Ensayo

DeBÍ TiRAR MáS FOToS: Bad Bunny sacó el disco del año


El regreso del hijo pródigo

De cajero en un supermercado en Vega Baja a moverse por las fiestas más fastuosas del mundo hollywoodense. En el último tiempo, Benito Antonio Martínez Ocasio conoció gente de todo el mundo y se dio cuenta de que ninguno podría identificar Puerto Rico en un mapa. Ese recorrido derivó en su despertar más creativo. Anunciado con un cortometraje de doce minutos, a contracorriente de los manuales de la industria, DeBÍ TiRAR MáS FOToS es su trabajo más conceptual, un álbum cien por ciento boricua en el que expone su identidad. En un contexto en el que la nostalgia se volvió un producto en sí misma, Bad Bunny indaga en la historia musical de su país para hacer un disco que es a la vez una declaración de amor y un homenaje a su tierra. Benito puede dormir en Los Ángeles y mañana en Nueva York, pero su casa es Puerto Rico y allí siempre vuelve.

En el punto máximo de su carrera, cuando todo el mundo ya lo estaba mirando, lideraba todas las listas de globales y había arrasado con todos los premios de música, Bad Bunny se instaló un tiempo en Los Ángeles. Se puso de novio con la supermodelo estadounidense Kendall Jenner y ella, junto a muchos otros amigos famosos como Jimmy Fallon, le mostraron el fastuoso mundo hollywoodense. Durante todo 2023, el chico que había sido cajero en un supermercado de Vega Baja en Puerto Rico, diez años después tomaba Dom Pérignon en alguna fiesta con caviar y valet parking.

En esos meses entre California y Nueva York conoció gente de todas partes del mundo. Personas que no podrían identificar su país en un mapa salpicado de islas en el medio del Atlántico y que no tienen ni idea lo que es un país periférico. A todos ellos quiso contarles sobre Puerto Rico. Pero se frustraba por la falta de argumentos sólidos sobre la coyuntura política e histórica de su país. Sumado a su inglés rudimentario, porque Benito no se esfuerza en aplicar bien la fonética y cuando la formulación de las oraciones se le complica demasiado cambia automáticamente a ese español puertorriqueño donde las erres son eles y las eses brillan por su ausencia. Un fenómeno fonético llamado lambdacismo, que se remonta a la presencia de población africana en la región, cuyas lenguas rara vez cuentan con el sonido de la erre. En esas conversaciones en spanglish parecía no tener herramientas para generarles un cambio de percepción. “Quise educarlos sobre Puerto Rico, pero para hacerlo me tuve que educar a mí mismo en ciertos temas”, cuenta ahora.

En esos meses de fama y estrellato hollywoodense, después de sacar Nadie sabe lo que va a pasar mañana (2023), parecía que Benito buscaba la aprobación definitiva de un mercado anglosajón a quien ya había conquistado con los sonidos latinos de Un Verano Sin Ti (2022). En NSLQVAPM, donde el sonido predominante es el trap, ya renegaba de la fama y empezaba a hacerse preguntas más profundas sobre el legado que estaba construyendo en torno a su figura.

Su paso por el corazón del capitalismo lo llevó a revisar sus raíces para encontrar la forma de contarle a un primer mundo totalmente ensimismado, dueño absoluto de la industria cultural global, al que no le interesa saber nada sobre los demás, la riqueza cultural y el bagaje histórico de su isla. Es, justamente, esa búsqueda por compartir su identidad sobre la que se construye DeBÍ TiRAR MáS FOToS, el sexto trabajo discográfico solista de Bad Bunny, publicado el 5 de enero. Usando la plataforma de difusión que alcanzó con su fama mundial y en el podio máximo de su alcance como músico, Bad Bunny hizo su jugada más consciente políticamente y produjo un álbum cien por ciento puertorriqueño. En un contexto en el que la nostalgia se volvió un producto en sí misma y donde emular tiempos pasados de la mano de la digitalización revive constantemente creaciones de otras épocas para mercantilizarlas nuevamente, Bad Bunny toma la historia musical de su país para producir un nuevo disco y dar una declaración de visibilidad de Puerto Rico hacia el mundo.

Si bien cada uno de sus discos siempre tuvo un concepto muy marcado que atraviesa desde su música hasta su arte y difusión, DTMF es la pieza más conceptual que hizo hasta el momento, inspirada en uno de sus amores más sostenidos, como es su cultura y su identidad boricua.

La antesala de la salida del disco fue un cortometraje que se estrenó a tres días de haber comenzado el 2025. El video imagina una Puerto Rico totalmente tomado por la cultura americana, donde las costumbres de los nativos son reemplazadas por el idioma, los consumos y rasgos más imperialistas de la nación colonizadora. La película, protagonizada por el actor y director puertorriqueño multipremiado y nominado al Oscar, Jacobo Morales, propone una conversación entre él y una rana coquí, una especie endémica del país que se encuentra en peligro de extinción. Juntos abren una cápsula del tiempo enterrada por Bad Bunny en el pasado y empiezan a ver fotografías de esa época mientras Jacobo, que parece ser un Benito anciano, le cuenta nostálgico a la rana sobre aquella Puerto Rico que ya no existe: “Quisiera haber tirado más fotos porque son momentos vividos, recuerdos de cosas que pasaron”, dice.

A partir de este momento, todo el universo en torno al álbum reaviva la identidad boricua desde múltiples aristas y con una mirada frontalmente anticolonialista, con la música como gran unificador. Benito reúne a distintos talentos de su nación en un proyecto multiplataforma que trasciende el sonido para llevar su declaración a todos los tipos de consumo disponibles en la actualidad. Si uno entra a Youtube y busca bad bunny debí tirar más fotos lo primero que devuelve la plataforma son distintos visualizers, unas piezas sin contenido audiovisual que, con texto y apenas una foto, hacen de soporte de cada canción y repasan hechos históricos de Puerto Rico narrados por el joven historiador Jorell Meléndez Badillo. En esos relatos breves, el historiador —también boricua, como absolutamente todos los participantes de este trabajo discográfico— cuenta el desembarco de las tropas genovesas de Colón a la isla, las diversas etapas de colonización por parte de Estados Unidos, detalles sobre la creación de la bandera o datos sobre el origen del nombre del país. Y sin dejar a ningún grupo social afuera, los fragmentos homenajean a jíbaros y mencionan a esclavos de los campos, a los estudiantes universitarios que batallaron por la educación gratuita en la década del sesenta, los obreros ilustrados que estimularon la producción cultural nacional, los movimientos feministas del siglo XIX y las especies nativas en peligro de extinción, entre otros temas.

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En Puerto Rico cae el sol y Benito Antonio Martínez Ocasio sale a dar un paseo en auto por su querida y calurosa San Juan. Es, desde hace varios discos, el artista de habla hispana más escuchado en todo el mundo. Incluso en países donde el español es un idioma que solo aparece en el traductor. Viajó demasiado y necesita estar en casa, volver a conectar con su gente, con su tierra. Mira el mar y  cada ola que parece cruzar la arena blanca y alcanzar la carretera. Ve también a un grupo de turistas gringos bailando en la playa, riéndose, tomandose fotos. Están felices. Benito piensa que esos turistas no saben nada sobre su tierra, sobre los problemas reales: la gentrificación americana que invade el país, la migración constante y masiva de boricuas a primeros mundos en busca de progreso. No tienen idea del anhelo de siglos de un pueblo que quiere, al fin, ser libre.

Esa vivencia se vuelve canción. Se llama “TURISTA” y su estribillo dice: “En mi vida, fuiste turista / Tú solo viste lo mejor de mí y no lo que yo sufría / Te fuiste sin saber el porqué, el porqué de mis herida' / Y no te tocaba a ti curarla', viniste a pasarla bien”. Un bolero lento y melancólico en el que Bad Bunny juega sus mejores cartas, las de un cantante seductor, amante y con el corazón roto. Una fórmula que le funciona a la perfección porque derrite los corazones de sus fans disco a disco, pero en esta oportunidad, el tema propone una letra ambigua. Puede estar hablándole a un viejo amor pasajero, a alguien que no llegó profundo en su vida y con quien solo vivieron juntos un buen momento. Pero también, fiel al corazón del álbum, es la representación de aquel recuerdo de Benito conduciendo, la frustración de que el mundo no conoce los dolores de su país.

Si la música es el elemento neurálgico de la obra, allí es donde Benito despliega todo su talento y deja muy en claro que sigue teniendo la habilidad de crear hits mundiales con ritmos bailables, siguiendo sus sonidos emblema: reggaetón, trap y pop. Todo mientras le hace honor a su tierra y a su legado musical con samples de grandes bandas de salsa o ritmos originarios de su pueblo, como la plena, un género similar al candombe que surgió como una respuesta campesina y que hoy los jóvenes reivindican de forma combativa. Y a eso le suma una lírica que deja en evidencia la realidad de Puerto Rico y un futuro poco alentador para su cultura si sigue siendo una colonia de Estados Unidos.

El álbum empieza con “NUEVAYoL”, un tributo a los salseros puertorriqueños con un sample de la canción “Un Verano En Nueva York” de Andy Montañez y El Gran Combo de Puerto Rico. Los primeros 20 segundos de la canción sintetizan lo que Benito hará en los siguientes 60 minutos del disco: el ritmo de la salsa se interrumpe abruptamente por un dembow profundo, un estilo que es la base de muchos de los reggaetones modernos y el sonido que estructurará el ritmo en el resto de la canción. Todo el disco es un mix constante entre la instrumentación tradicional de la región, con la salsa como base —una mezcla de ritmos afroantillanos y del Caribe donde se recuperan estilos como rumba, bolero, bomba y plena— y la producción moderna. Ésta última se traduce a la identidad musical que Bad Bunny logró forjar con sus conocimientos en el trap latino, el pop e incluso el house junto a samples y otros homenajes al reggaetón clásico de los dos mil que lo criaron.

Con esta mixtura musical, Bad Bunny busca —y logra— ser el engranaje entre dos generaciones muy distantes: “No son nuevos ritmos, son reinterpretaciones con mi voz, mi estilo y mi flow. Estuvieron aquí desde antes de que yo naciera. Quería demostrarle a los jóvenes que no es música de ‘abuelitas’, que pueden tomarlas, ponerles su estilo y hacerlas cool”, explicó en Popcast, el podcast de The New York Times.

Para enfatizar el linaje musical que reconoce en sí mismo y en otros de su misma generación, en el tercer track del disco, “BAILE INoLVIDABLE” —que se encuentra en el puesto número 3 de lo más escuchado del mundo según Spotify al cierre de este texto—, Benito convocó a jóvenes de la Escuela Libre de Música San Juan para la parte instrumental de la salsa y los coros. En el tema hay un guiño al piano de “Boranda”, de La Sonora Ponceña. En esa misma línea, también suma a otros artistas emergentes como la cantautora RaiNao en “PERFuMITO NUEVO” y a Lorén Torres de la banda Chuwi que lo acompaña en “WELTITA”, dos voces femeninas de las que él se declara fanático. En busca de traer a la actualidad la plena folclórica es que el reggaetonero se junta con Los Pleneros de la Cresta para entonar “CAFé CON RON”, con quienes presentó el tema hace unos días en The Tonight Show, el programa de Jimmy Fallon, a quién le dio una pava, un sombrero jíbaro tradicional de Puerto Rico hecho con hojas de palma. En la canción también abundan los congos, los coros y las referencias a una borrachera amigable de la mano de unos carajillos. En esta aventura, Bad Bunny en ningún momento se olvida de dónde proviene él como músico y también le hace un espacio al reggaetón de la vieja escuela junto a todos los productores boricuas que lo acompañan, entre los cuales se destaca Tainy. En distintos temas como son “EoO” y “VeLDÁ” los músicos aplican referencias, samples, beats, intros y outros de los máximos ídolos de la escena reggaetonera del país como son los dúos Wisin & Yandel; Héctor & Tito; Ángel & Khriz; Alexis & Fido; Nova & Jory.

La instrucción de Bad Bunny sigue. En las letras de sus canciones termina de dejar en claro su postura política frente a la invasión yanki. En temas como “LO QUE LE PASÓ A HAWAii”, compara la lucha actual de su país con la que perdió Hawaii, que terminó siendo absorbida en su totalidad por Estados Unidos. Allí le canta a sus compatriotas: “No, no suelte' la bandera ni olvide' el lelolai” (villancicos de origen campesino). En “LA MuDANZA”, último tema del disco, también toma una postura: “Aquí mataron gente por sacar la bandera, por eso es que ahora yo la llevo donde quiera”.

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En este punto parece que Benito lo ha dado todo y que no hay arista de su último disco sin rendir tributo a su tierra, pero va por más y lleva su militancia a la estrategia de difusión y marketing en distintas acciones. En principio, la escucha oficial del disco la hizo abierta a la comunidad en la Casa Histórica De La Música en el municipio de Cayey. Allí convocó al pueblo que se acercó caminando los primeros días del año nuevo con heladeritas llenas de bebida. Benito salió por un balcón del edificio colonial, de madera y de dos plantas, y reprodujo el disco de principio a fin mientras bailaba con sus músicos. Un rato antes había estado tocando la puerta de las casas para cantar canciones folclóricas con ayuda de un pequeño sistema de audio integrado con micrófono y un grupo de tamboristas que a esta altura de la historia ya son como su sombra.

Con el fin de llegar con su mensaje a un público nacional que no lo tiene en su radar, como puede ser la tercera edad o las señoras amas de casa, al día siguiente de lanzado el álbum se sumó como presentador invitado en Noticentro, el noticiero del prime time puertorriqueño. Usando su nombre real y vistiendo un traje formal, participó informando seriamente a la audiencia sobre las principales noticias del día para luego cerrar el programa con una entrevista exclusiva, en la cual compartió toda la visión que tiene con este álbum: “Estoy en un punto en el que puedo hacer algo y plantar una semilla. Ahora tengo un propósito y es darle una plataforma a los jóvenes músicos de Puerto Rico, explotar la cultura y sonidos de mi país. Eso me llena de orgullo, mucho más que cualquier premio”. Y mientras él se paseaba por todos los programas de radio y streaming de Puerto Rico, en varios países del mundo aparecieron unos camiones repletos de vegetales, brandeados con la identidad del disco. Una manera de llevar las tradiciones boricuas, como es la venta callejera de frutas a ciudades como Londres y Madrid. 

Benito dice que hoy puede dormir en Los Ángeles y mañana en Nueva York, pero que su casa es Puerto Rico y allí siempre vuelve. Justamente ahí es donde convoca a un entrevistador de Apple Music. Lo recibe en un bar de la ciudad en ojotas con medias y le pica algunas canciones mientras le explica detalles de la grabación en español. El periodista anglosajón intenta disimular que no entiende nada. San Juan también es la locación elegida para un exclusivo evento de lanzamiento junto a Spotify. ¿La dinámica del encuentro? Un torneo de dominó, el juego que los más viejos disfrutan bajo la sombra de una palmera en las plazas de la ciudad desde hace décadas. El mismo juego que Benito disfrutaba con su abuelo.

Mientras todos esperaban la noticia de una gira mundial de promoción de este disco, su última jugada maestra ha sido anunciar una residencia de treinta fechas en el Coliseo de Puerto Rico en San Juan. Nueve de esos shows son exclusivos para residentes de la isla y los accesos se consiguieron a la vieja usanza, haciendo cola en puntos de venta de la ciudad. Ya se agotaron. La idea de Bad Bunny es que, si la gente quiere verlo, que viajen y de paso conozcan su tierra. Una jugada que tiene como objetivo, además, incrementar el turismo para recaudar ingresos para el país. La residencia, llamada “No me quiero ir de aquí”, fue anunciada con un video en el cual Benito camina frente a todos los pósters de sus giras anteriores y reconoce que le faltan países por visitar, que hay muchos otros a los que quiere volver, pero que por ahora quiere estar ahí.

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Probablemente una de las mejores síntesis que encontró Bad Bunny para tanta simbología se encuentren en el arte de tapa de “DeBÍ TiRAR MáS FOToS”. La portada muestra paisaje verde selvático de la zona que bien podría ser el patio de una casa o una plaza, da igual. La foto se completa con matas de plátano con un cacho frondoso de bananas, la fruta emblema de exportación de Puerto Rico. Delante hay dos sillas monobloques de plástico blanco que ni siquiera son iguales. Una representación de lo que podría ser una reunión familiar de la clase media trabajadora de cualquier país latinoamericano. Baratas, durables, apilables para guardar en lugares pequeños. Para que no le falte una silla a ningún miembro de la familia, ni a la abuela que está grande, ni a los chiquitos que se quedan dormidos entre el barullo de la fiesta. Y vacías, en homenaje a los que no están y a los que tuvieron que emigrar.