A mediados de los ’90 amigos cercanos a Andrés D´elía le mostraron que la cámara podía ser una herramienta para contar historias y él, muy a tono con la época, empezó por la suya. Por esos años su actividad más estable era frustrarse. Había querido cumplir el mandato paterno con la administración de empresas pero el mercado no le creyó y la cocina resultó estar por encima de su voluntad de sacrificio. Se negó a ser fotógrafo viviendo de la fotografía y tuve que aceptar su condición tiempo después cuando descubrió que en ningún trabajo había durado más de un año. Editor, asistente, jefe, fotógrafo, de noticias, de moda, de turismo y de lo que hubiese que hacer lleva en Clarin quince años. También colaboró con las revistas de La Nación y esporádicamente con muchas otras publicaciones. Sigue fotografiando, con intensidad variable, su vida y sus cosas. Algún día se va a decidir a mostrarlas.