Crónica

Renovación de la UOM


La patria metalúrgica

La crisis del sector industrial y la caída del empleo impactan fuerte sobre el sector metalúrgico: en el primer trimestre del año la producción de las principales empresas se redujo hasta un 50 por ciento y los salarios crecieron a un ritmo menor al de la inflación. “Antes hacíamos horas extra para comprar un auto o remodelar la casa, ahora hacemos horas extra para llegar a fin de mes”, dicen los trabajadores. En este contexto, la Unión Obrera Metalúrgica, marca identitaria de la Argentina del siglo XX, se renueva y aspira a recuperar su rol de columna vertebral del movimiento obrero.

La Unión Obrera Metalúrgica, esa marca identitaria de la Argentina del siglo XX, está volviendo al futuro. El sindicato más emblemático de la historia argentina, el que más cabalmente representa la etapa de industrialización sustitutiva de buena parte del siglo XX en nuestro país. La UOM supo ser la columna vertebral del movimiento obrero y una de las organizaciones más importantes de la vida política argentina. El sindicato de Vandor, que desafió al propio Perón intentando construir un “peronismo sin Perón”; el de Rucci y Lorenzo Miguel; el de Barba Gutiérrez, Victorio Paulón y el Ruso Gdansky; el de Hugo Curto, Naldo Brunelli (hoy secretario adjunto) y Antonio Caló. Azucena Villaflor también era trabajadora metalúrgica y afiliada al sindicato.

La historia de la UOM es también la de la industria argentina. Llegó a tener 500 mil trabajadores en 1975. Y tocó el piso de 50 mil en 2003, después del proceso de desindustrialización de la dictadura y los ‘90. Una década más tarde, con la recuperación económica y de la actividad manufacturera en particular, alcanzó los 250 mil. Cayó a 170 mil en 2019 y se recuperó hasta los 235 mil en 2023.

Sobre esa memoria histórica se está construyendo un nuevo recorrido. Hace dos años empezó una renovación al interior del sindicato. El congreso de delegados definió un cambio de sus autoridades y Abel Furlán asumió la secretaría general. Por primera vez desde su fundación en 1946, la secretaría general es ocupada por un representante que no proviene de la Ciudad de Buenos Aires.

Hoy el gremio está ubicado en la primera línea de las transformaciones y los conflictos que atraviesa nuestro país. La crisis del sector industrial y la caída del empleo están impactando sobre el sector metalúrgico. Durante el primer trimestre del año el nivel de producción de las principales actividades metalúrgicas se redujo, en algunos casos, hasta un 50 por ciento en relación a 2023. Y uno de los principales empleadores, el Grupo Techint, ocupa lugares estratégicos en el Estado nacional, desde la Secretaría de Trabajo hasta el área de energía, pasando por la presidencia de YPF. Además, el sector se encuentra particularmente atravesado por las dos grandes transiciones de la economía global: la digital y la ambiental.

En ese marco llegamos a Mar del Plata, al Congreso Nacional de Delegadas y Delegados Metalúrgicos 2024 “Primero la Dignidad”, que se celebró en abril de este año. El congreso es la instancia en la que una vez por año se reúnen delegados de las 54 seccionales que tiene la UOM en todo el país a discutir sobre el estado general de la organización.

Un congreso sindical puede ser una ceremonia formal, administrativa, reglamentaria. Puede ser una instancia donde los delegados cumplen con lo que el estatuto gremial les demanda, levantan la mano para aprobar memoria y balance de la organización, y vuelven a sus lugares de origen igual que como vinieron. Puede ser todo eso o puede ser lo que fue el congreso de la UOM.


Día 1

El color de las banderas en la puerta del hotel, los buzos y camperas de los delegados de las distintas seccionales del país, la sala llena y el micrófono circulando entre el escenario -donde están ubicados los miembros del secretariado nacional- y el público -donde están los delegados-.
El primer día del congreso se abre una conversación entre los 273 representantes presentes de los 230 mil trabajadores metalúrgicos. Los delegados de todo el país, desde el norte y centro hasta Río Grande, Tierra del Fuego, exponen los mandatos que traen de sus seccionales,. La crítica situación económica y social recorre todas las intervenciones. Y también está muy presente el arduo conflicto que la UOM atravesaba con las empresas siderúrgicas, principalmente con el grupo Techint, propietario de las empresas Tenaris y Ternium (grandes productoras de acero de nuestro país). Esta negociación no tiene precedente en la historia de la UOM. La empresa ganó 192 mil millones de pesos el año pasado. Y el grupo a nivel global tuvo un beneficio anual de 4 mil millones de dólares. “No es problema de plata, buscan arrinconarnos”, dice Naldo Brunelli de San Nicolás.

Por la falta de acuerdo en la negociación salarial, el gremio llevó adelante un plan de lucha que incluyó movilizaciones durante marzo y abril a las principales plantas siderúrgicas en Campana (Tenaris-Siderca) y San Nicolás (Ternium-Siderar), y seis días de paro de actividades. Seis días de paro en los que los trabajadores perdieron seis días de salario, porque ahora esos días se descuentan. Seis días menos de un salario que no se actualizaba desde noviembre. Y seis días en los que Techint, para romper la huelga, habría pagado a quienes fueron a trabajar un premio por presentismo que en algunos casos llegó a 700 mil pesos (un monto por un día de trabajo que supera el valor de un salario mensual promedio de los trabajadores de esa empresa).

Los delegados expresan su solidaridad con los trabajadores siderúrgicos.

—Denle para adelante con todo lo que tengan que poner, que atrás estamos nosotros —dice uno de los representantes de San Miguel, provincia de Buenos Aires.

El acompañamiento al plan de lucha de la siderurgia se combina con la satisfacción por el acuerdo salarial alcanzado los días previos al congreso, que abarca a los trabajadores que se desempeñan en el resto de los sectores metalúrgicos. En efecto, después de tres meses de negociaciones, la UOM acordó con ADIMRA y otras cámaras empresarias un aumento para el primer trimestre del año que equipara la evolución de los ingresos con la inflación.
De todos modos, el contexto no permite celebraciones desmedidas.

—Antes hacíamos horas extra para comprar un auto, una moto, remodelar la casa. Ahora hacemos horas extra para llegar a fin de mes —dice el delegado de Bell Ville—. Venimos de cerrar un nuevo acuerdo paritario y tenemos que volver a nuestros lugares a explicárselo a los compañeros. Y la verdad que no tenemos una explicación razonable para darle, que después de trabajar ocho o diez horas por día ya saben que lo único que van a lograr con su sueldo es pagar el alquiler y comer los primeros quince días del mes —completa el representante de San Francisco, dando cuenta de las dificultades que atraviesa el país.

Abel Furlán acompaña las palabras de los delegados.

—No vinimos a este congreso conformes con la paritaria. Somos muy conscientes de que no resuelve el problema que tienen nuestros compañeros y sus familias. No tenemos todavía absolutamente nada para festejar. Pero sí tenemos el mismo compromiso para desafiar esa realidad que hoy nos golpea a diario —sintetiza.

La conversación no atraviesa únicamente las urgencias. Hay aspectos nodales del trabajo que son parte de las inquietudes que transmiten los delegados: la necesidad de actualizar el convenio colectivo de trabajo, que data de 1975; la renovación del régimen de categorías; la formación sindical del conjunto de los delegados.

También reflexionan sobre los desafíos de la organización gremial y de los delegados en el contexto político actual, inspirados en esa consigna canónica de la UOM que reza “no hay solución gremial sin solución política”. Entonces un delegado de Quilmes plantea:

—Tenemos que recuperar ese territorio que perdimos los delegados, los territorios de los trabajadores que tenían sentido de comunidad, pertenencia y que orgullosamente decían ser de la Unión Obrera Metalúrgica o de cualquier otro sindicato.

Y el delegado de San Francisco agrega:

—Tenemos que exigirle a cada uno de nuestros secretarios generales que se pongan al frente de esta lucha, que vuelvan a caminar las empresas, que den el apoyo a los delegados, porque a los trabajadores muchas veces también les cuesta apoyar las medidas de fuerza.

El intercambio de exposiciones es intenso y fraternal. Y en él aparece permanentemente el orgullo por pertenecer al que hoy en día sigue siendo el sindicato industrial más importante del país. “Somos la UOM” es una frase que se repite en distintas intervenciones.

—El peso de nuestra historia nos demanda discutir los salarios y los puestos de trabajo de esta manera —refieren al plan de lucha en la siderurgia desde la seccional San Miguel.

—Para lo único que agacha la cabeza el trabajador metalúrgico es para soldar—dice un delegado de Santa Fe.

Día 2

El día 2 es una muestra de la audacia que está adoptando la UOM. A primera hora se abre la discusión sobre la renovación del convenio colectivo de trabajo de la industria metalúrgica, que data de 1975. Y aunque es una institución para la propia UOM, para el conjunto del sindicalismo y para la historia del trabajo en nuestro país, 50 años después de su elaboración quedó lógicamente desactualizado.

La UOM tomó la definición de avanzar en la elaboración de una propuesta para actualizar el convenio y armó un equipo técnico con miembros del sindicato y profesionales especializados. Ese equipo recorrió fábricas de todo el país, conversó con trabajadores y representantes de las empresas y, a partir de esas actividades, diseñó una hoja de ruta actualizar la organización del trabajo y las categorías; acompañar los procesos de innovación tecnológica; promover la equidad de género; e impulsar la participación de los trabajadores en la organización del trabajo. Esos son algunos de los principales objetivos que se propuso la organización, que después deberá llevar su propuesta a la mesa de negociación con las empresas.

Más tarde toman la palabra las mujeres metalúrgicas. Si el mundo del trabajo está poco feminizado, en este sector esa realidad se potencia: sólo el 11 por ciento de los trabajadores son mujeres, y en muchos establecimientos ni siquiera hay baños acondicionados para ellas. Ahí se están organizando. Como parte de ese proceso, hace dos años se creó al interior del sindicato la Subsecretaría de Mujeres, Género y Diversidad. Durante el congreso mantuvieron un encuentro y leyeron un documento en el que celebraron que es “la primera vez desde la fundación de la Unión Obrera Metalúrgica hace 81 años que las mujeres tomamos la palabra en el estrado de un Congreso Nacional”. Adicionalmente expresaron su disconformidad con que estuvieran participando en el encuentro menos delegadas mujeres que durante el congreso anterior. Las palabras de las mujeres son recibidas con aprobación y entusiasmo por ese sindicato masculinizado que, ahora, con las mujeres en el escenario y los varones en el público, canta “una sola, la UOM es una sola”.

Luego, más novedades. Se presenta el Instituto de Formación Político Sindical de la UOM, una demanda que había surgido de los propios delegados de base. En ese marco la organización creó el instituto y le encomendó su organización y dirección al ex ministro de trabajo de la nación, Carlos Tomada, y al ex responsable de la cartera educativa de la Provincia de Buenos Aires, Mario Oporto. La orientación de la propuesta es novedosa: desde los delegados de base hasta los dirigentes intermedios y las autoridades nacionales van a formarse en nociones de economía, sociología e historia; en liderazgo y comunicación; y en conocimientos de la organización del trabajo.
Durante el día también se presentó el proyecto para crear el “Polo Multifuncional UOM”, un predio de los trabajadores metalúrgicos que va a incluir un centro educativo, un hotel, un centro de convenciones, espacios deportivos y zonas recreativas. Y al finalizar la tarde, una actividad con representantes del sindicalismo español, brasileño, chileno y uruguayo, que deja en evidencia tanto el crecimiento que la UOM está teniendo a nivel internacional como el apoyo político y técnico que esas organizaciones le están brindando.

La jornada fue intensa. Y tal vez alcanzó su momento de mayor emotividad cuando el secretario general, Abel Furlán anunció:

—Tengo una buena noticia para darles, nos acaban de homologar la paritaria-. Los delegados celebran entonces como un triunfo que el salario de los trabajadores metalúrgicos (exceptuando por ahora a los siderúrgicos) va a aumentar al ritmo de la inflación durante el primer trimestre del año. Celebran que el Estado va a cumplir con el trámite administrativo para el que, a pesar de las amenazas, no tiene herramientas legales para desconocer.

Día 3

El día 3 es el cierre del congreso.

Luego de la aprobación de memoria y balance 2023, el peso de la historia de la UOM vuelve a hacerse presente. El documento final, leído en el escenario por un conjunto de delegados de todo el país, proclama:

—Somos el sindicato industrial más importante de la Argentina. Fuimos protagonistas de los años más maravillosos de nuestra historia y la conquista de derechos. Tenemos una tradición histórica de lucha frente a la injusticia. Estamos convencidos que el movimiento obrero, con la Unión Obrera Metalúrgica, en su lugar de protagonismo histórico, debe generar las condiciones para parir un proyecto político que contenga los intereses de las trabajadoras y los trabajadores.

Abel Furlán pronuncia el discurso de cierre:

—¡Nunca más un obrero votando a un patrón!.

La frase no es una metáfora ni un eufemismo. El grupo Techint, patronal de una parte de los trabajadores metalúrgicos y contraparte en el actual conflicto de la siderurgia, ha ocupado lugares clave en el gobierno, entre otros, en la propia Secretaría de Trabajo, máxima autoridad administrativa en materia laboral.

El cierre queda a cargo del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que también tiene su historia con la UOM, porque fue director por parte del Estado en Ternium-Siderar y participó de distintos congresos de delegados de la UOM. En su intervención, Kicillof celebra:

—Este congreso nos deja buenas noticias. Por un lado, la noticia de que la UOM y el movimiento obrero argentino gozan de buena salud. Se reúnen, discuten, reflexionan y defienden sus intereses, que son los intereses de miles y miles de familias. Y nos deja otra segunda noticia que es importantísima: que el movimiento obrero argentino no discute solamente su salario y sus condiciones de trabajo, sino que quiere ser un actor central en la discusión acerca de qué país queremos.

Posiblemente de eso se trate la búsqueda en la que se involucró la organización. De pararse sobre la memoria histórica de la UOM y proyectarla al futuro. Y de sembrar la pregunta sobre si, al calor de esa historia, se está gestando una nueva UOM.