Marcela Turati no se conformó nunca con el sopor de las redacciones de los diarios del Distrito Federal. “Prefiero la calle al escritorio”, es su leitmotiv.
Colaboró para Proceso, Gatopardo y Etiqueta Negra, y otros diarios y revistas de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, México, Perú y Uruguay. Realizó labores de activismo a favor de los derechos humanos y en contra de los asesinatos y exilios de periodistas.
En el 2001, cuando tenía 27 años, hizo un taller con Ryszard Kapuścińskiy y desde entonces no ha parado de contar las historias de los mexicanos ocultos detrás de la violencia performática de los narcos.
En 2012, por la cobertura periodística sobre la guerra contra el narcotráfico y el papel desempeñado en la protección y formación de periodistas en México, los Nieman Fellows de la Universidad de Harvard otorgaron el Premio Louis Lyons “a la conciencia e integridad del periodismo”.
A bordo de un coche en el que no teme doblar en U en las avenidas más transitadas del DF, Turati atiende un celular que parece quemarle las manos. No sólo son fuentes de los altos y bajos mundos que quieren contarle historias sino periodistas de todo el país que buscan su consejo.
En 2014 ganó el reconocimiento a la excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo.
Turati es fundadora de “Periodistas de a Pie”, un colectivo de cronistas sociales que comparten técnicas de investigación y estrategias de reporteo con el fin de elevar la calidad de su trabajo.
En 2016 obtuvo la beca de la Fundación Nieman para el Periodismo en Harvard y así estudiar ejemplos históricos y actuales de la violencia sistémica y su impacto en las personas, las comunidades y las instituciones, con especial atención al papel de la de los medios.
Vivió en Buenos Aires y paso por la mayoría de los países de América Latina siguiendo la huella de lo que ella llama “periodismo social”.