Foto de portada: Xavier Martín.
En julio de 2014 Mario Wainfeld dio su primera clase del Seminario de Periodismo Político en Anfibia. Estudiantes de comunicación, de ciencias políticas y sociales, periodistas y profesionales varios llenaron el aula de Anfibia. Dos horas de conversación con los alumnos sintetizadas en este decálogo.
1.
Los periodistas deportivos aman el fútbol. Los de espectáculos aman el cine, el teatro, la televisión. Los de política, en su mayoría, desprecian a la política. Es imposible ser un buen periodista político si se desprecia la política.
2.
La política son los grandes discursos, los grandes debates, pero también la rosca, el comentario de pasillo, el off con funcionarios, las campañas, las operaciones.
3.
Antes de sentarse a escribir un análisis, una nota, hay que leer mucho, tener claro el contexto, hacer estudios comparados de datos y de información cualitativa, leer algunos artículos académicos. Hay que salir de la endogamia.
4.
El periodista de política tiene que hacer “ejercicio ilegal de las ciencias sociales”: leer libros, artículos, hablar con académicos. Nadie es culto por leer diarios, tampoco por “picotear” en la academia. Pero siempre es bueno leer a los que estudian y saben.
5.
El “mundo palacio” (la Casa Rosada, el Congreso, Tribunales) emana poder, autoridad, suele ser un planeta paralelo. Hay que saber entrar a ese mundo pero salirse de esa lógica, para poder comprender cada noticia en su contexto.
6.
A lo largo de su carrera, el periodista político, por su práctica cotidiana, termina conociendo más ministros de educación que maestros, más ministros de salud que médicos de barrio. Escuchar al médico, al maestro, poner la oreja ahí, ayuda a salir del “frasco palaciego”.
7.
Con los protagonistas no hay que tener compasión ni empatía, pero sí uno tiene el deber de reflejar la mirada de los otros.
8.
No debe patearse al caído: el que perdió una elección, perdió. El que se va de un gobierno, se va. El periodista no tiene que ensañarse con el derrotado.
9.
Podemos estar en las antípodas de un funcionario, detestar a un político, y aun así debemos entablar el diálogo, entrevistarlo, consultarlo y saber mirar los matices. Hacer el esfuerzo de entender cómo y por qué tomó tal decisión, cómo y por qué actúa de tal o cual manera.
10.
No hay que ocultar hechos pero tampoco se está obligado a adscribir a las agendas de los demás.
Publicado el 30 de julio de 2014