Por Tomás Pérez Vizzón* (Editor de tecnología de Revista Anfibia, será uno de los tutores de los 16 becarios elegidos por el jurado)
Ya no es ninguna novedad decir que el coronavirus transformó nuestras vidas. Desde que se inició la pandemia, se modificaron las formas de trabajar, de comunicarnos, de vincularnos. Cambiaron nuestros imaginarios y las maneras de pensar el mundo.
Se han publicado centenares de análisis sobre la “nueva normalidad” en términos económicos, sociales y culturales. La filosofía, una vez más, vuelve a aparecer como la disciplina que nos abre preguntas ante un futuro incierto. Y la tecnología como el gran dispositivo con doble filo: ¿es el servicio esencial que garantizará el teletrabajo y la educación a distancia para todos y rastreará contactos con personas contagiadas para defendernos de otro virus? ¿O es el conglomerado de corporaciones globales solo interesadas en maximizar ganancias a costa de nuestros datos? En este artículo, propongo un recorrido por cuatro filósofos jóvenes que piensan el futuro a partir de cruces con la tecnología. Desde distintas perspectivas, sus estudios coinciden en algo: el mundo tal como está es insostenible. Hay que hacer cambios urgentes, sobre todo en el cuidado del ambiente.
Markus Gabriel
Markus Gabriel es un filósofo y escritor alemán, director del Centro Internacional de Filosofía (IZPh) y uno de los representantes del Nuevo Realismo, una corriente filosófica que problematiza la metafísica. Sus publicaciones y entrevistas suelen ser de alto impacto. No tiene problemas en decir que la inteligencia artificial no existe, que Facebook es el nuevo Dios o que las redes sociales son grandes criminales. Crítico de las teorías tecnológicas nacidas en Silicon Valley, explica que la creencia de que nos encaminamos hacia un mundo automatizado, en el que máquinas inteligentes funcionarán de manera autónoma, es puro marketing californiano.
“Somos proletarios digitales: trabajamos gratis produciendo datos para las grandes compañías y nadie nos paga por eso”, me dijo el año pasado en Todo es Fake, el podcast sobre cultura digital que hago en Anfibia. Exige regulaciones más fuertes para las redes sociales y hasta plantea que las empresas tecnológicas -grandes ganadoras de la pandemia como Amazon, Microsoft o Facebook- son las que tienen que garantizar un ingreso universal.
Markus plantea la falsa neutralidad de las tecnologías: los sistemas de inteligencia artificial están desarrollados por personas o corporaciones que tienen intereses, son programas codificados y pensados por humanos “para explotar a otros humanos”. El mito de que los sistemas de inteligencia artificial son un espejo nuestro no es más que una ideología al servicio de la explotación digital.
“El coronavirus pone de manifiesto las debilidades sistémicas de la ideología dominante del siglo XXI. Una de ellas es la creencia errónea de que el progreso científico y tecnológico por sí solo puede impulsar el progreso humano y moral”, dijo en un texto a días de la declaración de la pandemia global. Y en otro más reciente: “Veo esta crisis como una preparación de la crisis ecológica. Esto no es nada comparado con la crisis ecológica, nada”.
Yuk Hui
Yuk Hui nació en China, estudió ingeniería informática y filosofía en la Universidad de Hong Kong y en Goldsmiths College en Londres, con un enfoque desde la tecnología.
Su trabajo de los últimos años es una crítica a lo que llama la “cultura monotecnológica”, que concibe a la tecnología como mera fuerza productiva y mecanismo capitalista para maximizar las ganancias. Dice que el modelo de producción global borra los aportes que podrían hacer las distintas culturas y hace que diferentes países desarrollen la misma tecnología con distinto branding.
“Los problemas que acarrea esta cultura monotecnológica están llevando al agotamiento de los recursos naturales, la degradación de la vida sobre la Tierra y la destrucción del medioambiente… Si no cambiamos nuestras tecnologías y nuestras actitudes, sólo preservaremos la biodiversidad como un caso excepcional, pero no aseguraremos su sustentabilidad. El coronavirus no es la venganza de la naturaleza, sino el resultado de una cultura monotecnológica en la que la tecnología misma simultáneamente pierde sus cimientos y quiere convertirse en el cimiento de todo lo demás”, dice en uno de sus ensayos recientes.
Hui propone la idea de ir hacia una tecnodiversidad, hacia una multiplicidad de cosmotécnicas que difieran entre sí en términos de valores, epistemologías y modos de existencia. ¿Se podría pensar en una tecnología latinoamericana, amazónica, incaica o maya? ¿Podría existir una alternativa tecnológica para la actual crisis global que no sea un retorno a la naturaleza primitiva? Son algunas de las preguntas que dispara este autor que será traducido por primera vez al español por la editorial Caja Negra en 2020 en un libro llamado Fragmentar el futuro.
Helen Hester
En 2015 el colectivo feminista internacional Laboria Cuboniks lanzó su manifiesto “Xenofeminismo: una política para la alienación” con una apuesta central: si el mundo actual (y el futuro) está vertebrado por la tecnología, hay que lograr que esa tecnología sea feminista. Una de las seis fundadoras de ese colectivo fue la filósofa británica Helen Hester. Años más tarde publicó su propio Xenofeminismo, donde profundiza en algunas de sus investigaciones vinculadas a las tecnologías digitales, la reproducción social y las políticas del cuidado.
En el último tiempo Hester estuvo trabajando junto a su pareja Nick Srnicek en el cruce entre tecnología, trabajo y la crisis de los cuidados. Srnicek es otra celebridad intelectual tech, reconocido por su publicación Capitalismo de plataformas, en el que hace una radiografía de la llamada economía colaborativa o economía de plataformas.
"Nosotrxs entendemos la crisis del trabajo y la crisis de los cuidados como dos caras de una misma moneda", explica Hester en una de las conferencias que suelen dar en conjunto. "Nuestra propuesta de modelo post-trabajo incluye tres puntos esenciales: la automatización del trabajo doméstico, una reducción de nuestros estándares sobre el ámbito doméstico –tener una casa limpia, pasar tiempo con nuestrxs hijxs, ser hospitalarixs con nuestrxs invitadxs…– que nos permita distribuir el tiempo según nuestra voluntad y, por último, repensar la organización de la vivienda", dice mientras su pareja la mira desde la primera fila con su hijo. El estudio de Hester y Srnicek plantea revisar la organización del espacio doméstico: una de las ideas es la formación de comunidades donde los cuidados sean compartidos sin distinción de género.
Srecko Horvat
“Necesitamos tecnología descentralizada, lo contrario nos hace perder capacidad de maniobra y nos lleva a una sociedad de la vigilancia”, dice el filósofo croata Srecko Horvat, uno de los intelectuales y activistas más jóvenes y destacados de la nueva izquierda europea. Es discípulo de Zizek y cofundador de DIEM25, un movimiento paneuropeo de demócratas, unidos bajo la conclusión de que la Unión Europea sólo sobrevivirá si se transforma radicalmente.
Con nuestras casas, coches y vidas conectadas a una misma red, la nueva vigilancia de las corporaciones será total. “Todos estos campos de inversión e innovación exponencial están transformando nuestro mundo de una manera tan profunda que, dentro de poco, todas las vertientes de nuestra vida quedarán integradas en una red o estructura digital y global”, dice en uno de sus ensayos.
Y las consecuencias de esta situación las llama servidumbre maquínica. “Es un concepto que tomo prestado del filósofo italiano Maurizio Lazzarato y que tiene que ver con un temor que muchos tenemos: la tecnología nos está llevando a una nueva forma de totalitarismo. Hablo de servidumbre porque estamos en una situación en la que ya ni siquiera sabemos que no somos libres. La mayoría de la gente no es consciente de lo inmersa que está en distintos tipos de tecnologías y de cómo eso modula su existencia”, dijo en una entrevista reciente.
Su último libro, Poesía del futuro, reúne una serie de artículos que plantean la necesidad de cambiar el sistema para salvar a una civilización que va camino al apocalipsis y desprendernos de ideas obsoletas como las fronteras, las identidades nacionales o el liberalismo económico. Durante el aislamiento, estuvo haciendo por Zoom una serie de entrevistas sobre la “nueva normalidad” a celebridades que van desde Noam Chomsky a Pamela Anderson y Gael García Bernal.