Cuando vio Dreams (1990) de Akira Kurosawa, encontró su primera idea de lo que era el cine. Luego, descubrió el pesimismo de Lars Von Trier y la desfachatez de Almodóvar. La facultad tuvo un rol fundamental en su formación cinéfila: lo hizo amar la fuerza de Antonioni y le dejó una pasión dividida entre Pasolini y Favio.

Autor del libro “Rondas nocturnas. Sexo, reclusión y extravío en el cine argentino”. Es licenciado en Artes y Doctor en Estudios de Género por la Universidad de Buenos Aires. Docente e investigador de CONICET.

De niño le gustaban los gatos. Después tuvo varios perros. Hoy prefiere las plantas porque –según él- transmiten felicidad de manera independiente.