Me levanto a las 7 am, si tengo suerte las nubes no me tapan la salida del sol. En una hora pasa a buscarme Roberto, el chofer de la combi ploteada con el logo de la Provincia de Buenos Aires. Tomo unos mates con Federico, mi compañero, quien se queda al cuidado de nuestras hijas, hasta que llega el WhatsApp de Gisela Stablum, médica generalista, feminista, hoy compañera de la Dirección de Equidad de Género en Salud: puerta. Agarro todo, pesa: desde el 20 de marzo mi mochila parece una valija. Salgo con el barbijo puesto. Me pongo los borcegos (ahora viven afuera). Saludo sin beso y con gestos extraños que ya naturalizamos. Escucho música, leo, disfruto de los nuevos silencios de la combi. Me aíslo dentro de mí. Somos varies compañeres de Lanús, Lomas de Zamora y Almirante Brown, hoy trabajadores esenciales. Hicimos un mapa para ir desde nuestros barrios hasta el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.
Bienvenidos a La Plata, dice un cartel. Llegamos, dice Rober. Antes de entrar, nos recibe una mujer. Creo que no es siempre la misma aunque es difícil saberlo porque luce vestimenta sanitaria, barbijo, guantes y máscara de protección. Nos toma la temperatura y nos rocía las manos con alcohol. Subo por la escalera, el cuerpo me pesa tanto como la mochila y el oxígeno que pasa por el barbijo no me alcanza (cuando no hay nadie asomo la nariz). Siento que son más de 5 pisos, pienso en revisar la norma que me inventé: no meterme en ese cubículo de 1 metro cuadrado, el ascensor. Un mensaje de Carla Giulano rebota en mi celular: ¿Llegaste? Estoy en el programa. Carla es psicóloga, rondera feminista de la Fundación Soberania Sanitaria y coordinadora del Programa de Implementación de Políticas de Género y Diversidad Sexual. Carla está siempre esperándome en el hall con ese abrazo que se contiene de regalarme desde que es una recomendación sanitaria: ¿Cómo estás hoy?
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Llegamos a la gestión del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires como parte de un movimiento militante que se inscribe en la tradición nacional, popular y feminista. En la Fundación Soberanía Sanitaria, nacida a partir de la necesidad de construir red y pensamiento crítico sobre el campo en épocas de neoliberalismo macrista, comenzamos con algunas compañeras a interpelar la salud desde nuestros feminismos.
Desde el deseo de transformarlo todo fuimos construyendo tiempos subjetivos, experiencias colectivas, encuentros en rondas. En ese devenir Sabrina Balaña, Carlota Ramirez, Agostina Finielli y nosotras nos hicimos ronderas feministas, en conversación y praxis con otres, desde los transfeminismos más diversos. Filósofa queer, militante de la diversidad corporal, abogade que lucha por los derechos de las compañeras travestis y trans en situación de encierro, politólogo militante que discute la masculinidad como dispositivo de poder, compañeras de Ni Una Menos, madres insumisas organizadas que cultivan cannabis, mujeres construyendo poder para visibilizar la violencia obstétrica, socorristas que acompañan a personas en situación de aborto, trabajadores de la salud que luchan contra la violencia que internalizan como hábito, compañeras sindicales, compañeras travestis de los barrios. Los diversos saberes inundaron el campo de la salud, y con ellos llegó la incomodidad que necesitamos sostener para interpelar(nos) y desencadenar procesos de transformación.
Así, la Dirección Provincial de la Salud de la Mujer, Infancia y Adolescencia pasó a ser la Dirección Provincial de Equidad de Género en Salud. Definir cómo nombrarnos fue nuestra primera acción política.
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Pandemia. Enfermedad transmisible. Casos sospechosos. Contagios. Miedo. Trabajadores esenciales. Distancia. Políticas públicas.
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Iniciar la gestión de salud provincial y que a los tres meses comience la pandemia por COVID-19 nos situó como esenciales. Eso nos significó una responsabilidad histórica y colectiva.
Daniel Gollan y Nicolás Kreplak, responsables de la estrategia político sanitaria de la provincia, nos situaron rápidamente: el sistema de salud, tal como lo habíamos recibido, no iba a resistir la pandemia. Gestión, organización y decisión política. Entonces llegó desde China el primer avión de Aerolíneas Argentinas para traer cajas repletas de camisolines, barbijos, guantes, máscaras. A ese avión le siguieron otro y otro más. Los aviones se transformaron en barcos, y las cajas en containers. Detrás de esa inesperada odisea ponía el cuerpo Victoria Anadon, compañera feminista y actual Subsecretaria Técnica, Administrativa y Legal.
Contar se volvió imprescindible: de a 10, de a 100, de a 1000, de a 10.000. Los modelos matemáticos, la epidemiología del riesgo y la vigilancia de casos se transformaron en centros de gravitación de la política sanitaria. Velocidad y rapidez de respuesta. Había que organizar los hospitales pero al mismo tiempo pensar en cómo acompañar la complejidad e inequidad en los territorios. Se crearon Comités Operativos de Emergencia en cada lugar que acumulaba casos. El desafío era que las tareas de urgencia no detengan la estrategia comunitaria.
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Gestión feminista. Organización. Urgencias. Sacar al aborto del closet de las instituciones de salud.
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Asumimos en diciembre con varias prioridades. Pero para nosotras, desde la Dirección Provincial de Equidad de Género en Salud, a cargo de Sabrina Balaña, la urgencia construida colectivamente era garantizar el derecho a la interrupción legal del embarazo (ILE). Instalar la urgencia en la agenda sanitaria, iniciar un proceso de cambio cultural, disputar poder en las instituciones de salud, realizar capacitaciones diversas, ampliar equipos, aumentar las instituciones que realizan ILE de acuerdo al marco normativo vigente, transformar el modelo hegemónico de atención en un modelo de cuidados sostenedores de deseos diversos.
El insumo se volvía imprescindible, y sin misoprostol disponible no podíamos avanzar en garantizar el derecho de un modo equitativo. ¿Cómo son los procesos administrativos de compras en la provincia? Complejos. ¿Cuál era el dato oficial de cantidad de ILEs que se realizaban anualmente en la provincia? No existía. ¿Había antecedentes de compra de misoprostol en la provincia? Sí, solo una compra realizada en 2016 por tan solo 300 tratamientos. ¿Había antecedentes en otras provincias de compra de misoprostol al único laboratorio público que lo produce en el país: LIF de Santa Fe? No. ¿El LIF tenía autorizado el traslado del medicamento interprovincial por ANMAT para que llegue a Buenos Aires? No. Sabrina Balaña me dijo: Andre, estimemos la cantidad de ILEs que se realizan en la provincia porque vamos a comprar misoprostol al LIF de Santa Fe.
Todavía era verano, no usábamos barbijo. Bajé del quinto al garage, al ex Programa de Salud Sexual y Reproductiva, hoy jerarquizado en Dirección y ubicado adentro del edificio del Ministerio. Me reuní con parte del equipo porque estábamos desarrollando los procesos de registros provinciales que la política de acceso a la ILE necesita para monitorear su avance en el territorio. Llegó un señor del correo con una caja que decía LIF Santa Fe. Nos dimos miles de abrazos que contenían los abrazos de todos estos años en las calles, gritamos de emoción y furia por tantos años sin soberanía. El señor no entendía qué pasaba pero aceptó sacarse una foto con nosotres. Se sentía parte de algo grande. Tenemos misoprostol.
Con los primeros casos de personas con Covid-19 los hospitales tuvieron que reorganizarse. Se pospuso la atención de lo que no era esencial ni imprescindible. Carlota Ramirez, Directora de Salud Sexual y Reproductiva, hablaba por teléfono sin parar, días interminables, con cada equipo y director de hospital en donde las mujeres y personas que solicitaban una interrupción legal encontraban obstáculos, ahora explicados en términos de pandemia. No dudamos. “La consulta por ILE debe considerarse una prioridad por lo cual no puede posponerse, ni derivarse a otro centro del mismo nivel”, dice el Protocolo Provincial para la atención integral de las personas con derecho a interrumpir el embarazo y el acceso a métodos anticonceptivos. Los abortos legales en pandemia no pueden suspenderse, son una prestación de salud esencial. Los vínculos construidos se refuerzan, las redes se fortalecen, las Socorristas en Red rápidamente traducen nuestro protocolo a lenguaje audiovisual accesible.
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Salió el contrato de Luly, puede empezar a trabajar el mes que viene, nos escribe Agostina Finielli, la locomotora incansable de muchos procesos administrativos de la Dirección de Equidad. Lourdes Arias es trans. Nació en Catamarca. Habla pausado y con mucha ternura. Piensa en su mamá cada día, nos cuenta que desde chiquita fue quien acompañó su identidad de género con el costo que eso tiene en un pueblo pequeño. Espero poder aportar, dice. Cada vez que interviene nos comparte un saber incalculable.
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Territorios. Posibilidades de aislamiento. Estado presente. Solidaridad. Cuidados. Salud comunitaria.
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Fui hacia el barrio Jose Luis Cabezas. Le mandé un mensaje a Andrea: en la entrada había cámaras de televisión y periodistas. Tenía que encontrarme con Lucía Portos, compañera de lucha y ahora Subsecretaria del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual.
El barrio estaba dividido en dos: una parte aislada donde la gente tenía la indicación de no salir de sus casas, y otra donde podían salir con restricciones. Antes de entrar la policía científica te pedía los datos y te rociaba con amonio cuaternario. Hacía frío.
Había una comunidad de chicas trans en la que casi todas habían dado positivas de covid-19. Vivían en la zona que se había aislado. Para llegar ahí tuvimos que usar EPP (equipo de protección personal), parecíamos astronautas.
El barrio queda entre Berisso y Ensenada. Está construido a orillas del tren y en algunos momentos del día pasa algún vagón de carga despacio, que toca bocina porque suele haber niñes jugando alrededor. Casi todes les vecines se conocen. Cuando comenzó a circular el virus, las miradas se posaron en las chicas trans. Nuestra tarea era asistirlas en su salud pero también desarmar esa mirada que les pesaba como un juicio constante.
Fuimos casa por casa. La mayoría no tenía síntomas o eran leves. Una de ellas lloraba a la espera del resultado de su hisopado, secaba sus ojos con el puño de la campera. Solo dos de ellas necesitaron que busquemos un lugar para internarse y ahí tuvimos que desplegar estrategias. Teníamos la responsabilidad de llevarlas donde respetaran su identidad de género y donde se sintieran cuidadas. Ambas fueron al Hospital Cestino de Ensenada.
Al tiempo volvimos para ver cómo seguían. Se habían ido las cámaras, todo había recuperado su ritmo. A las chicas las encontramos mejor de salud pero con sus problemas de siempre agravados por la pandemia: la falta de trabajo es lo más urgente.
Antes de irnos nos preguntaron: ¿Qué tengo que hacer para donar plasma?
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¿Muerte digna? Soledad. Rituales. ¿Qué humanidad queremos ser? Deseo(s). Cuerpo(s). Política(s). Salud(es).
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Organizamos rondas virtuales desde la Fundación Soberania Sanitaria para pensar la pandemia desde una salud feminista. Necesitamos rondear ideas, pensar con otres. La gestión te pone en acción pero a veces te embrutece, no te deja pensar, dice Carlota en nuestro chat.
Cecilia Jazchek, médica paliativista y directora del Hospital Interzonal General de Agudos Dr. Rodolfo Rossi de La Plata, sacó del closet el morir en soledad que tanto nos espanta. El protocolo para acompañar a pacientes terminales internados que hicieron en el hospital fue una estrategia para nombrar en idioma rígido y lo suficientemente audible en este momento pero a la vez una necesidad: hablar del morir. Cecilia no deja de conmoverse por la persona que tiene enfrente. “El proceso de morir forma parte de la vida.” Nos resuelve un dilema: la muerte no es digna o indigna, la muerte es un hecho. Lo que puede tener una valoración es el recorrido hacia la muerte. Cecilia Palmeiro, compañera de Ni Una Menos, en la misma ronda virtual hilvana y pone perspectiva relacional. Lo esencial, entonces, son los cuidados, dice.
Cómo morimos habla también de cómo vivimos y cómo nos vinculamos. En la ronda recuperamos a Susy Shock: No queremos ser más esta humanidad. Si el lugar de lo humano es el lugar de la interdependencia y la vulnerabilidad, no queremos más vínculos desiguales, especistas, cisexistas, heteronormados.
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Políticas del deseo. Los partos y nacimientos no se detienen. ¿Dónde parimos? ¿Cómo parimos?
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¿Cómo seguimos avanzando en la construcción de otros modos de sostén en los procesos de embarazo, parto y puerperio en tiempos en donde la distancia social es un modo de cuidarnos? El 26 de marzo se registró en el Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino (SISA) la primera persona embarazada con covid positivo en la provincia. Desde la Dirección de Equidad construimos equipo de vigilancia, monitoreo y seguimiento de cada una, como de cada recién nacidx con el mismo diagnóstico. Silvia Marzo, Directora de Salud Perinatal, estaba en su escritorio junto al equipo diseñando el protocolo con las recomendaciones perinatales, que se modificaría a medida que aparecía nueva evidencia científica. ¿Por qué parimos en un lugar lleno de infección, virus y enfermedades transmisibles?, nos preguntamos. En nuestro país los porcentajes de partos institucionales superan el 99%. No hay tiempo para transformarlo pero sí para sostener la pregunta más allá de la pandemia.
El miedo no es sólo de las mujeres y personas gestantes, también lo tienen lxs profesionales de salud, nos comparte Silvia en la segunda ronda virtual que abrimos para hablar de los deseos y el parir en pandemia. Todes nos sentimos vulnerables, aunque nunca de un modo equitativo. ¿Podremos sostener este sentimiento colectivo de vulnerabilidad más allá de este tiempo?
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Cuarentena. Tiempos cronometrados. Tiempos con aroma. Predicciones de futuro. ¿Qué futuro? ¿Podemos demorarnos?
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“La época de la prisa no tiene aroma.” Compartimos frases de Byung-Chul Han. En cuarentena la vida es puro presente. ¿Necesitás algo? Te saludo desde la vereda. Controlate la temperatura. ¿Cuántos días hace que te sentís así? ¿Cuánto va a durar esto?
Somos feministas en la gestión, tenemos responsabilidades y también acumulados -amplió Veronica Gago en la última ronda virtual-. Al decir “los acumulados” nombró a esas redes feministas diversas e incómodas que somos, con las que llegamos a construir nuevas espacialidades políticas en el Estado y más allá del Estado.