La innovación está en todas partes. La innovación en el negocio de noticias. La innovación en las redes sociales. La innovación (¡y destrucción creativa!) en la comunicación política presidencial. La innovación en los temas y métodos de investigación académica. La innovación como palabra clave y de moda. La innovación como ideología y signo de los tiempos.
Las cosas son, por decirlo con delicadeza, diferentes de lo que solían ser. Cuando hablamos durante el almuerzo en un simposio de 2013 titulado “Data Crunched Democracy”, organizado por Daniel Kreiss y Joseph Turow en la Universidad de Pensilvania, no pudimos evitar sorprendernos de cuánto habían cambiado las cosas desde que empezamos nuestras respectivas investigaciones sobre las noticias y el periodismo. Nos maravillamos de cómo un campo de investigación que hasta hace poco era visto como un área algo especializada dentro del campo más amplio de la comunicación estaba generando una cantidad sin precedentes de estudios. Mientras tanto, las preguntas, las teorías y los métodos para estudiar el periodismo también estaban cambiando, impulsados en parte por el desafío de un entorno de noticias cambiante. Sin embargo, el ritmo frenético de la producción de conocimiento había impedido de algún modo a los investigadores participar en un proceso colectivo para darle sentido a lo que se había logrado y lo que podría estar por delante.
Cuatro años más tarde—aunque mucho en la academia ha cambiado, lo que apenas ha sido alterado es el tiempo que lleva concebir, escribir, editar, revisar y producir un libro—MIT Press ha publicado Remaking the News. En este libro intentamos darle sentido a las últimas dos décadas de estudios sobre noticias e imaginar nuevos caminos hacia adelante. Nos acercamos a algunas de las personas más destacadas que conocíamos en el ámbito de la investigación sobre los medios y les pedimos que escribieran un ensayo sobre algún aspecto vinculado con los cambios en el periodismo y las nuevas oportunidades académicas que ofrecen estas transformaciones. También les pedimos que reflexionaran sobre por qué sus argumentos importan para los profesionales de noticias, investigadores y el público general. En este artículo compartimos tres lecciones clave que aprendimos como resultado de este proceso:
-Los modos alternativos de contar historias suelen introducir argumentos novedosos a la vez que reavivan la pasión por el oficio.
-La diversidad y el conflicto son una fuente de vitalidad e innovación tanto para los periodistas como para los investigadores.
-La nostalgia, tanto en el periodismo como en la academia, no es productiva; el presente está maduro para reflexionar sobre el pasado como una vía para imaginar nuevos futuros.
Ampliar el juego de herramientas narrativas
Durante más de una década, las organizaciones de medios han estado experimentando con modos alternativos de presentar la información y contar historias. Desde el ejemplar “Snowfall” del New York Times hasta el reciente artículo de Politico sobre las “burbujas” de los medios de comunicación, aprovechar los recursos disponibles en el entorno digital se ha convertido en un mantra del negocio de noticias. Esto ha empujado al periodismo en algunas direcciones importantes. Una cosa que aprendimos en el proceso de trabajar en Remaking the News es que los investigadores también deben encontrar nuevas maneras de presentar la información y formular sus argumentos. En particular, descubrimos el renovado potencial del formato de ensayo del que este libro se nutre. No proponemos que se convierta en el género estándar para la comunicación académica, pero encontramos que fomenta la creatividad y el disfrute intelectual de formas que difícilmente vemos en el proceso de escribir el género imperante, específicamente, el artículo para una revista científica.
Este tipo de artículo es para los académicos lo que el formato de pirámide invertida es para los periodistas: un modelo eficaz y fácil de escribir que transmite la esencia de argumentos complejos a audiencias cada vez más inundadas en un mar de información. Pero, al igual que todas las buenas fórmulas, corren el riesgo de convertirse en repetitivas y, por lo tanto, de restarle creatividad y disfrute al oficio. Pueden convertirse, para utilizar una analogía del ejercicio, en el equivalente a la cinta rodante para los corredores. Viviendo en Brooklyn y Evanston, ambos estamos familiarizados con los placeres del invierno, y sabemos muy bien que durante los meses más fríos, para mantenerse en forma, uno tiene que trasladar el deporte al espacio interior, dentro del gimnasio y sobre la cinta. El artículo de revista científica, en nuestra experiencia, se ha convertido cada vez más en la cinta rodante de la escritura académica. Es necesario, práctico, beneficioso, genera un valioso intercambio de información, y a menudo invita a una forma de argumentación que beneficia al proceso de análisis. No hacerlo lo dejaría a uno incapaz de levantarse del sofá una vez que el invierno llega a su fin.
Pero a menudo nos excedemos. La corporatización de la academia, al igual que el aumento de las preocupaciones comerciales en el negocio de noticias, ha llevado a una presión cada vez mayor de publicar un número creciente de artículos. Nuevas revistas aparecen de una temporada a otra como las setas silvestres en el bosque, y las existentes pasan de publicarse cuatro veces al año hasta hacerlo ocho veces. A la vez, los comités de búsqueda y promoción en las universidades esperan de los investigadores listas cada vez más largas de publicaciones. Todo esto ha convertido a una gran cantidad de la vida académica en lo que Dean Starkman llamó, refiriéndose al negocio de noticias, la rueda del hámster: te mantiene en forma, pero elimina la diversión de ejercitar la mente.
Es, en parte, por eso que durante el proceso de editar Remaking the News, encontramos que el escribir un ensayo se parece más y más a una larga corrida en el bosque; una que se lleva a cabo en los primeros días soleados de la primavera. Sin caer en el sentimentalismo exagerado al respecto, descubrimos que por virtud de ser un género narrativo con menos limitaciones y una apertura implícita, la escritura de ensayos despeja la mente, genera nuevos enfoques creativos para problemas viejos y les da a los autores la libertad de construir sobre el régimen de ejercicio previo—es decir, los artículos en revistas científicas—con el fin de empujar la conversación intelectual en nuevas direcciones. Como compiladores, fue notable ver el nivel de entusiasmo, compromiso y deseo de experimentar entre nuestros autores. Esto difiere mucho de lo que experimentamos y escuchamos sobre el proceso de publicación en revistas científicas.
Así como los periodistas están acogiendo nuevas estrategias para contar historias, entonces, deberíamos animarnos los investigadores a pensar en nuevas maneras de construir argumentos y comunicar ideas. Invitamos a los comités de contratación y promoción a adaptar sus prácticas en consecuencia. La era digital ha visto una explosión en diferentes modalidades y plataformas de comunicación. Mucho de esta labor se extiende más allá del formato de ensayo, por supuesto, desde la escritura en redes sociales hasta el trabajo de visualización interactiva, cada vez más común en las humanidades digitales. Nos gustaría ver más de todo. Estas alternativas no deben considerarse inferiores al género de artículo en revistas, así como la narración interactiva no está por debajo de la estructura de pirámide invertida. No estamos diciendo que los académicos deben prescindir de sus entrenamientos en la cinta para correr... es decir, con sus artículos de revistas. Pero sí estamos diciendo que es importante tomar en serio los modos alternativos de comunicación y valorar sus contribuciones por sus propios méritos. Las diferentes formas de escritura académica y periodística se complementan de maneras únicas y productivas. Mucha creatividad intelectual y compromiso personal pueden surgir al ampliar el juego de herramientas narrativas.
Abrazar la diversidad
Vivimos en sociedades diversas y por lo tanto el conflicto es, en cierta medida, inevitable. Esto aplica tanto para la academia como para el periodismo. Los reporteros y editores eligen a diario entre diferentes historias. Incluso dentro de una sola historia, a menudo escuchan lados diferentes de la misma; en algunas ocasiones las versiones son complementarias, mientras que otras veces pueden ser polos opuestos. Las investigaciones sobre noticias realizadas desde los años setenta han documentado cómo los periodistas, para enfrentar esa diversidad, tienden a privilegiar ciertas historias sobre otras, y también ciertas fuentes y relatos dentro de un artículo. Los científicos sociales no somos diferentes: tenemos nuestros temas, teorías y métodos predilectos. A veces aceptamos enfoques alternos como válidos, pero en otras ocasiones pensamos que el nuestro es el mejor, e incluso que las alternativas sencillamente están mal.
Para contrarrestar las desventajas de la tendencia de reducir la diversidad, la cual observó en sus estudios históricos sobre el trabajo periodístico, Herbert Gans propuso en 1979 la noción de “multiperspectivismo”. Gans ofreció un conjunto muy concreto de propuestas en ese entonces, y las actualizó en un ensayo publicado en 2011. Pero más allá de las especificidades de ambos textos, la idea de Gans es que los periodistas harían bien si ampliaran el conjunto de temas y voces representados en las noticias. Por implicación, esto también significa albergar puntos de vista competitivos de manera inclusiva en lugar de agonística. En nuestro abordaje de este volumen nos inspiramos en la noción del multiperspectivismo e intentamos incluir un amplio espectro de orientaciones intelectuales. También concluimos que cualquier conflicto o desacuerdo que pudiera surgir era una potencial fuente de innovación intelectual.
Vale la pena destacar para este artículo dos áreas de diversidad y desacuerdo en Remaking the News. La primera tiene que ver con las tensiones entre los enfoques disciplinarios e interdisciplinarios para el estudio de las noticias, el cual refleja, en cierta medida, las tensiones entre periodistas y tecnólogos en la creación de noticias contemporáneas. La segunda es la que surge entre el conocimiento generado con un énfasis en objetivos aplicados, versus el conocimiento con fines primordialmente académicos.
En cuanto a la tensión entre los enfoques disciplinarios e interdisciplinarios, los investigadores del primer grupo tienden a enmarcan sus argumentos intelectuales en relación con otros estudios que también se centran en el periodismo. Suelen tratar de generalizar sobre sus hallazgos de manera que puedan construir un aparato teórico común y avanzar el estado del conocimiento sobre las noticias. Estos investigadores están construyendo una disciplina mientras generan conocimiento. Por lo tanto, tienen una inversión intelectual en la vitalidad institucional de los medios de comunicación como una fuente de legitimación de su emprendimiento académico.
Mientras tanto, el segundo grupo de estudiosos está más interesado en estudios sobre periodismo que en estudios de periodismo. Estos escritores usualmente plantean su investigación periodística como un caso puntual de algo más: de nuevos medios, de comunicación política, de estudios culturales, etc. A menudo, estos capítulos dialogan tanto con otras literaturas como lo hacen con los estudios de periodismo. También tienden a incluir argumentos que abogan por conexiones disciplinarias externas, más que crecimiento disciplinario interno, usando el periodismo para arrojar luz sobre procesos y fenómenos sociales más generales.
En vez de fomentar la confrontación o caer en la trampa de la adjudicación, nosotros optamos por una postura que invita los enfoques disciplinarios e interdisciplinarios. Tratamos de hacer visibles sus diferentes suposiciones y fomentamos conversaciones productivas entre las distintas perspectivas. Tanto en la academia como en el periodismo, la meta del multiperspectivismo es transformar lo que David Stark ha llamado "fricción creativa" en nuevas formas de ver el mundo.
Una segunda área de diversidad y conflicto presente en el volumen surge entre los académicos que producen investigación sobre medios orientada a la acción y los que efectúan lo que algunos filósofos de la ciencia llaman "investigación básica." Este conflicto atraviesa el mundo profesional de académicos y periodistas, puesto que la investigación aplicada a veces se ejecuta involucrando a profesionales y otras completamente dentro de la industria y los think tanks. También es un área en el que han existido desacuerdos de larga data entre los científicos sociales y los periodistas. En nuestro libro este tema se aborda principalmente en los capítulos de Talia Stroud y Matt Hindman.
Stroud se centra en la distinción entre los estudios que ayudan al bienestar comercial y los que benefician la calidad de la vida democrática. Ella sostiene que la tensión entre las investigaciones “útiles desde el punto de vista democrático y útiles para la industria es a menudo exagerada, e incluso cuando existe, este conflicto puede ser productivo”, y concluye ofreciendo alternativas que satisfagan ambos objetivos de investigación.
En lugar de lamentar que los periodistas están usando métricas de lectores o alegando que este uso de alguna manera corrompe o disminuye el periodismo, Hindman toma la utilización de métricas como un hecho y trata de descubrir un uso ético para las mismas. Tanto Hindman como Stroud problematizan los enfoques críticos y prácticos para el estudio de las noticias, mostrando cómo la diversidad se convierte en una fuente de innovación conceptual.
Descartar la Nostalgia
Los científicos sociales, al igual que los periodistas, estamos en el negocio de encontrarle el sentido a las cosas: obtener información sobre fenómenos importantes y explicar lo que sucede de manera veraz y relevante para nuestros públicos. Los académicos, a diferencia de los periodistas, estudiamos estos fenómenos, pero también construimos teorías tratando de encontrar la lógica que tienen detrás. Los temas que elegimos y cómo los explicamos tienden a ser moldeados por los tiempos en que vivimos. Así, durante el tercer cuarto del siglo veinte, cuando el sistema de medios de comunicación industrializados estaba en su apogeo, los académicos se enfocaron en asuntos como la capacidad de la prensa de decirles a los ciudadanos sobre cuáles noticias hablar, y cómo la interrelación entre comunicación de masas e interpersonal moldeaba los efectos de los medios sobre la sociedad. Lo que surgió de ese enfoque académico fue tanto el conocimiento sobre los medios de comunicación, la cultura y la política, como ideas teóricas fundamentales, entre ellas el establecimiento de la agenda y el modelo de influencia de dos pasos.
En las ciencias sociales, las teorías tienden a generar una inercia propia al ayudar a enmarcar el proceso de investigación mucho después del cambio de condiciones históricas que llevaron a sus desarrollos. Durante los períodos de discontinuidad histórica, y especialmente al principio de ellos, esto conduce a un reflejo nostálgico que es tanto académico como normativo: los nuevos fenómenos tienen sentido con enfoques teóricos del pasado—son los únicos que tenemos a nuestra disposición, después de todo—y sus implicaciones son evaluadas, a menudo negativamente, en comparación con lo que era la norma en un período anterior. Por lo tanto, una considerable porción de las investigaciones sobre noticias digitales ha utilizado nociones como el establecimiento de la agenda y el modelo de dos pasos para el entorno actual, y ha descubierto que es mucho más difícil para la prensa establecer la agenda ahora que antes y que el ascenso de las redes sociales al pináculo del poder en la ecología de los nuevos medios le ha añadido capas de complejidad al relativamente sencillo modelo de influencia de dos pasos. Esto se suma a las comunes evaluaciones normativas que anhelan los gloriosos días de Watergate cuando la prensa podía supuestamente enfocar la atención de la gente en lo que era importante, y Facebook y Twitter no contaminaban la esfera pública con un tsunami de noticias falsas.
El problema con este tipo de postura nostálgica es que dificulta tanto la imaginación teórica como las posibilidades prácticas. Superar la nostalgia no significa acabar con las herramientas conceptuales y los ideales normativos del pasado. Significa no darlos por sentado, y en cambio, reverlos de manera que hagan justicia a las características únicas y potenciales del presente. Por ejemplo, ¿cómo influye el hecho de que la mayoría de las personas accedan a las noticias digitales a través de las plataformas de medios sociales y de los motores de búsqueda sobre el poder de fijación de la agenda por parte de las organizaciones de noticias? ¿El aumento de los públicos personales en Facebook, Instagram y Twitter afecta la influencia ejercida por las redes interpersonales y, en caso afirmativo, no debemos pensar en un proceso de tres pasos, en lugar del proceso de dos pasos descrito por Katz y Lazarsfeld hace sesenta años?
Sí, la edad de oro del sistema de medios de comunicación industrializados desempeñaron un papel en Watergate. Pero, ¿habría contribuido ese sistema al movimiento Black Lives Matter con la misma eficacia que el uso de las plataformas de medios sociales por parte de los activistas y del público en general? Y aunque es posible que la combinación de medios noticiosos y redes sociales contribuyeron al aumento del volumen de información falsa durante el ciclo electoral de 2016 en los Estados Unidos, a esta combinación también se le atribuye contribuir al debilitamiento de los regímenes de información opresivos como en el caso de la primavera árabe. Tenemos que evaluar ambos lados de la moneda al mismo tiempo.
La nostalgia proporciona tranquilidad y auto-gratificación, pero también es intelectual y socialmente inútil. Es hora de seguir adelante, de dar sentido al presente aprendiendo de la historia, no aferrándonos a ella, para ayudar a desarrollar futuros más productivos.
Cuando las certezas se desvanecen
Si hay un hilo común que atraviesa estas lecciones sobre el valor de la diversidad, la vitalidad de expandir las opciones narrativas y la importancia de prescindir de las posturas nostálgicas, es que desafían las certezas asociadas con los puntos de vista, géneros escritos, modelos explicativos, e ideales normativos homogéneos. No hay nada intrínsecamente malo con la certeza; puede ser bastante productiva, en particular durante un período histórico estable. Pero, volviendo al comienzo de este artículo, el contexto contemporáneo está marcado por la innovación rápida y generalizada, incluso en la investigación sobre, y la práctica de, el periodismo. En las palabras que Michel Foucault escribió para Las Palabras y las Cosas, y que anclaron la introducción de nuestro volumen, este contexto “restaura a nuestro silencioso y aparentemente inmóvil suelo sus fisuras, su inestabilidad, sus defectos; y es la misma tierra que está una vez más revolviéndose bajo nuestros pies”. Esta sensación de grandes transformaciones puede ser inquietante y paralizante, pero también estimulante y liberador. Ante todo, nos recuerda que estamos en el asiento del conductor y que tal vez no tengamos el lujo de depender mucho de las rutinas e instituciones que nos sirvieron tan bien durante la segunda mitad del siglo veinte. Un renovado sentido de agencia podría ser realmente la belleza última de la escritura acerca de nuestra era digital.