Cada vez que puede Alicia Genovese arma su bolso y se va al Delta. Apenas sube a la lancha, empieza a sentir un estado de flotación, como si se hubiese zambullido. Cuando regresó, en el umbral de los 90, de Estados Unidos, encontró aquí un paisaje de aguas y vegetación similar al que ya se había habituado. En el norte de Florida: manantiales y pantanos, el mar de diferentes orillas. Todo esto la remite a el jardincito que su madre italiana hacía en aquella casa del conurbano bonaerense rodeada de baldíos y entre calles de tierra. Desde entonces no pudo desprenderse por mucho tiempo del aire de las plantas y sus ritmos estacionales. Escriba de lo que escriba, sabe que para ella ése es el mejor entorno.
Actualmente además de actividades académicas, coordina talleres de escritura.En los últimos años ha dado talleres de poesía en varias provincias: Mendoza, La Pampa, Córdoba, Salta, Tierra del Fuego, organizados en su mayoría por el Fondo Nacional de las Artes.
Después de obtener un doctorado en Literatura en la Universidad de Florida, volvió en varias oportunidades a EEUU como profesora visitante.
Ha publicado ocho libros de poesía, entre ellos Puentes (Tierra Firme, 2000), Química diurna (Alción, 2004), La hybris(Bajo la luna, 2007) y Aguas (Del Dock, 2013). Además, dos libros de ensayo:La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas (Biblos, 1998 y Eduvim, 2015) yLeer poesía. Lo leve, lo grave, lo opaco (FCE, 2011).
Piensa que los premios no tienen importancia en el hacer diario de la escritura, en la concentración que exige sobre enfrentarse con lo que se escribió mal, con lo que hay que reformular. Piensa que pueden ser contraproducentes, dentro de ese hacer, dándole al escritor cierta permisibilidad, haciéndole olvidar su propio sentido crítico. Pero, también es verdad, en lo personal, y esto puede parecerle un lugar común a usted, lector (cosa que tampoco es demasiado importante: sépalo), que cada vez que recibió alguna distinción se sintió feliz y motivada, sintió esa corriente de viento a favor, ese empujón para seguir con algún proyecto. Cree, los premios también tienen importancia en la mirada de los demás y hay que aprender a lidiar con eso.
Entre otras distinciones, en 2002 recibió la Beca Guggenheim y a principios de 2015 obtuvo el premio internacional de poesía Sor Juana Inés de la Cruz, otorgado por el Estado de México por su libro inédito La contingencia.