El olor más rico que olió Pablo Ottonello en toda su vida fue el de la albahaca que su bisabuelo Saverio llevaba enganchada en la oreja. Primero llegaba el olor, luego su bisabuelo y con él esa mirada italiana, cariñosa sin perder rigurosidad: el abrazo.
Mientras estudiaba Ciencia Política en la Universidad Di Tella, Ottonello se compró una Ibanez RG-570 y pretendió, durante cinco o seis años, ser guitarrista de jazz. Luego, estudió en la Universidad del Cine, filmó cortometrajes, videoclips y escribió películas que no se filmaron, pero que sirvieron para conseguir trabajo como guionista.
Vio siete veces la película Castro de Alejo Moguillansky y fue su asistente de dirección en El Escarabajo de Oro. Colaboró en el guión de El Rati Horror Show de Enrique Piñeyro y trabajó dos años con él.
En 2010 fue finalista en Festival FINN de Nueva Narrativa con la novela Tonino. Obtuvo el segundo premio de novela de la editorial Dakota con la novelaWanda. Fue finalista con María Balcarce en el Concurso X de Novela.
Un año después, fundó con tres socios una empresa de alquiler equipos de cine. Escribió novelas por la mañana y despachó cámaras y lentes por la tarde y la noche.
Conoció al escritor Santiago Llach y se unió a su tribu.
En 2013 recibió una mención del Concurso Federal de Narrativa Eugenio Cambaceres, organizado por la Biblioteca Nacional y el Museo del Libro. El libro se llama: Hotel Kokoschka.Lo mejor de todo esto, dice, fue conocer a Luis Chitarroni.
En 2014 recibió una mención del Concurso Azabache de Novela con el libro Veteranos de la Guerra del Día, que se publicará en la editorial Entropía en 2016.
En 2015 publicó su primer libro de cuentos, Quiero ser Artista, en Tenemos las Máquinas. Ese año, recibió el Iowa Arts Fellowship de la Universidad de Iowa. Vendió todo y viajó al Mid West con Leticia. Pasaron diez días en el hotel Big Ten, de Coralville, Iowa. En las alfombras del hotel encontraron pelos, caspa y mucha materia orgánicos de pasajeros anteriores.
Contra su voluntad, armó una cuenta de Facebook y escribió las primeras Cartas a Mark Zuckerberg. Hoy son un libro.
Cursa la Maestría de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa. En invierno se le congela la condensación de los anteojos. Tiene un blog en Bastión Digital. Escribe películas por Skype.
En un local de guitarra de Des Moines se compró una Taylor C-214 electroacústica, que todavía huele a madera.