Crónica

Elecciones en Estados Unidos


Pastillas de coco para enfrentar a Trump

El partido demócrata se encamina a formalizar la candidatura presidencial de Kamala Harris y buscarle un compañero de fórmula, tras la renuncia de Biden. En cuatro días la vicepresidenta recaudó más de 100 millones de dólares para la campaña, empezó a recorrer estados claves y esta mañana lanzó formalmente su candidatura, que deberá ser confirmada en una convención en agosto. Según las encuestas, ahora aumentó el número de votantes indecisos y lo que parecía ser un triunfo cantado de Trump ya no es tan seguro. Desde la oposición atacan a Harris: dicen que es incoherente y comete muchos errores. Jordana Timerman cuenta cómo está el pulso de Estados Unidos después del último plot twist de la política y repasa las dudas y debates abiertos de cara a los cien días finales de una intensa campaña presidencial.

—No sé qué les pasa a ustedes los jóvenes —preguntó Kamala Harris desde su atril en la oficina de la vicepresidencia, frente a la prensa—. ¿Creen que simplemente cayeron de un árbol de coco?  

No sabía que la frase iba a convertirse en meme. Entre risas y gestos ampulosos, agregó una explicación enredada a su pregunta irónica: 

—Ustedes existen en el contexto de todo lo que viven y de todo lo que existió antes que ustedes. 

Tampoco se entendió claramente. Ella seguía riendo. El clip original de este discurso del 2023 fue material de ataque de los enemigos de la vicepresidenta, a quien acusan de ser políticamente incoherente y propensa a errores. Hay quienes bromean con que directamente vive en otra dimensión

Pero en estos días el árbol de coco se convirtió en un activo político, símbolo de autenticidad como cualidad de la repentina candidata del partido demócrata. La frase ganó el peso de la sabiduría confuciana. Las redes se llenaron de emojis de cocos. Un senador demócrata se puso al servicio de su candidatura con una foto trepando una palmera y los conversos se proclaman “coconut-pilled”, en referencia a la pastilla roja de la Matrix que revela las incómodas verdades de la realidad.

El partido demócrata tomó la pastilla de coco ante la dimisión de la candidatura del actual presidente Joe Biden, después de un desgastante mes de presión interna y externa. De repente las mismas cualidades de Harris, que fueron debilidades irremontables en las primarias del 2020, se convirtieron en fortalezas ante el desafío de enfrentar a Donald Trump. Más allá de los ataques por su discurso y su espontaneidad, Harris construyó su imagen a partir de su carrera como fiscal y priorizando una agenda de seguridad y orden. Fue un enfoque mal recibido en 2020, cuando el país estaba en llamas después del caso de George Floyd, asesinado por la policía frente a las cámaras. Pero se dio vuelta la taba en 2024, y ahora enfrenta a un Trump condenado por 34 delitos graves. 

El vapuleado partido demócrata se aferra ahora a la poderosa narrativa de una fiscal enfrentada a un criminal. 

Kamala Harris había construído su relato sobre sí misma apoyándose en su carrera en el sistema judicial, donde dice que enfrentó a “depredadores que abusaron de mujeres, estafadores que engañaron a los consumidores, tramposos que rompieron las reglas en beneficio propio”. Y fue desafiante en redes sociales: “Escúchenme cuando digo que conozco el tipo de persona que es Donald Trump”.

Ahora se desató una ola de ferviente apoyo demócrata a Harris, una candidata que hasta hace poco generaba más bien tibias adhesiones. En la mañana de este jueves lanzó su primer spot de campaña, un video de un minuto dieciocho segundos en X donde lo primero que hace es atacar a su contrincante: “En esta elección enfrentamos una pregunta. ¿En qué tipo de país queremos vivir?: Hay algunas personas que piensan que debería ser un país de caos, de miedo, de odio - dice Kamala sobre imágenes de Trump y J.D. Vance - pero nosotros elegimos algo diferente. Nosotros elegimos la libertad”.

Con el hit Freedom de Beyoncé de fondo, se escucha la voz de candidata que marca su agenda: “Elegimos ser libres de la violencia armada, libres para tomar decisiones sobre nuestro propio cuerpo, de elegir un futuro donde los niños no vivan en la pobreza, donde todos puedan tener cobertura de salud y nadie esté por arriba de la ley”. Y a esta última línea la remata, otra vez, con un flash de imágenes de los diarios anunciando las condenas judiciales de Trump. 

Las primeras encuestas en las horas posteriores a la decisión de Biden mostraban a Harris y Trump parejos. Reuters/Ipsos le da dos puntos de ventaja a la demócrata y NPR/PBS News/Marist College advierte que aumentaron significativamente los indecisos: hace unas semanas eran el dos por ciento y hoy son el nueve por ciento de todos los votantes. Es más marcado aún entre los votantes independientes, 21 por ciento comparado con sólo cuatro por ciento en la última edición. Otras encuestas que ya adelantan también que a Harris le va especialmente bien entre los votantes jóvenes.

Con coronita

El año electoral en curso ha sido excepcional aún dentro de los parámetros únicos de Estados Unidos: Biden dio de baja su campaña a pesar de muchas dudas dentro de su propio partido, después de haber sorteado los meses de primarias estatales. Al tomar la decisión a esta altura, Biden sacrificó sus ambiciones personales en pos del bien nacional: pasó de una derrota casi cantada a la oportunidad de convertirse en un héroe de la patria (por lo menos hasta noviembre) que cede su lugar para fortalecer al partido.

Pero al hacerlo dejó a los demócratas ante una disyuntiva inédita: ungir por decreto presidencial una candidata o improvisar una suerte de “mini primarias” que podrían debilitar al partido ante una ultraderecha fortificada. 

Estados Unidos es el país de la excepción, tanto así que la pelota de su deporte más querido ni siquiera es redonda. En materia política, el país democrático más poderoso del mundo funciona bajo reglas electorales bizantinas, objetables por organizaciones internacionales si fuesen de cualquier otro país. Es posible ganar la presidencia sin tener la mayoría en el voto popular y el sistema está fuertemente sesgado contra las mayorías urbanas y a favor de las minorías rurales. En materia de primarias, cada estado tiene su propio sistema (es famoso el sistema de voto cantado de Iowa) y cronograma (en New Hampshire hay pueblos que votan a medianoche), pero en todas se respetó la tradición jerárquica: se acata al deseo del presidente que busca la reelección.

Por unas horas, todos los ojos se posaron sobre este curioso sistema de primarias, en el cual los votantes eligen delegados que van a la convención con el compromiso de votar a un candidato ya acordado en cada estado. Ante la dimisión de Biden, aproximadamente 4 mil delegados ya designados están legalmente liberados a elegir un nuevo candidato de acuerdo a la creencia personal de cada uno. Así, es técnicamente posible el surgimiento de un candidato sorpresa. Una suerte de reality político en vivo. Si se pudiera dar esta eventualidad sería la primera convención “abierta” desde 1968. En aquel entonces se reemplazó esa modalidad con el sistema de primarias como rechazo democrático a las decisiones de mesa chica, lo que despectivamente describen como “trastienda ahumada” en referencia a los cigarros que fumaban los dirigentes.

Los tiempos y ánimos complican muchísimo cualquier intento de competencia: ya estaba planificada una votación virtual de delegados demócratas antes de la convención, para cumplir con plazos legales de estados que buscan avanzar con la votación temprana por correo. El miércoles la comisión relevante del partido determinó que se avanzará con la votación virtual comenzando el 1 de agosto, evitando cualquier competencia en la convención misma. Si bien todavía es posible que otro candidato se postule (tendría que ser antes del sábado), Harris tiene ya el compromiso de más de 2500 delegados. Después de quedar confirmada, ella tendría que anunciar el candidato a vicepresidente. El partido espera tener todo resuelto para el 7 de agosto. 

Desde que empezó a analizarse la posibilidad de la renuncia de Biden a su candidatura, varios argumentaron que se fortalecería una eventual figura alternativa enfrentando un proceso selección abierta, quizás hasta afrontando la votación en vivo en la convención que se llevará a cabo el 19 de agosto en Chicago. El beneficio sería brindarle información a los votantes: justamente lo que no tuvieron a lo largo de una campaña opaca en la cual Biden y su equipo evitaron mostrar su estado desmejorado. Sería también una oportunidad de legitimar el eventual candidato.

Fue justamente la estrategia de elegir un candidato “sin competencia real” lo que llevó a los demócratas a “ungir a un abanderado que preocupaba profundamente a una gran mayoría de demócratas e independientes”, publicó el diario New York Times en un editorial. “Aunque ya es tarde, todavía hay tiempo para someter a los principales candidatos a un proceso de escrutinio público … para informar la elección de un candidato y generar apoyo público”.

Algunas voces demócratas siguieron empujando en estos días para que exista algún tipo de competencia, aunque sea acotada, justamente para fortalecer a la candidata ante las acusaciones que ya se hacen desde  la trinchera de Trump: que los poderes fácticos del partido actúan de forma antidemocrática, y habiendo apartado al candidato elegido por los votantes en las primarias, ahora eligen a dedo su reemplazo. Entre los trumpistas ya hay interpretaciones conspiranoicas que hablan de un golpe. Y algunos operadores republicanos prometen hacer juicios en defensa de la candidatura de Biden,  aunque ya hubo analistas que desestimaron  un impacto legal real de una jugada así.

Ezra Klein, columnista del New York Times, propone un camino intermedio: permitir que Harris gane la nominación a través de una serie de debates no vinculantes con otros líderes de su espacio, que le brindarían exposición y generarían diálogos sobre cómo encarar el tramo final de la campaña.  

“Harris tendría que tambalear catastróficamente para perder la nominación - dice Klein - Pero sería bueno para los demócratas y los votantes verla ganarla , no sólo que se la entreguen. Le ayudaría a afinar su mensaje antes de la convención. [...] Si ella realmente no está a la altura, necesitan saberlo ahora.” 

Es la perspectiva de algunos de los grandes donantes demócratas, como el multimillonario Mike Bloomberg, quien el lunes planteó que había tiempo para “tomarle el pulso” a los votantes, particularmente en estados clave para la elección.

Pizza con anchoas

Quedó claro en estos días que el partido demócrata no está de ánimo para un proceso de speed-dating político: Ante un Trump fénix, resurgido tras su derrota electoral del 2020 y el intento de asesinato de hace diez días, los líderes del partido demócrata están ansiosos de evitar cualquier fractura que complique un frente unido. Apuestan por coronar la heredera.

La amplia gama de apoyos a Harris incluye a todos los gobernadores demócratas, casi todos los congresistas, líderes partidarios como Bill y Hilary Clinton, celebridades  e importantes donantes, algunos de los cuales habían congelado su financiamiento para ayudar a provocar la renuncia de Biden a su candidatura. También celebridades como George Clooney y Barbara Streisand, y muchos de los sindicatos laborales más importantes del país.

Alexandria Ocasio-Cortez, representante del ala más progresista de los demócratas que complicaron la candidatura de Harris en el 2020, ya dió su apoyo.  También lo hicieron la mayoría de potenciales candidatos que le podrían disputar el lugar.

La vicepresidenta ya tiene el compromiso de suficientes delegados como para asegurar su victoria en la convención. Y goza de una suerte de legitimidad electoral: los votantes en las primarias demócratas apoyaron el binomio que conformaba con Biden , considerándola una posible reemplazante  del Presidente, llegado el caso.

De todas formas, la propia vice dijo que buscaría ganarse la candidatura. En las primeras 24 horas desde el anuncio de Biden se dedicó justamente a eso: comandó su base de operaciones uniformada con buzo deportivo de su universidad – Howard University, una de las prestigiosas universidades históricamente enfocada en alumnos negros. Hizo más de cien llamados en diez horas. Y además encontró tiempo para gestionar almuerzo y cena para sus colaboradores. Cuentan que la pizza vino con su topping favorito: anchoas. Con pausas tácticas para dedicarle al cátering, juntó los apoyos de todos los gobernadores demócratas y líderes partidarios. Luego rezó con su pastor de la iglesia bautista. Recolectó donaciones por 100 millones de dólares en los primeros dos días, una cifra récord para el partido que mostró el músculo de donantes mujeres que la han acompañado durante años. 

Harris cuenta con una dedicada comunidad de apoyo en redes. Se denomina KHive (variante sobre las fans online de Beyoncé que son el BeyHive). Además de los memes de cocos, TikTok está inundado con clips de Harris remixados por artistas como Charli XCX y Chappel Roan.

Ya con la nominación básicamente asegurada, se lanzó a la campaña y . empezó a visitar territorios claves. Este martes estuvo en Wisconsin, sitio de la convención republicana que nominó a Trump la semana pasada. Entró al salón con la misma canción de Beyonce que utilizó en su primer video de campaña y dió un discurso ardiente con alusión al recambio generacional. Harris tiene 59 años, casi 20 menos que Trump. Cerró su presentación con la frase que parece será su latiguillo: 

-¡Cuando peleamos, ganamos!

Cordon sanitaire

Los demócratas que ahora abrazan a Harris buscan la fórmula para vencer a un candidato que dedicó su paso por el poder a debilitar la democracia de su país. Sin desmerecer la excepcionalidad estadounidense, es una situación cada vez más común en un mundo de extremas derechas fortalecidas electoralmente.

Es interesante mirar el caso de la reciente elección legislativa francesa, en la cual partidos de izquierda se aliaron con la centroderecha para establecer un cordón sanitario, una trinchera para bloquear el ascenso del partido de ultraderecha de Marine Le Pen. También es interesante el caso de las últimas elecciones presidenciales en Brasil: Lula  ganó en 2022 con un frente amplio que incluyó viejos rivales de centro derecha, unificados para vencer a la extrema derecha de Jair Bolsonaro. En los dos casos se destacan alianzas políticas que trascienden desacuerdos ideológicos para enfrentar un mal mayor.

Si bien quedó descartada la opción de una competencia electoral por la candidatura, está todavía pendiente la selección de un compañero de fórmula para Harris. Aquí se abre todo un abanico de estrategias políticas, con cierta posibilidad de juego.

En una nota del New York Times justo antes de la dimisión de Biden, el legendario guionista Aaron Sorkin – creador de la serie The West Wing – sugiere un plot twist irresistible: ¿si los demócratas nominasen como candidato presidencial a un republicano moderado? Y sugiere a Mitt Romney, el candidato vencido  en las presidenciales del 2008 por Barak Obama.

También en el plano fantasioso, la revista New Yorker se imagina nombrar al propio Obama como compañero de Harris.  Considera que sería electoralmente exitoso, pero políticamente desastroso. No cita como inspiración el caso de Cristina Fernández de Kirchner en el 2019.

Si se incorpora un compañero de fórmula de otro partido, lo que es una fantasía total en Estados Unidos, sería una estrategia electoral que tiene algunos antecedentes en nuestra región. Fue la opción que eligió Lula en el 2022, con el gobernador de centroderecha Geraldo Alckmin. Y Cristina Fernández de Kirchner con Julio Cobos en el 2007.

No cayó de un árbol de coco

El sistema bipartidista  de Estados Unidos hace casi imposible esta estrategia. No hay una multiplicidad de partidos que permita la creación de un frente amplio. Un cordón sanitario contra Trump, como el de Francia, requeriría apelar directamente a los votantes moderados que respalden la candidata demócrata en pos de la democracia  más allá de la ideología. 

Queda todavía la incógnita de quién la acompañará como candidato a vicepresidente. Es una decisión que generalmente tarda meses, pero como todo en este nuevo panorama se tendrá que comprimir en la próxima semana. En los medios estadounidenses suenan varios posibles. Seguramente se  buscará enfocar en estados cuyo voto es indeciso o determinante y “balancear” el perfil de Harris con uno más tradicional, es decir, un hombre blanco: Roy Cooper, gobernador de Carolina del Norte; Josh Shapiro, gobernador de Pennsylvania; Mark Kelly, senador de Arizona; Tim Waltz, gobernador de Minnesota; J.B. Pritzker, gobernador de Illinois; Andy Beshear, gobernador de Kentucky;  y Gretchen Whitmer, la gobernadora de Michigan y la única mujer entre los nombres que suenan.

Entre las fortalezas ponderadas por los demócratas a la  virtual candidata, una de las principales es su identificación con algunas de las diversidades más significativas de un país que es crisol de culturas. Si ganase, sería la primera presidenta mujer de Estados Unidos. También la primera negra y de familia sudasiática, descendiente de inmigrantes de Jamaica e India. No es madre, pero forma parte de una familia ensamblada con los hijos de su esposo judio, Douglas Emhoff, quienes la llaman “Momala”. También encarna el recambio generacional que muchos reclaman. Efectivamente, Kamala Harris no cayó de un árbol de coco.