Los rulos de Máximo Badaró son desorganizadamente compactos. Se imagina uno, cuando el licenciado en Comunicación, Doctor en Antropología social en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, se mete en la ducha y pasan varios minutos hasta que el agua atraviesa el pelo, le llega a mojar el cuero cabelludo.

Investigador del CONICET, para su tesis Badaró se infiltró en el Colegio Militar de la Nación: fue a las clases, participó de maniobras militares y hasta se tiró en paracaídas.

No es fanático de los deportes pero jugó ocho años al rugby, practica boxeo y natación, estudió teatro durante dos años.

Profesor de antropología, codirige el Centro de Estudios en Antropología del IDAES-UNSAM y desde hace dos años estudia chino Mandarín.

Vivió en Gotemburgo (Suecia) y Ginebra (Suiza).

En su casa tiene dos guitarras.