Ensayo

Más perros, menos bebés


Hijitos de cuatro patas

Los nacimientos en la Ciudad de Buenos Aires descienden año a año. Síntoma de una generación criada al calor de la inflación, los anticonceptivos, la falta de créditos hipotecarios, la búsqueda de realización individual, la dificultad para sostener una pareja, el frilanceo como modo de vida… y la preferencia de tener mascotas a hijos. Juan Stanisci analiza esta tendencia en un país donde el presidente clonó a su perro y donde cada vez se vuelve más difícil pensar en un futuro.

En departamentos sin cunas ni sonajeros los pelos de perros y gatos se juntan en los rincones. Brindamos con perros en navidad. Cada vez más bares pet friendly no aceptan niños. Los perros salchicha se reúnen en el Parque Lezama. Reposeras para gatos.  Psicología canina. Instrucciones para saludar a nuestros pichichos después de una jornada laboral. Tenencia compartida después de una separación. Personas que se comunican con sus perros muertos a través de médiums y ellos les dicen: “Tenés que ser presidente”.

Hoy en la Ciudad de Buenos Aires la cantidad de mascotas duplica a los niños y las niñas: 861.852 perros y gatos —493.676 que ladran, 368.176 que maúllan— frente a 460.696 infantes que lloran, ríen o chillan, según la Encuesta Anual de Hogares.

Si gobernar es poblar, entonces el descenso de la tasa de natalidad es un diagnóstico de la política argentina de los últimos años. Datos duros de matar: según el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en 2024 las actas de nacimiento fueron 37.864 —un doce por ciento menos respecto de los 43.075 de 2023—. Suena a poco para una ciudad de 3 millones 121 mil habitantes. Si quisiéramos llenar de bebés el estadio de Vélez Sarsfield nos sobrarían doce mil asientos. Si, en cambio, trasladáramos a las criaturas junto a sus madres al estadio de River Plate quedarían vacías poco menos de diez mil butacas. El número consolida un descenso en la natalidad de los últimos nueve años. 

Esta baja describe a una generación criada al calor de la inflación, los anticonceptivos, la falta de créditos hipotecarios, la búsqueda de realización individual, la dificultad para sostener una pareja, el frilanceo como modo de vida y la ausencia de significado para la palabra futuro. ¿Cuanto más conozco a las personas, más quiero a mi perro?

Querido joven nacido en la década del 90: hasta 1987, divorciarse en Argentina era ilegal. Esto generaba que cuando una persona se separaba y luego volvía a ponerse en pareja, los hijos nacidos de esa nueva unión eran ilegítimos. Ciudadanos de segunda. Guachos. 

Los nacidos en las décadas del ochenta y noventa son hijos de las primeras parejas que accedieron al divorcio legal. Entendemos que la familia es una forma de vida pero no la única. En 2025 el divorcio es posible pero también, como casi todo, es caro. Quizás por eso en el primer cuatrimestre del año pasado las uniones civiles crecieron un 60 por ciento mientras que los matrimonios disminuyeron un 12 por ciento. Querida ¿querés concubinar conmigo? 

La incertidumbre económica también es fundamental a la hora de pensar la caída en los nacimientos. La casa propia son los padres. Como Papá Noel, la luz mala, el Pombero o la muerte tras ingerir sandía con vino, los préstamos hipotecarios son un mito. Algo que, como los walkman, las monedas para pagar el colectivo o el fútbol con hinchas visitantes, se perdió en el tiempo. Lo máximo que pudo ofrecerle un banco a nuestra generación es un reintegro para comprar zapatillas en doce cuotas o exclusividad para conseguir entradas a recitales. La pareja del Galicia juntó puntos, obtuvo descuentos y se divorció. ¿Fuiste al Francés? Sí, me compré una tele. El que depositó casa con patio y pelopincho recibirá monoambientes. ¡Alquilados!

No todas las respuestas se encuentran en el código civil o en la sección económica de los diarios –oiga, se le cayó el documento–. Países con un PBI mucho más jugoso que el nuestro también cuentan cada vez menos gurises. Un asunto evidentemente global que puede ser leído como un problema o como un ejercicio de libertad. Entendida como una sociedad o una especie que debe prevalecer, la baja en la natalidad genera una gran hipótesis de conflicto. Por ejemplo: ¿cuántos trabajadores van a aportar dentro de 30 años para pagar las jubilaciones de quienes hoy aportan? Problemas de los millenials del futuro. Además, a este ritmo, quién te dice que va a haber empleo registrado o jubilaciones. 

La otra posibilidad es leer esta realidad como un acto de soberanía individual. Libertad, nada me ata y sigo vivo, cantaba Miguel Abuelo. Hoy la familia es una posibilidad, no un mandato. “¿Para cuándo los hijos?” es una pregunta que sólo hace una tía descolgada tomando Terma. Ser madre ya no es un deber sino una posibilidad entre muchas otras. 

La caída en la tasa de natalidad entre 2016 y 2024 en CABA es del 48 por ciento. A partir de este dato, la consultora Sentimientos Públicos, dirigida por el escritor Hernán Vanoli, realizó una investigación. De ella se desprende que el 20 por ciento de los denominados centenialls –jóvenes de entre 18 y 29 años– no proyecta tener hijos.

¿Será que traer un niño a este mundo enloquecido es un acto de locura? ¿Será que esta generación con tanto rechazo a las responsabilidades duraderas entiende como un acto responsable el hecho de no tener hijos en un mundo donde Esteban Trebucq es palabra autorizada? 

La realidad valida el dato: la edad promedio de las madres primerizas en la Ciudad es de 32 años. Y marida perfecto con un número más: el descenso del embarazo adolescente. En 2008, 34,8 de cada mil mujeres de entre 15 y 19 años eran madres; para 2023, sólo 6,2 de cada mil tienen hijos. Datos que no pueden entenderse sin la implementación de políticas públicas como el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA) —desmantelado por el gobierno actual—, la Educación Sexual Integral (ESI) y la despenalización y legalización del aborto. 

Hijitos de cuatro patas

El amor, la ternura y otros chispazos de magia de la química humana no existen por sí solos. Necesitan de otro. Un lugarcito para depositar la ternura. Familias multiespecie. 

Según la investigación de Sentimientos Públicos, el 15 por ciento  de los encuestados y las encuestadas dicen que prefieren tener mascota antes que hijos. ¿Dios, patria y familia? Astrología, monotributo y gatito. 

En el mundo neoliberal, donde hay una necesidad nace un mercado. Un scrolleo rápido en cualquier red social te encuentra con: reposeras para gatos, camas antistress para perros, cápsulas –la combinación entre una marca de ropa y otra empresa, un influencer o un famoso– de ropa para perros en Las Pepas –hay vestidos y collares de perlas–, pelotas que se tiran solas para que el animalito no te extrañe tanto o sesiones de spa. Si la década del sesenta estuvo signada por el ingreso del adolescente como sujeto de consumo, hoy ese espacio lo ocupan los perros y los gatos. 

En 1981, la Policía de la provincia de Buenos Aires lanzó un jingle con el objetivo de mejorar la seguridad en los famosos Operativo Sol. La canción, popularizada en las canchas del fútbol argentino, se llamó Boby, no me extrañes. En ella, una niña le decía a su perrito que no podría llevarlo de vacaciones. Al parecer, en 1981 se podían desaparecer personas pero era peligroso llevar perros a la playa. El futbolero o la futbolera sabrá reconocer esta melodía: Boby, mi buen amigo. Este verano no podrás venir conmigo. La niña le pide al perro que no la extrañe y le promete traerle el mar en un frasquito. La melodía de la canción sigue vigente en las tribunas cada fin de semana, no así la letra. Según las encuestas, hoy es más probable que una familia viaje con su perro a la costa –aunque cada vez sea menos probable irse de vacaciones– que con un niño.

A imagen y semejanza

Si algo asemeja a Javier Milei con los habitantes del país que gobierna, los que lo votaron y los que no, es su relación con sus perros. Vivos o muertos. El que no quiera clonar a su perrito para que viva eternamente, que tire la primera piedra. 

Hace pocos días, luego de ser criticado por no opinar sobre la muerte de Jorge Lanata, Milei se tomó un instante para recordarlo. La historia que le contó a Luis Majul es más o menos así: era domingo y Milei no estaba en su casa. Entonces recordó que esa noche se emitía Periodismo Para Todos, el programa que conducía Lanata en Canal 13, el principal bastión antikirchnerista de aquel tiempo. Milei decidió volver a su departamento en el Abasto. Se sentó a ver el programa cuando escuchó una explosión y la transmisión se cortó. Pensó que habían saboteado la emisión. Salió al pasillo del edificio y empezó a gritar “¡Están censurando a Lanata!”. Nadie respondió. Por la nariz le entró un olor amargo. Humo. Fuego en algún lugar del edificio. Cuando volvió al departamento vio que Conan, su arcángel Gabriel, estaba en el balcón. Salió junto a él y miró hacia abajo. Entonces comprendió que algo se prendía fuego. Para Milei, Lanata salvó a su perro. 

El relato que el presidente le hizo a Majul tiene una particularidad: cuando habla de Conan lo hace en presente. Ante la atenta mirada del periodista, que asentía moviendo la cabecita como uno de esos perritos que solían estar en los taxis, Milei dijo: 

—Conan es muy grande, pesa más de noventa kilos. 

Es cierto, no es ninguna novedad. 

Cuando era diputado nacional tuvo este diálogo con Esteban Trebucq:

—¿Por qué no podés ser un buen padre? Por el ejemplo de… 

—¡Ahí está Conan! –cuando ve la imagen de su perro en la pantalla, la voz de Milei se pone aguda–.

—Sí, ese es Conan –intenta continuar el balbuceante periodista– ¿Por el ejemplo de tu viejo? Alguna vez te escuché…

—Conan– Milei sonríe como un niño abrazando a Pluto–

—Creo que fue en el programa de Andy Kusnetzoff, creo eh, sino corregime…

Milei no deja de mirar la pantalla.

—Ese es Conan.

La entrevista es de enero de 2023. Milei era candidato a presidente y Trebucq recién había saltado de Crónica a A24. Conan llevaba muerto casi seis años. Sin embargo, cuando el entrevistador le preguntó por la edad del perro él respondió: 

—Uh, no saco la cuenta. Tiene unos cuantos. 

En 2018 Javier Milei clonó a Conan en Estados Unidos. El resultado fueron, supuestamente, seis cachorros. A uno de ellos lo llamó igual que al original. El presidente entendió la clonación como “una forma de acercarse a la eternidad”. 

Algo muy similar ocurre en la novela La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq. La historia está contada a través del diario íntimo de Daniel, el personaje principal. El primer párrafo es este: “Mi encarnación actual se deteriora; no creo que consiga aguantar mucho más tiempo. En mi próxima encarnación sé que me reuniré con mi compañero, el perrito Fox”. En la novela, los humanos alcanzaron la vida eterna a través de la clonación. Cada nuevo Daniel se encarga de escribir un diario y leer los de sus antecesores. Los capítulos parecen versículos bíblicos: Daniel 1,1; Daniel 25,1; Daniel 24,11. El primer número corresponde al clon, el segundo a la entrada del diario. Cada encarnación de Daniel es acompañada por su perrito, Fox. 

La entrada Daniel 25,2 comienza así: “Fox murió a las dos semanas de mi llegada, poco después del atardecer”. El relato de los últimos instantes del perro es conmovedor: “(…) Me miró unos segundos, con agotamiento y a la vez como si se disculpara; luego aliviado, me apoyó la cabeza en el pecho. Su respiración se hizo más lenta y cerró los ojos. Dos minutos después dio el último suspiro”. Daniel procede a enterrar al viejo Fox, cerca de los restos de sus antecesores. Fox, como Conan, no llega a hacerse extrañar: “Por la noche, un transporte rápido procedente de la Ciudad Central me trajo un perro idéntico; ellos conocían los códigos y el funcionamiento de la barrera, no me molesté en recibirlos. Un pequeño cachorro blanco y rojizo vino hacia mí meneando la cola; le hice una seña. Saltó sobre la cama y se tumbó a mi lado”. En el disco Preliminaires, Iggy Pop grabó este fragmento de la novela de Houellebecq. La voz grave, de whisky y cigarrillo, le da el tono justo. Como si hubiera sido escrito para que él lo grabara. Al párrafo siguiente, Daniel 25 define el rol de los perros –podemos sumar a los gatos– para los seres humanos. Sirve para pensar a Milei y a la sociedad porteña que hoy duplica en canes o felinos a los niños o las niñas. “Es sencillo definir el amor, pero se prodiga poco en la secuencia de los seres. A través de los perros rendimos homenaje al amor y a su posibilidad. ¿Qué es un perro sino una máquina de amor? Le ponen delante un ser humano, le encargan la misión de amarlo y, por poco agraciado, perverso, deforme o estúpido que sea el ser humano, el perro lo ama”.