No sabemos qué habría pasado si de chica a Susana Girón le hubieran regalado un arma. Por suerte, a los cinco años, en Navidad, recibió una inofensiva bicicleta. En 2011, con dos amigos, pedaleó durante cinco semanas desde Ulaan Baatar al desierto de Gobi. De sesenta a ciento veinte kilómetros por día, con temperaturas entre cinco y cuarenta grados, fuertes vientos en contra, caminos de tierra: pura estepa de sol sin sombra. Comían pan, galletas y leche fermentada de yegua.
Cuando se apasiona, Girón se toma las cosas en serio.
Para su primera comunión, le regalaron una cámara muy básica. Y ahí fue de nuevo. Hacía fotos de las comidas familiares, de los atardeceres, de la puesta de sol en su Huéscar natal, fotos de cualquier cosa.
Se recibió de Licenciada en Educación Física y, como de casualidad, se anotó en un curso de fotografía. Le encantó. Volvió a la Universidad: esta vez para estudiar cómo mejorar su técnica con la cámara. Ahora, trata de transmitir emociones.
Publicó en ABC, El País digital, Le Figaro, Art Magazine y GEO France, entre otros.
Fundadora de la agencia fotodocumental Bluephoto, también hace escalada en roca. Saca fotos para contar historias pero, sobre todo, para poder entender mejor el mundo en el que vivimos.