Nayib Bukele se autoproclamó ganador de “manera aplastante” en las elecciones presidenciales de El Salvador del domingo 4 de febrero, a pocas horas del cierre de las votaciones. En su cuenta de X escribió que ganó con más del 85 % de los votos. Bukele agregó que su partido, Nuevas Ideas, arrasó también en la Asamblea Legislativa, donde contará con 58 de los 60 diputados. Estas aseveraciones las hizo sin tener un resultado oficial por parte del Tribunal Supremo Electoral, ya que el sistema de conteo tuvo fallas y hubo problemas para procesar los votos de los congresistas.
Miles de simpatizantes se congregaron la noche del domingo frente al Palacio Nacional en el centro de San Salvador para celebrar al ganador. “Gracias, El Salvador. Este día El Salvador ha roto todos los récords de todas las democracias en toda la historia del mundo”, dijo Bukele. En esa misma plaza amenazó a la prensa independiente y a organismos internacionales que, según él, lo critican.
La victoria no fue ninguna sorpresa. Bukele, de 42 años, es popular por haber bajado al mínimo los homicidios y las extorsiones en su país. En apenas casi cinco años de gobierno, El Salvador dejó de ser uno de los países con la mayor tasa de asesinatos. Su plan de seguridad,"Régimen de Excepción", que elimina diversas garantías constitucionales como la presunción de inocencia, está por cumplir dos años. La policía y los militares capturan a supuestos pandilleros o a quienes parezcan uno de ellos. Las autoridades arrestaron a unas 75.000 personas desde entonces.
Esta medida extraordinaria fue impuesta a finales de marzo de 2022, luego de que la Mara Salvatrucha (MS-13) asesinara a 83 personas en un solo fin de semana. Una investigación del medio local El Faro señala que ese aumento de muertes se dio tras la ruptura de un supuesto pacto entre el gobierno y las maras. El periódico obtuvo audios de pandilleros hablando con funcionarios tratando de convencerlos que se habían equivocado en capturar a un líder de la pandilla.
Bukele niega que mantenga una negociación con las pandillas pero investigaciones periodísticas demostraron, con evidencia de la Fiscalía desmantelada por Bukele, un pacto del gobierno con estos grupos a quienes llaman terroristas. La negociación intercambió más apoyo electoral y reducción de la tasa de homicidios por mejor trato a pandilleros con un rango importante.
Bukele se mantiene firme en su promesa de acabar con las pandillas en medio de estas controversias. Su propio gobierno, según el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, puso en libertad a un líder de la Mara Salvatrucha, Élmer Canales, alias Crook. Canales debía permanecer detenido porque acumula sentencias por 40 años de prisión por diversos delitos. De acuerdo con una serie de investigaciones de El Faro, para capturarlo, además, estuvo dispuesto a pagar un millón de dólares al poderoso cártel mexicano Jalisco Nueva Generación.
Cuando el pacto se rompe vuelven los homicidios
En el 2012, el gobierno de Mauricio Funes, primer presidente de izquierda en El Salvador procesado luego por corrupción, negoció con las pandillas beneficios carcelarios a cambio de apoyo electoral. Este pacto se hizo público luego que el periódico El Faro revelara el trato del gobierno con las maras. Sin embargo, este acuerdo no duró mucho porque el gobierno incumplió uno de los requisitos de los pandilleros.
Su venganza fue matar a más salvadoreños, estuvieran o no vinculados con sus pandillas. Cuando los partidos políticos fallan sus promesas con los pandilleros se incrementan los asesinatos: en San Salvador, la capital, se veían cadáveres dentro de bolsas negras tirados en las calles.
Al finalizar la presidencia de Funes, la cantidad de muertes creció. 2015 fue el año más violento en la historia reciente salvadoreña: hubo 103 homicidios por cada 100.000 habitantes. La caída se acentuó cuando comenzó la administración de Bukele.
Las piezas de la reelección
Para que Bukele se convirtiera en candidato hay que volver al 1 de mayo de 2021, cuando diputados de su partido político, Nuevas Ideas, ganaron la mayoría en el Congreso. Esto permitió que destituyeran de forma ilegal a cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general, que lo investigaba a él y a su gabinete de gobierno por una trama de corrupción y negociaciones con las tres pandillas. En cambio, colocó en dichas instituciones a personas de su confianza que no se opusieron a ninguna de sus decisiones.
A los pocos meses de asumir, su Sala de lo Constitucional avaló la decisión y así comenzó a transformarse la débil democracia de este país centroamericano con 6.5 millones de habitantes: lo poco que se había logrado en los Acuerdos de Paz, que pusieron fin a la guerra civil salvadoreña, se perdió.
A la mayoría de los salvadoreños no parece importarle la prohibición constitucional de buscar un segundo mandato consecutivo. Según las encuestas los votantes están satisfechos con el Régimen de Excepción.
Milei y Bukele
En una conferencia de prensa previa al cierre de urnas, una periodista de La Nación preguntó a Bukele sobre su relación con Javier Milei. La respuesta del hoy presidente electo fue que tuvo una conversación vía telefónica “bastante larga” con Milei después de que éste ganara las elecciones en Argentina. “Me dio un panorama de Argentina muy difícil, y, sobre todo en lo económico, el tema de las divisas, de la inflación, etcétera. Va a ser muy duro de cualquier manera que se haga. Entiendo que hay gente con mucho talento y mucha gente inteligente con él” y agregó “aparte de que él (Milei) es una persona inteligente también, pero va a ser difícil resolverlo”. Bukele dijo estar dispuesto a trabajar con el gobierno de Argentina en temas de seguridad si el país llegara a necesitarlo. “Yo creería que el problema en Argentina es más pequeño, aunque preocupante, sobre todo en Rosario y algunas zonas, pero es más pequeño que en El Salvador y, por ende, si bien se pueden aplicar algunas cosas -y sería, creo yo, positivo aplicarlas-, no tendría que ser tan drástico”, concluyó.