Fotos de interior: Agencia Telam y Prensa Sergio Massa
Difíciles de definir y heterogéneo, repiten los candidatos. Dispersos entre las clases baja, media y alta del país. Viven tanto en las casas despintadas donde se mantiene colgada la foto del general Perón en su caballo pinto como en las cómodas residencias blancas y con salida al río de los countries de la zona norte del conurbano bonaerense. Están entre los jubilados, que recuerdan su gestión en la ANSeS, o en los trabajadores que confían en su discurso de campaña. Mucho más en la presencia cercana de Roberto Lavagna, el ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Provienen desde Salta, impulsados quizá por la influencia del intendente de la capital provincial, Gustavo Saénz. Bajan hasta Córdoba, allí donde José Manuel de la Sota gobierna con su autodenominado “cordobesismo”, y llegan hasta Neuquén y Río Negro, aunque lejos de los sitios turísticos más visitados en esa región. Se identifican con el peronismo “tradicional” y rechazan al kirchnerismo. Lo afirman mientras mueven la cabeza de un lado a otro: kirchneristas, no. Así son los cinco millones doscientos mil votantes de Sergio Massa: ellos definirán el 22 de noviembre quién será el próximo presidente, Daniel Scioli o Mauricio Macri.
Los votos de Massa en cada municipio y departamento
Roxana es madre de tres hijos, dos de ellos jóvenes y uno adolescente. Es divorciada, alquila una casa en un barrio privado del norte del conurbano y vive “con una suerte de neurosis por el voto” desde el 25 de octubre, cuando en la urna introdujo el sobre con la boleta de UNA para la categoría presidente. Piensa en los próximos diez años del país, sus últimos de productividad en el ámbito laboral. Le preocupa que sus hijos puedan acceder a una casa propia. A la noche, cuando vuelve de su consultorio psicológico, mira todos los programas políticos en la tele. Espera que alguno la ayude a definir qué hará el 22 de noviembre. “Voté a Massa porque me pareció que tenía la decisión de distinguir quién es el vago, el bueno, el chorro y el tipo decente. No me gustaba la onda de la gente kirchneristas ni el plan liberal de Macri para volver a los 90. Ahora no sé qué hacer”.
A pocos kilómetros de la casa de Roxana, el médico Gustavo Morán compitió como candidato de UNA por la intendencia de Zárate. Su rival fue el actual jefe comunal, Osvaldo Cáffaro, que logró la reelección. Después de 35 años como cirujano en el hospital de la zona sintió “la necesidad de traspasar la barrera de la medicina” y llevar a la política su vocación por “ayudar a mucha más gente que desde un quirófano”. Morán dice que primero se reunió con Joaquín De la Torre, intendente de San Miguel, quien le acercó las propuestas de Massa para el país. “Me sentí identificado con él y decidimos con mi agrupación municipal Proyecto Zárate participar dentro del Frente Renovador, sin abandonar nuestra identidad vecinal”.
Morán asegura que en sus recorridas por Zárate encontró que el voto por Massa era “homogéneo y transversal, que no dependía de las clases sociales”, pero, como Galmarini, marca la falencia de no haber llegado más al rango juvenil entre los 16 y 22 años”. Y si tiene que destacar algo, no duda: captar votos afuera del peronismo.
Facundo Moyano no concuerda con esta visión: “La constitución política del electorado de Massa es muy heterogénea, sí, pero tiene una base peronista y se sustenta en la provincia de Buenos Aires, donde logró casi el 23 por ciento de los votos, que es un caudal importante más teniendo en cuenta la falta de estructura gubernamental para sostener esa construcción durante dos años, cuando ganó la elección legislativa”.
Moyano es uno de los hijos de Hugo, el histórico líder de los Camioneros y secretario general de la CGT opositora al gobierno nacional. En 2012, un año después de llegar a la Cámara de Diputados como parte de la lista de candidatos kirchneristas en la Provincia, planteó sus diferencias con el bloque, conformó un binomio con el sindicalista de los “Canillitas”, Omar Plaini, y en 2013 se sumó como aliado al Frente Renovador. El 25 de octubre logró la cantidad de votos suficientes para legislar durante otros cuatro años.
Facundo Moyano cree que al electorado massista “le resulta difícil creer que Scioli, el candidato de un gobierno que lleva doce años en el poder, tome ahora como banderas de campaña algunas medidas que nunca llevaron adelante como el 82% móvil para los jubilados y aumentar el piso para el pago del impuesto a las ganancias”. Según Moyano, los votantes de Massa ven a Scioli como el candidato de Cristina y le será difícil despegarse de esa imagen. Si a eso se le suma Carlos Zanini como candidato a vicepresidente a y los principales dirigentes de La Cámpora ocupando los primeros lugares en las listas de legisladores, “difícilmente el electorado crítico del kirchnerismo pueda creer que Scioli es alguien diferente”.
Según Diego Reynoso, investigador del CONICET y Doctor en Ciencias Sociales con especialización en Ciencia Política por FLACSO (México) y profesor de la Universidad de San Andrés, Massa cautiva al votante que se inclina por propuestas populares pero que no necesariamente hoy se identifica con el kirchnerismo. El ex intendente de Tigre contiene a “peronistas que lo prefieren antes que inclinarse por alternativas no peronistas, como puede ser Macri. En ese escenario están, por supuesto, los potenciales votantes de Scioli en la segunda vuelta”.
Para Reynoso, en el voto de Massa también hay personas en las que prima su postura opositora al gobierno por sobre la identidad político y partidaria. Son votantes antigobierno, por lo que se espera que respalden a Macri en la segunda vuelta. No son toda una cosa o toda la otra, sino que la incógnita a revelar es cuál es el porcentaje de cada una de esas opciones. “Tenemos en claro cómo hay que pensarlo, pero no tenemos en claro cuánto es el porcentaje de cada uno de ellos”, admite.
El cálculo de Reynoso es el que hicieron muchos kirchneristas luego del 25 de octubre: el voto massista es lo que le falta al Frente para la Victoria para alcanzar al 54% que sacó Cristina en 2011. Y si a eso se le suma el 7% que logró Duhalde en esa elección y tres o cuatro puntos de los que obtuvo Adolfo Rodríguez Saá, se llega al 60% del electorado que desde 2003 vota alternativas peronistas. “Es cierto que no siempre el kirchnerismo contuvo a ese votante; generalmente se contrae en las elecciones legislativas, donde logra más del 30%, pero en las generales vuelve a recuperarse".
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Oscar se acomoda sobre una máquina de coser en su taller de zapatero y cuenta que mantuvo en Massa el voto que había decidido en las PASO de agosto último. De su historia electoral recuerda su adhesión a Cámpora y Perón en 1973, a Luder en 1983, a Carlos Menem en 1989 (y quizá también en 1995, aunque dice que se olvidó), a Duhalde en 1999 y a Kirchner en 2003. Nunca votó por Cristina.
Es zapatero desde los 11. Heredó el oficio, por así decirlo, de sus familiares inmigrantes italianos llegados en los barcos que la Primera Guerra Mundial empujó desde la península. Es jubilado, vive en San Cristóbal y en la última elección votó por Massa no tanto por su figura sino por la de Lavagna, de cuya gestión tiene un buen recuerdo. “Lo voté por sus propuestas y porque confío en Lavagna. No tanto en él, aunque tampoco me desagrada. Pero Lavagna me da garantías de que se puede mejorar la economía”, dice.
Mariana Heredia, Doctora en Sociología de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París (EHESS) y profesora de la Licenciatura en Sociología del IDAES-Escuela de Humanidades de la UNSAM, asegura que “frente a las ambigüedades” que presentó Massa como candidato (“peronista, exkirchnerista, antioficialista, partidario del cambio”), la exposición de su equipo económico y, muy particularmente, de Lavagna parecen haber aportado certezas y popularidad al electorado. “La elección de UNA ilustra bien lo ocurrido en la relación entre partidos y economistas desde el retorno a la democracia. Si en los primeros tiempos los partidos políticos discutían plataformas partidarias, interpelaban tradiciones ideológicas, ofrecían candidatos que enfatizaban su coherencia en la defensa de ciertos principios, las elecciones de 2015 enfrentaron a maquinarias articuladas desde arriba, sin grandes precisiones doctrinarias y con líderes que atesoran una trayectoria de singular pragmatismo.”
De ser miembros menores de sus partidos los expertos en economía se fueron convirtiendo en marcadores fundamentales de las orientaciones que emprendería el candidato si accediera al gobierno. “Al menos para la oposición, aunque resulte paradójico, hoy en la Argentina son los expertos los que dan identidad ideológica a los partidos y no a la inversa”, indica Heredia, autora del libro “Cuando los economistas alcanzaron el poder”, publicado por Siglo XXI Editores.
Y en el caso de Lavagna su sola trayectoria parece alcanzar para ejemplificar la magnitud de este proceso. Cuando el economista comenzó a aparecer en los grandes matutinos en la campaña de 1983 se lo presentaba como uno de los tantos especialistas que acompañaban al candidato Ítalo Luder. Al igual que los economistas radicales, compartía su posición con otros especialistas del partido y tenía una presencia muy secundaria en relación con la del dirigente justicialista. “En esta última campaña, en cambio, Lavagna apareció ‘blindando’ de racionalidad económica a Massa, se le atribuye el lugar de ‘coordinador económico’ del gabinete y se subraya su importancia en la mayoría de las fotos y declaraciones a la prensa”, dice Heredia.
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Adrián Pérez es diputado nacional por el Frente Renovador desde 2013 y candidato a intendente de Vicente López. Pérez saltó del ARI –fundado por Elisa Carrió- a las huestes massistas. En las elecciones generales sacó el 14% y terminó detrás de Jorge Macri (Cambiemos), 54%; y Enrique “Japonés” García (Frente para la Victoria), 19%. Prefiere no encasillar al votante de Massa: “Darle una connotación determinada al votante de Massa es difícil por lo diverso de donde proviene. Tuvo el apoyo, principalmente, de los sectores medios y bajos de la sociedad, pero también hay zonas en el norte del conurbano bonaerense, una clase media más acomodada, que lo votó.
Pérez dice que el voto por afiliación casi no existe y que el electorado massista está compuesto por votantes independientes y también por una parte de peronistas y radicales. En sus recorridas por Vicente López los vecinos le pedían defender los derechos de los jubilados, cuidar las instituciones, cuestiones vinculadas a la situación económica pero también la continuidad la Asignación Universal por Hijo (AUH), el matrimonio igualitario y muchos de los derechos civiles conseguidos en los últimos años. “Que no volviéramos hacia atrás, que todos esos logros fueran un piso pero que, al mismo tiempo, hiciéramos un cambio”.
Sebastián Galmarini, senador provincial y cuñado de Massa, coincide y destaca la distribución “heterogénea” del electorado de UNA, la presencia repartida del voto en las clases medias y bajas, aunque un poco menos en las altas. “Vimos que nuestras propuestas tuvieron buena aceptación entre los trabajadores que esperan el tren en las estaciones del conurbano para ir a su empleo y también entre los jubilados. Pero vimos un poco menos de adhesión en los jóvenes”.
Su análisis de la campaña es simple: Sergio logró empatía, no paró de sacarse selfies en las recorridas pero perdió en las redes sociales e internet. Allí, Macri y Scioli hicieron una enorme inversión para difundir sus ideas.
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“Creemos que la inmensa mayoría del electorado que concurrió a las urnas el 25 de octubre votó por un cambio”, opina Juan Saintotte, dirigente de la juventud massista y tercer candidato a diputado nacional por UNA en la Ciudad de Buenos Aires. Pero no cualquier cambio: “nuestro votante no busca provocar un shock sino tomar un camino del medio. La ancha avenida del medio, como nos gusta decir. Quiere la continuidad de las cosas buenas”.
Saintotte, que tiene 30 años, plantea que en el “inconsciente colectivo” del votante se instaló, sin embargo, la idea de que “hace falta un país distinto” y que éste “no va más cómo está. En ese lugar no se inserta Scioli”, pese a que la columna vertebral del massismo “es el peronismo de la justicia social”. Y va más allá: “fue más populismo que justicialismo. Por eso pienso que será difícil que el votante peronista y justicialista se acerque a Scioli”.
Ana María, de 47 años, es madre de dos hijos -uno joven y otro adolescente- y le gustó de Massa su “discurso completo y enérgico” de campaña, las propuestas contra el delito y 82% móvil para los jubilados. No lo había votado en 2013, pero tampoco recuerda por quién lo hizo. “Soy un desastre para votar”, reconoce.
-¿Votó por el kirchnerismo?
-No, al kirchnerismo no. No me gusta ella.
María Laura Tagina, profesora de la Maestría en Estudios Electorales, co-titulada entre la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y la Universidad de Salamanca, publicó en Anfibia un trabajo que determinó algunas características del perfil del votante massista después de las elecciones. A partir del resultado de algunas encuestas realizadas por consultoras privadas en la misma semana de los comicios determinó que el mejor desempeño de Massa se encontró en el primer y último segmento de edad (16 a 25 años y 56 a 75 años), un rango etario en el que concentró al 50% de su electorado. En cuanto a la extracción social, medida según el nivel educativo, el mayor aporte de votantes los recibe del segmento que tiene hasta primaria completa (43%), una composición del voto “típica de los candidatos peronistas”. Sin embargo, sólo un 40% de quienes eligieron a Massa está afiliado o simpatiza con el justicialismo, el Frente Renovador o, inclusive, la UCR. Otro dato, en cambio, emerge con más claridad: un 54% desaprueba la gestión de la Presidenta.
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Susana es jubilada y vive en una casa, dice, de “clase media venida a menos” en Lomas de Zamora. “Consideré que votar a Massa significaba hacer un cambio. Además, a mí me salió la jubilación cuando él estaba en la ANSeS y por eso mi corazoncito está con él”. En 2013 ya se había inclinado por el entonces candidato a diputado por la Provincia “para salir de todo el autoritarismo que el gobierno utiliza para expresarse. Y ahora me pareció que su discurso y su accionar demostraban firmeza, autoridad pero no autoritarismo. Lo vi seguro de lo que iba a hacer si llegaba a ser presidente”, dice la mujer, madre de dos hijos mayores de 40. En la categoría a gobernador bonaerense, puso en la urna la boleta de Cambiemos y María Eugenia Vidal. “Aposté por algo nuevo, por un cambio. Quise probar y ver”.
Diego Genoud, periodista y autor del libro “Massa, la biografía no autorizada”, dice que el elector de Massa fue mutando: pasó de ser un voto que cuestionaba varios puntos de la agenda inconclusa del kirchnerismo -como el impuesto a las ganancias, que es una interpelación de los trabajadores mejores pagos de la sociedad que habían acompañado el proyecto político desde 2003 a 2011- a respaldar la idea de que hay que terminar con La Cámpora y meter presos a los vagos. “Es probable que Macri también tenga en su agenda estas cuestiones pero no las sobreactúa”, dice Genoud.
En las legislativas de 2013 Massa obtuvo más del 40% de los votos como primer candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires por el Frente Renovador, su partido. Desde entonces, fue endureciendo su discurso y empujó a una parte de su electorado de vuelta al oficialismo. “Así Scioli recuperó una parte de esos votantes primarios, los más cercanos a la idea peronista. Sin embargo, aunque menos numerosos, todavía muchos de esos electores continúan enojados con el kirchnerismo y se volvieron más opositores. Si en 2013 la ecuación era 65% ex kirchnerista y 35% opositor, hoy es inversa”, explica Genoud.
El porcentaje no es casual. Felipe Solá, que fue candidato a gobernador bonaerense el 25 de octubre, contó que la misma proporción de electores aparece en los focus groups que los líderes de la campaña massista realizaron en los días previos a la votación. Solá, sin embargo, asegura que está más cerca de Scioli que de Macri. “A los peronistas nos cuesta votar a Macri”, coincide Galmarini.
- ¿Por qué Massa no logró contener a los votantes de 2013?
- Creo que la fuga de dirigentes hacia el Frente para la Victoria nos puso en una situación de debilidad frente a la sociedad –responde Galmarini-. No nos vieron con fuerza para ganarle al kirchnerismo. A eso se sumó el pedido de “voto útil” que hizo Macri en los últimos días de la campaña y que tuvo mucho impacto. Arrastró a ciudadanos que estaban dudosos.
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Daniel es abogado, tiene 44 años, está casado, tres hijos cuyas edades van de los 10 y 4 años. Desde 2003 hasta 2009 votó al kirchnerismo “con cualquier candidato que pusieran al frente”, pero en 2011 se volcó por el socialista Hermes Binner y en los últimos comicios se decidió por Massa. “Todos los dirigentes que se fueron del oficialismo me caen bien: Alfonso Prat Gay, Lavagna y el propio Massa”, reconoce en medio de la fiesta de 15 de la hija de un amigo. A pocos días de la segunda vuelta, la posibilidad de votar a Macri empieza a tomar forma en su cabeza. Habla de un cambio y hasta aventura que, en caso de llegar a la presidencia, respaldará al líder del PRO con el voto en las legislativas de 2017.
A Lionel Gamarra siempre le gustó la política, desde la época en que cursaba el colegio secundario en Banfield. Pero después de diciembre de 2001 decidió estudiar Economía y archivar cualquier idea de militar en un partido o por una ideología. Once años después, siendo padre de una hija y con otra a punto de nacer, le llamó la atención la figura de Massa: “Un tipo joven, de una nueva generación, más abocado a la gestión, más práctico”. Le escribió un mail a la intendencia de Tigre. Massa se lo respondió y lo puso en contacto con un grupo de sus colaboradores. Todavía no existía el Frente Renovador. Para ese momento Lionel había dejado Economía y se había graduado como Técnico en Comercio Internacional. “Comencé a participar de los equipos técnicos y las comisiones de trabajo. Me mantuve en ese espacio y pude ver a Sergio insistiendo con sus propuestas, mostrándose afable con las personas, entrando a los negocios en las recorridas. Es un tipo cercano, parecido a uno. Te habla como si te conociera de siempre. Eso me gusta de él”.
Para Mariana Heredia, la incorporación de expertos independientes o semi-independientes revela la falta de interés de los partidos y las agencias públicas de invertir en cuadros que reflexionen sobre la situación del país y definan lineamientos precisos sobre cómo mejorarla. “Una vez más, en lugar de considerar las organizaciones y grupos sociales que acompañarán ciertas iniciativas y participarán de la gestión cotidiana del poder, vuelve a confiarse en la capacidad providencial de algunos hombres, capaces de alcanzar el ‘cambio justo’ que muchos acarician”, dice la socióloga.
“La moneda está en el aire respecto del votante de Massa”, dice Diego Reynoso, politólogo de la Universidad de San Andrés.
-Si tuviera que convencer a un elector de Massa para que vote por Scioli, ¿cómo lo haría?
-Hay que plantearle lo que ganó y lo que puede ganar. Ir en la búsqueda de un voto positivo. Creo que no lo convencería con políticas concretas o gestión, porque todo eso ya está a la vista. Hay que decirle que se enfrentan dos coaliciones económicas y sociales diferentes, que pueden o no contrastarse en políticas públicas. Una coalición laborista que pregona el mundo del trabajo y el empleo, que está contenida en el espacio de Scioli. Y otra pro-business, más enfocada a la economía, con una concepción política eficientista, que está enfocada en Macri. Hay que ayudarlo a definirse con quién quiere estar. Ir por su identidad.
Datos del mapa: Dirección Nacional Electoral - Mapa de distritos elaborado en base a la cartografía de Andy Tow.-