LOS HECHOS QUE SE NARRAN A CONTINUACIÓN FUERON REGISTRADOS DURANTE LA ETAPA FUNDACIONAL DE LA ESCUELA SECUNDARIA TÉCNICA DE LA UNSAM, ENTRE 2016 Y 2018. LA ESCUELA NUNCA ES IGUAL A SÍ MISMA, SU IDENTIDAD SE CONSTRUYE DÍA A DÍA.
ESCENA BUENOS DÍAS – EXTERIOR/VEREDA – DÍA
Es una mañana fría de junio. El ingreso a la escuela es paulatino. En la vereda está Lalo, uno de los coordinadores socioeducativos del proyecto. Afirmado en su equipo de mate, extensión de su cuerpo, recibe cada mañana a lxs pibxs en un ritual celebratorio que arranca sonrisas, manotazos y alguna que otra palabrota. Los buenos días no son lo mismo sin él: sus abrazos y su “vamo arriba” son caricia cotidiana; un gesto que es tan esencial como el mate cocido calentito y un rico pedazo de pan. Ese saludo abarca mucho más que lo que nombran sus palabras; es una reflexión sobre la pelea en la cancha del otro día, un llamado de atención por el cuidado de los materiales, la puesta en común de un problema, un aviso de último momento, un arengue. Tras esa pausa necesaria, la mañana se va armando.
Esta historia reúne varios relatos y admite múltiples finales. Es una figuración que alberga un orden nuevo, lo es para nosotras. Una historia de transformación territorial a través de una gesta educativa audaz y, en simultáneo, un recorrido cinematográfico que se transita dialógicamente. Espacios y tiempos. Imágenes y sonidos, montajes. Una universidad, organizaciones barriales, una escuela y una película.
La Escuela Secundaria Técnica de la Universidad Nacional de San Martín fue creada en 2014, para los pibes y las pibas de José León Suárez, en el corazón del barrio, a escasos metros de la cárcel y la basura. En la última frontera de Villa Lanzone, la UNSAM erigió la sede central de un proyecto educativo disruptivo que convoca a la población menos buscada, aquella que a menudo es expulsada del sistema y despojada de oportunidades.
El largometraje documental Un futuro posible (2019) narra esa gesta. La construcción del film avanzó junto con los cimientos del proyecto y nos permitió conocer otra forma de habitar y hacer escuela. En las intensas jornadas de investigación y rodaje vivenciamos el día a día de un proceso expansivo y poderosamente transformador, abierto hasta el presente. La de la escuela es una historia de luchas colectivas y pluralidades, de cimientos firmes pero permeables, de prácticas reflexivas permanentes, de acción y cuerpo, mucho cuerpo. Autoridades, docentes, alumnxs, familias y organizaciones sociales conforman una comunidad educativa expandida que se repiensa a cada momento. En nuestro proceso de realización del documental, nos tendieron la mano con gran generosidad; confiaron, confiamos. Y sobre ese pacto transitamos el camino acompasadamente.
¿Cómo es posible hacer un recorte cuando tenemos cientos y cientos de horas grabadas? ¿Cómo ordenar en una línea de tiempo ese vasto material que hoy es memoria viva? La respuesta nunca es sencilla. En el montaje de una película ponemos cuerpo, cabeza y alma. Es un proceso arduo, angustioso por momentos. Termina con una historia e inexorablemente deja afuera otras posibles. Los fragmentos que aparecen en la película son porciones de mundo. Fuera del documental, esos destellos tienen límites difusos; no empiezan ni terminan, persisten. En ese corrimiento encontramos momentos que nos develan sensiblemente, un conjunto de preceptos fundamentales sobre los que la comunidad educativa se apoya, crece y se afianza.
ESCENA INAUGURACIÓN – EXTERIOR/PATIO CASA UNSAM – DÍA
La comunidad se reúne para inaugurar la CASA UNSAM, primera sede propia de la escuela en el barrio de Villa Lanzone. Un edificio de dos pisos de cara a un gran terreno, todavía dominado por la tierra y casi pelado de vegetación. Tincho, el director, recibe a las familias con abrazos y las invita a ponerse cómodas. Se van arrimando sillas y bancos, aparecen los panes y los mates. Poco a poco se va poblando el gran patio. La casa/escuela no está terminada del todo, pero se habita y se la hace propia. Hay parrillas, mástil y bandera; hay aulas y el proyecto de algún taller. Hay música y charla. Hay encuentro. En un rincón se preparan tortas fritas, en otro se ensayan las palabras que darán inicio a un acto que no es acto, es hito. Llega el rector de la universidad y lo suman a un rito fundacional, con plantas que pasan de mano en mano, como una promesa de futuro. No hay palabras acartonadas ni ceremonia solemne, hay colores, baile y ebullición. Y hay olor a basura, pero se respira un aire nuevo.
ESCENA JUNTA DE EVALUACIÓN – INTERIOR/AULA – DÍA
En la puerta de un aula del segundo piso cuelga una hoja escrita con birome: JUNTA DE EVALUACIÓN 2do AÑO. Unos diez docentes están sentadxs alrededor de una gran mesa; podría ser una sala de profesores, pero no, nada de eso. Nuestra entrada es sigilosa, buscamos pasar desapercibidas, que las cámaras no sean obstáculo. Andrea, vicedirectora socioeducativa de la escuela, es una firme defensora de lo que hacemos. Ella hace posible que estemos ahí, registrando a un grupo de profes y directivxs que discuten, analizan y reflexionan sobre la mística de un grupo, sus debilidades y sus fortalezas, sus necesidades y sus logros. La charla se detiene en cada alumnx, se habla de trayectorias y desafíos, pero también de ausencias y problemáticas de consumo, violencia y marginalidad. No es un parloteo de informalidades fútiles, sino de profundidades cotidianas. De cuerpo y presencia. Y en ese ida y vuelta tan sustancioso, Juan Cruz, coordinador socioeducativo, pide ayuda para gestionar un DNI, una tarjeta SUBE y unos mangos para asegurar el boleto de uno de los pibes, que vive en Costa al fondo.
ESCENA MESA RECONQUISTA – INTERIOR/CUSAM – DÍA
La escuela se nos presenta como un lugar otro, un espacio que desborda sus fronteras, que vive más allá de sus muros. No es posible entender ni dimensionar el proyecto educativo fuera de su ser comunidad. La escuela es territorio. Es el predio que ocupa el CEAMSE, la quema, la cárcel, las tomas y sus pasillos estrechos, el arroyo y los desperdicios, las fábricas recuperadas, las cooperativas de reciclado, el tren, las organizaciones barriales. Todos esos espacios confluyen en la escuela secundaria. Empezamos a entender que la Mesa Reconquista, de la que nos hablan todo el tiempo, es una configuración de ese espeso entramado. Nos encontramos por primera vez con sus referentes en una reunión en el CUSAM, el centro de estudios creado por la universidad en la Unidad Penal N°48, allí en el fondo de José León Suárez, al lado del CEAMSE y frente a la escuela secundaria, autopista mediante. En la Mesa Reconquista están representadas las voces de los barrios: organizaciones sociales, cooperativas, órdenes religiosas, asociaciones civiles, bibliotecas, centros culturales, merenderos. Invitadas por Ernesto “Lalo” Paret, referente barrial y director del área de Articulación Territorial de la UNSAM, participamos del encuentro en silencio: emergen las problemáticas y las tensiones, pero también se percibe esa obstinación por generar respuestas desde el colectivo.
ESCENA FORMACIÓN DOCENTE – INTERIOR/ESCUELA – DÍA
Un grupo de treinta y cinco docentes se reúne en ronda en un gran salón. Con el correr de las horas se irán sumando algunxs más. Afuera hace frío y la calle está vacía; es feriado nacional, no para ellxs que aprovechan el parate para repensarse. Surgen las anécdotas de unos primeros tiempos caóticos, cuando la escuela funcionaba en el campus de la universidad. Se comparte el mate y la palabra. Un asesor pedagógico guía el encuentro. Se habla de lo que implica ser educador popular, de la necesidad de desaprender para reaprender. La propuesta se prolonga mucho más allá, son intensas jornadas de reflexión y acción, de recorridos por los barrios y las organizaciones, de puestas en común. Ale, vicedirector académico, sentencia: “Este es un ejercicio de plena participación permanente (…) si mañana no vamos al barrio, esto no tiene sentido, y si lo que hacemos no lo vamos a mostrar al barrio, tampoco tiene sentido”.
ESCENA PRIMERXS EGRESADXS – EXTERIOR/ESQUINA, RECORRIDO – DÍA
Es una mañana agradable de fines de noviembre. A unas cuadras de la estación de José León Suárez se encuentran lxs primerxs egresadxs de la escuela secundaria técnica. La cita es en la misma esquina desde la que partían los micros para llevarlxs a la universidad, allá por 2014. Se van sumando también docentes, autoridades y familias para emprender un recorrido histórico. Andre, la vice, arenga y rememora. La emoción es tan fuerte que da vértigo. Y ya verás, que nadie se salva solx acá en la UNSAM. Se alzan las voces de lxs profes, mientras ajustan la letra de la melodía que sonoriza la caminata hasta la estación, el viaje en tren y la teatral irrupción colectiva en el campus. Lxs espera un auditorio carpa desbordado. El acto de colación es puro cuerpo, todos los sentidos afloran precipitados, incontenibles. Es una ceremonia del territorio.
Créditos
Es día de fiesta y la sede central de la escuela, en 9 de Julio y Buen Ayre, se engalana. Mangueamos pantalla gigante y técnica al municipio porque la comunidad tiene que ver la peli a lo grande, en su territorio, con música y alboroto. El estreno de Un futuro posible, su primera y más trascendental proyección, se hace para la escuela, en la escuela, con la escuela. No se pide silencio ni hay rituales de sala de cine. Es una gran fiesta popular, tal como la soñamos.
Los minutos previos a la proyección son puro goce. Estamos tan nerviosas que nos cuesta fijar el aquí y el ahora, nos desborda el momento. La escuela nos tiene acostumbradas al ritmo vertiginoso, pero ese día todo pasa demasiado rápido. Sentimos el clima de acontecimiento, nos entra por los poros, nos embriaga. La peli arranca. Nuestra mirada no está en la pantalla, para nosotras la escena está desplazada y necesitaríamos mil cuerpos para retenerla. Miramos expectantes las reacciones, sonreímos viendo las risas, lloramos al sentir las lágrimas.
Una parte de la banda sonora de la película se traslada a la escuela. Después de la proyección tocan los pibes de Pampa Yakuza, generosos. Y a su gesto se suma el del gran León Gieco que llega a José León Suárez para hacerse uno con el barrio: abraza, canta, comparte, agradece. La escena es confusa por momentos, alborotada, pero hay una vibración que nos hermana, la de la escuela celebrándose.
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Rodante final sobre secuencias inéditas. La voz de León Gieco acompaña el ritual de cierre. Se nombran las presencias y también las ausencias. Fundido a negro.