*Alerta de spoiler: el siguiente texto contiene algunos spoilers menores del argumento de Game Of Thrones
El domingo 12 de mayo se dirimía quién se quedaría con el poder en dos lugares bien diferentes: los Siete Reinos y la provincia de Córdoba. Los Siete Reinos están en el continente imaginario de Westeros, en la serie Game of Thrones, inspirada en las novelas de George R.R. Martin. Córdoba es la segunda provincia más poblada de la Argentina. El 9 de mayo, en Google Argentina, hubo más búsquedas de Game of Thrones que de Schiaretti o de “elecciones en Córdoba”. Nos interesaba más saber quién se quedaría con el trono de hierro que quién gobernaría Córdoba, un territorio realmente existente. El episodio final de la serie coincidirá con las elecciones a gobernador de La Pampa. No es difícil vaticinar qué lucha de poder se va a llevar la mayor parte de nuestra atención. No hay mucho que Sergio Ziliotto y Daniel Kronenberger puedan hacer contra Daenerys Targaryen, Tyrion Lannister y Jon Snow.
¿Cuánto nos atrapa esta serie? Cuando se estrenó el primer episodio, el 17 de abril de 2011, más de dos millones de personas en Estados Unidos sintonizaron HBO. Barack Obama estaba en su primer mandato, Donald Trump solo era presidente en un chiste de los Simpsons, y, a pesar de que el primer libro de Martin había sido publicado en 1996, la mayoría de nosotros nunca había oído hablar de Starks, Targaryens y Lannisters. La cantidad mundial de espectadores es difícil de medir porque muchos miran la serie en diferido a través de claves compartidas de plataformas online, o en versiones pirateadas, pero el éxito del estreno llevó a los ejecutivos a autorizar la producción de una segunda temporada. Cuando el patriarca de los Starks, y aparente héroe de la saga, Eddard, fue decapitado en el penúltimo capítulo, quedamos capturados para siempre. La audiencia de Game of Thrones aumentó con cada temporada. El promedio de la segunda fue 3,8 millones de espectadores. El episodio final de la séptima temporada fue visto en simultáneo por 16.5 millones de personas.
¿Qué nos cautiva de esta serie? ¿Su desarrollo en un universo ficcional y fantástico con estaciones que duran varios años? ¿La ambigüedad moral de sus protagonistas? Algunos habrán llegado por los desnudos (la primera temporada fue la que más gente sin ropa tuvo, 29 mujeres y 4 hombres) y se habrán quedado por el diálogo agudo y los matices de sus personajes. Otras se habrán interesado en las intrigas palaciegas y habrán aprendido a amar las grandes batallas, como Blackwater, Hardhome, Bastardos y claro, Winterfell. Game of Thrones no es perfecta. Recibió críticas por el desequilibrio en desnudos, las escenas gratuitas de sexo, y el hecho de que, aunque tiene varios personajes femeninos fuertes, solo 18 episodios de las primeras siete temporadas pasaran el Bechdel Test (es decir, que incluyeran dos mujeres que hablaran entre ellas de algo que no fuera un hombre). También fueron cuestionadas las estrategias militares, la iluminación de algunos episodios, y varios giros del guion. No buscamos perfección, sino sumergirnos un rato en otro mundo: más que mirar Game of Thrones, su público viaja a Westeros, discute sus dinastías como si pertenecieran a una historia que podría haberlos precedido, y se enoja cuando percibe que alguna decisión de los productores no coincide con las reglas -totalmente arbitrarias- de ese universo. La combinación de drama familiar, dragones y muertos vivos, alusiones a la Guerra de las Rosas y referencias a Maquiavelo superó el éxito de las novelas que le dieron origen y se convirtió en un fenómeno mundial, con merchandising de galletitas y whiskey, y paseos turísticos en las locaciones. La televisión estaba muerta, pero Game Of Thrones es un suceso audiovisual. Los White Walkers también parecen haber revivido a la tv.
¿Es Game of Thrones la última serie que vamos mirar todos juntos? El argumento tecnológico explica que, como las plataformas habilitan mirar los episodios cuando resulte más cómodo, ya no va a ser necesario estar atentos a la suerte de los personajes en horarios fijos. Sin embargo, la tecnología que permite lanzar toda una temporada al mismo tiempo, como hizo Netflix con House of Cards en 2013, ya existía cuando se estrenó GoT. Y aún ahora, proyectos como Luis Miguel construyen su audiencia emitiendo un episodio por semana. Además, el rating de la serie es bajo comparado con los de finales icónicas como M*A*S*H (106 millones de espectadores en 1983), Cheers (80 millones en 1993) o Seinfeld (76 millones en 1998).
La posibilidad de diferir el consumo de programas de televisión, sumada a la conversación sobre series en redes sociales, creó un nuevo dilema para las audiencias: los spoilers (arruinarle a los demás el disfrute de un episodio por adelantarles el argumento). Cuando el único entretenimiento audiovisual que teníamos en casa era la televisión lineal, los spoilers, lejos de ser un problema, nos permitían enterarnos de qué nos habíamos perdido. Ahora que podemos elegir cuándo mirar las series, no logramos ponernos de acuerdo sobre cuánto tiempo es necesario esperar para discutir eventos puntuales del capítulo que estamos viendo o recién terminó. Según una encuesta de 2016, 34% cree que solo hay que esperar a que termine el episodio, 22% propone esperar 24 horas, 13% dos días, 12% una semana, y 3%, un mes.
¿Nos arruinan la experiencia los spoilers? Un estudio basado en encuestas indica que los spoilers de Game Of Thrones no solo no tienen consecuencias negativas, si no que pueden aumentar el entretenimiento, porque le hacen más fácil a la audiencia procesar los eventos del episodio. En cambio, otro trabajo sobre tweets de Brasil referidos a la serie sugiere que, al recibir información sobre el argumento, los espectadores tienden a expresar enojo y frustración. La reacción a los spoilers puede variar según el momento de la temporada: al público de How I met your mother, conocer el desenlace de la comedia lo ayudo a sobrellevar mejor el final.
Este domingo, vamos a necesitar toda la ayuda posible. El último episodio de una serie que nos acompaña durante varios años puede ser motivo de tristeza: extrañaremos la ignorancia de Jon Snow, el mesianismo de Daenerys Targaryen, la ironía de Tyrion Lannister, la maldad de su hermana Cersei, la valentía de Arya Stark, el honor de Ser Brienne de Tarth, y hasta la inalterabilidad del Cuervo de Tres Ojos, o el artista antes conocido como Bran.
Termina Game of Thrones. Ahora sí, se viene el invierno.