El caso Clara Anahí


Quién soy, dónde estoy

Una mujer de 39 años que busca su identidad. Una abuela de 92 que busca a su nieta. Análisis genéticos que afirman algo que luego no es. El encuentro entre María Elena Wehrli y Chicha Mariani pudo ser la mejor noticia para cerrar el año, pero la felicidad duró pocas horas. Las tramas, los pliegues y los datos de una historia atravesada por la memoria, la ciencia y la incertidumbre.

El 24 de marzo de 2015, en Marcos Juárez, una ciudad del sudeste de Córdoba, un grupo de vecinos se reunió a recordar el aniversario del golpe de 1976. No eran muchos y eran los mismos de siempre. Por eso no fue difícil reconocer una cara nueva entre los presentes. María Elena Wehrli –las fotos la muestran de pelo oscuro, ojos frescos, sonrisa intensa- se acercó a la reunión y cuando le preguntaron qué hacía por allí, contestó:

—Soy hija de desaparecidos. Estoy buscando mi identidad.

La frase fue un balde de agua fría. Una cosa era reunirse en el pueblo a evocar la memoria y otra muy diferente encontrarse con alguien que decía llevar la memoria en la sangre y que necesitaba ayuda.

La reacción fue unánime. Llegaron abrazos, dudas, preguntas y el relato de María Elena de una vida llena de golpes.

—Te vamos a ayudar. ¿Qué es lo que sabés?

Le preguntaron y María Elena, una mujer conocida en el pueblo porque trabaja de moza en uno de los bares de la zona, hizo un relato de su vida, fragmentado y lleno de indicios sin certezas.

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Marcos Juárez es una típica ciudad de la pampa gringa. Lo que predomina en el paisaje son los carteles de empresas vinculadas al campo, los tractores, los silos, los agrotóxicos y las semillas. Tiene unos 30 mil habitantes. Hace dos años se convirtió en la primera prueba para un experimento político que resultó exitoso y que hoy gobierna la Argentina. Bajo la imagen del actual intendente, Pedro Dellarrossa, Marcos Juárez fue el primer lugar gobernado por una alianza entre el PRO y la Unión Cívica Radical. Pedro es hijo de Henry Dellarrossa, jefe comunal durante la dictadura, con el apoyo del vecinalismo local.

La ciudad, cabecera departamental, está ubicada a unos 30 kilómetros de General Roca, el último pueblo cordobés de la Ruta 9 Norte antes de ingresar a la provincia de Santa Fe. A ese pueblo, a principios de los ‘80, llegaron tres “hermanitos” adoptados por la familia Wehrli desde un orfanato de Córdoba Capital.

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Según cuenta Roberto Bottacín, el abogado de María Elena Wehrli –uno de los participantes de aquel encuentro para recordar el golpe- la historia de su clienta se inició en un hogar de niños huérfanos de la capital. Allí habría llegado anotada como hija natural junto a dos chicos a finales de los años ‘70.  Ella y los otros niños -que en el hogar eran considerados sus hermanos- habrían llegado desde Deán Funes, un pueblo del norte de la provincia de Córdoba.

El matrimonio Wehrli habría pretendido adoptar sólo a los dos niños, más pequeños que María Elena, pero en el orfanato les dijeron que si los querían debían llevarse también a la nena.

Con seis años, la pequeña cambió en poco tiempo norte de sequía y espinillos por un centro de cemento, y más tarde sudeste llano con trigo y los primeros años de la soja.

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Foto: Agencia Télam

Bottacín describe a María Elena como “una chica muy sufrida que hablaba enfrente de todos y parecía necesitar desesperadamente ayuda”. El abogado prefirió no hacer de puente para llegar a María Elena. Tampoco quiso hablar del proceso legal que derivó en la prueba de ADN que despertó la polémica del caso Clara Anahí Mariani Teruggi. Sin embargo se mostró dispuesto a reconstruir los pasos previos de María Elena en la búsqueda de una identidad que creyó encontrar y volvió a perder apenas unos días después.

Una vez que pasó aquella conmemoración del 24 de marzo se inició un largo proceso que consistió en reconstruir con papeles y archivos la historia que María Elena había alcanzado a ordenar oralmente. Es allí donde –siempre según el relato de la joven a su abogado y a su propio entorno- ella mencionó la historia de una mujer de apellido Esquivel, de Deán Funes, que había criado a muchos niños, algunos suyos y otros que, según se decía en la ciudad del norte cordobés, cuidaba “para un militar”.

No hay más precisiones. Sólo eso. Sin embargo, la aparición de un militar en su frágil reconstrucción del pasado le permitió a María Elena considerar que ella podría ser hija de desaparecidos.

—En nuestras investigaciones surgió en algún momento el testimonio de una mujer –no es María Elena- que hacía referencia a un orfanato de Deán Funes, pero cuya existencia no se ha podido comprobar —dijo María Gracia Iglesias, psicóloga del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba, integrante de la Delegación Córdoba de la Secretaría de Derechos Humanos y una de las personas encargadas de entrevistar en ese lugar a quienes buscan recuperar su identidad.

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En General Roca la vida de María Elena fue triste y solitaria. Dos personas que pidieron preservar sus nombres afirmaron que la joven fue muy infeliz en casa de los Wehrli. “A los 18 se casó más por escapar de Roca que por amor”, dijo uno. Al poco tiempo fue madre y se mudó a Marcos Juárez, donde trabajó toda su vida.

La inquietud por su identidad comenzó hace tres años. La idea de que podría ser hija de desaparecidos, mucho después.

Una vez que lograron reconstruir parte de su pasado, el abogado y la joven armaron una carpeta y la enviaron al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), en Buenos Aires.

El BNDG es la institución donde se acumula la información genética que se ha logrado conseguir de los familiares de las personas desaparecidas durante la última dictadura. Sin embargo esa información no está completa porque en muchos casos no existen datos con los cuales comparar los rasgos genéticos de las personas que buscan su identidad.

En junio de 2014, María Elena viajó sola a la capital. Su abogado no estaba disponible. Le hicieron los estudios y el resultado fue contundente: Negativo. María Elena no era hija de ninguno de los desaparecidos cuyos datos se encuentran en el BNDG. La mujer volvió a Márcos Juárez. Seguía siendo una Wehrli. Una mujer adoptada por los Wehrli.

Obsesionada con su pasado, María Elena comenzó a googlear notas, archivos, material que pusiera en duda el resultado de los análisis del BNDG.

Cualquiera puede hacer el ejercicio. Escribir en Google: “Banco Nacional de Datos Genéticos errores”. Entre esas notas que aparecen, quizás María Elena leyó varias notas publicadas en Clarín en referencia al caso Noble-Herrera y a una investigación de Jorge Lanata. Quizás también leyó una de laizquierdadiario.com que hace referencia a la negativa de Chicha Mariani al traspaso del BNDG a la órbita del Estado.

El abogado de María Elena confirmó que su clienta le mandó un mensaje en el que le aseguraba que una de las abuelas (Chicha Mariani) criticaba “en Internet” al BNDG.

Según fuentes de la Fundación Clara Anahí, la joven cordobesa se contactó a través de un correo electrónico en el que planteó sus dudas. Además, le envió a quien creía que era su abuela, fotos de ella cuando era niña comparadas con las pocas fotos existentes de Clara Anahí, de sus padres y de la misma Chicha.

En Internet también hay una carta de Chicha a su nieta: "Yo quisiera pedirte que busques fotos de cuando eras bebé y las compares con las que acompañan este texto. Te estamos buscando. Si tienes dudas de tu identidad anímate a buscarme. Acércate que te esperamos, con tus tiempos y necesidades colaboraremos a recuperar tu verdadera identidad, la que tus padres te dieron el día en que naciste”.

Luego de aquel mail, en el mes de julio de 2015 María Elena fue invitada por la Fundación Clara Anahí para viajar a La Plata y conocer a Chicha. Era el momento del segundo estudio de ADN.

El periodista Joaquín Montoya, del diario Miradas al Sur, dio cuenta de ese momento: “De acuerdo a lo relatado por el abogado de Wehrli, después de convencer a Mariani de que ella podría ser su nieta con un collage de fotos, decidieron hacerse un estudio en un laboratorio privado (del cual se desconocen los datos) y el mismo arrojó ‘un 50 por ciento de compatibilidad con la familia Teruggi, pero nada con los Mariani’. Esta declaración indica que no sería solo la abuela quien se haya prestado al estudio sino también otros familiares que permitirían completar el árbol familiar”.

Entonces alguien sugirió que lo ideal sería hacer otro análisis pero no ya con saliva, sino con sangre. A María Elena esa idea le quedó picando en la cabeza.

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María Elena Wehrli regresó a Marcos Juárez. En su ciudad se contactó con la bioquímica Graciela Formica (prima del intendente PRO Dellarrossa), a quien le preguntó dónde podría realizarse en Córdoba un análisis sanguíneo de ADN. Formica le comentó sobre el bioquímico Juan Carlos Jaime, un hombre que trabajó en la Policía Judicial de la Provincia de Córdoba con el cargo de Oficial Auxiliar hasta que renunció para apostar a su propia carrera en el Centro Integral de Genética Aplicada (C.I.G.A) donde desarrolló su proyecto personal.

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En la página web de C.I.G.A. Jaime se presenta como bioquímico, con un “Master en Genética Forense de la Universidad de Granada”, España, y asegura ser el Fundador y Director Científico del centro. En Córdoba se lo conoce porque estuvo vinculado a la querella del caso Nora Dalmasso cuando la estrategia del viudo Marcelo Macarrón se concentraba en hacer caer la hipótesis de que un “haplotipo de cromosoma y” de su linaje en línea ascendente y descendente involucraba directamente a Facundo Macarrón en el crimen de su madre. Marcelo Brito, el abogado de Macarrón, contrató a Jaime, y éste realizó declaraciones que pusieron en duda la seriedad de las muestras y los resultados que complicaban a Facundo. En aquel tiempo los informes de Jaime -un desconocido para Buenos Aires y los medios de comunicación- iban firmados junto con la ex Directora del Banco Nacional de Datos Genéticos Ana María Di Lonardo.

La historia dice que Di Lonarda es una experta que comenzó a trabajar en histocompatibilidad en el Hospital Durand a comienzos de los años 80. Sin militancia política ni familiares desaparecidos, se convirtió en una eminencia. En 1990 -por iniciativa de la esposa del fallecido presidente francés Francoise Miterrand, Danielle- le otorgaron en Francia el premio a los Derechos Humanos por su trabajo al frente del BNDG.

La científica siguió trabajando hasta el 5 mayo de 2006 cuando -algunos dicen que por decisión propia, otros hablan de una mala relación con Abuelas- se retiró del organismo contratando previamente a un escribano que firmó un acta en la que declaraba que se retiraba de su oficina llevando sólo algunas cosas que le pertenecían. Entre ellas, una computadora Pentium 4, 2.8 Ghz, con un disco de 80 GB y lecto-grabadora de CD-DVD que, algunos sospechan, era apta para almacenar la información del organismo.

Di Lonarda, después de abandonar el BNDG, se convirtió en perito de la familia Noble. Su llegada al caso en el que se investigaba la identidad genética de los hijos de la heredera de Clarín fue sorprendente, ya que de un día para el otro los hermanos Noble Herrera accedieron a realizarse una prueba de ADN que, por la fuerza y durante años, se habían negado a realizar.

Algunos sospechan que Di Lonarda podría haber intervenido cotejando la información que tenía en su computadora, asegurándose previamente de que en la base de datos del BNDG no había resultados coincidentes con las muestras de los hermanos Noble Herrera.

Jaime, el bioquímico que firmaba junto a Di Lonarda los informes del Caso Dalmasso, es considerado en la Policía Judicial “una persona muy ambiciosa” que pelea por un reconocimiento que en Córdoba le es negado, ya que los dos genetistas más reconocidos son la científica Nidia Modesti, cuyo aporte fue clave para identificar al violador serial que atacó a 94 mujeres entre 1991 y 2004, y el doctor Carlos Vullo, director del Laboratorio de Genética Forense del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) Sede Córdoba.

Hay otro dato interesante: Jaime intentó, pero no pudo, dirigir el Banco Nacional de Datos Genéticos. Para ello se presentó a un concurso en el que un jurado (integrado entre otros por el cordobés Vullo) lo ubicó en tercer lugar en el orden de mérito entre cuatro aspirantes.

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Cuando se acercaba fin de año María Elena volvió a La Plata. Llevaba consigo un kit que la bioquímica Fórmica le había hecho llegar a través de Jaime. Ese kit contenía dos tubos en los que se tomaron muestras de sangre.

Según María Elena, esas muestras eran de ella y de Chicha Mariani. Así lo confirmó el portavoz de la Asociación Anahí, Juan Martín Ramos Padilla. La muestra en cuestión fue tomada por una bioquímica de La Plata. Según María Elena -y su abogado- ese paquete fue sellado, lacrado y entregado directamente a la cordobesa.

En colectivo desde La Plata a Buenos Aires y desde Buenos Aires a Márcos Juárez, María Elena viajó llevando en sus manos esa cajita que podía confirmar que no era una huérfana común, que era mucho más que una hija natural abandonada en la lejana Deán Funes. La sangre que llevaba en el colectivo podía convertirla, o no, en una Mariani Teruggi.

Cuando llegó a Marcos Juárez le entregó el kit a la prima del intendente, quien, por su cuenta, lo envió al laboratorio de Jaime, en Córdoba. El costo del estudio, según la factura a la que tuvo acceso Anfibia, fue de 5 mil pesos. Si lo hubiera llevado la misma María Elena, le habría costado 3.500.

El bioquímico cordobés hizo los estudios y escribió un informe fechado el 21 de diciembre. Allí se lee que el objeto de análisis es la “determinación del vínculo biológico paterno” y que las muestras fueron derivadas por “la Dra. Graciela Formica de la ciudad de Marcos Juárez, provincia de Córdoba”. Más abajo explica que se recibieron dos tubos rotulados como: “1-Nieta y 2-Supuesta Abuela Paterna”. También afirma que las “personas involucradas” son una Nieta (Titular) que dice llamarse “Elena (Muestra T)” y la “Madre del supuesto padre, que dice llamarse María Isabel”.

Además se explica la metodología utilizada a la que define como “análisis de polimorfismos de ADN localizados en el Cromosoma X (X-STRs), mediante su amplificación por PCR y tipificación electroforética en geles de poliacrilamida y/o electroforesis capilar en ABI 377”.

Finalmente se publican los resultados diciendo que “en todos los sistemas X-STRs analizados el patrón genético de la Muestra T comparte bandas con la Muestra MSP”.

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Ese fue el informe firmado por Jaime que recibió en sus manos el día 24 de diciembre pasado Chicha Mariani, con la siguiente conclusión: “Según los resultados obtenidos del estudio de polimorfismos del cromosoma X, no se puede descartar el vínculo biológico por vía paterna entre “Elena” respecto de “María Isabel” existiendo una probabilidad de vínculo paterno = 99,9%”.

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Hasta ese momento todo lo ocurrido se había mantenido en privado. El 24 de diciembre al mediodía se conoció el comunicado de la Fundación Clara Anahí basado en el análisis de Jaime, realizado en un laboratorio privado y no en el BNDG, que es el único organismo idóneo habilitado para estos casos. Así se dio lugar a la versión de que Clara Anahí Mariani Teruggi había sido recuperada.

“Luego de 39 años de incansable búsqueda se han reencontrado Chicha Mariani con su nieta Clara Anahí, en lo que representa uno de los mayores anhelos de la sociedad argentina en el camino de la restitución de los nietos desaparecidos bajo la dictadura cívico-militar”. El comunicado está firmado por Norberto Liwski, Leticia Finocchi y Elsa Pavón.

Millones de argentinos fueron felices aquel mediodía del 24 de diciembre. La noticia parecía un regalo adelantado de Navidad. Duró poco: primero se pidió cautela hasta que, dos días después, la Fundación Clara Anahí llamó a una conferencia de prensa para decir que se habían equivocado.

—Fue un error comunicacional bien intencionado de personas que quieren mucho a Chicha Mariani.

Dijo Juan Cruz Ramos Padilla, quien explicó que al ver la información con la que se contaba se decidió tener cautela y recién entonces se recurrió al Banco Nacional de Datos Genéticos, que hizo caer el resultado del ADN aportado por María Elena. Ramos Padilla también se refirió a que en el estudio que realizó María Elena no quedó claro qué sangre se analizó, ni si la cadena de custodia de ese análisis había sido la correcta. Añadió que con la sangre de ambas se volvió a hacer un análisis y que “la institución creada por ley para dar conclusiones determinantes sobre cuestiones vinculadas al vínculo filial en casos vinculados al terrorismo de estado y crímenes de Lesa Humanidad cuenta con dos informes que dicen que esa persona no es Clara Anahí Mariani”.

—Si hubo un apresuramiento fue por personas bien intencionadas que se dejaron llevar por la emoción…

Unos días después, Ramos Padilla fue más específico:

—El análisis del BNDG se hace con los datos genéticos de cinco integrantes de la rama paterna y materna de Clara Anahí y el resultado fue que excluyó la posibilidad de parentesco con esas cinco personas. Además el resultado se coteja con cinco diferentes genetistas que de alguna manera se auditan entre sí.

Ramos Padilla también pidió hacer hincapié en que la Ley que creó el BNDG fue impulsada por la misma Chicha cuando, como Presidenta de Madres, se reunió con Raúl Alfonsín al comienzo de la democracia.

Cuando María Elena y Chicha se reunieron con los representantes del Banco, los científicos les mostraron a ambas los papeles que había firmado María Elena en junio cuando se realizó el primer análisis y los resultados fueron negativos. Chicha desconocía ese dato.

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Clara Anahí nació el 12 de agosto de 1976. La dictadura ya había comenzado. Sus papás eran Diana Teruggi y Daniel Mariani. El 24 de noviembre grupos de tarea parapoliciales y militares atacaron a sangre y fuego la casa de sus padres, militantes de la organización Montoneros. En esa casa, “la casa de los conejos”, funcionaba una imprenta clandestina precariamente oculta bajo la fachada de un criadero, desde donde se distribuían ocultos en jaulas, como frágiles embutes, los ejemplares del periódico revolucionario Evita Montonera.

El ataque fue feroz y los asesinos ultimaron allí a Diana y a varios de sus compañeros. Daniel sobrevivió para morir en agosto de 1977, también asesinado, también en La Plata. Clara Anahí sobrevivió, pero fue secuestrada. Desde entonces permanece privada de su identidad. Su número real de DNI, con el que fue anotada por sus padres es 25.476.305.

Su abuela se llama María Isabel Chorobik de Mariani, tiene 92 años y es un ejemplo de lucha desde que fundó, junto a otras mujeres, Abuelas de Plaza de Mayo. En 1989 dejó de pertenecer a esa organización y creó la Fundación Clara Anahí.

En el juicio que se le hizo a Miguel Etchecolatz, Chicha Mariani dijo: “Aunque el mundo se termine mañana, yo plantaré mi manzano”. También dijo: “Clara Anahí tiene treinta años. Me equivoqué muchas veces siguiendo caminos, pero vivo con la esperanza, la tengo intacta, no me puedo dar el permiso de morirme. Tengo que encontrarme con mi nieta”·

 

Después de permanecer dos días en la casa de Chicha Mariani, María Elena se alojó en un Hostel de La Plata. Su abogado la contactó allí y le ofreció ayuda, que ella rechazó. Recién en la tarde del martes 29 emprendió su regreso a Córdoba. Todavía no pudo reconstruir su pasado.