Greta Pena siempre supo que lo suyo era el arte de dar batalla. A los compañer*s del jardín al que va su hija y a las mamus les pareció siempre un poco rara. Se fue a Japón un tiempo, para afilar la katana de la estrategia y la táctica.
Como la mejor arma que maneja es la palabra, estudió derecho (UBA) y periodismo (TEA) y se abocó a la militancia por la igualdad, en la política y en la organización que conduce, 100% Diversidad y Derechos. Hace unos años con Flor eligieron casarse y juntas tienen a Nina y Uma. Tiempo después, alguien le hizo ver que sus hijas tenían el nombre del fuego y del agua, los opuestos, en aymara.
Si uno mira el CV de Greta Pena se sorprende por la combinación de gestión, docencia e investigación. Abogada (UBA), su última investigación versó sobre la creación de tribunales especializados en violencia de género. Dicta cursos sobre Géneros y sexualidades, acceso a la Justicia de las personas LGBTI+ o de diversidades familiares y multiparentalidad en áreas del Estado o en espacios de la sociedad civil.
Trabajó en ambas Cámaras del Congreso, en la Secretaría de DDHH y en el Ministerio de Seguridad, actualmente integra la Dirección de Políticas de Género del Ministerio Público Fiscal de la Nación. Ha coordinado la promoción de áreas temáticas de grupos vulnerados e integró el equipo de Violencia Institucional. También fue Directora de Prevención e Investigación de Prácticas Discriminatorias del INADI y representante de Argentina ante los Grupos Permanentes de Discriminación, Xenofobia y Racismo, y Género y Diversidad Sexual en las Reuniones de Altas Autoridades en DDHH y Cancillerías del MERCOSUR (RAADDHH).
Lo primero que pensó cuando entró a la universidad fue “¡No estoy vestida de abogada!”. Su hija mayor, Nina, una vez le dijo: “Mamá Gre, nadie lo puede ver porque es muy muy diminuto, pero el cerebro tiene un corazón adentro, sin ese corazón, no puede pensar”.