Foto de portada: gentileza Diario la Verdad de Junín
Fotos interior: Gentileza Diario democracia y La Verdad de Junín
Camila Borda, la niña de 11 años asesinada y abusada sexualmente en Junín, estuvo desaparecida por unas horas. Enseguida se activaron las estrategias de búsqueda: el pedido circuló en las redes sociales, los whatsapp, los grupos de vecinos y la gente en la calle. Todos la buscaron.
La red de mujeres y la organización de los vecinos formaron parte de la búsqueda. Se desplegaron las lógicas propias de la organización popular y territorial, el cuidado de la familia y la información que debe circular, la ayuda económica para los traslados, fotocopias, etc. y la contención fundamental a los seres más cercanos a través de la escucha y el acompañamiento de sol a sol. Todo sin respiro y con el fin de encontrar a la niña viva.
La línea difusa entre los familiares y los vecinos es parte de esa nueva organización en torno a las búsquedas. En el acompañamiento cuesta diferenciar quién es pariente y quién amigo o vecino. Nadie puede quedarse en su casa. Alguien va a sacar fotocopias de una hoja que contiene la foto. Otras vecinas van de casa en casa preguntando. No importa el calor ni el cansancio. Mover cielo y tierra, todo vale, sin desatender a los más chicos mientras se está atenta a los mensajes de texto y de voz, esperando las novedades. Cada vez que suena un teléfono vuelve la esperanza. Alguien compra cartulinas que más tarde llevarán una consigna y que se van a sostener fijo frente a una cámara. Nunca faltan las cadenas de oraciones, porque el rezo también forma parte de la estrategia colectiva. En ese momento todos se convierten en familia.
Cuando una niña, adolescente o mujer desaparece, los medios de comunicación y las redes sociales tienen una responsabilidad importante en las búsquedas. La noticia posteada en Facebook, circulando por grupos de whatsapp y/o cubierta por un canal de televisión produce masividad y velocidad y colaboran a que más personas se involucren.
La difusión de nombre, teléfonos de contacto y fotos sensibiliza. Y la estrategia colectiva, facilitada por las redes sociales también evidencia que, aunque se brinde espacio en los medios de comunicación masivos, muchas veces terminan siendo más efectivas las estrategias colectivas y territoriales.
Aparecer en un medio de comunicación nacional es fundamental, no sólo por la multiplicación del pedido de “aparición con vida” sino porque genera la sensación de que el reclamo está siendo oído. Pero, por lo general, la noticia llega tarde, aparece cuando la persona buscada ya es víctima, cuando se convierte en grito de justicia por parte de la familia y cuando se vuelve debate-show en torno a la edad, la vestimenta, las relaciones sexo-afectivas de las mujeres, adolescentes y niñas víctimas.
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El hallazgo del cuerpo de Camila una casa quinta en el barrio Ricardo Rojas provocó tristeza y bronca colectiva. El operativo de detención del único imputado en el crimen terminó en pueblada: familia, vecinos y cercanos esperaron en la puerta e intentaron impedir la salida con empujones, gritos y piedras. La policía reprimió con balas de goma y gases lacrimógenos, los manifestantes incendiaron patrulleros.
En la marcha de pedido de justicia organizada el lunes las voces cantaban a coro: “este no es un Junín violento, es un Junín cansado, nos están matando”. Era el pueblo organizado harto de los femicidios y de la inexistencia de políticas públicas que prevengan las violencias contra las mujeres y que también contengan y acompañen a los familiares en los momentos inciertos de las búsquedas.
Parecería que hablamos de “sutilezas” pero es indispensable una política de acompañamiento cuidada, ordenada y efectiva en los procedimientos de búsqueda. Por ahora, de ese acompañamiento y contención se ocupan las organizaciones de mujeres y feministas y las mujeres en red.
Entrelazadas
La Consejería integral de la Dirección de Género y Diversidad Sexual de la Universidad Nacional de San Martín viene llevando adelante búsquedas en el territorio junto a las familias, organizaciones de mujeres, políticas y sociales. Cuando buscamos a una mujer ansiamos un final feliz: “Apareció Jésica. Agradecemos a quienes colaboraron para poder encontrarla. Jesica ya se encuentra junto a su familia”.
En uno de los primeros casos que acompañamos desde Entrelazadas (la línea de acción dentro de la Consejería) la iniciativa fue del novio de la joven desaparecida, el último que la había visto. Fue un momento de mucha tensión porque todos los reflectores apuntaban hacia él. La familia creyó en su palabra y nosotras hicimos ese acompañamiento: la joven apareció. Final feliz.
En esta práctica colectiva dejamos de pensar a la búsqueda de una mujer/niña como una cuestión particular de una familia. Se abrieron nuevos caminos de organización y aparecieron nuevos actores para el armado de la red. El dispositivo se construyó en la diversidad y con el aporte fundamental de las compañeras que participaron del voluntariado es fundamental.
En otro caso hicimos una búsqueda junto a una organización política de San Martín: las militantes se encargaban de volantear y estar junto a la familia. Nosotras tuvimos largas charlas por teléfono conteniendo a las jóvenes en los momentos donde se volvía muy agobiante la incertidumbre.
Hemos acompañado un total de diez búsquedas. De cada una aprendimos y mejoramos los procedimientos. La construcción se hizo red con el involucramiento de la comunidad educativa, los espacios de intervención del municipio, los medios de comunicación locales, las organizaciones políticas, los amigos y los vecinos.
La agencia social está en marcha, nada de pasividad. Le exigimos al Estado pero caminamos las calles e intervenimos el espacio público con una acción concreta. Las mujeres en red son las que vienen asegurando el cuidado, la contención y las respuestas inmediatas frente a los hechos de violencia, desapariciones y femicidios. La Universidad es un actor dentro de esa organización popular. Porque la única manera de hacerle frente al flagelo del sexismo y sus diversas manifestaciones en violencias contra las mujeres y otros géneros es la memoria feminista y la organización.