Osvaldo Soriano vivió su infancia deambulando por pueblos de provincia tras los destinos laborales de su padre.
Solía contar que tuvo un "inicio tardío" en SU vocación. Comenzó a leer después de los veinte años. Con Horacio Quiroga, Edgar Allan Poe y Guy de Maupassant como sus maestros, sintió “el impacto de estos grandes cuentistas del realismo".
Su amor por los gatos hizo que éstos le marcaran el camino en momentos importantes, tanto personales como literarios. Tuvo que separarse de una novia con la que convivía por su alergia a los felinos.
Comenzó a escribir cuando vivía en Tandil. Después de casi haber descartado la literatura a raíz de su fracaso en el intento de escribir cuentos fantásticos, empezó su primera novela una vez mudado a Buenos Aires.
Nunca sintió nostalgia del cuentista que dijo no haber sido, sí le dolió haber perdido la batalla.
Veni, un gato negro, lo acompañó en Bélgica y Francia durante el exilio hasta que falleció en Buenos Aires.
Fue de los autores argentinos más vendidos en Argentina en las décadas de los 80 y 90 con más de un millón de ejemplares. Escribió novelas como Triste, solitario y final (1973), No habrá más penas ni olvido (1978), Cuarteles de invierno (1980) y A sus plantas rendido un león (1986).
Cuando escribía Triste, solitario y final, su gato negro lo ayudó a resolver una encrucijada de la historia.
Algunas de sus obras fueron publicadas en varios países y otras han sido llevadas al cine.
"Un escritor sin gato es como un ciego sin lazarillo".