Ensayo

Atletas en París 2024


Olímpicos, virales y tiktokeros

Los Juegos Olímpicos de París 2024 nos ilusionaron con otros deportes, más allá del fútbol. Disfrutamos con Simone Biles, descubrimos al “Maligno”, nos reímos con Muffin Man. Las hazañas y el detrás de escena de los jóvenes atletas entran en videos de TikTok. Le siguen el juego al Comité Olímpico y los sponsors para que el megaevento siga vigente. Pero también aprovechan para construir nuevas narrativas sobre formas de vivir el deporte de alto rendimiento.

AI solutions for bridging the future: el slogan pegado en la puerta de vidrio demuestra que está cerrada. De este lado, dos niños de no más de 13 años esperan dando saltitos. Uno tiene puesto un casco de bici. El “Maligno” Torres está regresando a casa: del aeropuerto local irá al Barrio Urca, noroeste de la ciudad de Córdoba, su provincia adoptiva. Fue allá, en el Polo Deportivo Kempes, en la pista pública Maligno Park, donde comenzaron las piruetas que le permitieron ganar una medalla dorada en los Juegos Olímpicos de París 2024. Fue allá, también, donde el bicivolador terminó de ver las competencias de los Juegos, antes de volver a Europa para ser el abanderado de la Argentina en la ceremonia de clausura.

Los Juegos Olímpicos siempre propusieron como único horizonte deseable triunfar y romper récords, obturando cualquier posibilidad de pensar y vivir el deporte por fuera de estas expectativas. Hoy ganar no es el único premio para las trayectorias de lxs atletas. Estos juegos se vuelven, también, postal de las transformaciones y tensiones culturales de su época. 

París 2024 nos deja escenas increíbles: deportistas pedaleando a través del Louvre, el salto de más de 6 metros del sueco Mondo Duplantis (que superó su propio récord), las tres medallas doradas de la gimnasta Simone Biles, la quinta medalla de oro consecutiva para el cubano Mijaíl López en lucha grecorromana, la consagración del francés Léon Marchand como la nueva figura de la natación mundial, la selfie de los equipos de Corea del Sur y Corea del Norte en el podio del tenis de mesa de dobles. Nos deja los tiktoks del Muffin Man y esas performances de lxs tiradorxs con gestualidades a lo GTA o Pulp Fiction. Y la coreo de las nadadoras estadounidenses flotando con un hit de Michael Jackson.

Simone Biles vuelve a volar, el documental de Netflix, nos enseñó que en gimnasia artística se le dice twistie a ese especie de bloqueo que distancia mente/cuerpo y quita toda posibilidad de coordinar un salto al vacío sin estrellarse en la caída. ¿Es París el twistie en la historia de las Olimpíadas, es el quiebre de su identidad? 

Esta generación de atletas de élite hace cuerpo a una nueva narrativa deportiva. Problematiza cuestiones de géneros, de salud mental, racismo, migraciones, geopolítica y corporalidades. Se vuelve viral también porque deconstruye el estrés por los récords, pelea la paridad, intenta frenar cuando no dan más. Más allá de los segundos que dura cada competencia, atrapa ese reality show con sede en la Villa Olímpica donde conviven todas las trayectorias y presentes: Rebeca Andrade –que creció con una madre soltera en una favela de San Pablo e inició su carrera gracias a un programa público– con Le Bron James –el basquetbolista estadounidense que gana 50 millones de dólares al año– y cualquier atleta argentino –que para representar al país recibe una beca de no más de 400 dólares–. 

Los Juegos Olímpicos, su formato, se estaban poniendo viejos. Las nuevas generaciones discuten los mandatos del movimiento olímpico, demuestran que hay otras ambiciones además de ser más rápidxs, llegar más alto o ser más fuertes. Este rejuvenecimiento es, en parte, hijo de Tokio: en aquellos juegos, las denuncias de lxs atletas sobre problemáticas como el género y la salud mental dispararon diálogos con la agenda política y con movimientos que militan en esas áreas. 

París 2024 nos permitió a lxs argentinxs ilusionarnxs también con otros deportes, más allá del fútbol, el básquet, el automovilismo o rugby. El BMX y el skate, por ejemplo, son de las nuevas disciplinas animadoras del olimpismo; se posicionan como un camino de vida para las nuevas generaciones, arenas de postureos en el mundo digital. Su inclusión es parte de la búsqueda del Comité Olímpico Internacional (COI) por exhibir la competencia como un evento juvenil y cautivador. Es más, en abril el COI anunció el lanzamiento de la Agenda Olímpica en Inteligencia Artificial (IA) y oficializó la creación de los primeros Juegos Olímpicos esports en Arabia Saudita que serán el año próximo,. Pero volvamos a París. 

—Quiero hacer un tik tok con el audio "imagina lo que haríamos si no ganamos" —le dice Suni Lee a Simone Biles, segundos antes de subir al podio que las coronaba en París 2024 y mientras coordinaban cómo posar para el video en el que muerden las medallas. Ambas ya tenían pensado qué contenidos generar para redes sociales, según sus resultados. 

En París 2024, las disciplinas urbanas ganaron protagonismo. Sus estéticas llevaron el deporte a la calle. Su arquitectura estuvo al servicio de las competencias para que el deporte esté donde está la gente y sus pantallas. Por eso, la Plaza de la Concordia, la Torre Eiffel y el Gran Palacio fueron sedes. Los Juegos de París culminan el ensayo por organizar el deporte olímpico de manera contemporánea y exhibir las competencias desde narrativas juveniles y festivas. El COI genera imágenes que entran en reels que atraen sponsors. Lxs atletas, navitxs digitales, son funcionales a este juego. Y lo aprovechan para exigir otras maneras de vivir el alto rendimiento.

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—Tengo asma, alergias, dislexia, TDA, ansiedad y depresión. Pero te diré que lo que tienes no define lo que puedes llegar a ser. ¡¿Por qué no tú!?

Las declaraciones del velocista Noah Lyles tras ganar la medalla de los 100 metros planos en París cobraron otra dimensión por el sufrimiento psíquico que arrastró en Tokio 2020+1. Es referencia junto con Simone Biles de las “lesiones mentales” que puede generar subirse a estas competencias. Según un estudio del COI, el 35% de lxs atletas de élite experimentan ansiedad o depresión. 

Cuando inició Tokio 2020+1, el COI modificó el histórico lema del movimiento olímpico. Al “Más rápido, más alto, más fuerte” se le agregó la palabra “Juntos”, para mostrar preocupación en un contexto de aislamiento social. En plena pandemia, suspender el evento significaba perder 35.600 millones de euros. Este panorama cataclísmico no evitó que el COI pusiera en peligro la salud de lxs atletas y afectara las trayectorias, las dinámicas y los modos de transitar por el deporte olímpico. La interrupción de las preparaciones para Tokio a causa de las políticas sanitarias dejó sobre el relieve la ausencia de políticas para el deporte olímpico. 

En ese entonces, la nadadora argentina Delfina Pignatello prometía ser “una de las atletas con mayor proyección deportiva y uno de los fenómenos más inspiradores de las generaciones futuras” según el Comité Olímpico Argentino (COA). Tres años después, su carrera finalizó por la falta de acompañamiento institucional para afrontar los ataques recibidos por las redes sociales. Tuvo que alejarse de las piletas por la presión de haters en sus redes sociales tras la participación en Tokio 2020+1. 

¿Cuántas otras carreras atléticas de bandera local pierde Argentina por falta de políticas? ¿Qué carreras deportivas se profesionalizan? ¿Sucede lo mismo en deportes individuales que colectivos? ¿Quienes llegan a instancias profesionales asociadas al éxito son quienes logran adaptarse creativamente a los vaivenes propios del sistema deportivo nacional? 

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—Necesitamos que el gobierno apueste en predios para hacer rampas. La única oficialmente apta para competir es de Córdoba —declaró José “Maligno” Torres después de lograr el oro en París. Al volver a la Argentina, el deportista boliviano/cordobés fue recibido en Casa Rosada, pero en su conversación con el presidente omitió hablar del tema. 

El gobierno de Javier Milei cerró el Ministerio de Turismo y Deportes y desmanteló los Juegos Nacionales Evita, que durante décadas fueron garantía de inclusión social a través del deporte. 

El historial olímpico argentino incluye la memoria de Brian Toledo, el lanzador de jabalina argentino. Desarrolló su carrera gracias a una beca del Ente Nacional de Desarrollo Deportivo (ENARD), que le permitía entrenar en el CenARD y le cubría los viajes. Su mamá recibía el Programa Argentina Trabaja. En los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur 2010 ganó la medalla de oro, y en Río 2016 llegó a ser finalista. En febrero de 2020, se mató: manejaba por Marcos Paz, su localidad natal, y su moto voló. El camino tenía una loma de burro que no estaba señalizada.

Brasil y Cuba son los países con más medallas olímpicas de América Latina. Cómo operan las diferencias contextuales, culturales y operativas entre los diferentes sistemas de desarrollo de talentos influyen en la formación atlética “normal” que conduce al deporte de élite dentro de una cultura nacional específica. En 2024, el gobierno de Lula de Silva creó el programa Bolsa Atleta, una ayuda estatal que reciben el 80% de lxs integrantes de la delegación brasileña. Ahí está la gran Rebeca Andrade, ganadora de la medalla dorada en gimnasia de suelo. En París, el luchador grecorromano cubano Mijaíl López alcanzó un hito global sin precedentes: ganó cinco veces seguidas la medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Supo dedicar su triunfo a Fidel Castro y su revolución. 

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Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 fueron conocidos como “los Juegos de la mujer”: la participación femenina llegó al 46%. En Tokio 2020+1, al 49,5%. París 2024 pasará a la historia como “los Juegos de la Paridad”. Es que el COI lleva décadas activando medidas para concretar la paridad de género en el deporte olímpico. ¿Esto pone fin a la brecha de género en el alto rendimiento deportivo? ¿Las desigualdades terminan con la equidad en número de participantes (5.250 mujeres y 5.250 varones) lograda en esta edición? ¿Mejora la situación de las mujeres? ¿Qué lugar tienen las diversidades en el olimpismo hoy? ¿Persisten las normas binarias? A los pies del Sena, ellas lograron cupo entre lxs participantes, pero siguen siendo las menos en la organización y el liderazgo del deporte profesional, liderando entrenamientos o asumiendo un rol entre los equipos directivos que controlan y regulan el deporte. 

“Crowd Pleaser”: con ese título la gimnasta Jordan Chiles salió en la tapa de Teen Vogue, en julio pasado. Semanas después de esa sesión, el gesto que protagonizó junto con Simone Biles (haciendo una reverencia a la ganadora del oro) es viral. Las pibas de los Juegos se reconocen pares, interlocutoras; se inspiran, se animan, apoyan, abrazan y elevan a otras. Pero todavía falta:

—Les pido perdón. No se me dio a mí. Fue mi culpa. Fui yo.

Belén Casetta participó en la prueba de 3.000 con obstáculos, y no llegó a clasificar para la final. Son sus terceros Juegos. La corredora marplatense, medalla dorada en los Panamericanos de Santiago de Chile y Olimpia de oro en 2023, viene compartiendo en sus redes su exigente y dedicado entrenamiento para volver a competir en el alto rendimiento después de haber sido madre de Lina. 

—Le pido disculpas a la gente, la ilusión era muy grande.

En una entrevista en TyC Sports, luego de la derrota con Países Bajos en semifinales, la jugadora de hockey Agustina Gorzelany se quebró en llanto. Las Leonas están en lo más alto desde los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. 

Los Juegos Olímpicos son un evento creado por hombres y para hombres, los únicos legítimos de reproducir las hazañas épicas de la Grecia Antigua que inspiraron a Coubertin a resurgir este evento. Más allá de los gestos del COI a las problemáticas de género, el olimpismo es un espacio varonil que abraza el dolor, el sobreponerse a la adversidad y el sufrimiento físico y emocional. Quien no pueda lograr esto, no está dentro de la deseabilidad de los Juegos, que siempre excluyeron y persiguieron a quienes no se ajustaron a la racionalidad y los valores hegemónicos, cisgénero y heterosexuales. El llanto de Casetta y las declaraciones de Gorzelany esconden el histórico padecimiento hacia dentro. 

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Las transformaciones impulsadas por el COI y los Juegos Olímpicos de París 2024 nos trae la pregunta sobre qué es el deporte y qué no lo es, o quiénes son lxs mejores en una disciplina atlética. ¿Cómo se pueden calificar o puntuar disciplinas que ni siquiera eran consideradas como deportes y que nacieron como respuestas contestatarias al modelo de vida hegemónico de posguerra? En la década del sesenta, por ejemplo, en Estados Unidos el skate representaba una amenaza social por la forma y una práctica invasiva de los espacios públicos. Hoy esta situación cambió. La equidad numérica entre lxs atletas, las nuevas disciplinas como BMX y el break dance, o las competencias en las calles son una realidad del deporte olímpico.

Sin embargo, todos estos cambios se hacen con el objetivo de dinamizar los negocios del movimiento olímpico. ¿Pueden los megaeventos modernos reunir a la sociedad en una experiencia en común, juntos? ¿Tienen la potencia de crear nuevos imaginarios? En 1984 comenzó una nueva era del olimpismo con la creación del sistema TOP (The Olympic Partner), que abrió la puerta para que las corporaciones se convirtieran en actores con poder y decisión hacia dentro del olimpismo. Este acuerdo se edificó con la intención de potenciar los negocios del COI y sus socios, y todavía está vigente.