Sebastián Hacher caminó por más de tres años La Salada y alrededores: publicó Sangre salada, un libro de no ficción sobre el mercado informal más grande de América Latina.

Hacher, chico de colegio salesiano, adolescente viajero y explorador, dejó en los noventa la casa paterna en Ciudadela para partir a Neuquén como activista luego de los piquetes de Cutral Có, se convirtió en periodista en Indymedia y, después de un paso exitoso por la fotografía, se le dio por la pluma y la palabra.

Cronista de policiales y de los mundos mixturados de la migración, decidió hace unos meses purificarse. Ya no más choripán y un vaso de vino en cualquier parrilla al paso. Ya no come de pie. Ya no toma colectivos. Recorre la ciudad de un lado a otro arriba de su bicicleta. Elige comida sana: ensaladas con mucho verde, o pollo con salsas, y no más cerveza: prefiere agua o, si hay, algún jugo de frutas.

Vive en un PH, decorado con antiguas cámaras de fotos. Pero cuando tiene que escribir sus libros, se aísla. No va a un bar, no se mete en una biblioteca. Prefiere el sonido del río en el Tigre, o la soledad de una casa en la costa.

Editor del reconocido portal Cosecha Roja y gran fotógrafo, Hacher es de esa clase de periodistas policiales que no sobran: con valores y con valor. Tiene algo que no muchos poseen: la convicción de que a través de su trabajo puede cambiar el mundo.

Aunque lo piense mucho, no puede asegurar cómo va a ser su vida de acá a diez años, pero no vive esa duda con la incertidumbre del abejorro que le teme al viento fuerte sino con la tranquilidad del axolote, animal anfibio, que se adapta y muta sin sufrimiento.