Por Passeurs d’hospitalités (*)
Traducción del francés al español por Mari-Sol García Somoza
No es suficiente entrar en Europa con sólo cruzar la frontera exterior. Para aquel que no tiene los buenos “documentos”, Europa es un espacio sembrado de fronteras: países que pertenecen a la Unión Europea -o no- y que forman parte de ella, países que se encuentran dentro del espacio Schengen de libre circulación -o no-, países que puede estar dentro del espacio Schengen pero al mismo tiempo no pertenecen a la Unión Europea (Islandia, Noruega, Suiza), o países que forman parte de la Unión Europea sin integrar el espacio Schengen (Chipre, Bulgaria, Rumania).
En el extremo noroeste de Europa, el Reino Unido e Irlanda están separados por un mar, pero también forman parte de la Unión Europea sin estar dentro del espacio Schengen de libre circulación. Esto significa que ambos Estados han mantenido controles en sus fronteras con el resto de la Unión Europea y que tienen una política de visado distinta a aquella que rige en el espacio Schengen. Por ejemplo, un ciudadano albanés puede viajar al espacio Schengen de libre circulación sin visa por un corto período (de hasta tres meses), pero necesita de una visa para poder entrar al Reino Unido, al igual que un refugiado eritreo residente en Italia.
Señalemos que este ciudadano eritreo puede circular dentro del espacio Schengen, pero debe esperar cinco años para solicitar un permiso europeo de residencia de larga duración que le permitirá luego instalarse en otro país perteneciente a la Unión Europea, según las complejas y variantes reglas que cambian de un país al otro. La libertad de circulación e instalación de la que gozan los ciudadanos europeos sólo se extiende de manera restrictiva a aquellos ciudadanos que pertenecen a los países residentes de la Unión Europea.
La construcción de una frontera
Volvamos a la frontera británica. El mar es un obstáculo geográfico que separa las islas británicas del continente; el Reino Unido que no forma parte del espacio Schengen es un obstáculo político que ha mantenido los controles en sus fronteras.
Estos obstáculos se ven reforzados por la política de externalización de control de la frontera británica en el suelo de los Estados vecinos. Política que ha sido jalonada por una serie de acuerdos.
En 1991 se firma el Protocolo de Sangatte con Francia y se anticipa la apertura del Túnel de la Mancha. Al tiempo que se necesita definir jurídicamente esta nueva frontera entre los dos países y las modalidades de control. Pero de acuerdo a la opinión británica, con el Protocolo aparece un fuerte desafío simbólico: la pérdida de la insularidad de las islas británicas a través de la unión subterránea y la seguridad que ello implicaba. Además, este Protocolo prevé controles británicos en el suelo francés, a la entrada del túnel, y en las estaciones de embarque en los trenes de gran velocidad que atraviesan el túnel para llegar a Londres.
El Protocolo prevé la reciprocidad, es decir el control francés en igual medida sobre el suelo británico. Pero esta simetría es sólo teórica. Las entradas irregulares sobre el suelo francés desde el territorio británico son muy marginales, mientras que aquellas otras que van del continente europeo hacia el Reino Unido son significativas.
En 2003, el Tratado de Touquet extendió los controles británicos en el suelo francés en los puertos de la Mancha y en el Mar del Norte. De manera significativa, prevé explícitamente que una demanda de asilo presentada a los agentes británicos en suelo francés es responsabilidad de las autoridades francesas (mientras que por ejemplo la detención de una persona por parte de los agentes británicos en suelo francés se realiza de acuerdo a las condiciones que dicta la legislación británica). Una vez más, el tratado que prevé la reciprocidad de controles franceses en los puertos británico, es una simetría ilusoria.
El contexto del tratado de Touquet implicó que en 1999 las autoridades francesas habilitaran un centro de recepción para las personas bloqueadas en la frontera británica, dentro de un gran hangar situado en el territorio de la comuna de Sangatte, cerca de Calais. En su mayoría se trataban de refugiados que huyen de la guerra en Yugoslavia, conflicto que ya ha finalizado. El centro de Sangatte recibió alrededor de 200 personas en 1999, y alrededor de 2000 en 2002, en su mayoría eran kurdos y afganos, reflejo de los enfrentamientos que derivan en la llegada de refugiados hacia la Unión Europea. Este centro fue cerrado a fines de 2002 por presión de las autoridades británicas, y los exiliados se dispersaron a lo largo y ancho de todo el litoral y las autopistas lindantes en Francia y Bélgica.
En 2008 y 2009, el número de exiliados en los diferentes campamentos emplazados en la frontera británica en suelo francés, aumenta de manera importante. El grupo más grande está constituido por ciudadanos afganos. En 2009, la declaración franco-británica de Évian, rechazada por varios textos técnicos, trataba sobre los medios dispuesto por Francia para controlar la frontera británica, esto es: cooperación entre los agentes de policía, colocación de equipos de control especialmente escáneres, infraestructuras, repartición de los costos entre Francia y el Reino Unido. Pero también el trabajo que llevó adelante la policía francesa de dispersión de la concentración de exiliados que se encontraban en las proximidades de la frontera y la organización de vuelos franco-británicos para expulsar a los exiliados retornándolos a sus países de origen.
Sobre el terreno, la gran parte de los campamentos de exiliados fueron desmantelados por las autoridades francesas entre ellos la “Jungla de afganos” en Calais, cuya destrucción ha sido mediatizada por el mundo entero, y se dispusieron de dos vuelos franco-británicos de expulsión hacia Afganistán. Las destrucciones son realizadas en el momento en que el número de exilados ya se había reducido, pues los afganos fueron dirigiendo en gran medida hacia Escandinavia. A menudo los nuevos campamentos se reconstruyen emplazándose cerca de donde estaban los antiguos campamentos que fueron anteriormente desmantelados.
Lo que los medios de comunicación presentaban como una “crisis migratoria” durante el veranos de 2015 en realidad corresponde a un aumento progresivo del número de exiliados que entraban a Europa a partir del verano de 2013, y que se encuentran de forma muy atenuada en la frontera británica. Por otro lado, el millón de personas que llegaban a la Unión Europea en 2015 representaron el 0,2% del total de la población europea, algo que en sí mismo está lejos de ser una situación crítica.
Las dos series de acuerdos franco-británicos concluidos en 2014 y 2015, que se destacaron por los encuentros y la llegada a Calais de los ministros de ambos países y varios funcionarios europeos, retoman las líneas generales de los acuerdos de 2009, es decir: refuerzo de los medios de control sobre el territorio francés, organización de vuelos en conjunto hacia los países de origen, cooperación policial, implicación financiera británica. Los acuerdos de 2015 hacen mención por primera vez a los recursos humanitarios y a las medidas concernientes a las personas bloqueadas en la frontera británica que demandan asilo en Francia. Las dos series de acuerdos prevén igualmente una acción conjunta entre las autoridades francesas y británicas en el marco de las instituciones europeas con respecto a un refuerzo de los controles en las fronteras exteriores de la Unión.
A principios de marzo de 2016, la cumbre franco-británica de Amiens ha confirmado esta operación política, especialmente con el nuevo financiamiento británico de 22 millones de euros destinados a las acciones de control de la frontera sobre el territorio francés. Esta cumbre ha sido concomitante con la destrucción de la parte sur del asentamiento de exiliados de Calais, que llegó a concentrar alrededor de 3500 personas. La gran mayoría de entre ellas se reinstalaron en la parte norte del asentamiento, cuya destrucción fue diferida, por lo cual se dispersaron hacia otros lugares del paso litoral.
Encontramos esta misma política de externalización en el suelo belga, aunque mucho menos mediatizada y estudiada. El principal lugar de paso hacia el Reino Unido se encuentra en el puerto de Oestende, hasta que en el año 2003 las conexiones de ferry se vieron interrumpidas. El paso fue trasladado al puerto de Zeebrugge. No obstante, los exiliados siguen atravesando la frontera desde los puertos holandeses, pero aquí no existe este elemento de visibilidad como sí lo hay con los campamentos, por lo tanto la situación es bastante menos conocida.
Calais y el litoral
Calais es el principal punto de paso terrestre (a través del Túnel de la Mancha) y marítimo (siendo el puerto más próximo a las costas británicas) entre el continente europeo y el Reino Unido, tanto para los pasajeros (cruzando alrededor de 30 millones por año) como para los camiones (representando alrededor del 95% de tráfico pesado). De acuerdo a la política británica migratoria, es el principal lugar en donde se encuentran bloqueadas las personas que no pueden acceder al territorio británico. Es también el principal lugar en donde se concentran las personas que intentan acceder de forma irregular al territorio británico escondiéndose en los camiones que atraviesan el mar por medio de ferris o a través del Túnel de la Mancha.
Desde el cierre del centro de Sangatte en 2002, los exiliados se refugian bajo toldos, en carpas, en casillas improvisadas o en edificios abandonados. La política que emprenden las autoridades francesas es la de dificultarles lo más posible las condiciones vida, a través de intrusiones ya sea durante el día como durante noche en los lugares ocupados y en los campamentos. A veces están acompañadas -o no- de detenciones y violencia, así como también de la eventual destrucción de sus lugares de vida. Del mismo modo se realizan controles de reconocimiento facial en las calles y estaciones aledañas, que pueden ir acompañados -o no- de violencia y detenciones. Se busca recrear una situación de inseguridad en todos lados y todo momento.
En la primavera de 2015, ayudadas con presión policial, las autoridades han reagrupado a la cuasi totalidad de los exiliados presentes en Calais en un terreno situado a las fueras de la ciudad. Un centro de servicio de día (comidas diarias, duchas, primeros auxilios) fue instalado a proximidad. Una parte de las mujeres y los niños fueron alojados en el recinto del centro. Salvo obtener autorización especial, el acceso al lugar está prohibido para los voluntarios y los militantes que apoyan a los exiliados. En enero en las cercanías, el Estado habilitó un campo con contenedores con el objetivo de alojar a 1500 personas. Aquí también el acceso estaba prohibido con excepción de disponer una autorización especial. Se prohibió hacer de comer hasta incluso preparar un té o un café, de la misma forma que no se podían disponer de espacios personales en los dormitorios.
El objetivo que persigue el Estado es que en Calais no haya más de 2000 exiliados alojados en los centros de servicios y en los campos de contenedores. Se busca controlar el número de personas, centralizar a las personas y mantenerlas alejadas de las redes de ayuda.
En el terreno vecino, en donde las autoridades han decidido concentrar a los exiliados, se construyó un asentamiento con miles de habitantes. Por medio de la presión de las asociaciones de apoyo y bajo intimidación de la justicia, las autoridades debieron poner en marcha algunas mejoras mínimas: abrevaderos, baños, colecta de residuos.
Las autoridades anunciaron que los exiliados serán “tolerados” en ese lugar, las asociaciones de apoyo creyeron que se estaba saliendo de la situación que implicaban medidas de expulsión y destrucción de viviendas algo que había caracterizado los años posteriores al cierre del centro de Sangatte. Las asociación se involucraron con los exiliados en la construcción de cabañas más confortables, lugares colectivos (escuelas, dispensarios, teatros, bibliotecas, comedores comunitarios). Los exiliados abrieron negocios y restaurantes, así como también construyeron lugares de culto. Sin embargo este asentamiento ha sido el objeto de cuatro destrucciones parciales por parte de la autoridades, la última de entre ellas afectaron a más de la mitad de la población de exiliados, por lo que su permanencia se ve amenazada.
Desde el otoño de 2015, el Estado propuso disuadir todo tipo la ayuda por medio de la constante acción presión sobre los voluntarios y los militantes, que implica control de identidad, controles, filtros y hasta a veces requisas de vehículos en los accesos, multas por mal estacionamiento tanto en los alrededores del asentamiento como hasta incluso al interior del mismo. Sin embargo, estas acciones de intimidación, a menudo sin base legal, no tuvieron gran éxito.
Durante la existencia del centro de Sangatte, entre 1999 y 2002, los exiliado/as intentan igualmente cruzar la frontera de manera ocasional por otros puertos menos importantes, o bien subiendo a los camiones en los estacionamiento ruteros o en las autopistas que conducen al litoral. Con el cierre del centro de Sangatte, los campamentos permanentes se instalaron en algunos de los lugares de paso en los alrededores de Dunkerque (puerto al noreste de Calais), en las rutas que conectan Dunkerque y Calais, y hacia el suroeste en Cherbourg.
Un tejido social muy diverso está involucrado en el sostén de los exiliados, primero en Calais, y luego extendiéndose hacia los otros sitios, se brinda –no sin poca tensión- ayuda humanitaria, solidaridad vecinal, orientación para el acceso de derechos, y contestación de las políticas migratorias. Este tejido está compuesto por asociaciones y colectivos informales que se constituyeron a partir de la presencia de los campamentos de exiliados y de otras asociaciones que realizan una actividad más amplia de sostén de los exiliados/as.
El aumento progresivo aunque importante del número de exiliados/as en la frontera británica a partir de 2013 ha llevado que en 2014 se crearan nuevos campamentos permanentes en los otros puertos en donde existían conexiones de ferris en dirección al Reino Unido, y cerca de los estacionamientos ruteros más pequeños o hacia el litoral. Las asociaciones comienzan a crearse en esos diferentes lugares.
La mediatización de la situación en Calais y más ampliamente lo que se llamó “crisis de refugiados” durante el verano de 2015 ha traído la llegada y la participación de voluntarios y de organizaciones en todo Francia, Reino Unido, Bélgica y otros países europeos, a Calais y luego a Grande-Synthe. Esta ciudad del conurbano de Dunkerque presenció un fuerte aumento del número de exiliados/as y por esto adquirió una particular visibilidad. En marzo de 2016 Médicos Sin Fronteras abrieron en Francia el primer campo de refugiados bajo normas internacionales.
(*)El blog Passeurs d’hospitalités tiene por objetivo informar, abrir a la reflexión y desmontar las ideas preconcebidas con relación a la situación de los exiliados/as en Calais. Sus notas son automáticamente difundidas a través de las redes sociales. El blog se completa con un autoblog en donde por medio de entrevistas se otorga la palabra a los actores, y por otros dos blogs en francés e inglés: uno difundiendo sobre la situación en los Balcanes y el otro sobre la situación del mediterráneo central.
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