Si Natasha Felizi supiera ruso no sería periodista. Se habría convertido, quizás, en crítica literaria o algo así, pero el cirílico es complejo y antes de aprender lo suficiente ella dijo basta, dejó sus estudios de literatura rusa, y decidió dedicarse al periodismo.
Vivió en Estados Unidos y Argentina y siempre quiso conocer Moscú. Le queda lejos de su cotidiano Río de Janeiro, pero es una deuda pendiente. Cree, algún día no tan lejano podrá cumplirla y pasearse por la plaza roja con un Ushanka en la cabeza.
Fue traductora y guionista. Trabajó en MTV y Vice Brasil y colaboró con Folha de São Paulo y Piauí. En Anfibia, no la pasó mal. Recorrió Favelas y fue a fiestas funk y, después, escribió una crónica contándonos ese mundo.