No tenemos equipo.
No tenemos a Messi.
No tenemos nada.
Tenemos una AFA que será nueva, con presidente nuevo, que tiene unos viejos problemas que remendar.
Tenemos a un secretario de selecciones nacionales que decía que a Messi no lo iban a sancionar.
Tenemos a un presidente al que un día antes de asumir le suspenden a Messi, mientras publica cómo le cortaron el pelo en un tuit.
Tenemos a Nacho, el peluquero del tuit.
Tenemos a un presidente que acaso esté pensando, ahora mismo, que Bauza no debería seguir.
Tenemos una dirigencia que destrozó a cada selección juvenil.
Tenemos una dirigencia en la que tendrá más poder un presidente que por teléfono pide que aprieten al árbitro que lo va a dirigir.
Tenemos una dirigencia más invicta que el periodismo.
Tenemos en la FIFA a un representante involuntario, Diego Armando Maradona, el inventor de los “Cuatro Fantásticos”, el hombre que ahora llamará a Infantino para pedirle que a Messi no le den cuatro fechas sino dos.
Tenemos un fútbol que es una serie de Netflix: cada capítulo dura todo un día y al siguiente no sabés nunca qué va a pasar.
Tenemos una dirigencia que logró un fútbol más entretenido para escucharlo y leerlo que para verlo jugar.
Tenemos tristeza.
Tenemos desazón.
Tenemos la amabilidad de haber sido la tercera selección a la que Bolivia derrotó como local en las Eliminatorias, después de que otras tres le lograran ganar.
Tenemos a cuatro delanteros que metieron 97 goles en las temporadas de España, Italia, Inglaterra y Francia y en las Eliminatorias sólo alcanzaron siete, y uno de ellos todavía no convirtió.
Tenemos a Lavezzi.
Tenemos a Fernando Niembro operando con Fernando Marín, con Mauricio Macri, para que Russo o Bauza fueran el técnico de la Selección.
Tenemos a Bauza yendo al primer programa de Fernando Niembro, mirando a cámara, tensando la ceja, diciéndole a los 40 millones de argentinos que va a ser campeón mundial.
Tenemos una escuela narrativa periodística dominante que propagó el conformismo, la chatura, que enseñó que es genial ganar medio a cero si eso nos habilita a llegar a la final.
Tenemos que ganar.
Tenemos la costumbre de empezar siempre por el final.
Tenemos generaciones de hinchas, jugadores, técnicos y dirigentes que se han formateado así.
Tenemos un entrenador que dice que a él no lo tuerce nadie, sin darse cuenta que a su equipo sí.
Tenemos un entrenador que le grita a los alcanzapelotas que hagan tiempo mientras el equipo gana 1-0 en el Monumental.
Tenemos un entrenador que desliza que jugar quedará para más adelante porque hay una final dificilísima: visitamos a Brasil; una final durísima: se viene Paraguay; la final del mundo es este partido contra Chile; siempre es difícil jugar en La Paz.
No tenemos un equipo armónico, inteligente, un equipo que tenga audacia, valentía.
No tenemos un entrenador que seduzca a estos jugadores para que la rompan como lo pueden hacer.
No tenemos a Messi por tres partidos y aunque después recibamos a Perú y a Venezuela ya parece que no vamos al Mundial.
No tenemos un solo mediocampista que esté entre los mejores diez o quince o veinte mejores del fútbol mundial.
No tenemos a un 5 que con un pase abra las aguas del juego.
No tenemos a dos laterales que en algún momento de su carrera hayan sido súperstar.
No tenemos a tres jugadores que se entiendan perfecto entre ellos.
No tenemos wines.
No tenemos a nadie que mientras juegue se lo vea sonreír.
No tenemos paciencia.
No tenemos cordura.
No tenemos razón.
No tenemos en la memoria de los últimos siete años un partido en el que estos chicos nos hayan logrado enamorar.
No tenemos paz.
Tenemos cuatro fechas y dos puntos abajo a Ecuador, que irá a Chile y a Brasil y que de sus últimos diez partidos perdió seis.
Tenemos cuatro fechas y un punto arriba a Chile, que irá a Brasil y a La Paz.
Tenemos los fantasmas luminosos de Passarella, Gareca, Palermo, Maradona, su palomita: tenemos en la penúltima fecha a Perú en el Monumental.
Tenemos una Selección que si se dan una serie de resultados entre seis equipos puede jugar un Repechaje contra Tahití.
Tenemos histeria porque no tenemos fútbol.
Tenemos al mejor jugador del mundo.
Teníamos.
Lo absorbió el agujero negro de este país.