Es domingo, llueve, y mi vecino Charly está organizando un cogedero. Me avisó por Grindr que invitó a un chongo suyo y a una pareja de ositos que conozco: “La hacemos entre amigos”. Me parece un planazo. Le digo que llevo unas birras. “Lo que sí -me aclara- va a ser a peluche la cosa.”
Me quedo mirando el mensaje. Me está avisando que nadie piensa usar forro. Dudo. Le digo que, igual, llevo preservativos. “Tranqui, Pepe. Estamos todos de PreP.”
El argumento no me convence. Me encanta coger a pelo, pero sé que si lo hago después me voy a perseguir. Tuve sífilis, y mi médico me dijo que una reinfección puede ser muy peligrosa. Con miedo de quedar como el gorrudo de la tarde, le repito que llevo forros para mí. Me manda un pulgar arriba. “Ya sé que no está bien -agrega-. Pero bueno… hubo una pandemia, mucho tiempo de sequía.” Emoji de caritas riéndose.
Salgo de casa con su último mensaje dándome vueltas en la cabeza. Los putos siempre fuimos mandados a hacer cuando se trata de sexo y joda. La post-pandemia y la consolidación de la distribución del PreP parece haber subido el volumen de nuestra búsqueda frenética de placer: un mundo en ruinas que nos preñó de cinismo apocalíptico. Camino dos cuadras hasta lo de Charly con una pregunta en mi cabeza: ¿Estamos bardeando, o accediendo a un modo más pleno de vivir nuestra sexualidad?
¿Cogederos responsables?
La profilaxis pre-exposición o “PreP” es una estrategia de prevención del VIH para personas que no vivimos con el virus pero tenemos prácticas que pueden exponernos a su transmisión. Es una especie de escudo químico que evita que el virus se replique en nuestros tejidos sanguíneos.
Su marca comercial es Truvada. Combina dos fármacos: Tenofovir (TDF) y Emtricitabina (FTC). Truvada se utiliza para el control del VIH en EEUU desde el año 2004. De hecho, sus componentes son parte de los antirretrovirales que toman las personas positivas.
En el 2012 su uso fue aprobado por la OMS como una estrategia válida para prevenir la diseminación del VIH. En el 2015 se publicaron las primeras guías que recomiendan Truvada en combinación con otras estrategias preventivas, como el preservativo. Sin necesidad de un tercer fármaco, la ingesta diaria de una pastilla puede garantizar la no transmisión del virus con un 96% a un 99% de efectividad.
La post-pandemia y la consolidación de la distribución del PreP parece haber subido el volumen de nuestra búsqueda frenética de placer.
En Argentina, la administración de Truvada como PreP, y su equivalente de producción nacional, Remivir, fue aprobada en julio de 2019. La distribución empezó en el 2021 y se realiza a partir de una política específica de la Dirección Nacional de SIDA. En internet hay bastante data: PreP ya se distribuye en centros de salud y organizaciones no gubernamentales de diferentes regiones del país.
Estoy fumando un pucho en el patio de Charly. Benja, uno de los ositos, viene conmigo. La lluvia amainó. El planazo ya sucedió. Durante toda la chanchada quise sacarme el forro; no me animé. Le pregunto a Benja por su experiencia con el PreP. Lo recibe de la fundación Huésped.
—Tienen varios protocolos para hacer seguimientos. Es un compromiso, porque entrás en el protocolo y tenés que sostener una constancia. No es decir quiero coger y punto. Hay que ir a controles, te hacen análisis.
—Claro, ¿cogederos responsables?
—Está bueno por el seguimiento que implica. Y porque te alivia la paranoia.
Lo que Benja me cuenta lo escuché de otros amigos. Entrar en protocolos de PreP y ser constante con los estudios es un modo de combatir el virus. ¿Es también un nuevo modo de competir en el mercado sexual? Cada día veo más perfiles en las apps de citas que dicen: “en PreP”, y varias veces me bloquearon por no querer coger a pelo.
—Hay circuitos en los que si no estás de PreP quedás afuera.
—Boludos hay en todas partes. Y gente que canaliza el placer sexual cruzando el límtie y buscando el riesgo. Lo que yo veo en el PreP es una manera de preservarnos y dar un paso más hacia un disfrute pleno de nuestra sexualidad.
Le pido detalles: una pastilla todos los días. Con eso basta para que el virus y el estigma que marcaron a fuego a tres generaciones no se aloje en un cuerpo. También se habla de “PreP a demanda”, o intermitente: consiste en tomar dos pastillas entre 2 y 24 horas antes de tener relaciones sexuales, otra 24 horas después y una cuarta pastilla 24 horas después de la tercera pastilla. Este tipo de ingesta, también llamada “2+1+1” ante la baja carga viral que hay recién producido el contagio, logra eliminar el virus. También hay opciones inyectables que se implementan cada 2 meses, en cuya investigación y desarrollo Fundación Huésped también participó.
En la Argentina, su uso todavía no está implementado de forma libre. El PreP está en período de prueba. En Europa comenzó a distribuirse en 2016. Desde entonces, los diagnósticos de VIH bajaron. Queda la duda: ¿es gracias a a las políticas preventivas o a los cuidados que incorporamos durante el Covid-19? Disminuyeron los diagnósticos VIH+ pero subieron los casos de infecciones de transmisión sexual, en particular de sífilis y gonorrea. Queda la duda: ¿tiene que ver con la PreP?
Políticas de prevención
Tanto el PreP como el PeP (post-exposición) son parte de una orientación política: la prevención combinada. Se trata de una estrategia de abordajes biomédicos, comportamentales y estructurales para prevenir la reproducción del VIH. Desde la distribución de preservativos hasta la promoción de Educación Sexual Integral y el combate a los estigmas, se busca mejorar la vida sexual de las personas y evitar la propagación del virus.
Si se inicia un tratamiento de PeP hasta 72 horas después de haber tenido una situación de exposición al VIH, las posibilidades de transmisión del virus se reducen en un 80%. A este tratamiento recurren usuarios con diferentes situaciones, pero su uso es recomendado y administrado especialmente en personas que han sido expuestas al virus en espacios de trabajo, o en personas que han sufrido una violación.
La ingesta diaria de esta pastilla garantiza la no transmisión del virus con más del 95% de efectividad.
Hay otros desarrollos que contribuyen al proyecto preventivo, como la vacuna que ya se encuentra en una tercera fase de investigación, y que en América se desarrolla por el programa MOSAICO. Estas políticas de prevención se implementan con “poblaciones clave”, las más expuestas: varones gays, personas trans y trabajadorxs sexuales.
Como política preventiva, la PreP toca un punto sensible porque Truvada es usada en los anti retrovirales (ARV) para el tratamiento del VIH.
La Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos (RAJAP) abrió una pregunta: “Cualquier método preventivo de ITS es una buena noticia. No obstante, la PreP nos enfrenta con dilemas vinculados a la situación de las personas con VIH en Argentina. ¿Tiene sentido destinar medicación ARV a personas seronegativas cuando muchas personas viviendo con VIH tienen dificultades en el acceso al tratamiento? Más allá de que la medicación esté garantizada por ley, son muchas las ocasiones en las que nos enfrentamos con faltantes o fraccionamientos. Por eso, nos permitimos instalar el debate. Queremos que la PrEP esté disponible, sí, pero no a costa de la salud de las personas seropositivas.”
El acceso universal y democrático a la prevención, tratamiento, atención y apoyo relacionado con el VIH tiene consenso global, pero no siempre se cumple. “Si nos alejamos de las grandes capitales, es común que falte medicación -cuenta Federico Aballay, coordinador adjunto del área de comunicaciones de RAJAP-. Soy de San Luis, hasta hace poco había solo dos lugares en toda la provincia donde se distribuía la medicación.” Un día sin Antiretrovirales impacta en la carga viral.
En espejo del “cogedero responsable” que imaginé escuchando a Benja, y de estos protocolos que permitirían un mayor control del virus, la PreP presenta un debate por ser fabricado con un compuesto que, al menos en Argentina, representa el 22% de la medicación distribuída por el sistema público de salud. “Cuando respondemos al VIH, con la cura o de la forma que sea, lo que hacemos es responder a las inequidades. La ciencia ha generado mucha innovación en los últimos 40 años, pero ni la mejor ciencia del mundo puede competir con los efectos debilitantes de los sistemas de salud deficientes y la provisión de servicios deficientes”, dice Gastón Devisich, Responsable de Participación Comunitaria en el Departamento de Investigación de la Fundación Huésped.
En Argentina su uso testá en período de prueba y es parte de una política específica de la Dirección Nacional de SIDA.
No se trata de plantear el dilema “prevención” o “cura” sino de buscar la manera de desarrollar una sin descuidar la otra. Lucas “Fauno” Gutierrez es tajante: “Es peligroso confrontar prevención y cura. Habría que preguntarse qué es la cura, y la cura va a ser un proceso. La prevención combinada tiene que acompañar ese proceso. En ese sentido, la PreP es una herramienta más. No hay distinción taxativa. Ambas cosas se complementan. Se trata de sumar estrategias, incluso con nuestras contradicciones. Se quiere la cura pero va a llevar un tiempo. Y en ese tiempo necesitamos derechos, recursos, PreP, ESI. No da antagonizar respuestas, da ser críticos, señalar fallas en la idea de la cura, en la ley, y en la PreP, pero complementando miradas. No me copa ser un cuerpo medicado, ni siendo negativo o positivo. No adhiero al 100% con la PreP y hasta me cuesta tomar mi medicación siendo positivo. Pero a la vez, quiero llegar con vida a la cura y quiero que menos personas devengan en positivas. Pensemos estrategias colectivas.”
Mientras lo escucho pienso en las reflexiones de Foucault sobre la peste en Europa. El aislamiento de lxs enfermxs siempre fue la primera respuesta que la sociedad europea le dió a las epidemias. Cuando explotó la pandemia de Covid-19, Paul B. Preciado publicó un texto donde, entre otras cosas, comparaba su aislamiento con Covid con la situación de los refugiados que intentan ingresar a Europa. El texto me indignó, pero barajaba una hipótesis interesante: cómo nos organizamos como sociedad marca la nota de cómo vamos a reaccionar ante una pandemia. O sea, nuestras reacciones ante infecciones, virus y enfermedades dicen más de nosotrxs de lo que nos gustaría admitir. De allí que históricamente haya sido prioritario aislar y prevenir, antes que curar. Como me recordó Lucas Fauno, “hablar de VIH es hablar de cualquier cosa, menos de VIH”.
Ls argentinxs somos una sociedad atravesada por el higienismo, la paranoia de la inmunidad y el recelo por lo extranjero. Todo el pensamiento rioplatense del siglo XIX está lleno de referencias al miedo que generaba la inmigración, y las enfermedades que podían traer al tejido social. Nuestro siglo trae una sola novedad: para prevenir no se requiere aislar con paredes, ni islas, ni barcos llenos de locos. Alcanza con una pastillita por día.
Un día mundial y algunas preguntas.
Cada 1ero. de diciembre las redes sociales se llenan de reflexiones sobre el VIH/Sida. El virus está tan presente en nuestra historia colectiva, y ha sido tan narrado por la literatura, el cine, que parece parte constitutiva de quiénes somos, de nuestros grupos afectivos, en nuestra manera de coger y estar con otros.
La consigna de la cura aparece por todas partes, y nuestro imaginario se nutre de memoria. Pensamos en los grupos activistas que comenzaron a auto-gestionar los cuidados ante la ausencia del Estado; en cómo la sociedad civil tuvo que alzarse para pedir respuestas a un sistema científico que no las proporcionaba; en cómo fueron necesarias estrategias de lucha para combatir la discriminación y el estigma.
Disponer del PreP es lo opuesto a la abstinencia sexual que tanto preocupaba a Perlongher,
En la página de Naciones Unidas se habla de la efeméride, y se la propone como un modo de “apoyar a las personas que conviven con el VIH y para recordar a las que han fallecido por enfermedades relacionadas con el sida” También sostiene que “las desigualdades que perpetúan la pandemia de sida no son inevitables” e invita a todxs a combatirlas para conseguir el objetivo: erradicar el sida en 2030.
En el 2022 conseguimos una nueva ley de VIH, Hepatitis virales, otras ITS y tuberculosis. En ella se sostiene una respuesta integral e intersectorial al virus. Esto quiere decir que “garantiza la investigación, prevención integral y combinada, diagnóstico, tratamiento, cura, asistencia interdisciplinaria (social, legal, psicológica, médica y farmacológica), y la reducción de riesgos y daños del estigma, la discriminación y la criminalización hacia las personas con VIH,”. Lo releo una, dos, tres veces. La palabra “cura” está ahí en el medio, entre una lista de abordajes. Es una promesa, y un horizonte.
El tratamiento de anti-retrovirlales progresó mucho en los últimos años. Hoy, vivir con VIH no es lo mismo que hace diez, veinte, o treinta años. La premisa “indetectable = intransmisible” permite que muchísimas parejas serodiscordantes puedan coger a pelo con tranquilidad. En base a los debates que vi pensando sobre esto, una sola cosa me queda clara: los modos de cuidar y de culear han cambiado, pero la necesidad de sostener una perspectiva crítica sobre las políticas de salud permanece, especialmente cuando se trata de poblaciones vulnerables que no son prioridad de algunas agendas públicas.
En La desaparición de la homosexualidad, Néstor Perlongher, patrona de las maricas argentinas, pensó sobre políticas de prevención. Arriesga a decir que la reacción de “gran parte de los homosexuales frente a las campañas de prevención está siendo la de dejar de tener relaciones sexuales en general, más que la de proceder a una sustitución radical de las antiguas prácticas por otras nuevas y seguras, o sea con forro”. En oposición a ese regreso a la abstinencia, que preocupaba a Perlongher, hoy nos encontramos con estos “cogederos responsables” atravesados por controles y protocolos pero también con una cultura hedonista de varones gays urbanos que acceden a aquello que se perdió con la explosión del sida: coger a pelo, con quien quiera, cuando quiera, y sin los estigmas sociales que eso implicaba.
En papeles, la prevención combinada no debería desalentar el uso del preservativo, pero lo cierto es que cada vez me cruzo menos gente dispuesta a utilizarlo. ¿Regresa la consigna de los movimientos de liberación sexual de los años 70: ¡El mundo no se va a acabar; el mundo ya se acabó!?
Como ví esa tarde en lo de Charly, muchos varones gays optamos por cierto cinismo apocalíptico para sobrevivir a la desidia cotidiana. “Ya fue, aguante todo.” Pero también existen orgas y grupos militantes que siguen buscando imponer su agenda, asumiendo con responsabilidad las discusiones que la PreP trajo consigo, e instalando el sentido común de que el cuidado será colectivo o no será.