El lunes 4 de abril de 2016 no fue el gran día que Hugo Alconada Mon había soñado. Después de un año de trabajo. Después de ocho semanas sin tomarse francos. Después de viajar a los Estados Unidos y a Europa para coordinar reuniones y ayudar a construir una estructura global de periodismo de investigación con sus colegas del consorcio. Después de generar un proyecto para una sección del diario, La Nación Data, que en ese momento era más que nada una apuesta al futuro. Después de haber sumado a la periodista Mariel Fitz Patrick, que en principio iba a cubrir los Panama Papers para Canal 13, pero luego había cambiado de trabajo y en el medio se había incorporado al equipo de investigación de La Nación. Después de desarrollar una investigación sobre una serie de irregularidades fiscales vinculadas con el titular del Grupo Indalo, Cristóbal López, que había sido una gran primicia, para un diario con mayoría de lectores antikirchneristas. Después de todo eso, llegaba el esperado día de publicación de los Panama Papers en la edición impresa del diario. Pero en vez de aplausos y reconocimientos llovían críticas.
Alconada Mon sentía una mezcla de rareza y amargura que bien podría haber empezado el día anterior. El domingo a las tres de la tarde, hora local, según lo convenido a nivel mundial, había estallado la bomba de los Panama Papers. Para ir calentando motores y no quedar atrás de sus competidores europeos, ese mismo domingo a la tarde, con las firmas de Alconada Mon y sus principales colaboradores, Iván Ruiz y Maia Jastreblansky, La Nación había colgado en la red una nota titulada “Los argentinos que figuran con sociedades off shore en paraísos fiscales”, que resumía los principales hallazgos del equipo y fijaba su posición editorial con respecto al presidente Macri. El texto aclara en su segundo párrafo que “el caso de Macri es diferente” a los demás y da a entender que no era tan grave (ni tan noticioso) porque él “no estaba obligado a declarar” la sociedad porque “no es accionista ni cobró dividendos”, dando por buena la explicación del “entorno” que la nota citaba como fuente, a pesar de que hasta el día de hoy no se conoce la composición accionaria de la empresa ni cómo repartió sus ganancias. Dicha postura editorial explica por qué el nombre de Macri no aparece en el título del artículo web sino recién en la bajada, detrás del futbolista del Barcelona y de un tal Daniel Muñoz, y antecediendo un descargo exculpatorio del “entorno” presidencial. “Aparecen el ex secretario de Kirchner, Lionel Messi y Mauricio Macri; desde su entorno aclararon que el Presidente no fue accionista ni cobró”, dice la bajada.
El artículo explicita que no es delito aparecer en los Panama Papers: “Constituir una sociedad en un paraíso fiscal no constituye ningún delito en sí mismo, salvo que se pruebe que haya sido un vehículo para blanquear activos, concretar una evasión impositiva u otro delito. El mundo off- shore es una amplia industria global de banqueros, abogados, contadores y otros intermediarios que trabajan coordinados para proteger los secretos financieros de sus clientes”. Después del descargo y la explicación, empieza lo novedoso: cuatro párrafos sobre las off shore de Macri y Grindetti, tres párrafos sobre las del ex secretario privado de Néstor Kirchner y su esposa, y dos sobre la de Messi. Un segundo artículo, más genérico, explicaba qué eran los Panama Papers y nombraba a algunos de los principales personajes involucrados a nivel local e internacional. En esa
segunda nota, Macri no aparecía en el título ni en la bajada, sino en el segundo párrafo del texto principal, dentro de una lista de cinco: “entre ellos, Mauricio Macri, Lionel Messi, Daniel Muñoz (ex secretario privado de Néstor Kirchner), el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, y empresarios ligados al kirchnerismo”. A nivel internacional sólo nombraba dos casos, el del entorno de Putin y el de la hermana del rey de España. El paquete de presentación online de la megafiltración se completaba con una investigación sobre la off shore de Messi.
Por la noche estallaron las radios, había mucha expectativa con la edición del lunes y ya se sabía que la exclusiva era de La Nación. Con los Panama Papers marcando tendencia en las redes sociales en la Argentina y el resto del mundo, esa noche el sitio web del diario subió dos textos más. El primero contenía la desmentida oficial del gobierno, reafirmando lo dicho por el “entorno” horas antes: “El presidente Macri no ha declarado dicho activo en su declaración jurada fiscal, pues sólo se deben consignar los activos y nunca ha sido accionista de esa sociedad por lo que no corresponde incluirla”, decía en su párrafo más significativo el comunicado oficial de Presidencia que fue incluido como actualización en la nota de esa tarde sobre los argentinos famosos que figuran en los Panama Papers.
El segundo artículo contenía un comunicado de la familia Kirchner diciendo que, a diferencia de Macri, la ex presidenta y su familia no poseen “ninguna cuenta, sociedad, ni bien de ningún tipo en el exterior”. El lunes a la mañana, los diarios del mundo destacaron como uno de los principales hallazgos de los Panama Papers, y sin duda el más importante a nivel latinoamericano, la noticia de que el presidente argentino aparecía en un paraíso fiscal como director una off shore que no figura en su declaración de bienes. Al mismo tiempo, La Nación reafirmaba su línea editorial en sentido contrario, restándole importancia a la primicia mundial de sus periodistas. El título de tapa decía en letras de molde, sin nombrar al Presidente: “Revuelo en el mundo: filtran datos de paraísos fiscales”.
Macri recién aparecía en la bajada, equiparado con Messi, junto a la postura del gobierno: “Involucran a políticos y funcionarios; Messi y Macri entre los citados, para el gobierno no hubo delito”. Era el único artículo de tapa sobre los Panama Papers y no llevaba la firma del periodista que había trabajado casi un año en el tema, ni la de ningún periodista del equipo de La Nación Datos. En lugar de esas firmas, al pie del texto aparecían los nombres de las principales agencias de noticias de Italia, España, Alemania y Gran Bretaña: ANSA, EFE, DPA y Reuters, respectivamente. En las páginas interiores aparecían una segunda parte sobre Messi y una investigación sobre Grindetti. También aparecía un artículo sobre Cristina Kirchner desvinculándose del caso, otro sobre firmas ligadas al entorno de Hugo Chávez, otro contando “todo lo que hay que saber” sobre los Panama Papers y, finalmente, semienterrado en medio de todo eso, un texto sobre Macri. El artículo arranca con el comunicado oficial, bajo el título: “Panama Papers: la respuesta de Macri sobre su participación en una sociedad off shore”. Después de eso, Alconada Mon quedó de cama.
Diez meses más tarde, durante una entrevista para este libro en un café del microcentro, comenzó la charla recordando ese momento. “Fue una mezcla de sensaciones porque, por un lado, sentí alivio, es decir, al fin salimos a publicar de una bendita vez. Por otro lado, estaba agotado porque yo venía cerrando aquella investigación de Cristóbal López, que al final fue mucho más grande de lo que yo esperaba, porque me acuerdo que pasé de viajar a los Estados Unidos (por los Panama Papers) a López y fueron ocho semanas sin parar, sin francos. En un momento me dio como una suerte de estresazo, que me pegó acá atrás (simula darse un golpe de karate en la nuca), un día a las cinco de la mañana no podía dormir, y del Ibupirac pasé a tener que hacerme unos estudios y demás.
Y por otro lado frustración por esto de que, cuando debió ser un día de alegría o de satisfacción profesional, fue por el contrario de frustración, por esta cuestión de la tergiversación de lo que uno hace, porque el diario tiene su posición editorial, y si el diario considera, supongamos, que no es merecedor de la tapa, no me corresponde a mí definirla. Lo que a mí sí me molesta es la tergiversación cuando me involucra a mí.” La grieta había funcionado a full. Por el revuelo mundial, Clarín no había podido evitar el tema en su título principal ni tampoco el nombre del Presidente, pero para suavizar el impacto había apelado a un verbo amigable: “Mencionan a Macri en papeles secretos de paraísos fiscales”. El periodista Jorge Lanata no lo dejó pasar. En su programa de radio dijo que el gobierno había apretado a ambos diarios y que La Nación había cedido mientras Clarín se había resistido. “Lo que hicieron para evitar el impacto fue llamar a La Nación para apretarlos para que no saliera en la tapa, y La Nación les dio bola. Después llamaron a Clarín para que no saliera en la tapa, y Clarín no les dio bola. Y por eso se volvieron a pelear con Clarín. Eso es textualmente lo que pasó”, disparó Lanata en su programa de radio.
Mientras tanto, Página/12 aprovechó la oportunidad de pegarle al Presidente. “Argentina volvió al mundo”, ironizó en su título principal de tapa con una gran foto de Macri donde se toca un ojo, como si estuviera a punto de llorar. “El presidente Macri, en medio de un escándalo financiero internacional, forma parte de un selecto grupo de cinco mandatarios en ejercicio, cuyos nombres figuran en la mayor filtración de la historia sobre sociedades off shore en 21 paraísos fiscales.”
No habían pasado ni siquiera veinticuatro horas, y el universo antimacrista ya parecía convencido de que La Nación ocultaba información para proteger a Macri. ¿Y dónde estaban los empresarios? ¿Y dónde estaba el resto de la información? Distintos sitios web acusaban con capturas de pantalla que el nombre de Macri había sido removido y luego vuelto a incluir en la bajada del primer adelanto de los Panama Papers en Lanacion.com. Por fuera de la grieta, la cobertura del tema Macri en los principales diarios del mundo también contrastaba con La Nación. Ese mismo día, El País de España había titulado sin estridencia, pero tampoco con complacencia, “el presidente argentino, asociado a una cuenta en las Islas Bahamas”. Prácticamente, todos los medios del mundo lo incluyeron al referirse al listado de cinco mandatarios implicados sin hacer ninguna distinción que lo ubicara en un lugar de “diferente” y, salvo las publicaciones deportivas, destacaron su caso por encima del de Messi.
El segundo día de cobertura no hizo más que ensanchar la grieta. Página/12 hacía tapa con la aparición en los registros públicos de Panamá de una segunda off shore no declarada en la que Macri figuraba como vicepresidente, Kagemusha, una noticia que había circulado profusamente esa tarde en las redes sociales. En cambio, en La Nación, la tapa se la llevó la detención de Lázaro Báez. En cuanto a los Panama Papers, la investigación principal de Alconada Mon, Ruiz y Jastreblansky se refería a los esfuerzos de Mossack Fonseca para impedir que prosperara la pesquisa judicial sobre Lázaro Báez impulsada por Singer y compañía, mientras que Kagemusha aparecía reducida a una noticia breve de tres párrafos sin firma.
El tercer día, todavía fastidioso, Alconada Mon hizo una aparición en el programa de televisión Animales Sueltos, donde el conductor Alejandro Fantino le preguntó, entre otras cosas, si había que creerle a Macri. En su respuesta, el periodista dejó entrever las fuertes tensiones que lo atravesaban. “No”, dijo. “Nunca hay que creer. Como metodología de trabajo. Nunca hay que creer, aunque, a favor del Presidente, acá hay mucho de circo y muchos que hablan sin saber. Entonces, ¿nosotros qué publicamos en La Nación? Que Macri aparecía en una sociedad off shore. Punto. Porque nosotros publicamos lo que tenemos.” Pasaban los días y La Nación publicaba cuatro o cinco no- tas por día de los Panama Papers.
Además de las distintas desmentidas y explicaciones del presidente Macri, de las distintas denuncias y pedidos de explicaciones y de la causa judicial que se le abrió al mandatario y, sobre todo, de las distintas opiniones de expertos defendiendo al presidente, la cobertura incluyó las zagas de Muñoz, el ex secretario privado de Néstor Kirchner; de Federico De Achával, socio de Cristóbal López en negocios de juego; de la interferencia de Mossack Fonseca en la causa judicial de los buitres, y de distintas operaciones vinculadas con el fútbol internacional, incluyendo la de Fernando Hidalgo, socio del jefe de la Agencia Federal de Inteligencia, Gustavo Arribas. También aparecieron artículos sobre el presidente chino Xi Jing-ping, el “Chapo” Guzmán, Cameron y Strauss-Kahn, Vargas Llosa y Almodóvar, el renunciante primer ministro de Islandia y un renunciado ministro de Rajoy, y sobre un grupo de tributaristas que coincidían en decir que, aun habiendo sido parte de sus directorios, Macri no tenía obligación de declarar nada acerca de las off shore Fleg Trading y Kagemusha.
Mientras tanto, el mismo día que Alconada Mon aparecía en Animales Sueltos, Tomás Lukin publicaba en Página/12 el nombre de las empresas que un hermano del presidente Macri tenía registradas en Panamá, y ese mismo diario, sumados Perfil e Infobae informaban sobre firmas off shore en paraísos fiscales vinculadas con el primo del Presidente e intendente de Vicente López, Jorge Macri; el secretario de Derechos Humanos, Clau- dio Avruj; el entonces secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido, y el presidente de Boca y operador judicial, Daniel Angelici, todos ellos conspicuos miembros del espacio político oficialista, información que no fue desarrollada por el diario La Nación.
Así, mientras La Nación seguía su agenda e ignoraba a su competencia, Página/12, Tiempo Argentino, Ámbito Financiero, Infobae y Nuestras Voces también publicaban profusa y novedosamente sobre el tema, ya que no sólo profundizaban las investigaciones sobre Macri, Grindetti y los demás personajes que aparecían en los Panama Papers, sino que ampliaban la mira para incluir nombres e información que no aparecían en la mega- filtración, sobre todo el registro oficial de empresas de Panamá y, para el caso de la off shore de Macri, distintas dependencias oficiales de Brasil, fuentes que La Nación ignoró o en todo caso no alcanzó a cubrir.
O sea, la edición recortada de La Nación no lo ayudaba, pero a Alconada Mon no le molestaba tanto que lo criticaran por quedar pegado con la línea editorial del diario. Lo que le dolía era la sospecha lanzada, sin pruebas ni fundamentos, de que él ocultaba información. Justo él, que hacía rato que se había desentendido de la pelea por lo que privilegia o deja de privilegiar La Nación en su tapa. “La aproximación editorial del diario La Nación a investigaciones como Panama Papers es: ‘¿Y eso por qué es meritorio de una tapa? Si en definitiva una sociedad off shore, si la tenés declarada, no es problema’. Entonces, para mí ya implica un punto adicional de esfuerzo para llegar a la tapa”, dijo en la entrevista.
Lo que a él le interesaba era que publicaran la información. Que lo dejaran publicar, en la página que fuera. Después serían los lectores quienes elevarían sus artículos a la categoría de más leídos de la página web del diario, como sucedía entonces y su- cede hoy. No le molestaba mucho que La Nación privilegiara sus investigaciones sobre López y Báez por encima de los Panama Papers y las off shore de Macri. Lo importante para él era que la información fuera publicada. Chiquita o grande, atrás o adelante, pero salía. El problema, su problema, ese 4 de abril de 2016, era que muchos no le creían.
“Yo me acuerdo de que Roberto Navarro en C5N sostenía que había tenido acceso al material y que en ese material había información sobre un par de funcionarios de Cambiemos, lo cual era falso porque esos dos no figuraban. ¿Eso a su vez a qué llevó? Primero, a tener que dar explicaciones de por qué no estaba esa gente dentro de eso (los Panama Papers) y, en definitiva, teniendo que dar yo explicaciones, como que yo estaba ocultando material. Me acuerdo que llegaron a filmar al director de cine Juan José Campanella diciendo que estaba en los Panama Papers, y me llamó llorando para preguntarme si él de verdad aparecía, y me decía: ‘Yo no puedo aparecer, eso es falso, hay que aclararlo’, y yo al final terminaba aclarando mentiras del mismo Navarro, y te digo Navarro, más allá de Navarro, como ejemplo, estas cosas de que había malestar del consorcio con respecto a mi trabajo y que en definitiva nos iban a sancionar...”. Sin embargo, ni el ICIJ ni sus responsables habían cuestionado, ni cuestionarían, al menos en público, la cobertura de La Nación, ni mucho menos, que se sepa, habían evaluado sancionar al diario o a sus periodistas.
Dos meses antes de que la investigación de los Panama Papers ganara el Premio Pulitzer en abril de 2017, en ese bar del microcentro, Alconada Mon, un importante miembro del equipo galardonado, recordó que él había imaginado otro final para su participación en el proyecto. “Sobre los Panama Papers no supe leer el cambio del contexto político porque yo me imaginé que iba a ser distinta la repercusión, y lo que observé fue que se terminó politizando, se terminó hasta cierto punto manipulando, tergiversando. Entonces al final yo gastaba más energías en tratar de explicar que nosotros no teníamos la información de Macri durante la campaña electoral, sino que recién la tuvimos el 8 de diciembre, en vez de explicar qué había sobre Macri, que era un logro. Es lo mismo que tener que explicar por qué nosotros llamamos a Macri, cuando en realidad es un protocolo de trabajo del consorcio, que es una metodología de ética periodística.”
Y eso no era todo. Encima lo acusaban de inventar cosas sobre los Kirchner cuando había sido él quien advirtió al resto del consorcio que los Panama Papers no corroboraban el reclamo de los buitres ni la investigación del fiscal José María Campagnoli sobre la “ruta del dinero K”. “Laburamos como enanos pigmeos para terminar recibiendo cascotazos injustos. Para que te des una idea, por ejemplo, otra de las huevadas que decían, que nosotros salimos a buscar, y teníamos la ilusión de encontrar a los kirchneristas y nos encontramos con los macristas. Falso. Te voy a dar dos ejemplos de por qué. Primero, porque dentro del diario, si observás, hay mucha cautela con respecto a, por ejemplo, las 123 sociedades que Mossack Fonseca supuestamente montó en Nevada a Lázaro Báez y Cristóbal López. ¿Sabés por qué? Porque el que empezó a reconstruir esta historia dentro del diario fui yo, y yo empecé a encontrar indicios de que en realidad no era así. Entonces, aviso a los editores y jefes del diario. Para cuando nosotros fuimos con los Panama Papers a abordar la posibilidad de las 123 sociedades, no fuimos con la ilusión de ‘uy, los vamos a encontrar’, porque ya teníamos la sospecha de que ahí no había nada. Del mismo modo que, por ejemplo, hubo una reunión en Munich los primeros días de septiembre. Yo era miembro informante para América del Sur, encargado de pasar un relevamiento de qué había, de qué teníamos hasta ese momento de las principales figuras, jugadores... Durante la primera presentación, de la gente del Süddeutsche Zeitung ponen el PowerPoint y si la primera imagen era de Putin, la segunda era de Cristina Kirchner. Yo les dije: ‘Momento, muchachos, ¿por qué ponen la imagen de Cristina?’. Y me contestan: ‘Porque acá están los datos sobre las 123 sociedades, y a su vez en la Argentina dicen que las 123 sociedades en Nevada son de Cristóbal López y de Lázaro Báez, quienes, a su vez son álter ego de Cristina’. Entonces digo: ‘No, momentito; uno, todavía no está verificado que esas 123 sociedades sean de Lázaro Báez y de Cristóbal López, y dos, todavía no está verificado que sean los álter ego de Cristina. Así que, esa imagen ahí está mal’. Y después a mí me acusan...”
El 10 de abril, La Nación publicó en el medio de una página interior, en un pequeño recuadro, la noticia de que Luis Saguier, uno de los dueños del diario, figuraba en los Panama Papers como director de la off shore panameña Navent Group Ltd. Varios meses después, en una conferencia anticorrupción en Panamá en diciembre del año pasado, Alconada Mon contó que el dato sobre Luis Saguier produjo algunas tensiones en el diario. Dijo que si bien él había escrito un artículo sobre el tema, aceptó que en vez de su texto el diario publicara el recuadro sin firma redactado por los abogados de La Nación. Dijo que dicho compromiso, si bien no era lo ideal, demostraba la transparencia del diario, ya que otros medios en una situación similar habrían optado por no decir nada. “Este directivo de La Nación no quería que se publicara la información. Estuvimos un tiempo sin hablarnos”, había contado el periodista en Panamá. En nuestra entrevista agregó: “¿Cuál era mi objetivo? Mi objetivo era publicar que en efecto aparecía gente del diario La Nación que no tuvo nada que ver. Entonces, por supuesto, en un mundo ideal, ¿qué habría preferido? Y, una nota larga, mía, y al lado una aclaración o la posición editorial del diario. Fenómeno. Ése es el mundo ideal. Ahora, en el mundo en el cual nosotros avanzamos, y avanzamos paso a paso, para mí fue un avance y un logro, sobre todo a la luz de otra cosa. Lo que la gente no sabe es que, dentro de los Panama Papers, hay datos sobre los dueños de otros dos diarios que estuvieron involucrados en Panama Papers y que nunca dijeron que estaban en Panama Papers”.
En los días siguientes, la cobertura de La Nación de los Panama Papers, que Alconada Mon se tomaba como una cuestión personal, sería criticada por los corresponsales de dos importantes diarios europeos, el francés Le Monde y el alemán Süddeut sche Zeitung, el mismo de los periodistas que habían aportado los Papers al consorcio. “Al Presidente (Macri) lo tratan muy bien los grandes medios”, había escrito Boris Herrmann desde Río de Janeiro para el diario alemán. “A su antecesora se la sometía a fuerte presiones para que dejara el cargo.”
Le Monde había titulado “Panama Papers: el influyente diario argentino La Nación, en el ojo de la tormenta”. El artículo llevaba la firma de Christine Legrand. “Ironía del destino: después del presidente de centro derecha, Mauricio Macri, le tocó el turno al influyente diario conservador La Nación de aparecer en los ‘Panama Papers’, sobre los cuales investigó justamente el matutino argentino”, arranca el texto de la corresponsal del diario francés en Buenos Aires que, al igual que su colega alemán, sugería que La Nación no trataba al Presidente con el rigor que la información reclamaba o merecía. A todo esto, el diario decano en el mundo, The New York Times, opinaba desde una editorial que la revelación acerca de Macri en los Panama Papers era “muy grave”, en claro contraste con lo que sostenía La Nación, lo cual dio lugar a una nueva ronda de críticas en la Argentina.
Esas críticas internacionales se sumaban a las locales, que la revista satírica Barcelona había resumido en su edición del 17 de abril con el siguiente título de tapa: “Clarín y La Nación, sorprendidos: ‘Es increíble que los medios de todo el mundo hablen de los Panama Papers cuando Uber está llegando a la Argentina’”.
A diez días del inicio de las publicaciones, en medio de un aluvión de críticas, La Nación todavía no había sacado ni siquiera una línea sobre los empresarios que aparecían en los Panama Papers, ni sobre dos colaboradores clave de Macri que también figuraban en los documentos de Mossack Fonseca. Pero bastante había publicado el diario y bastante habían trabajado él y su equipo, habrá pensado Alconada Mon, ya que ese mismo día, en su blog Valijeros.com, se descargó en contra de “otros periodistas, blogueros y tuiteros” que generan/reproducen “especulaciones locas y sospechas injustas” sobre el trabajo realizado por él y su equipo. “¿Fuimos ‘suaves’ con Macri? Sólo publicamos la información que encontramos y verificamos sobre una (1) sociedad y los vínculos del holding de Franco Macri con otra (1) sociedad.
Si luego otros periodistas, blogueros y tuiteros quieren decir que hay 1.000 sociedades, 50 cuentas bancarias o 3 elefantes, es cuestión de ellos. Nosotros sabemos qué hay hasta ahora en los ‘Panama Papers’ (recuerden que el material sigue llegando por oleadas y no descartamos novedades)”, escribió. “PD: por suerte falta muy poco para que ICIJ abra los Panama Papers a otros colegas argentinos, lo cual esperamos que reduzca las especulaciones locas y sospechas injustas sobre nuestro trabajo”, remató.
Al día siguiente, en su columna semanal en el diario que le pertenece, Perfil, Jorge Fontevecchia reveló un dato clave sobre los grandes diarios, incluido La Nación, que pasó prácticamente inadvertido. “Obviamente simpatizamos con el trabajo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), pero nuestro afecto a esos valores que compartimos no nos debe hacer dejar de publicar informaciones relevantes que nos incomoden, como sucedió la semana pasada, que faltaba la mención de que los propios medios también tenemos empresas off shore”, escribió. A continuación confesó su parte: “En nuestro caso: Perfil Exterior de British Virgin Island, controlante de Caras Portugal y Angola; Grupo Perfil Inversor de Uruguay, controlante de Caras Brasil, y Perfil Asia de Hong Kong, controlante de cuatro revistas en Shanghai. Pero no había dicho “yo tengo empresas off shore”, sino “los propios medios tenemos empresas off shore”. Se refería, claro, a La Nación y Clarín. Y no se refería solamente a la empresa off shore que La Nación había reconocido porque uno de sus dueños aparecía en los Panama Papers y los propios periodistas y editores habían presionado para que se informara a los lectores. Claramente, Fontevecchia se refería a las demás empresas y cuentas off shore que usan o usaron los grupos Clarín y La Nación para llevar adelante sus negocios (ver el capítulo “Los empresarios”), del mismo modo que Perfil y que tantas otras empresas argentinas. La diferencia es que Fontevecchia reconoció que la información sobre su estructura
off shore lo incomodaba pero aun así decidió publicarla, mientras que Clarín no publicó nada de la suya y La Nación, apenas un escueto comunicado explicando lo poco que sus periodistas habían encontrado en los Panama Papers.
Cuatro días más tarde, el 20 de abril, en un día de semana y en una página interior, esto es, fuera de las vidrieras del sábado y domingo, cuando la gente tiene más tiempo para leer, y fuera de los 15 títulos que ese lunes el diario La Nación promocionó en su tapa, Alconada Mon y equipo pudieron firmar por única vez un artículo sobre empresarios que figuran en los Panama Papers. El texto nombraba a más de una docena de los principales nombres de la industria y el comercio de la Argentina, de Magnetto a Fortabat, de Pérez Companc a Pagani y Madanes, varios de ellos importantes anunciantes del periódico. El artículo le dedicó uno o dos párrafos a cada caso, empezando con el nombre de la empresa off shore y luego la explicación del empresario de por qué lo hizo y por qué no tiene nada de malo haberlo hecho. Así, el diario se cubrió de que esos nombres aparecieran como primicias en otros medios y se sacó de encima todos sus compromisos en un solo texto disfrazado en tiempo y espacio como noticia menor. Otra vez, Alconada Mon enfrentó a sus críticos en Valijeros.com: “Panama Papers: Magnetto, Amalita, Pérez Companc, Eurnekian, Pagani, Coto, Bulgheroni, Madanes, Roemmers, Garbarino, Belocopitt, Mastellone, Tabanelli, De Narváez, Garfunkel... Al menos 15 grandes empresarios argentinos figuran con sociedades off shore a su nombre, o vinculados de manera directa en los documentos que integran la investigación”.
En ese texto publicado en su blog, el periodista intentaba evacuar una serie de interrogantes:
¿Por qué recién ahora publicamos esta nota? Porque tuvimos que analizar cada caso, descartar los “falsos positivos” (por ejemplo, homónimos de otros países, que los hay), llamar a cada uno, esperar sus respuestas (y en ciertos casos que mostraran sus declaraciones juradas), etcétera. ¿Por qué no la publicamos anteayer, domingo? Porque, entre otros factores, la desaparición de Jorge Chueco, abogado de Lázaro Báez e imputado en la “ruta del dinero K”, alteró todos los planes y nos llevó a adelantar la nota sobre él. ¿Por qué la publicamos hoy, pero no fue a la tapa de la edición impresa? Porque, entre otros factores, el procesamiento a última hora de Báez y la citación a indagatoria de Echegaray también trastocó todos los planes y forzó el levantamiento de varias (4) notas para que esto pudiera entrar; entre otros textos, el que informaba sobre la denuncia de la Procelac (la fiscalía federal especializada en crímenes económicos), contra Grindetti por Panama Papers. ¿Por qué lo publicaron hoy en vez de esperar al domingo próximo? Porque todos los periodistas que integramos el proyecto Panama Papers debemos compartir la información en una página encriptada. Ergo, mucha de la información que integra esta nota ya estaba disponible para los restantes 400 periodistas alrededor del planeta. Y si algo de esta información salía en otro punto del planeta antes que en nuestro diario, ¿no nos hubieran acusado de intentar encubrir, por ejemplo, a Magnetto o a algún otro empresario? ¿La publicación de esta nota implica un malhacer de alguno de los empresarios identificados? No necesariamente (y, a título personal, me parece que no en la mayoría de los casos), pero eso dependerá de un análisis caso por caso que deberá iniciar la AFIP y, llegado el caso, también la Procelac y la Justicia. ¿Por qué planteo que “no necesariamente”? Porque me parece que, como pauta general, quien pretende evadir o hacer otra trapisonda no se presenta en Mossack Fonseca con su nombre y apellido a armar una sociedad off shore.
Por el contrario, se oculta detrás de un apoderado y crea una firma con acciones al portador. De hecho, ÉSE es el gran desafío de los “Panama Papers”: las sociedades controladas por otras sociedades, controladas por otras sociedades, en las que aparece sólo el nombre de una apoderada de nacionalidad centroamericana (que aparece en otras 100 sociedades idénticas) y que abren una cuenta bancaria en algún paraíso fiscal. ¿Quién o quiénes están detrás de esas sociedades? That is the REAL question.
En el evento en Panamá, Alconada Mon contó que uno de esos empresarios lo había llamado y le había dicho que si publicaba su nombre era un “hijo de puta”. A lo que él le contestó: “Lo lamento, es tu reputación contra la mía”. En nuestra entrevista, meses después, Alconada dijo que unir a todos los empresarios en una sola noticia había sido una decisión que tomó para asegurarse de que todos esos nombres aparecieran publicados en el diario. Dijo que con el correr de los días el interés del diario se había ido desplazando a otros temas y que no tenía ninguna seguridad de que le publicaran una serie de notas sobre distintos empresarios. Además, contó que la situación dentro de la redacción estaba un poco tensa porque, semanas antes de los Panama Papers, el propio Alconada Mon había encabezado una especie de revuelta interna al objetar en su cuenta de Twitter una editorial del diario que parecía justificar el terrorismo de Estado en los años setenta. El tuit de Alconada había derivado en una reacción en cadena que culminó con una foto de prácticamente toda la redacción, encabezada por su secretario general, Carlos Guyot, manifestando su repudio a dicha editorial. Alconada Mon dijo que no quería tensar la cuerda aun más con una serie de artículos sobre grandes avisadores del diario.
“Lo que pasó con esa nota de los empresarios es que yo vislumbré, dentro del diario, que estábamos llegando al punto de máxima publicación. Por una cuestión de nivel de agotamiento, con el tema de los Panama Papers las chances de publicar, de llegar a la tapa, se empezaban a achicar. Entonces pensé: ‘Junto a todos y publico los 15, 16 grandes ejecutivos’. Es que además de que ya había un inicio de agotamiento por los Panama Papers, empieza a explotar el tema de Cristóbal López, aparece en ese momento el tema de los bolsos de José López, o sea varios temas en los que estaba involucrado. Entonces pensé, saco a los empresarios todos juntos y por lo menos ya me cubro las espaldas. Y después, si surge algo de algún empresario, lo puedo desarrollar más adelante.” Después de ese artículo, los empresarios no volvieron a ser molestados por los Panama Papers.
A diferencia de Alconada Mon, Carlos “Chani” Guyot, el entonces secretario general de Redacción de La Nación, sólo siente orgullo y satisfacción por el trabajo realizado por el diario con los Panama Papers. En una entrevista realizada en su modesta oficina en la redacción, a la que accedió rápidamente y sin poner condiciones, Guyot dijo que era consciente de las críticas recibidas y reconoció que esas críticas habían afectado a “algunos periodistas”. Pero señaló que a él esas críticas no le habían dolido porque está acostumbrado a tomar decisiones difíciles, para bien o para mal, y en un país tan dividido que critiquen al diario desde la otra vereda ideológica es algo habitual. Lo único que lamentaba era que esos críticos habían sido “injustos con Hugo”, aclaró. La entrevista tuvo lugar diez días antes de que se comunicara el alejamiento de Guyot de la conducción del diario “para desarrollar otros proyectos personales”, según el anuncio oficial.