Crónica

Daniel Lipovetzky


El equilibrista de la corbata verde

Hijo de uno de los fundadores del Partido Comunista Revolucionario, militó primero en el peronismo hasta que conoció a Gabriela Michetti. Fue funcionario del gobierno porteño, legislador y desde 2015 diputado nacional. Antes de ponerse la corbata verde aborto legal promovió una ley contra las carreras de galgos y defendió la reforma previsional. Perfil del único varón soror@ que se vincula con sectores de derecha y consigue votos para el feminismo.

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25 de julio de 2018

Fotos del recinto: Gentileza HCDN

Desde que tiene memoria Daniel Lipovetzky convive con perros. El primero fue Dogui, un Dogo Argentino tan grande que jugaba a que era un caballo y empujaba un carrito de rulemanes al que se subía con sus amigos. Ahora tiene a Bella, una caniche de 16 años que creció con sus hijos. Como amante de los animales impulsó una ley que prohíbe las carreras de galgos, su primer desafío como diputado nacional del PRO. Antes de ser el conductor estrella del debate por el aborto legal en la Cámara de Diputados también era conocido por defender al gobierno, por pelearse con el economista mediático Javier Milei en el panel de Intratables y por trabar la Ley de Alquileres. Este año se puso la corbata verde y se convirtió en pieza clave en L@s Soror@s. El último héroe del progresismo y la sororidad tiene afinidad política con figuras de derecha del PRO: Gabriela Michetti, Cristian Ritondo, Daniel Angelici y Waldo Wolff.

Lipovetzky llegó a la política “mainstream” en pleno menemismo como asesor de Antonio Cafiero en el Senado, en 1994. “Fue un gran aprendizaje. Si bien Antonio pertenecía al oficialismo, tenía una mirada crítica. Era una persona que siempre buscaba aprender más, me pedía libros, me recomendaba también. Fue una linda relación laboral”, dice. La crisis de 2001 lo separó del peronismo: su carrera política necesitaba un lugar nuevo. “Las opciones de ir con el PJ de Menem o seguir con los radicales no me satisfacían, no era donde tenía que estar”.

Compromiso por el cambio, el germen del PRO, lo recibió de la mano de una compañera de la maestría de Integración Latinoamericana en la UCES (Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales): Gabriela Michetti. El director del posgrado era Félix Peña, el padre del actual Jefe de Gabinete, Marcos Peña. En 2003 fue jefe de asesores de la legisladora Michetti y en 2007 jefe de Gabinete cuando ella pasó a ser vicejefa de Gobierno. En 2009 asumió como Secretario de Derechos Humanos y antes de llegar al Congreso de la Nación a fines de 2015 fue legislador porteño.

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El debate por el aborto lo enfrentó con su jefa política del PRO. Él jugó un rol protagónico a favor en la Cámara de Diputados, ella expresó su ferviente rechazo en el Senado. “Gabriela siempre tuvo esa postura, es consecuente con su pensamiento. No coincido con lo que dijo de que en el interior haya personas en contra del proyecto. Lo vimos en las manifestaciones, en las exposiciones que se dieron en las audiencias y en los votos que emitieron los diputados que votaron. No éramos todos de Capital, incluso provincias enteras como Río Negro o Tierra del Fuego votaron a favor. Generalizar de esta forma me parece un error”, dice.

Dentro del PRO se reconoce más cercano a los peronistas como Emilio Monzó o Cristian Ritondo y es amigo del presidente de Boca, Daniel Angelici: ambos integran la lista “Gente de Derecho” en el Colegio de Abogados porteño y suelen ir a la cancha juntos. Admira a María Eugenia Vidal y a Mauricio Macri, asegura que “en dos años y medio es imposible revertir doce años de corrupción K”. Entre sus amigos parlamentarios y personales también está el diputado Wolff y en su cuenta de Twitter posa en una foto con Horacio Rodríguez Larreta. Aunque podría renovar su banca en 2019 su apuesta a futuro es un cargo ejecutivo.

En diciembre, cuando se votó la reforma previsional, un grupo de jubilados lo reconoció en un bar y le gritó:

-Ladrón, basura…

Dos días antes había dicho: “Los jubilados no van a perder y se les está dando una previsibilidad de que van a tener un aumento por encima de la inflación”.

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Lipovetzky preside la comisión de Legislación General, dirigió el plenario de comisiones previo a la discusión por el aborto legal en el recinto e integró L@s Soro@s, el grupo multipartidario compuesto por legisladoras mujeres de todos los partidos. Él fue el único hombre y funcionó de nexo para negociar con diputados que se negaban a escuchar a las mujeres, sobre todos los más conservadores. Durante la previa y también en la sesión del 13 de junio siguió atento las instrucciones de sus compañeras por WhatsApp. Esa noche le pidieron que encare a un diputado de una provincia del norte:

- Está cenando en el Salón, andá vos Daniel que lo conocés y lo podés convencer. Decile qué artículos del proyecto quiere negociar.

El hombre terminó votando a favor de la legalización.

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Más temprano Lipovetzky dio notas en varios medios.

-Para mí desde hoy usted ¡si usted! es un diputado abortista. Póngase el color de corbata que se le cante, póngase también el pañuelito verde en la muñeca, que me tiene sin cuidado, son una vergüenza.

Desde su programa de televisión, trinchera contra el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, el periodista Eduardo Feinmann le gritó. El legislador esbozó una media sonrisa y respondió:

-Bueno, no me diga así Eduardo, pero igual déjeme decirle que a mí me encanta el verde.

El móvil terminó abruptamente. No es la primera vez que lo critican o amenazan. Cuando promovió la ley contra las carreras de galgos lo denunciaron por cohecho, tráfico de influencias, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público e incluso lo amenazaron de muerte. Pero los mensajes de odio y las presiones nunca se sintieron como ahora.

En las redes sociales se viralizaron fotos junto a una modelo. Cuentas anónimas de Twitter lo acusaron de tener un romance con una asesora. En su entorno lo desmintieron y culparon a los trolls. “No fui el único que las sufrió. Uno como diputado tiene que votar respecto a un montón de factores, pero no respecto al apriete o al miedo”.

En el twitter recibió elogios: “Te extraño Lipo. Volve en forma de Senador y Presidente de comisión”, “Jamás jamás en mi vida pensé estar viva para adherir al pensamiento de alguien del PRO y después llegaron Lospennato y Lipovetzky a debatir sobre el aborto”, “Luchando con compañeros como @Lipovetzky las mujeres vamos a conquistar más derechos! #HOY vamos por el #AbortoLegalYA”. Y en el Facebook ataques: “No pierdan energía con éste sujeto, ya vendió su alma. Su único gozo es ver sangre inocente derramada, niños violados y ancianos asesinados por sus propios hijos. Porque esta horda va por todo. Después del “derecho a Matar bebés en el vientre materno” le sigue el “Derecho a la Pedofilia” y Derecho a matar enfermos"...y van por todo” y “TRAIDOR / PROMOTOR DE LA MUERTE”.

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El 24 de marzo de 1976, Daniel tenía 9 años. Jaime Cesar Lipovetzky escuchaba las noticias sobre el golpe cívico militar en la radio Tonomac que estaba en la cocina de su casa de La Plata. Lipovetzky padre fue uno de los fundadores del Partido Comunista Revolucionario, y durante años integró el Comité de Zona de La Plata, Berisso y Ensenada. Oriundo de la provincia de Entre Ríos, durante la dictadura Jaime dio un giro en su carrera como abogado laboralista y se dedicó a defender los Derechos Humanos. Junto a un grupo de abogados comenzó a presentar Habeas Corpus en la ciudad.

Sus padres intentaron preservarlos a él y a su hermana. Los festejos de cumpleaños, los eventos sociales, los juegos en la plaza se cortaron, era peligroso. Muchas familias que los Lipovetzky frecuentaban se rompieron de manera involuntaria, algunos de sus integrantes desaparecieron. Jaime fue objetivo de los grupos de tareas que lo amenazaban e incluso quisieron llevárselo de su estudio jurídico. Para Jaime, la “Noche de las Corbatas” del 13 de julio de 1977, cuando los militares secuestraron abogados en Mar del Plata, fue una alerta. Nadie estaba a salvo.

En el 78 Argentina ganó el Mundial de Fútbol y Jaime les advirtió a él y a su hermana:

-Muchas cosas tristes le están pasando a muchas personas, no hay nada que festejar.

El camino político de Daniel tiene la marca familiar: fue el primer presidente del centro de estudiantes del Colegio Nacional Rafael Hernández de la Universidad de La Plata tras el retorno a la democracia, en 1983. Para ganar la elección prometió eliminar la obligatoriedad del uniforme y cambiar el sistema de ingreso para que sea por sorteo. “Al principio teníamos miedo, pero éramos jóvenes, los aires de la democracia nos envolvían y era fundacional. Muchos estudiantes del colegio fueron desaparecidos en la Noche de los Lápices, teníamos que honrar el legado que nos dejaron”. Tras egresar de la secundaria siguió los pasos del papá y se inscribió en la Universidad de La Plata, donde se recibió de abogado en 1991.

Daniel visita a su mamá Sara Amores una vez por semana. Ella vive en la misma casa en la que su hijo nació el 2 de diciembre de 1967, en Tolosa, un barrio platense de clase media baja. En 2013 la vivienda se inundó, como le pasó a muchos de los vecinos de la zona. “Perdimos todos nuestros recuerdos, fotos de chicos, bienes. Fue devastador para mis padres, creo que después de eso mi papá nunca se recuperó”. Jaime Lipovetzky falleció en marzo del 2016.

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-¡Sonamos!

Araceli Ferreyra, diputada del Frente para la Victoria, sufrió cuando se enteró que Lipovetzky iba a conducir el debate por el aborto legal. Los antecedentes no eran buenos, tanto en el recinto como en diversos encuentros televisivos siempre discutían. Pero la transversalidad los unió: “Lo vi pelear, lo vi sufrir cuando parecía que no llegábamos con los votos, preocuparse. Es raro ver a un hombre que se lo tome tan con el cuerpo, de esa manera como tomamos todo las mujeres”. Ferreyra lo bautizó “el femichico”.

En el despacho de Lipo se reunieron para delinear estrategias. “Fue una experiencia de trabajo colectivo transversal”, dice Ferreyra, mientras camina los pasillos del Senado contando la experiencia a los y las legisladoras que ahora tendrán que enfrentar el desafío de tratar la ley. L@s Soror@s saben que el segundo tiempo puede ser difícil, por eso siguen el partido y continúan con sus estrategias.

“Venimos trabajando desde hace bastante. Descubrí a un dirigente político con el que se puede charlar, acordar, honesto en sus posibilidades y en sus imposibilidades también, algo que en política hay que valorar”, dice Victoria Donda, diputada nacional por Libres del Sur.

Silvia Lospennato, su compañera de partido, revive los detalles de esos días. “Daniel fue uno de los que más la sufrió por su rol de hombre, así que yo lo valoro mucho por todo lo que hizo por esta causa”, dice la diputada nacional de Cambiemos.

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La sesión de 22 horas llegó a su momento cúlmine antes de las 10. 129 diputados votaron a favor, 125 en contra y una se abstuvo. Los gritos de casi un millón de personas que festejaron en la calle se escucharon dentro del recinto, los y las legisladores se abrazaron y hasta los fotógrafos y periodistas lloraron de emoción. Lipovetzky no festejó: aún tenía que ajustar las modificaciones particulares de cada artículo de la ley. El diputado tenía todo anotado en una hoja a mano y pudo ordenar los cambios en el momento de los discursos finales.

Recién cuando Monzó dio el cierre final al debate Lipovetzky respiró y se sumó a los festejos. Casi al mediodía logró salir del recinto. Habló con los medios, se arregló la corbata verde, la misma que usó durante todo el tratamiento, la de la suerte, y salió a caminar por Mitre y Callao. Las jóvenes que habían pasado la noche en la vigilia lo aplaudieron como rockstar, una lo interceptó y le dijo:

-Todo bien con vos, no te votaría pero respeto lo que estás haciendo.