De sus padre y madre nacidos en Montevideo y exiliados en Buenos Aires, Pablo Vitale conserva, entre muchas otras cosas, el gusto por el arte y la cultura, el fanatismo por los viajes, la predilección por los gatos y el mandato de cambiar el mundo (o, al menos, intentarlo). Los recuerdos de niñez alternan visitas a familiares, amigos y playas con marchas de la resistencia, siluetazos y recitales de Viglietti.
A Pablo, que es politólogo, le gusta definirse “polirrubro”. Es que además de la formación de grado en ciencia política, de posgrado en políticas públicas y un inconcluso doctorado en ciencias sociales, acumula varios campos de estudio, desarrollo profesional, actividades expresivas y alguna que otra deportiva. Pero como pluriactividad no es inconstancia, sus inserciones profesionales son de largo plazo. Tras iniciarse laboralmente en la extinta Blockbuster, a los 17, trabajó 15 años como coordinador de talleres en una institución estatal-comunitaria de la Villa 31, desde 2007 es parte del Área de Estudios Urbanos del Instituto Gino Germani y, también en la UBA, es docente desde hace más de una década: de Administración y políticas públcias, Fotografía y sociología y Proyecto Urbano. En 2015 se incorporó a la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, de la que se define como “fanático razonable” y en la que actualmente es Co-Director.
Lo que tienen en común todas sus actividades es estar fuertemente ancladas en espacios urbanos y desarrollarse colectivamente. Pese a ser hijo único, o quizá por ello, dificilmente emprenda proyectos en solitario, más allá de viajes a lugares nuevos. También colectivamente encara su pasión por la fotografía, en la que se viene formando desde fin del siglo pasado. Organizó talleres de fotografía para adolescentes y de cartografía con los colectivos Ojo de Pez y TURBA, en diferentes villas de la ciudad. Actualmente es parte del Área de Estudios sobre Fotografía de la UBA y de un programa de fotografía y ciencias sociales.