Economía Offshore


Qué barato es lavar en Panamá

Sol Lauría vive y trabaja en Panamá y como periodista de Connectas formó parte del equipo global que procesó durante un año la mayor filtración de documentos sobre paraísos fiscales. Mientras sigue cruzando datos y nombres, explica el backstage de una investigación que conectó a 370 periodistas y enumera las facilidades que el país centroamericano ofrece a quien a quiera abrir una compañía offshore.

Fotos interior: Panamá Papers

Panamá es una soga entre dos océanos que ata Sur con Centro América y conecta al mundo: hace 102 años abrieron un surco en la tierra y construyeron un canal que une 144 rutas marítimas, reexporta a cientos de países en los cincos continentes, registra nuevas compañías todos los días y hay 91 bancos privados para facilitar operaciones. Transporte, servicios, banca y el dólar como moneda única, arman redes infinitas de negocios y oportunidades que los millonarios del mundo saben aprovechar.

Un país chico con gente encantadora, playas para el infarto, carnaval, salsa y calypso. Y algunas firmas de abogados  amarradas al negocio de un sistema societario y financiero que asegura a los dueños de la plata pasar desapercibidos. Como Mossack Fonseca, que ni siquiera es la más grande pero es la que ahora está en los medios del mundo por la filtración de unos 11,5 millones de documentos internos: mails, actas, faxes, entre más de 500 empleados y colaboradores en más de 40 oficinas despedigadas por lugares  como Bahamas, Islas Vírgenes Británicas, Nevada, Luxemburgo, China, UK o cualquiera de los destinos laxos en regulación y que permiten mover fortunas para despistar controles. Y entre ellos y los intermediarios: abogados y financistas que en cada país se dedican a hacer de nexos para armar estructuras financieras.

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Hace un año 370 periodistas de 70 países nos zambullimos en esa marea, al principio indescifrable. La filtración le llegó a dos periodistas del diario alemán Süddeutsche Zeitung. Al minuto supieron que era algo grande, era evidente, pero ¿cómo ordenar todo eso? Contactaron al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), un equipo de genios en el procesamiento de big-data y, lo dice el nombre, el periodismo de investigación. Cuando digo genios no es por modismo adolescente, son genios: escanean, procesan, ordenan, arman plataformas para búsqueda. Lo hace rápido, lo hacen bien. Y esa masa inmensa e indescrifrable se volvió más entendible para los periodistas.

Icij activó la red. Yo entré como parte del equipo de Connectas, que comanda el colombiano Carlos Huertas, para Panamá y Colombia. De Icij nos decían que el volumen de archivos era inmenso y que para organizar el trabajo los estaban subiendo a una plataforma online. A cada uno nos dieron un usuario y contraseña para empezar a rastrear ahí. No había "listas" por países, no hay, cada uno tenía que descrifrar las pistas que ayudasen a dar con la data que le interesaba. A la vez, crearon otra plataforma online para que los periodistas intercambiaran datos y hallazgos: una red social de rastreadores de casos.

Lo primero era buscar nombres: presidente, ministros, jueces. De ahí surgían nuevas: se repetían intermediarios, por ejemplo. Ya con el nombre del intermediario por país, se podía profundizar la indagación. También obtener datos claves: número de cliente, PEPs, due diligence. El “due diligence” es el proceso que hace una empresa, como Mossack Fonseca & Co,  para estudiar a cada nuevo cliente según un protocolo establecido que sigue el departamento 'Compliance'. Piden copia del pasaporte y miran si hay viajes a puntos "sospechosos" como Cuba, norte o este de África, Corea, Europa del Este, países árabes; si tiene visa a EEUU o pudo habérsele rechazado; si en su hoja de vida no figura un puesto ejecutivo que justifique el patrimonio; si hay denuncias o procesos judiciales, y así.

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ICIJ organizó hangouts para ayudarnos. Respondían mails, dudas. Uno de los últimos pasos de esta primera etapa fue acordar una fecha de publicación. Se fijó para el 3 de abril. Cada periodista publicaría lo que tenía. Y la bomba explotó.

Algunos avisaron que la justicia inició procesos para investigar a equis político o tal empresario. Acá, en Panamá, Ramón Fonseca dijo lo de siempre: él sólo abre empresas y no tiene nada que ver con lo que hacen los dueños con esas empresas. Como en un equipo unido cuando el árbitro echa a un jugador, los abogados panas denuncian una campaña orquestada desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico para perjudicar a Panamá y favorecer otros centros financieros como los de Estados Unidos. Existen unos 100 paraísos fiscales en el mundo: Estados Unidos está en el puesto 3 y Panamá en el 13, ¿por qué se la agarran con Panamá? Hablan de "bullying de las naciones grandes y poderosas". 

Las teorías conspirativas suelen ser el recurso del señalado. En Argentina algunos salieron a decir que qué raro, justo ahora que Jaime va preso salen a decir que Macri tiene una empresa en Panamá. Un día después todavía están los que piensan eso, incluso periodistas. Ni siquiera los 370 periodistas trabajando un año pudo torcer la tendencia argentina de pensar que el mundo se mueve por nosotros.

Mientras escribo esto me saltan alertas whatsapp, twitter. Llaman periodistas amigos de Guatemala, Uruguay, España, Argentina. Hacen preguntas que todavía me hago. De eso se trata esto también: es interminable lo que queda por ver, estudiar, analizar. Otras preguntas no puedo contestar: los socios en cada país son los que tienen que hablar del país. En Argentina, colegas, busquen a Hugo Alconada y Mariel Fitz Patric.

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La filtración es sólo de una firma de abogados de Panamá, hay muchas más operando. Los abogados son parte del poder político que sostiene el sistema: Ramón Fonseca Mora, el dueño de la firma de las filtraciones, es amigo entrañable del presidente y hasta hace 15 días su Ministro Consejero y Presidente encargado del partido de gobierno. Tomó licencia por el escándalo Lava Jato, el de Brasil que lanzó masas a las calles y puso en jaque a Dilma. Los asesores del Ministerio de Relaciones Exteriores panameño en temas tributarios y financieros, son abogados de firmas que también lucran con el perfil offshore.

Abrir una empresa en un paraíso fiscal no es un delito en sí mismo. Hay que ver para qué se usó y, en el caso de políticos, si la declaran en sus países. Es una obviedad: Panamá blanquea plata sucia de millonarios del mundo con un sistema legal que lo avala. La crítica hacia los países que facilitan estas operaciones es sobre legitimidad: avalan delitos de otros. Robo o evado en un país (ilegal) y escondo lo robado o evadido en otro (legal). Esas son las aguas en las que Mossack Fonseca & Co. se mueve como pez: armar la estructura legal para esconder dinero. La arquitectura montada para hacerlo es siempre la misma.

¿Quiere abrir una compañía en Panamá? Puede hacerlo por unos 350 dólares para los pagos en el Registro Público, los honorarios de los abogados y un capital de inversión inicial de 10.000 dólares. ¿Quiere que su nombre no figure? Quédese tranquilo: aquí ni los directores ni los dignatarios, que son los que figuran, tienen que ser accionistas. ¿Quiere una cuenta bancaria? Cómo no, hay asistencia para la apertura de una a nombre de la sociedad ya sea en Panamá o el extranjero. ¿Cuánto? Calcule unos 1.250 dólares. ¿Quiere olvidarse de esa empresa y que Mossack Fonseca se encargue de los contratos, la presentación de actas, el pago de tasas? La firma ofrece servicios legales de hasta 10 horas por mes por 1.700 dólares. Si el tiempo de dedicación lo excede, le pasa factura por hora. ¿Quiere residencia o permiso para trabajar en Panamá? Puede obtenerlo por 2.250 dólares. ¿Una BVI? También, por un costo base de 910 dólares más 400 por mantenimiento. ¿Quiere montar una estructura internacional, que conecte empresas en Panamá con otra en UK o Islas Vírgenes o Hong Kong o Seychelles o todas esas juntas? También se puede.

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Así se presupuesta el servicio que algunos usan para el lavado o la evasión. Aunque puede remitir a hombres de negro, valijas, dinero girando en un lavarropas y billetes colgados de una cuerda al sol, no es eso. Es una mecánica bastante convencional, orquestada en base a las facilidades de cada jurisdicción para hacer operaciones sin llamar la atención.

Todavía falta mucho por rastrear. Por contar. Fue un año de trabajo secreto. Horas enteras frente a la computadora, poniendo nombres, dando enter, descargando archivos. Días tratando de entender un poco la telaraña que comienza a formarse cuando se toma el nombre de una empresa al azar y se rastrean los vínculos. Las conexiones atan compañías con personas, personas con lugares como Suiza, Hong Kong, Bahamas. Y de ahí a otros nombres, a más sociedades y países. El rastro del dinero es de los más complejos de seguir.