Crónica

Anfibia Podcast


Todxs necesitamos héroes

Esta semana estrenamos Bandidos, un podcast documental producido por Anfibia podcast en exclusiva para Podimo, en el que contamos las historias de algunos de los bandidos más famosos de América: desde Mate Cosido en Argentina hasta Jesse James en Estados Unidos; de Lampiao en el Brasil a las piratas Anne Bonny y Mary Read en el Caribe.

Escucha gratis el primer episodio y obtené tres meses al precio de uno ingresando acá.

1910. Montón Nilo, Río Negro. La bandolera Elena Greenhill, alias La Inglesa, tomó de rehén a varios oficiales de la policía. Una patrulla policial de entre 17 y 32 oficiales se habían dirigido a su estancia.

Elena organizó a los ayudantes de su estancia y les preparó a los oficiales una recepción a base de disparos de carabinas Winchester.
Después de un prolongado fuego cruzado, muchos de los oficiales se dieron a la fuga, mientras que unos cuatro o cinco fueron apresados por Elena y puestos a trabajar en tareas hogareñas, limpiando platos, barriendo las habitaciones o lavando ropa. La policía no le perdonó semejante ofensa.

1935. Pampa del Infierno, Chaco. Segundo David Peralta, alias Mate Cosido, se trepó al techo de un tren que salía de Concepción del Bermejo y asaltó a un pagador de la firma algodonera Anderson y Clayton. Se llevó 12 mil pesos, unos 300 mil de hoy. Unos meses después, asaltó una oficina de la firma Dreyfus en Machagai. Esta vez, se llevó una caja fuerte con 45 mil pesos pero, dejó intactos todos los salarios del personal.

1967. Lapachito, Chaco. La dictadura de Juan Carlos Ongania aportó una suma de 99 millones de pesos, (unos 3 millones de dólares de hoy) militares, armas y un helicóptero, para capturar a Isidro Velazquez y Vicente Gauna, por entonces, los bandidos más buscados del país.

Durante los 14 días que duró el operativo,  no pudieron encontrarlos ni dar con ellos. Los medios dijeron que fue por la inoperancia de la policía pero en los poblados se decía que, en verdad, fue porque Isidro Velazquez “tenía payé”, una suerte de magia negra que le impedía ser descubierto. Otros afirmaban que, en verdad, Isidro caminaba por encima de los alambrados de los campos, sin dejar ningún rastro. La “operación Lapachito” popularmente se conoció como la “Operación Fracaso”. 

También fuera de la ley

En el año 2001 Leon Gieco sacó un disco llamado Bandidos Rurales. Siempre fui fan de León, fue mi primer ídolo y el primer recital al que fui en mi vida. Ese recital lo vi en Villa Gesell, en enero del 2002 en un contexto de una Argentina al borde de la extinción. Con los 5 presidentes en una semana, saqueos y todo lo que les pudimos contar en las 48 hs del derrumbe. 

De alguna manera, mi familia se las arregló para poder veranear unos días y ahí fui con mi vieja a ver la gira que por esos momentos León acostumbraba hacer por la costa. 

La escenografía solamente contaba con un telón con la imagen de la tapa del disco en la que está León disfrazado de bandolero. Solo que en el telón, él no estaba. La gracia de eso era que cuando se apagaban las luces, León (disfrazado de bandolero como en el disco), aparecía en persona, posaba como en la tapa y comenzaba a cantar “Bandidos Rurales”, un tema que hasta el día de hoy me pone la piel de gallina.

Ya sea por la letra, por el disco o por mi fascinación por León, la temática me volvió loco. En ese momento crítico, pensar en la idea de contar con algún que otro “Robin Hood de las pampas” no era algo que veía con malos ojos. Pero también, creo que en todo ese caos y descontrol, incertidumbre y bastante angustia, en mi mente preadolescente, el único que nos podía ayudar o dar algún tipo de esperanza era León. Él era mi héroe.

We can be heroes, just for one day

Esta semana estrenamos Bandidos: una producción de Anfibia Podcast en exclusiva para Podimo.

Bandidos es un podcast documental en el que contamos las historias de algunos de los delincuentes más famosos de América: desde Mate Cosido en Argentina, hasta Jesse James en Estados Unidos; desde Lampiao en el Brasil, a las piratas Anne Bonny y Mary Read en el Caribe.

Todas estas historias son a la vez fascinantes y difíciles. Fascinantes porque cada uno de los personajes tiene mil vidas. Son parte de robos a bancos, asaltos a trenes en movimiento, abordajes de barcos, saqueos de ciudades enteras… En fin, historias dignas de los productores de las mejores plataformas de streaming. 

Pero estos relatos revisten grandes dificultades: una es intentar averiguar dónde termina la historia y dónde comienza el mito. Todos estos personajes llegan a la actualidad mediados por relatos populares, crónicas de la época y algunos trabajos académicos que intentan rescatarlos del olvido. 

Muchos de esos mitos populares cuentan historias asombrosas, como la de Virgulino Ferreira Da Silva alias Lampiao, bandido (o mejor dicho, cangaceiro) del noreste de Brasil, que se sacaba las suelas de sus zapatos y las ponía al revés, con el taco en la punta del pie, así mientras caminaba hacia el norte, su rastro se dirigía hacia el sur. O el relato que cuenta que Isidro Velazquez era capaz de inmovilizar a quienes lo perseguían con su sapucay. 

Otra pregunta que frecuentemente surge al momento de analizar estos personajes es siempre la misma: ¿héroe o villano?. Y la respuesta es bastante compleja aunque parece simple: ambos. Pero cualquier definición que se quiera condensar en una sola palabra sobre una persona o un proceso corre el riesgo de ser incompleta o errada. 

En tiempos en los que cualquier persona puede “ser todo lo que está bien” y pasar a ser “totalmente cancelado”, analizar la complejidad de personajes como estos Bandidos nos permite buscar distintas herramientas para analizar la historia, los problemas y a las personas. En el caso de los Bandidos, la pregunta que nos debe guiar no es SI fue un Héroe o Villano, sino PARA QUIEN lo fue.

Seguramente los dueños de la firma Dreyfus no tengan un recuerdo muy amable de Mate Cosido quien asaltó a su pagador y le robó 46 mil pesos. Mucho menos los miembros de la Sociedad Rural a quienes Isidro Velázquez se cansó de robarles una y otra vez, a tal punto que terminaron colaborando con el régimen de Ongania con la módica suma de 2 millones de pesos para capturarlo.

Pero ese recuerdo contrasta con el de los trabajadores de la Dreyfuss, La Forestal o la Bunge & Born, sometidos a jornadas de trabajo inhumanas por sueldos miserables y sin ninguna posibilidad de queja. Lo mismo con Isidro, a quien los hacheros de las grandes estancias escondían en sus casas y, aún bajo presiones y torturas policiales, jamás delataron. 

Entonces, lo heroico de los Bandidos no residía solamente en el reparto de sus botines, sino en que sus atracos y esos enfrentamientos directos cara a cara con los poderosos, eran una luz, una esperanza e incluso la única posibilidad que tenían de reírse de sus patrones, que los explotaban y de la policía, que los hostigaban.

Por todo esto es que sus leyendas continúan replicándose en encuentros de bares, canciones, santuarios, películas, videojuegos, series, musicales y hasta incluso estadios de fútbol. Porque todos necesitamos héroes, al menos por un día. Ese es el pulso que nos guió a lo largo de nuestra producción. Esperamos que les guste.