Por Gabriela Frontini.
Todo comenzó cuando la modelo dinamarquesa María Gregersen firmó
contrato para promocionar la nueva colección de la casa de Alta Costura Billy
and I, cuyas acciones en La Bolsa engordan con prisa y sin pausa.
La mencionada marca se sumó recientemente a la campaña estatal de lucha
contra la anorexia. En ese sentido, lanzó la línea de ropa Like you que incluye
prendas regulables, con posibilidades de amables adaptaciones, según la
anatomía y gusto del usuario. En pocos meses logró sortear competidores y
posicionarse exitosamente en la delgada línea del mercado. Sin embargo, ya
se sabe, las épocas de vacas gordas son flacas.
¿Acaso el bosque ocultó el árbol? ¿Las otras dos modelos y los tres varones
de cuerpos cotidianos se impusieron sobre María? Quizá.
Lo cierto es que la pertinaz delgadez de la modelo pasó inadvertida, en un
principio; sin embargo, las evidencias, por más flacas que sean, terminan
imponiéndose.
La dinamarquesa en cuestión, hastiada –según sus propias declaraciones- de
llevar una vida plena de constricciones, aceptó el desafío de abandonar la
dieta -que la mantuvo transparente por años - y, al mismo tiempo, colaborar
con una buena causa. “Mi decisión ha sido ideológica y personal, ya no
quiero ser cómplice de un sistema que apela a la enfermedad” – declaró
luego de la firma de un contrato que incluye cláusulas a cumplir y coronas
numéricas impresas en rectángulos con las caras de Anna y Michael Ancher,
en iguales cantidades.
Es evidente que desde el comienzo de la campaña, y cuando ya han
transcurrido cinco meses, la dinamarquesa no ha logrado aumentar ni un
modesto gramo. Y se siente. Lo sienten los consumidores de la colección
Like you, indignados por el hambre de la identificación fallida. Lo siente, sin
respiro, el equipo de nutricionistas a cargo de la modelo. Lo resienten las
acciones en La Bolsa. Y María, claro está.
Así las cosas, aconsejada por un importante estudio de abogados
dinamarqueses, cuyo nombre se mantiene en el anonimato, María Gregersen
se ha instalado en Buenos Aires desde hace tres semanas. Las hipótesis sobre
sus objetivos en suelo porteño son variadas y no quiero confirmar lo que no
sé. Sin embargo, una fuente de peso sostiene que la dinamarquesa, lejos
de enfocarse en alcanzar los niveles de la balanza ambicionados por Billy
and I, ha decidido adquirir campos en el norte de nuestro país. No, no ha
venido a realizar un tratamiento que empuje hacia arriba las díscolas agujas
de la báscula, al menos no directamente. Pero, si los rumores se confirman,
y es cierto que María cambiará pasarela por vides, nada impide imaginar
los beneficios colaterales que tal actividad – la cata del noble beberaje-
imprimirá a su tan exigido cuerpo.
Por otro lado, aquellos que se alinean bajo el lema de “la argentinidad
al palo” aseveran que, así como tenemos una reina argentina, un papa
argentino, un Messi argentino y etcéteras argentinos, bien podríamos criar/
crear una exmodelofuturaempresariavitivinícolaargentina.
Los trascendidos se inflaman y las figuras de la pasarela se arremolinan en
torno al espacio vacante, prestas a hincar el diente donde sea necesario.
Último momento: esta redacción acaba de recibir un cable informando que
María Gregersen rearma sus valijas, con rumbo desconocido: un grupo de
personas se ha instalado frente a las puertas del edificio de Arribeños 2846.
Los carteles, en clara demostración de la tolerancia de sus autores para con
la visitante que apenas comenzó el estudio del español, rezan: “María, go
home”. Firmado: Clínica del Doctor Ravenna, Línea Combativa.