La Universidad Nacional de San Martín en su compromiso con los temas de género lanzó en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, a través del programa Pascal, una encuesta sobre percepciones de mujeres y varones de todo el país sobre creencias y propuestas respecto a las desigualdades de género, la violencia contra la mujer y de género, el feminismo y el derecho al aborto.
Es la primera vez que se hace en la Argentina una investigación de esta magnitud y con la rigurosidad metodológica de un estudio probabilístico que nos permite hablar del comportamiento poblacional a nivel nacional. La encuesta se hizo entre el 28 de febrero y el 6 de marzo, dos días antes del paro internacional de mujeres y de la multitudinaria marcha. Se relevaron 2965 casos en todo el país agrupados en 6 regiones (CABA, Buenos Aires, Centro, NOA, NEA, Cuyo y Patagonia) y fue una encuesta dirigida a varones y mujeres con teléfono celular. Esta metodología generó un margen de error muy bajo (+/-3,0) y por lo tanto su nivel de confianza es alto (95%).
El 54 por ciento de las respuestas fueron de mujeres y el 46 de varones; el 70 por ciento tienen entre 16 y 49 años; y el 73 por ciento tiene niveles de instrucción que van de primaria incompleta hasta secundaria completa. El nivel terciario, universitario y de posgrado representa el 27 por ciento del total de los encuestados.
La violencia contra las mujeres instalada como problema público
Luego de varios años de diversas legislaciones y políticas públicas sobre violencia doméstica e intrafamiliar, en 2009 la sanción de la Ley 26.485 fue un hito en el reconocimiento de la violencia contra las mujeres como problema de interés público. Actualmente, basándonos en los resultados de la encuesta, podemos afirmar que la violencia contra las mujeres se ha instalado como problema social. De acuerdo a los datos más del 70% de la población considera que existe violencia contra las mujeres. Este porcentaje asciende casi al 80% en las respuestas de las mujeres y del grupo etario de jóvenes y adultos mayores.
En las respuestas negativas, es de destacar que aún el 17% de los varones y 10% de las mujeres considera que no existe la violencia contra las mujeres. Esta percepción es alta en los sectores más instruidos (22%) y entre las personas de 30 a 49 años (17%). Mientras que son muy pocos las/los más jóvenes que respondieron que no existen actos sistemáticos de violencia contra las mujeres (11%). La fotografía del paro internacional de mujeres lo mostró: la presencia de jóvenes fue abrumadora.
Si bien los datos muestran que el tema ya está instalado como un “problema social”, y ha dejado de pensarse como un tema individual o privado, esta percepción cambia notablemente en distintas regiones del país. Por ejemplo, Buenos Aires y C.A.B.A. muestran mayores niveles de sensibilización (77,5% y 77%, respectivamente), y NEA y Patagonia son las regiones con valores más bajos (64,4% y 65,8% respectivamente). Las regiones más urbanas muestran un comportamiento diferencial del resto frente al conocimiento de la violencia contra las mujeres.
La violencia en el hogar y en la calle
La ley 26.485 no solo le puso nombre y le dio entidad a un problema social grave (tanto para las mujeres como para toda la población), sino que también posibilitó que se perciba la violencia contra las mujeres en otros ámbitos además del doméstico. Los datos de la encuesta son reveladores en este sentido. Si bien el hogar es declarado, tanto por varones como por mujeres, como el lugar más hostil para las mujeres (57%) y este dato muestra un gran paso en la visibilización de la violencia doméstica e intrafamiliar, una importante proporción de la población identifica otros ámbitos donde los vínculos se tornan agresivos y violentos como el laboral, el educativo o la calle. Después del hogar, la calle es el lugar más hostil para las mujeres (20,9%). En tercer y cuarto lugar aparecen los medios de comunicación y el trabajo (5,4% y 4,7%, respectivamente). La percepción de la violencia en la calle es mayor para las mujeres (22%) que para los varones (19%), igual que en el ámbito laboral (5% para las mujeres, 4% para los varones).
Educar para combatir la violencia
Más de la mitad de los encuestados considera que la herramienta más útil para combatir la violencia de género es la educación (52,6%). El segundo lugar es para la justicia y las leyes (33,1%) y el tercero para la condena social (7,4%). Este orden de elección se sostiene sin importar sexo, edad o nivel educativo. Sin embargo, los varones eligen la educación más que las mujeres (58% y 48%) y las mujeres prefieren la justicia y las leyes más que los varones (38% y 28%, respectivamente).
Un análisis detallado muestra que casi todas las regiones eligieron en primer lugar la educación como la herramienta más útil para combatir la violencia de género con un comportamiento muy similar y superando en unos puntos a la media nacional (salvo NEA con 49,5% y provincia de Buenos Aires con 51,4%). Por otro lado, Patagonia (37,4%), NOA (35,8%) y Centro (35,4%) valoraron más la justicia y las leyes que el resto de las regiones. Y en el caso de la condena social los mayores porcentajes se concentran en NEA y Buenos Aires (8,4% y 8,1%, respectivamente).
La violencia en el círculo cercano
Ante la pregunta si conoce algún caso de desigualdad/violencia/discriminación por razones de género hacia una mujer de su entorno familiar o laboral, 45,6% de las personas encuestadas respondió sí. Comparado con el 74,7% que respondió que reconoce la violencia contra las mujeres, este número podría parecer bajo. Sin embargo, tratándose del conocimiento de situaciones concretas, consideramos que es un porcentaje alto. Si analizamos la respuesta desagregada por sexo el 55% de las mujeres respondió que sí contra el 35% de los varones. La diferencia puede interpretarse a partir de que para muchas mujeres la primera forma de “denuncia” del hecho se realiza ante otras mujeres con las que se tienen vínculos de confianza. Dada la legitimidad aún precaria pero creciente de denuncias, el primer paso suele darse en un ámbito semi-público como podría ser mujeres de la familia o amigas.
El feminismo no es machismo al revés
Una constante en la historia del movimiento feminista es la dificultad que tuvieron tanto el sentido común como las ciencias sociales para reconocerlo como un “movimiento social”. Por muchos años y hasta hace muy poco tiempo, se ha caracterizado por su “mala prensa” y las posiciones de autonomía de las feministas y la crítica al sistema sexo-género las convertían en moralmente sospechosas. Esta encuesta trae datos alentadores en este sentido: el 65% de los encuestados tiene una percepción “positiva” acerca del feminismo, en tanto consideran que busca el reconocimiento de derechos para las mujeres o la igualdad entre todas las personas independientemente de su género y/o que es un movimiento que lucha contra el femicidio. Es un cambio cambio rotundo. Sin embargo, el 24% aún sostiene una opinión muy cercana a los antiguos estereotipos con los que se identificaba a las feministas. Por ejemplo, un supuesto odio a los hombres (5%) o que el feminismo es el machismo pero al revés (22%).
¿Está de acuerdo con la legalización del aborto?
Las respuestas a esta pregunta muestran que un 55% de las personas encuestadas apoyan la libre elección de las mujeres para interrumpir un embarazo no deseado. De este porcentaje, existe un 25% que respondió que está de acuerdo con la legalización del aborto pero con algunas limitaciones. En general, todas las leyes que legalizan el aborto tienen limitaciones (por ejemplo temporales). Entre las respuestas negativas la cifra llega a 37. De este porcentaje un 22% respondió no estar de acuerdo a secas y un 15% dijo no estar de acuerdo, salvo excepciones que podrían interpretarse como las que presenta el artículo 86 del código penal argentino.
Es interesante arriesgar una interpretación de estos datos vinculada con los argumentos que ubican el debate sobre la despenalización/legalización del aborto en la dicotomía “a favor” o “en contra de la vida”. Esta posición toma a “la vida” como un valor absoluto y desapegada de las condiciones de posibilidad de los contextos socio-económicos e históricos en los que se desarrolla.
Los que se pronunciaron en contra del aborto y no admiten excepciones suman un 22%. El otro 15% que se pronunció en contra acepta las excepciones como una posibilidad del derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo. Esto significa que consideran que “la vida” no es un valor absoluto, sino que ese valor se construye en contexto. Si sumamos el 30% que está a favor, el 25% que está a favor con limitaciones y el 15% que está en contra pero acepta excepciones hay un 70% de las personas encuestadas que consideran a “la vida” como un valor que se construye de acuerdo a las circunstancias y las condiciones en las que se genera y en función de las expectativas y posibilidades de ser desarrollada plenamente. Este porcentaje coincide con el 70% de personas que creen que debe darse el debate sobre la interrupción voluntaria del embarazo, de acuerdo a la encuesta publicada por el diario La Nación del 2 de marzo de 2018.