Yellow Lounge


Música clásica: pasado, presente y futuro

El mandolinista israelí Avi Avital fue la estrella del segundo Yellow Lounge, organizado por la Universidad Nacional de San Martín. Recibió el título de Maestro Honorario de Arte en manos del rector Carlos Ruta y hasta le sacó fotos al público. Ana Laura Esperança, integrante de la Comunidad Anfibia, nos cuenta esta experiencia de música clásica, luces, colores y sombras.

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Por Ana Laura Esperança (Comunidad Anfibia)
Fotos: Pablo Carrera Oser

 

“Usá tus ojos como oídos”, decía la frase que promocionaba el evento. Y también podría formularse al revés: “usá tus oídos como ojos”. Cualquiera de las dos funciona para explicar el Yellow Lounge. Este espectáculo, organizado por la Universidad Nacional de San Martín, es un show diferente: luces, sonidos, colores, sombras que se entrelazan con la música pero también con los silencios para crear un lenguaje único.

 

La estrella de la noche fue el mandolinista israelí Avi Avital. “Es mi primera vez en Buenos Aires”- dijo después de tocar la primera obra- “y ya la amo”. Los espectadores– algunos sentados en mesas pequeñas con velas, otros en el piso, muchos, muchísimos, parados bajo los juegos de luces-  aplaudieron y se sumergieron en un gran silencio para oír el segundo tema de la noche: un solo de mandolina presentado como folk music.

 

Avi Avital estuvo acompañado por el cuarteto Petrus (tres violines y un violonchelo, los cuatro músicos miembros de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires) y el contrabajista Luis Tauriello. Desorbitó cualquier concepto previo que se pueda tener sobre la música clásica: es uno de los mejores intérpretes de mandolina y el primero en ganar un Grammy en la categoría solista. Su mirada fresca está basada en un repertorio de obras que mezcla diversidad de géneros, latitudes y momentos históricos de la música; todas ellas, piezas encapsuladas por la estridencia finísima de sus cuerdas y transmitidas con notable entusiasmo y sensibilidad. En el Yellow Lounge del sábado pasado, Avital presentó su última grabación, Between Worlds, en la que se incluyen obras de autores que van desde Ernest Bloch, el brasilero Héitor Villa-Lobos, Béla Bartók y el español Manuel de Falla, hasta deliciosas piezas folk de la música tradicional búlgara; a algunas de las cuales, -como contó en su anécdota durante un interludio del concierto- accedió a través de músicos que hacían su número en un pub al que llegó después de un festival de música del mundo.

 

El Yellow Lounge es un espectáculo que trae una experiencia músico-sensorial con Djs y Vjs en vivo y ubica la música clásica como columna vertebral performativa con la idea de sacarla de sus lugares habituales. La idea es darle un enfoque íntimo e informal en espacios urbanos no tradicionales, más cercanos a una audiencia joven. El Centro de Arte Experimental de la UNSAM, lugar de techos altísimos con aspecto de ex fábrica ocupada, fue engalanado de manera especial: las luces jugaban con los ritmos y melodías de la música clásica. Las alfombras y almohadas desparramadas por el suelo subrayaron el clima “des contraído” y lograron ser la mejor opción, en sintonía con la gran cantidad de gente que se acercó a presenciar el espectáculo. El Yellow Lounge es un concierto que se realiza una vez por año y, más allá de las generosas dimensiones del lugar, en su edición 2014 estuvo a sala llena.

 

 

La noche había empezado unas horas antes con el set del Dj Sebastián Verea, que rápidamente despertó la curiosidad de los oyentes. Y siguió con el diálogo de imágenes en movimiento de la Vj Gisela Faure y el diseño lumínico a cargo de Patricio Tejedor. Una escena atravesada por la poesía: sobre un fondo de telas pálidas se proyectaron imágenes oníricas de distintos tonos que podrían ser galaxias o constelaciones, la vía láctea, el cinturón de orión o, como aventuró un oyente atraído por lo que veían sus ojos, un cardumen de espermatozoides centelleantes en fuga.

 

El Yellow Lounge original nació en 2001 en Hamburgo, al norte de Alemania, craneado por el prestigioso sello germano Deutsche Grammophon (sello que, en alianza con la UNSAM, ha traído por segunda vez el espectáculo a América Latina). Lo interesante de esta propuesta –en su momento rápidamente devenida parte de la movida cultural berlinesa para luego editarse en distintas ciudades del mundo como Nueva York, Madrid, Estocolmo y Londres- radicó, desde un comienzo, en una resignificación de la música clásica presentada como un espectáculo que cuenta con escenas lumínicas y sonoras mediante la participación de DJs y VJs internacionales, y que es llevado a las audiencias más jóvenes en sus propios espacios de interés: bares, pubs, centros culturales, la calle.

 

“Este espacio en el que estamos lleva meses de refacciones”, contó el rector de la Universidad de San Martín, Carlos Ruta, hacia el final del Yellow Lounge. Y explicó que la ambientación se hizo especialmente para este espectáculo en el inmenso galpón donde funciona el Centro de Arte Experimental de la UNSAM. Un segundo después, nombró Maestro Honorario de Arte a Avi Avital.

 

Como para cerrar su performance en Buenos Aires, el mandolinista fue complaciente con el público argentino y puso broche a la velada con una bellísima interpretación de Fuga y Misterio, de Astor Piazzolla.  Una apropiación tan auténtica que demuestra que la música no tiene fronteras y constituye, acaso, el único esperanto que pueden hablar todos los hombres, capaz de unir lenguas, razas y territorios. Mucho de eso palpita en la propuesta de Avi Avital, quien -tal como se expresa en la presentación de su último CD, Between Worlds- es, no solo un virtuoso de su instrumento, sino un héroe de la música que extiende su campo interpretativo entre el pasado, el presente y el futuro.

 

Antes de irse, ovacionado, visiblemente feliz y con una manera espontánea de dirigirse al público, repasó Concierto en la menor para bajo, de Sebastian Bach, y Otoño de Vivaldi. Y, por último, sacó de su bolsillo el celular para tomarle una foto al público argentino, en el que se encontraban figuras como el músico Diego Frenkel y Felipe Pigna. Ojalá vea la foto y quiera regresar pronto a estas latitudes.

 

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