tres astronautas en un incendio en una prueba, la NASA entrega el premio Silver Snoopy (el Snoopy de plata) a quienes se destacan en cuestiones de seguridad. El módulo lunar que llegó a la Luna con el Apolo 10 en mayo de 1969 para “olfatear” el terreno (snoop around es husmear), previo a la llegada humana, fue llamado Snoopy; el módulo de comando, Charlie Brown. Snoopy aparecía en los trajes y en algunos materiales de seguridad de los vuelos espaciales, al mismo tiempo que la temática espacial aparecía en las historietas que salían en prácticamente todos los diarios estadounidenses.
Aparte de los Estados Unidos, en otros países que compiten en la carrera espacial también hay un fuerte vínculo entre la animación y los viajes espaciales. China con la misión Tianwen-1 (que significa preguntas celestiales o preguntas al cielo) y Emiratos Árabes con la Mission Hope Mars anticipan y difunden con animaciones los logros de sus respectivas misiones.
Cuando China difundió sus propias imágenes animadas no faltaron quienes las compararon con las de la NASA y alegaron que se habían copiado. El enfrentamiento chino estadounidense da también lugar a espacios de colaboración, como la película nominada al Oscar Más allá de la Luna (Shanghai Pearl Studio-Dreamworks, 2020). Allí se muestra la potencia económica del gigante asiático y sus logros espaciales. En su animación incorpora una imagen de la nave Chang'e 4 (llamada así en honor a la diosa de la Luna), que por primera vez llegó a la cara oscura de nuestro satélite natural.
La película tiene un guiño a Viaje a la Luna (1902), de Georges Méliès, una obra precursora en travesías espaciales inspirada en los libros de Julio Verne, con la famosa escena de un cohete estrellándose en el ojo de la Luna. También hacen una referencia a esta imagen en “Futurama”, la serie animada de Matt Groenning que imaginó que en el año 2999 el planeta Marte sería muy parecido a Texas.
Los dibujos animados no dejan de imaginar el futuro, que a veces ya es presente. En la naciente industria de animación emiratí hay un personaje destacado: “Mansour” (Bidaya Media). En varias oportunidades destacan el desarrollo espacial del país árabe, como cuando Mansour imagina un camello robótico caminando en la Luna o cuando con sus amigos terminan realizado un viaje en cohete.
Lo mismo pasa con otros contendientes en la carrera espacial: la JAXA, agencia espacial de Japón, lanzó un concurso para luego difundir un animé sobre su colaboración con la NASA.
La Agencia Espacial Europea tiene sus animaciones educativas y sortea ejemplares de la historieta “Viaje a la Luna”, la aventura de Tintín, firmados por sus astronautas.
La “crisis del Sputnik” de ambos lados de la cortina de hierro
En la relación de la exploración espacial y los dibujos animados se destacan algunos hitos. En 2011, un astronauta estadounidense casado con una checa llevó a la Estación Espacial Internacional un muñeco de Krtek, un topo animado muy popular en la época de la Checoslovaquia socialista. Un año antes, Buzz Lightyear, el guardián galáctico de Toy Story, había viajado con astronautas de la NASA.
En este punto aparece un elemento clave: la crisis del Sputnik, como llamaron en Estados Unidos el pánico que provocó en 1957 el satélite soviético, el primero en orbitar alrededor de la Tierra. Toy Story 2 reflejó esta situación: el sheriff Woody y su amiga Jessie caen en la cuenta de que gracias al vuelo de Sputnik, los niños de entonces perdieron el interés por el viejo oeste y se concentraron en la carrera espacial.
El impacto de la competencia de los Estados Unidos con los soviéticos se puede ver en El gigante de hierro (Warner, 1999), situada en 1957 en el contexto de la Guerra Fría. “Llamé al gobierno en Washington y se lo dije: quizá era un Sputnik o un invasor de Marte”, dice uno de los personajes al contarle a los amigos que vio algo volando en el cielo.
De esa época proviene la relación entre Wernher von Braun, el experto en cohetes alemán, y Walt Disney. Von Braun fue un científico alemán que puso al servicio del programa espacial estadounidense los conocimientos que desarrolló durante el nazismo. Su pasado fue piadosamente olvidado y se transformó en un científico clave pero también en un gran divulgador de la NASA.
Juntos produjeron tres programas televisivos: “Man in Space” (Hombre en el espacio, 1955), “Man and the Moon” (El hombre y la Luna, 1955) y “Mars and Beyond” (Marte y más allá, 1957). Son obras retrofuturistas. Es decir, con predicciones cuyos plazos ya se cumplieron. Mezclan magistralmente segmentos documentales y escolares con humor e imaginación animada de alto vuelo. Dan rienda suelta a un colorido surrealismo espacial. La colaboración no fue solo para la pantalla: Von Braun participó en el diseño Tomorrowland, el segmento temático dedicado al futuro situado en Disneylandia (California). Con el desarrollo de EPCOT Center (Florida), la relación NASA-Disney se hizo permanente.
Del otro lado de la cortina de hierro también había dibujos animados. Y de los buenos. Los soviéticos también reflejaron sus ansias por conocer el espacio. En espejo a las obras de Disney y Von Braun, el cineasta soviético Pavel Klushantsev hizo dos películas que mezclan el género documental con la ficción: Luna (1965) y Marte (1968). La animación tiene un lugar muy destacado tanto en las explicaciones científicas como en las partes de ficción y humor. Al igual que los estadounidenses, en la producciones realizadas en la URSS también especulaban con posibles civilizaciones marcianas.
En los primeros años de la agitación bolchevique, el filme Revolución Interplanetaria (1924), imaginaba una armada espacial que terminaba con los capitalistas de Marte. En 1953 las hermanas Zinaida y Valentina Brumberg dirigieron la película corta El vuelo a la luna (Soyuzmultfilm), en la que tres niños forman una sociedad internacional de amantes del Espacio: un ruso, un ucraniano y un afroestadounidense. Por un error, el niño ruso terminará viajando a la Luna, junto a un científico y a una astronauta, anticipando lo que en efecto sucedió: la Unión Soviética fue el primer país en enviar a una mujer al espacio.
Una imagen icónica del orgullo soviético es “Murzilka en el Sputnik” (Soyuzmultfilm, 1964), donde se ve al niño protagonista sentado arriba del satélite decorado con una estrella roja. Vuela por el Espacio, saluda al sol, sobrevuela la Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad. Una escena de alto impacto en el contexto de la Guerra Fría donde ambos contendientes estaban bajo riesgo de un bombardeo nuclear. Todavía se puede encontrar postales de Murzilka en las plataformas de compra en línea.
Las referencias a los viajes espaciales soviéticos aparecen también en obras de ciencia ficción, como en la película animada Alicia el misterio del tercer planeta (Soyuzmultfilm, 1981). En esta fantasiosa aventura espacial dirigida por Roman Kachanov hay un personaje clave, el director del Museo especializado en animales extraterrestres. En la versión original, se llama Doctor Verkhovtsev. En el doblaje al español le pusieron un nombre con fuerte significado: Sputnik.
Rusia continúa siendo una potencia espacial. Y la animación sigue haciendo referencia al espacio. En 2010 lo reflejó Space Dogs: Aventura espacial cuyos protagonistas se llaman Belka y Strelka, como los perros que la URSS envió al espacio en 1960.
La más conocida de las caricaturas rusas da un ejemplo de cómo la animación se entrecruza con la geopolítica: “Masha y el Oso”. En “Una estrella del cielo” (temporada 3, 2018), el Oso, Masha y su amigo oso panda chino llegan a la Luna y se encuentran con la bandera estadounidense clavada en 1969. Inmediatamente después, aparece el Lunojod 1 soviético, el primer rover que alunizó con éxito, en 1970.
Siguen llegando noticias sobre los viajes al Espacio: en 2030 la Nasa junto a la Agencia Espacial Europea y otros socios menores establecerán una base en la Luna. Lo mismo se proponen la Agencia Espacial China y la rusa Roscosmos. Luego de décadas de colaboración en el espacio, se abre un escenario de disputa abierta en las estrellas. Estados Unidos veta a China para que no sea incluida en las misiones internacionales. El gigante asiático responde asociándose a Rusia. Marvin el Marciano saluda desde algún lugar en el Espacio. Las fantasías animadas siguen proyectándo y se retroalimentan con la carrera espacial.