Ensayo

Elecciones de medio término


Un voto para controlar al presidente

En América Latina, son cuatro los países que celebran elecciones intermedias: México, El Salvador, Venezuela y Argentina. Las elecciones de medio término son vistas como una forma de control al presidente, aunque también le permiten al oficialismo ampliar su bancada y sellar su coalición de gobierno al distribuir cargos en las listas. En Argentina, desde la última transición a la democracia, solo el FpV en 2005 y Cambiemos ahora consiguieron incrementar el apoyo electoral respecto de la elección previa. Un análisis comparativo elaborado por María Laura Tagina.

De acuerdo al escrutinio provisorio de las PASO, Cambiemos obtuvo en todo el país un 36% de los votos, superando el apoyo conseguido en primera vuelta en las elecciones presidenciales de 2015. Esta sería una excepción a la regla: el partido de gobierno (o coalición) suele perder apoyo en las elecciones de medio término con respecto a los comicios presidenciales. ¿Con qué frecuencia los oficialismos lograron resultados semejantes en América Latina y Estados Unidos, y qué tuvieron en común esas elecciones?

En América Latina, son cuatro los países que celebran elecciones intermedias: México, El Salvador, Venezuela y Argentina. El modelo fue tomado de Estados Unidos, donde los Representantes (Diputados) tienen un mandato de dos años, contra cuatro del Presidente. Argentina, no obstante, es el único país que combina las elecciones de medio término con la renovación parcial de sus cámaras legislativas. Aquí, lo Diputados duran cuatro años en su cargo, igual que el Presidente (desde la reforma constitucional de 1994), pero la Cámara se renueva por mitades cada dos años.

En México, los Diputados se eligen cada tres años, y se renueva la Cámara completa cada vez. Por eso, cada sexenio los mexicanos eligen Presidente y Diputados Federales simultáneamente, y hay una elección intermedia que coincide con la mitad del mandato presidencial.

En El Salvador, el Poder Legislativo, que es unicameral, también se renueva en forma completa cada tres años, pero el mandato presidencial es de cinco. Por eso ambos comicios coinciden solo cada 15 años y puede haber una o dos elecciones intermedias durante el mandato del mismo presidente.

En Venezuela, el legislativo pasó a ser unicameral a partir de la reforma constitucional impulsada por el entonces presidente Hugo Chávez, en 1999. Desde entonces, la Asamblea Nacional se renueva en forma completa cada cinco años. Como el mandato presidencial es de seis, no hay elecciones concurrentes, excepto las primeras post reforma, celebradas en 2000.

¿Para qué sirven las elecciones de medio término?

 

Los “Padres Fundadores” de Estados Unidos pensaban que las elecciones bianuales eran una forma de protección de la libertad, ante el riesgo de un gobierno tiránico. De este modo garantizaban que los legisladores se debieran solo al pueblo norteamericano, y permanecieran bajo su control. Sin embargo, antes que en la tiranía del Poder Ejecutivo, pensaban en la del propio Legislativo. En América Latina en cambio, el poder presidencial es mayor, y las elecciones intermedias son vistas como una forma de control al Presidente. A la vez, son una oportunidad para ampliar la bancada oficialista en el legislativo, y profundizar el apoyo a las políticas del gobierno, sobre todo cuando se trata de un gobierno nuevo. También, sirven para sellar la coalición de gobierno, por medio de la distribución de cargos en las listas de legisladores.

Una forma de poner en contexto los resultados de las últimas primarias celebradas en Argentina (que por ser abiertas, simultáneas y obligatorias para los partidos y para los votantes) resultan un buen anticipo de las elecciones generales, es analizar los resultados de todas las elecciones de medio término celebradas en la región desde las transiciones a la democracia hasta la actualidad, y en Estados Unidos desde comienzos de los años ‘80. En el caso de Venezuela, que adoptó este sistema recientemente, no se consideran los comicios de 2005, porque la oposición se autoexcluyó de esa competencia por falta de garantías. En México, recién en 2000 se produjo una alternancia del partido de gobierno, después de 70 años continuados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder.

La idea fue indagar la suerte de los oficialismos en dichos comicios, en comparación con las elecciones previas, en las que se votó para presidente. ¿Pero qué datos tomar como referencia? ¿El desempeño electoral del Presidente o el de la bancada oficialista? Recordemos que en Venezuela, las elecciones no son concurrentes, y en El Salvador lo son cada 15 años. En ambos países entonces, solo podemos considerar los votos obtenidos por el Presidente, y compararlos con los obtenidos por la bancada oficialista en las elecciones intermedias.

Los otros tres países, ofrecen ambas posibilidades, si bien hay algunas diferencias entre ellos. En Argentina, los gobernadores tuvieron la facultad de decidir si convocaban la elección de Diputados Nacionales el mismo día que se elige el Presidente, o en algún momento distinto durante ese mismo año. Esta decisión no era menor por los efectos que acarrea (hay mucho escrito al respecto para el lector interesado). Sin embargo, sólo en 1999 y en 2003 las elecciones presidenciales no fueron completamente concurrentes con las de Diputados Nacionales. Desde 2015, el Código Electoral estipula que la convocatoria a elección de cargos nacionales sea hecha por el Poder Ejecutivo nacional, y que las elecciones se realicen el cuarto domingo de octubre inmediatamente anterior a la finalización de los mandatos.

En México en cambio, las elecciones de Presidente y Diputados Federales son convocadas por el Instituto Nacional Electoral (INE), y son concurrentes y simultáneas, es decir, se vota el mismo día para ambos cargos y en todos los Estados de la federación. Lo mismo sucede en, Estados Unidos, donde la fecha de las elecciones para Presidente y miembros de la Cámara de Representantes, está fijada por ley para el primer martes posterior al 1 de noviembre. En estos tres países decidimos comparar el porcentaje de votos que obtuvo el partido o coalición oficialista en la elección de Diputados celebrada al mismo tiempo que la de Presidente, con el apoyo el obtenido por el mismo partido o coalición en las elecciones de medio término.

¿Qué dicen los resultados?

En Argentina, desde la última transición a la democracia, solo en 2005 el partido en el gobierno consiguió incrementar el apoyo electoral respecto de la elección previa. En el resto de las elecciones intermedias, el oficialismo siempre perdió votos. Las pérdidas oscilaron entre un mínimo de 2% y un máximo de 29%, en las elecciones de 1993 y 2013 respectivamente. En 2005, en cambio, el incremento fue de un 7,7% de los votos con respecto a las elecciones de 2003, en las que Néstor Kirchner fue electo presidente (Ver Gráfico 1).

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¿Cuál es la situación en el resto de los países? La tendencia es unívoca; en solo dos de las 22 elecciones de medio término analizadas, el oficialismo consiguió incrementar el apoyo electoral. Son los casos de Estados Unidos en 2002, bajo el gobierno de George Bush (h) y El Salvador en 1985, gobernada por José Napoleón Duarte (Ver Gráfico 2).

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Diferencia porcentual de votos obtenida por la fuerza política en el gobierno en las elecciones de medio término respecto de la elección previa.

Ahora bien, ¿qué tienen en común estas tres elecciones intermedias en Argentina, El Salvador y Estados Unidos, en las que el oficialismo se superó a sí mismo? En una primera exploración de los datos encontramos dos elementos. El primero es que se trata de las elecciones legislativas inmediatamente posteriores a un cambio de gobierno, sea por tratarse de una alternancia de partidos en el poder o por ser elecciones fundacionales. Néstor Kirchner fue electo en 2003 por el Frente para la Victoria luego de la presidencia fallida del aliancista Fernando De La Rúa (si bien su antecesor inmediato fue Eduardo Duhalde, elegido por la Asamblea Legislativa). En cuanto a George Bush (h.), candidato por el partido Republicano en 2000, sucedió en el poder al demócrata Bill Clinton. Finalmente José Napoleón Duarte, fue el presidente de la transición a la democracia. Elegido en 1984, sucedió en el poder a un presidente interino elegido por dos años, por la Asamblea Constituyente salida de las elecciones del 28 de marzo de 1982, quien a la vez sustituyó en el poder a la Junta Revolucionaria de Gobierno.

El segundo elemento en común que encontramos, nuevamente referido a las elecciones presidenciales previas, es que fueron decididas por un escaso margen de votos. Kirchner llegó al poder luego de un balotaje frustrado, y una primera vuelta en la que obtuvo escasos 2,2 puntos porcentuales por debajo del su primer competidor, Carlos Menem. George Bush (h), fue presidente habiendo obtenido un 0,51% de votos populares menos que su competidor demócrata Al Gore, en unas reñidas elecciones que tuvieron su foco de controversia en el Estado de Florida, y apenas un 1% más de los votos en el Colegio Electoral. En El Salvador, las elecciones presidenciales previas fueron fundacionales, y debieron ser definidas en un balotaje. Allí el candidato de la Democracia Cristiana se impuso a su competidor de ARENA por el 7,2% de los votos, un margen algo más generoso que el de las otras dos elecciones, pero el menor de entre las consideradas en el mismo país cuando hubo cambio de gobierno.

¿Hubo otros cambios de gobierno, o elecciones fundacionales, con elecciones igualmente competidas en ese periodo, en los que el oficialismo haya perdido votos? Buscamos los datos y la respuesta es que no. Durante el período que analizamos, se dieron 10 alternancias del partido (coalición) en el poder y dos elecciones fundacionales, post gobiernos militares (Ver Tabla 1). Solo cuando la diferencia entre el primero y el segundo fue estrecha, comparando con las demás elecciones con cambio de gobierno celebradas en el mismo país, el partido en el gobierno logró incrementar su apoyo electoral en las elecciones de medio término posteriores.

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Por lo tanto, y hasta el momento, una mejora en el desempeño electoral de los oficialismos en las elecciones de medio término aparece vinculada a la presencia de dos características/condiciones simultáneas de las elecciones previas: que se haya producido una alternancia del partido en el gobierno, o se haya tratado de una elección fundacional, y que esas elecciones se hayan definido por un margen estrecho de votos, teniendo como parámetro elecciones similares del mismo país.

Por supuesto que el resultado de unas elecciones depende de varios factores, en particular de la evaluación que hagan los votantes de la oferta electoral y del desempeño del gobierno. No quisimos responder aquí por qué mejoraron o no su desempeño los oficialismos en las elecciones intermedias. Pero hemos identificado dos elementos que parecen estar asociados a este hecho poco frecuente, y que volvería a producirse en las próximas elecciones de octubre. En efecto, en 2015, se produjo un cambio del partido en el gobierno, por el cual Cambiemos desplazó al Frente para la Victoria, y esas elecciones fueron definidas en un balotaje por una diferencia de apenas 2,7 puntos porcentuales.

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Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias de lo observado, sobre a las funciones de las elecciones de medio término en América Latina? La merma generalizada de votos por el partido o coalición en el gobierno que hemos constatado en las elecciones intermedias de la región indica que, en general, éstos han visto frustrada la posibilidad de que ampliar el tamaño de la bancada oficialista en el Legislativo. Antes bien, perdieron apoyo electoral, y con ello bancas. En el caso de Argentina, el hecho de que solo se renueven cada vez la mitad de los escaños de los Diputados, contribuyó a amortiguar el impacto de este resultado, dotando de cierta inercia a la composición del Legislativo. Esto no quita que las elecciones hayan servido de todos modos, para sellar una coalición de gobierno, por medio de la distribución de cargos en las listas de legisladores. En cambio, el objetivo que mejor parece haberse cumplido, es el de controlar al Presidente. Cuando los votantes eligen distribuir su apoyo entre otras fuerzas políticas, evitan una mayor concentración de poder en la figura presidencial, que de por sí, ya es muy fuerte en América Latina.

Todo indica que las elecciones de octubre serán una nueva excepción que confirme la regla.

Fuentes consultadas:

-Elecciones y cambio de élites en América Latina, 2014 y 2015. Manuel Alcántara Sáez y María Laura Tagina (Eds.). 2016. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.

-Procesos Políticos y Electorales en América Latina (2010-2013). Manuel Alcántara Sáez y María Laura Tagina (Eds.) 2013. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.

-Elecciones y Política en América Latina (2009-2011). Manuel Alcántara Sáez y María Laura Tagina (Coords.) 2013. México: Instituto Federal Electoral y Miguel Ángel Porrúa Ediciones.

- Política y Elecciones en América Latina. Manuel Alcántara Sáez y Fátima García Diez (Eds.) 2008. México: Porrúa Editores.

-Political Database of the Americas – Georgetown University

-Legislatina, Instituto de Ibearoamerica, Universidad de Salamanca

- Dave Leip´s Atlas of US Presidential Elections

- Blog de Andy Tow

 

Los datos fueron recopilados con la ayuda de Mariano Beliera, Facundo Pajón y Josué Colombo.