"El sábado fue una celebración”, dice Fagner Pavan, uno de los ganadores del Laboratorio de Periodismo Performático, organizado por la Revista Anfibia junto con Casa Sofía. Hubo sorprendente avidez por repensar la realidad a través de las artes, demostrada por la postulación de 194 proyectos y más de doscientos asistentes a la ceremonia de premiación, el 28 de abril, en la 44a edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Revista Anfibia viene experimentando con la diversidad en las formas de narrar desde sus orígenes, cuando aunó las voces de un periodista y un académico para abordar un fenómeno a cuatro ojos. Con los años, se enroló –sucesivamente- en los géneros de la nota ilustrada, el ensayo personal, el periodismo de rol, y en técnicas de realidad virtual, en el podcast, en el cómic, entre otros lenguajes y soportes. Ahora le llegó el turno a un ensamble entre periodismo y técnicas de las artes teatrales, visuales y audiovisuales para producir enfoques que impliquen necesariamente puesta en escena y corporalidad.
Durante la ceremonia, conducida por el periodista Diego Iglesias y la guionista y performer Erika Halvorsen, se difundieron los nombres de seis colectivos de periodistas y artistas que resultaron ganadores y –debido a la magnitud de la convocatoria- se agregaron veinte menciones especiales*. También se exhibió la conferencia performática “Cuarto intermedio: guía práctica para audiencias de lesa humanidad”, a cargo del escritor Félix Bruzzone y la abogada Mónica Zwaig, dirigidos por Juan Schnitman.
A lo largo de la noche, en un ambiente de euforia, los ganadores se turnaron para agradecer y exponer sus proyectos de intervenciones sobre género, medios, violencia social e institucional, disidencias sexuales y big data, entre otros tópicos actuales, interceptados en una zona de cruce, en lo posible sin interferencias, entre artes y periodismo.
“¡Fue muy difícil elegir sólo seis proyectos!", reconoce Cristian Alarcón, director periodístico de Anfibia. Y destaca: "Trabajamos sobre una genealogía de la performance de lo real que se apoya, por un lado, en una tradición de novedosas experiencias periodísticas y por otro, en manifestaciones de arte testimonial que llevan más de cuatro décadas narrando a puro riesgo creativo”.
"La calidad de las propuestas fue excelente, y la mayoría de los postulantes tienen una gran apuesta a la formación -detalla Julieta Hantouch, de Casa Sofía-. Elegimos las obras que consideramos más fuertes a la hora de narrar la realidad de manera alternativa. Todos los temas están vinculados a la coyuntura. Como dijimos desde que arrancamos con esta alianza entre Casa Sofía y Anfibia, buscamos un cruce entre el periodismo y la cultura que genere impacto para lograr sensibilidad política".
Y los ganadores son...
Sinfonía Big Data, del Colectivo Dominio Público. El equipo está integrado por Fagner Pavan, Juan Arias y Esteban Magnani, entre otros. Planea siete instalaciones performáticas en un mismo espacio, dispuestas en torno a un “ojo panóptico”. “Habrá un living, una habitación, un estudio de música, etcétera, y en esos ámbitos algunos personajes desplegarán sus acciones. Serán pequeños rincones escenográficos, uno de los cuales será un puesto de vigilancia –el nodo- que mostrará en tiempo real lo que sucede en los otros espacios”, anticipa Juan Arias.
¿Qué pasará en las instalaciones vigiladas por el ojo? De todo. Un ejemplo es lo que hará el grupo Squatter, invitado a participar: planteará intervenciones en vivo para alterar los mensajes de la publicidad tradicional. Se harán collages con revistas e intervenciones sobre afiches para subvertir la imagen y el mensaje. El público podrá ingresar en cada instalación para construir su propia versión de la historia.
Arias, que es programador e ingeniero en sistemas, está en busca de un software para reconocimiento facial que le permita representar en vivo la captura de información personal a través de la imagen. En ese escenario los ruidos se entremezclan y se invaden. La idea responde al concepto general de esta performance que mixtura los sonidos para demostrar que no hay unidades aisladas que se construyan por fuera del Sistema; en la suma de esos sonidos se conformará “la sinfonía Big data”. Durante la representación, en cualquier momento, un periodista intervendrá en la escena transitando como público, entrando en las instalaciones, y diciendo “una catarata de data dura sobre los usos del Big data –sigue Arias-, sumándose como una capa más a esas voces”. La contracara del Big data –ese magma de información y datos personales que circula y se administra desde oscuros cuarteles del Poder (“y explota los miedos, los deseos conocidos, y refuerza las ansiedades”, dice Arias) es el arte, que genera estímulos contra “un poder que persigue, controla y programa”.
De la mala mujer a la mala víctima, de María Eugenia Cerrutti y Alejandro Marinelli. La propuesta es narrar la violencia criminal y policial contra las mujeres a través de las décadas. La curiosidad por este tema surgió cuando a Cerrutti, que es fotógrafa, le contaron que iban a desarmar una sala del Museo de la Policía Federal. Fue hasta allá, hizo un relevamiento (asistida por María Eva Hadida) y encontró que en el 100% de los femicidios registrados el victimario había sido la pareja. Decidieron seguir el caso de Alcira Methynger, expresado en el Museo a través de una copia de su cuerpo descuartizado, detrás de una vitrina. Luego, Marinelli (periodista) se internó en hemerotecas para documentar las reacciones posteriores al crimen según las revistas populares de la época, y observar la continuidad del “discurso que mata” hasta el presente.
Los autores imaginan plasmar su trabajo en una instalación performática, una muestra y un foto-libro. "Nos interesa abordar cómo veían el tema los medios en el ´55, el mismo año del golpe de Estado contra Perón, para observar una congruencia entre los casos de violencia privada y el contexto socio-político -cuenta Cerrutti-. Las cosas no han cambiado tanto como una se imagina: todavía hoy se debate si la pollerita, si el escote, si es fiestera, se juzga la conducta como justificación de la violencia."
"Las propias mujeres cuestionaban a la víctima por haber sido infiel -dice Marinelli-. Eso justificaba su asfixia y descuartizamiento en un contexto de mucha división a partir del golpe de Estado. La tildaban de ´chiruza´, de ´promiscua´; defendían al tipo, de una clase acomodada, hijo de un profesional. Ahí hay un vínculo con el presente: la movida feminista ha marcado un avance en determinados sectores, pero en otros se mantiene el mismo discurso: el de la re-victimización."
Street Art y Discurso Público, del colectivo #muriolanata, integrado por Miriam Selhi, Lucrecia Estrada (periodistas y guías de arte urbano) junto con Tutanka (diseñador gráfico) y los artistas callejeros Ailén Possamay, BiH, Nosoytutanka, Stencil Land y Malatesta, entre otros. A través de la performance, buscan cuestionar el discurso público triangulando street art, redes sociales y mensajes periodísticos.
"Abordaremos temas de género, igualdad, aborto, derechos humanos, violencia institucional, todo lo que está atravesado por el discurso político -explica Selhi-. Tomaremos una frase, la analizaremos y la deconstruiremos para analizar el segundo nivel de lo que nos dicen." Esperan plasmar esta iniciativa colectiva en la calle, en el asfalto, frente a viviendas y por qué no, interviniendo intervenciones.
Sobre el polémico título de su intervención (#muriolanata), explican: "A Lanata lo matamos dos veces: exacerbando la post-verdad (lo que vamos a hacer en las redes, donde realmente vamos a difundir que “murió Lanata”), pero también apuntando contra un periodismo corporativo que está en connivencia con lo político. La idea es sorprender: el lenguaje es disruptivo con el fin de que la gente no capte de entrada que se trata de una parodia".
Voces disidentes, de Mateo Corrá, Silvia de la Plaza, Clara Manterola y Rosaura Ricciardulli. Se trata de una instalación interactiva para que los espectadores participen dentro de la obra. Se dispondrá de un túnel en el que se escucharán manifestaciones de “discurso hegemónico” alternadas con “voces disidentes”. Van a satelitar temáticas vinculadas a género, educación y memorias de la dictadura militar. El tema será la puja entre los discursos. En ciertos puntos de este recorrido, el público podrá ir iluminando las paredes y, en esos nodos (si son iluminados en su punto justo), se generará un mayor volumen de “las voces escondidas en el discurso hegemónico”.
"Las voces disidentes serán testimonios de expertos, y estarán contrapuestas con muchas otras tomadas de los medios monopólicos. También vamos a trabajar con fragmentos de publicidades emitidas durante la dictadura y con discursos de dictadores confrontados, por ejemplo, con voces de los testimonios del Juicio a la Junta Militar", detalla Mateo Corrá, estudiante de artes electrónicas (UNTREF) y de Trabajo social (Universidad Nacional de Luján).
Cuerpes gordes, por Ana Larriel y Rocío, alias “Inmensidades”. Las autoras planean realizar una intervención en el espacio público representada por un foto-mural. ¿Qué veremos? Desnudos. Pero desde un enfoque no patologizador, “que es como se representan los cuerpos gordos en el espacio público”, dice Larriel. Lo combinarán con la edición de un fanzine en soporte de papel que perseguirá lo mismo: iluminar “las cuerpas de mujeres gordas pero también los cuerpes de personas trans, intersex, gente del conurbano, todes gordes”. Procuran demostrar cómo las distintas experiencias y subjetividades de estes cuerpes gordes ofrecen una mirada diferente a la del discurso médico.
"Queremos dar cuenta de un proceso personal ligado al activismo gordo surgido de la experiencia del Taller ´Hacer la vista gorda´ -cuenta Ana Larriel-. En ese espacio, Nicolás Cuello y Laura Contreras, los coordinadores, nos propusieron pensar con herramientas críticas activismos gordos de Inglaterra y Estados Unidos, y vincularlas a esta región, al gordo sudaca. Algo que nos caracteriza en Sudamérica es que la comida está ligada a la cuestión de clase, y en este análisis no puede faltar la relación entre capitalismo, cuerpo y alimentos."
Danzar el acceso a la justicia, de Daniela Camezzana, Clara Tapia y Ana Clara D’Amico. Una periodista y bailarina, una diseñadora industrial y una actriz y performer se unieron y fantasearon una obra necesaria, intensa y original: narrar el día a día de las mujeres que trabajan en el ámbito judicial, con sus desigualdades y códigos particulares. Revisarán trayectorias y subjetividades de abogadas, juezas y estudiantes de Derecho enfocándolas a través del cuerpo, aportando otras percepciones y sensibilidades en relación a un Poder Judicial que puede ser “áspero y opaco” –define Camezzana- para el que no lo transita habitualmente.
¿De qué modo confluyen lenguajes, a priori, tan disímiles? Camezzana lo explica asi: "Vamos a trabajar con un cuestionario bailado que aplicaremos a las estudiantes de Derecho, habilitando relatos que seguramente no surgirían en una mesa, en marco de una entrevista convencional. También pensamos tener charlas con juezas para saber qué piensan en relación con la disparidad. Danza y periodismo confluyen en el trabajo con la sensibilidad, en las formas de la percepción y en cómo se traducen las emociones durante la comunicación con el otro. Las dos disciplinas trabajan con la escucha. Se aprende a bailar a medida que una puede escuchar lo que sucede en su cuerpo; a entrevistar, en el vínculo con un otro. No sólo es proponer, sino escuchar algo que está aconteciendo."
El trabajo terminará con un desfile de "nuevos modelos para el mundo profesional" que se montará en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la UBA. Allí, las performers se quitarán el peso del mandato (una prensa, un modo de caminar, un hábito) y bajarán transformadas hasta la vereda.
*Las menciones especiales correspondieron a los siguientes colectivos de artistas: Matria, Sado,Narraxión, Aurelie Rimbaud, Matienschon, Resiliencia, Pilar Ruiz, Seiren Films, Más, Cuerpes en Creación, Argentina Multicolor, Rueda Photos, Radio Atómika, Lucas Mejía y Sebastián Serantes, Lía Vergara y Magalí Fernández Valdez, Violeta Alvarez y María Gabriela Ratti y Grupo Cachos.