En su último libro, “Más que mil palabras” (Emecé, 2015), Miguel Russo construye un álbum de fotos narrado pero sin imágenes: 44 relatos sobre fotografías tomadas desde fines del siglo XIX al presente. A partir de un registro que combina la crónica, el ensayo y la biografía, narra la historia de cada foto y la vida de sus autores.
Nació en 1956, en Villa Urquiza. Fue peón de mudanzas, operador de máquinas de contabilidad, taxista de noche en invierno y de tarde en verano, ayudante de colocador de muebles de cocina, empleado de florería, ladrón de coronas en un cementerio del norte del Gran Buenos Aires, locutor de los cassettes que clandestinamente contenían el informe de Argentina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos durante 1978, integrante vocal del grupo Quintral, banjoísta de la banda de jazz Folk & Blues, vendedor en varias librerías (específicamente, culminó su carrera en Hernández), periodista.
Todos esos fracasos, sumados a su vehemente fervor futbolístico por el Club Atlético Platense y a su no menos vehemente filiación marxista, lograron en Russo esa cuota de testarudez ante el contratiempo, tan presente en toda su obra: dos libros de poesia (7 y 3 y Ninguna noche en Storyville), uno de cuentos (Un lugar como cualquier otro), dos novelas (Perder la historia y Babel) y uno de crónicas (Más que mil palabras).
Como periodista, escribió y editó en La Maga, Página/12, Página/30, Veintiuno, Veintidós, Veintitrés, Contraeditorial, Diagonales, Miradas al Sur.