“Mandriles abstenerse”. Así comienzan por estos días varios de los posteos de Javier Milei donde celebra lo que es, en sus parámetros, el mejor mes desde que asumió: descenso de la inflación (la mayoría de las consultoras privadas anticipan que estará por debajo del 3% en septiembre), caída del riesgo país por debajo de los 1000 puntos básicos por primera vez desde agosto del 2019, el Banco Central realizó, ayudado por el blanqueo, la mayor compra de dólares para octubre en 21 años y la reducción de la brecha cambiaria a niveles muy bajos que rozan el 10%. Siguiendo la metáfora del Presidente, ¿quiénes son los que tienen el culo roto y tienen que abstenerse de contarnos sus padeceres para no empañar tanta algarabía? Veamos.
Matías Capoblanco es uno de los 200 mil recicladores urbanos mandriles registrados (hay muchos más, estos son sólo los que están censados). Tiene 33 años y trabaja en la cooperativa de reciclado Construyendo desde Abajo. Me cuenta que “por la caída del consumo hay menos basura”, lo que se traduce en que los cartoneros tengan que arrastrar los carros por más cuadras y más horas para intentar conseguir más material para vender. Además, dice, por la crisis económica, “hay más cartoneros y se da una competencia de sálvese quien pueda, de pobres contra pobres peleándose por una botella de plástico, de vidrio o una caja de cartón". Los mandriles son así, no quieren ver que el riesgo país sigue bajando. A la menor cantidad de residuos (hay un 8% menos interanual en julio según la consulta PxQ) y al aumento en la demanda (más cartoneros) se suma que las importaciones de cartón y papel (principalmente de Brasil) aumentaron un 248%, lo que produjo un descenso del precio del kilo de cartón de $300 a principios de año a $150.
Otros que son tremendos mandriles son los médicos del Hospital Garrahan. Los profesionales altamente calificados que forman parte del centro de referencia pediátrico más importante de Latinoamérica atienden a 4 de cada 10 chicos con cáncer del país. No son colosos como Sturzenegger pero hacen trasplantes de corazón, pulmón, riñón, hígado y médula ósea y desde la creación del Hospital trasplantaron a 2.323 chicos. Estos son los cola roja que por estos días se quejan porque el Javo les hizo perder desde que asumió un 60% de su poder adquisitivo. Por este motivo, en 9 meses abandonaron el Garrahan más profesionales que en los últimos 9 años. Un médico con 12 años de formación, que trabaja full time y hace guardia los fines de semana, cobra $1,4 millones. Es lo que gana un empleado bancario que recién entra a trabajar. Un médico especialista con 15 años de antigüedad en el Garraham, $1,9 millones. Y un jefe de servicio con veinte años, cerca de $3 millones.
Pablo Puccar es pediatra y Jefe de Clínica de Sala de Internación y dice: “Nosotros a esto le ponemos mucho más que un simple trabajo, le dejamos la vida. A mi me pusieron 5 stents y a la semana estaba trabajando. Nos sentimos maltratados como nunca por el Gobierno, más allá de la situación salarial. Nadie nos habla, nadie nos responde y nos acusan en redes de que somos unos chorros y que malgastamos el presupuesto público”.
Como no son escuchados, los profesionales se las ingenian para hacer acciones que visibilicen su situación. Ayer por ejemplo decenas de médicos se ubicaron de manera tal que desde arriba se veía la forma de un corazón gigante e hicieron un mega RCP con almohadones, simbolizando al sistema de salud que está en paro. “Para mí es un poco denigrante ver a un profesional de 65 años reconocido mundialmente por su trabajo y que está a punto de jubilarse sentarse en el piso al lado mío a hacer acciones como esta porque el ministro de Salud no nos quiere recibir”. Son sensibles estos liliputienses.
Otros que no la quieren ver son los científicos del CONICET. El Javo los está domando a estos simios que hicieron cosas como desarrollar una vacuna contra el COVID, un kit de diagnóstico para el dengue o trigo transgénico resistente a sequías. El Gobierno redujo drásticamente las vacantes para los becarios (los profesionales jóvenes más destacados del país que acceden a las muy competitivas becas doctorales o postdoctorales). En 2024 iban a ser 1300 vacantes para las primeras y 800 para las segundas, pero por los recortes presupuestarios, terminaron siendo 950 y 500 respectivamente. Además, lo que reciben por mes ($850.000 para las becas doctorales y $1.027.000 para las postdoctorales) quedó muy por debajo de la inflación y la pérdida de su poder adquisitivo fue de 18 puntos en lo que va del año.
A los monitos investigadores también los están atendiendo. Para ser investigador del CONICET necesitás primero tener un doctorado o un postdoctorado y presentarte a un concurso. A finales del año pasado, se nombraron a los 800 ganadores, pero por decisión del Gobierno los ingresos están congelados. Es decir, los nuevos investigadores todavía no pudieron empezar a trabajar en el CONICET ni tampoco saben cuándo van a poder hacerlo. Esta situación de incertidumbre desalentó a los científicos a postularse este año: hay 30% menos de anotados que en 2023. Además, muchos investigadores no tienen plata para comprar insumos y están suspendiendo y hasta cancelando sus investigaciones. El presupuesto del organismo encargado de financiar las investigaciones, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, se recortó en un 60%. Actualizado por inflación, en 2023 era de $97.000 millones, este año fue de $35.000 millones y para 2025 está presupuestado en $36.000 millones.
¿Qué consecuencias tiene todo esto? Se está interrumpiendo la formación de recursos humanos altamente calificados, algo que lleva muchos años recuperar. Por otro lado, muchos profesionales se están yendo a continuar con sus carreras en el exterior, como es el caso del mandril Doctor en Ciencias de la Computación Alejandro Díaz Caro que hace un mes se fue de la Argentina. No es un “crack” ni un “rockstar” como Toto Caputo pero me cuenta alguna de las boludeces que hace: "Mi área de investigación es la computación cuántica, un modelo de computación basado en la física cuántica, que es la física de las cosas muy chiquitas. Es una nueva tecnología que está desarrollándose en todo el mundo, hay una carrera por ver qué país es el primero que la logra y qué países tienen gente capacitada para el momento en que despegue y llegue masivamente a todos lados. Yo me dedico a los lenguajes de programación para esas computadoras. O sea, estudio cómo hablarles o cómo se pueden escribir los programas en esas computadoras".
Lo increíble de Alejandro es que pretende hacer ciencia con plata, así cualquiera hermano: "Decidí irme. Este año, en octubre de 2024, empecé con un cargo nuevo en Francia. El motivo fue simple: hubo un cambio de gobierno, con una nueva administración que decidió que la ciencia no importa o no es necesaria, y por lo tanto empezaron a desfinanciarla de una manera nunca antes vista. Sin financiamiento es imposible hacer ciencia. Decidí irme a un lugar donde pueda hacerla”. El Doctor Caro tiene una mala vibra terrible. Me apunta, además, cuáles son las consecuencias en el largo plazo de que el país deje de invertir en el desarrollo y la investigación científica: “Vamos a hacer un país completamente dependiente de los países centrales. Solo nos quedará vender commodities, algunos servicios, minerales y productos de la tierra y recibir absolutamente todo lo que le sobra a los países centrales". Suficiente para mí de este primate.
Pero si de insaciables presupuestívoros hablamos, tengo que dedicarle unos párrafos finales a la quinta esencia de los mandriles, los jubilados. Resulta que los sideralmente turros quieren medicamentos gratis o con descuentos. Pero el Javito la vio a tiempo y le ordenó a Javier Leguizamo, titular del PAMI, que frene a estos carteristas de la tercera edad. Como reveló Irene Hartman en Clarín, el PAMI eliminó 58 moléculas de su programa de medicamentos. Cada molécula equivale a un principio activo (droga). Esto se tradujo en que aproximadamente 1000 medicamentos dejaron de ser gratuitos, entre ellos, analgésicos, paracetamol y opiáceos, que son de los remedios más consumidos por los adultos mayores por los dolores propios de la edad. Un jubilado de la mínima (el 65% del total de jubilados) cobra poco más de $300.000 y destina en casi un tercio de sus haberes en medicamentos que en promedio aumentaron desde que comenzó la gestión libertaria 202%, cuando la inflación en el mismo período fue de 185,28%.
Pero mientras cartoneros, médicos de hospitales públicos, científicos y jubilados están en la chiquita, el Javo no para de celebrar. Ayer por la noche anunció que el blanqueo se extiende 10 días más porque es “un éxito rotundo”: 280.000 de las personas más ricas de Argentina depositaron 18 mil millones de dólares que tenían en negro sin pagar impuestos. Una fiesta que hay que disfrutar por más de que aquí y allá millones de mandriles mal predispuestos nos la quieran arruinar.