Ensayo

Una reseña de la trilogía El público, Le public y The audience


Miro, luego existo

Un grupo de personas va al teatro. Cuando salgan, los seguiremos durante 24 horas y seremos testigos de cómo la obra afecta sus vidas. La trilogía de Mariano Pensotti indaga el modo en que la ficción trastoca la realidad. Enhebra historias, miradas y relatos para preguntarnos sobre los límites entre vida y narración.

“El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve”. 

En 1912 Antonio Machado sintetiza en tres versos un problema que nos ocupa desde siempre: el de la mirada. De esa obsesión está hecha la trilogía de películas que filmó Mariano Pensotti junto a Grupo Marea entre 2019 y 2021 en Buenos Aires, Bruselas y Atenas: El público, Le public y The audience. 

¿Qué vemos cuando vemos estas películas? En las tres una misma estructura: el inicio en una sala de teatro. La imagen no muestra el escenario sino las butacas vacías. Vemos cómo esos asientos van llenándose de un público anónimo, las luces bajan y comienza “la obra”. Una elipsis: nosotros, el público de El público, Le public y The audience, nunca veremos esa pieza teatral. Siguiente escena: el público se retira de la sala. Luego de este inicio, en las tres películas veremos el día siguiente de esos personajes que de anónimos pasarán a singulares. Conoceremos algo de sus vidas, una pincelada, pequeños conflictos, algunos sencillos, otros épicos, en los que de alguna manera la obra vista la noche anterior encontrará su arena y dejará su huella a partir de la frase “Ayer vi una obra de teatro”. Los personajes narran la obra que vieron y la hacen jugar con sus vidas y las vidas de los personajes que los rodean. Al mismo tiempo las tres obras narradas juegan con la historia de esas ciudades: todas son ficciones basadas en hechos reales situados en el mismo escenario. Los personajes no solo narran la obra, sino que se apropian de un relato, le dan sentido, construyen una historia colectiva.

A partir de este esquema fascinante (no se olviden de que vemos las tres partes de “El público” sentados en una butaca de cine, nosotros también somos el público, vamos a contarle estas películas a todo el mundo mañana y en esta sala late una pregunta: ¿nosotros también somos parte del experimento?) Pensotti plantea varias preguntas: ¿Cuáles son los límites del teatro? ¿Hasta dónde puede llegar su huella? ¿Desde dónde se mira una obra? ¿Qué significa mirar? ¿Es pasivo el lugar de un espectador? ¿Qué relación hay entre realidad y ficción? ¿Cuál es el límite entre vida y narración?

A la denuncia de la caverna platónica y a los detractores de las plataformas atomizadas de streaming subyace un mismo presupuesto: que mirar no significa conocer, que aquel que ve no sabe ver. En “El espectador emancipado”, el filósofo Jacques Rancière opone a esas ideas otra hipótesis: que el lugar de quien ve no es un lugar de debilidad y que la emancipación del espectador se da por su singularidad a la hora de ver, comprender y hacer con aquello que vio. 

Pensotti (como Machado en su proverbio y Rancière en su libro) incinera la duda sobre el lugar pasivo de los que ven y nos muestra 28 historias cortas en las que quienes vieron no solo vieron atomizados, algo más ocurrió. Lo que más me emociona es que lo que no veo sin embargo existe, escribe Clarice Lispector en Agua Viva: la elipsis entre ficción y vida, lo que no advertimos y sin embargo ocurre. Lo que los espectadores vieron irrumpió imprevistamente en sus vidas cotidianas: la ficción trastocó la realidad. 

Aquí no solo podemos pensar en cómo el teatro (aunque podríamos decir cualquier ficción) encuentra los intersticios a través de los que colarse en la vida (o cómo los límites entre ficción y realidad nunca están del todo claros) sino también en los modos de ver una ficción. 

Mientras miramos a los que miran es tentador hacer dialogar a Mariano Pensotti con John Berger. Si para él mirar es un acto político, que tiene su propio tiempo y que el modo de ver se altera por la experiencia de quien observa y por el contexto social en el que se inscribe una imagen, lo que pone sobre la mesa el tríptico de Pensotti es que ningún personaje narra del mismo modo aquello que vio la noche anterior y lo que recibimos es un collage. Componemos la obra que no vimos a partir de una multiplicidad de relatos, interpretaciones y relaciones que se inscriben en múltiples realidades: abandonamos “nadie se baña dos veces en el mismo río” para afirmar: nadie se baña en el mismo río que el compañero de la butaca de al lado.   

Si como dice Berger, lo que define a una época es su modo de mirar, podríamos decir que aquí lo mismo pasa con las ciudades. Las películas de Pensotti narran las ciudades en las que son filmadas a través del tránsito, del modo en el que los personajes se mueven por el espacio (y que en el caso de Buenos Aires se vuelve mucho más tangible para un ojo aporteñado): desde la punta del obelisco en la que un padre y su hijo ensayan giros acrobáticos, hasta un local en una galería del centro en la que un grupo de jóvenes disfrazados en medio de un juego de rol medieval deciden rescatar, en un pequeño tiempo de valientes, a un mantero senegalés al que la policía quiere detener; desde una estatua frente al congreso en la que un fotógrafo intenta reproducir imágenes de la represión del 2001, hasta el set de una película en el que la directora trama una venganza por el secuestro y la desaparición de su madre en dictadura; desde los pasillos de la 31 en los que dos pibes se besan y prometen una cita futura, hasta el mismo escenario que no vimos al inicio, pero que sí nos dejarán ver el final, en el que dos empleadas del teatro limpian los restos de cotillón y conversan de esa obra que ven todas las noches desde el costado de las tablas. 

El público, Le públic y The audience podrían describirse como una serie de cortos, independientes entre sí, unidos únicamente por la contingencia del inicio, sin embargo la cohesión que consigue Pensotti es perfecta. La trilogía se vuelve una especie de mamushka rizomática, sin jerarquías, hecha de historias, miradas y relatos. Una película que cuenta al público, un público que cuenta una obra, una obra que cuenta una parte de la historia de una ciudad, y unos relatos que se anclan sin advertirlo en esa sociedad, en esos conflictos, en esas penas, en esas historias, en esas ciudades. Lo que la trilogía pone de manifiesto es que las sociedades, los conflictos, las penas, las historias, las ciudades, no se encuentran con esos relatos, sino que son creadas y performadas por ellos.

La trilogía de Mariano Pensotti se podrá ver en MALBA CINE (Avda. Figueroa Alcorta 3415) durante junio y julio:

“The Audience” (Atenas), viernes 3 de junio, 22hs.

“Le Public” (Bruselas) viernes 17 de junio, 22hs.

“El Publico” (Buenos Aires) viernes 1 de julio, 22hs.