Es sábado por la mañana. Nilda se levanta temprano y prepara a sus cuatro hijos. Tiene que tomar dos colectivos y no quiere llegar tarde. Prefiere ir por su cuenta y no con los micros que ofrecen las escuelas para llegar más temprano. Tiene muchas expectativas. También algunas preguntas: ¿tendrá que hablar de su propia experiencia? ¿será accesible? ¿qué temas van a abordar? Le interesa capacitarse y participar, por eso decide asistir al primer encuentro de la Escuela Popular de Formación en Género en el campus de la UNSAM.
Nilda entra al edificio Tornavías y lleva a sus hijos a una de las aulas en las que se llevará a cabo un taller de arte. Así podrá tener el espacio y el tiempo necesario para sí misma, para la reflexión y para el encuentro con otras mujeres.
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En el año 2013 el Consejo Nacional de la Mujer generó una oportunidad para abrir las puertas de la universidad a los sectores más diversos del territorio de San Martín. Desde el Núcleo de Estudios Interdisciplinario de Género y Feminismos recibimos aquella invitación y organizamos una Escuela Popular de Formación en Género dirigida a organizaciones sociales, estudiantes y vecinas del territorio, con el objetivo de debatir, reflexionar y analizar distintas problemáticas y brindar herramientas conceptuales y políticas como parte del proceso de profundización de ciudadanía y acceso a derechos en condiciones de igualdad. Planteamos seis encuentros que abordaran los siguientes temas: perspectiva de género; trabajo, salud sexual y reproductiva; violencia de género; juventud; participación social y política; medios de comunicación.
“Rescato darnos cuenta que como mujeres podamos lograr lo que queremos, no estamos solas, hay gente a la que le pasa lo mismo que a una, estamos llenas de alegría. No somos islas, podemos recibir el abrazo de todas”.
María del Pilar
Ernesto “Lalo” Paret y Natalia Fariña, parte del equipo de Extensión Universitaria de la UNSAM, organizaron encuentros preparatorios con organizaciones de mujeres de los barrios para dialogar y consensuar los contenidos y la modalidad de trabajo de la escuela. Estos encuentros en el territorio nos permitieron conocer de primera mano los temas que ellas consideraban más acuciantes y la modalidad para llevar a cabo los encuentros.
Nancy Salvatierra y sus colegas fueron convocadas, por sus experiencias en el Teatro del Oprimido, para incorporar una modalidad más participativa y creativa de comunicar los contenidos, en particular a través de la expresión corporal, y poder vehiculizar emociones y experiencias difíciles de articular con la palabra.
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¿Cómo hacer que los contenidos fueran accesibles y llamaran a la reflexión? Había un gran desafío principal: lograr que los encuentros no se convirtieran en espacios de catarsis frente a las violencias vividas por las mujeres. La intención no era brindar clases teóricas, sino aportar algunas herramientas conceptuales que se volcaran en actividades y facilitaran la toma de conciencia sobre las situaciones que atraviesan las mujeres.
El cuidado de los niños fue otro de los temas que surgieron en las reuniones preparatorias. Para esto se decidió sumar a estudiantes de artes visuales que organizaron talleres con niños y niñas de entre 3 y 10 años, inundando de materiales, colores y juegos las mañanas de la Escuela. Una de las aulas del edificio Tornavías se transformó en un espacio creativo en el que los estudiantes desplegaron acuarelas, lápices, plastilina, cartones, cartulinas y papeles para armar distintos juegos y estructuras. Los proyectos se fueron elaborando a lo largo de los encuentros siguientes.
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Un sábado 8 de marzo —día significativo si los hay— inauguramos la Escuela en el campus de la UNSAM ante la presencia de las autoridades. Las aulas se llenaron de mujeres de los distintos barrios del municipio de San Martín. Muchas de ellas pertenecientes a organizaciones sociales, políticas y sindicales. Otras, vecinas interesadas en participar. Los encuentros estuvieron a cargo de un cuerpo variado de docentes, elaboramos cuadernillos específicos y propusimos un abordaje pedagógico participativo y generador de diálogos e intercambios.
En el primer encuentro —a cargo de Karina Bidaseca y Silvia Hirsch— se abordaron conceptos de género y trabajo, la presencia del sistema de género en diversos ámbitos de la vida pública y privada, y la manera en la que intervienen las instituciones (laboral, familia, religiosa, educativa) en la formación de los roles de género.
El segundo —a cargo de Celsa Beatríz González, del Consejo Nacional de las Mujeres, Carla Polla y Milagros Tamalet— fue sobre salud sexual y reproductiva. Para las mujeres presentes había una enorme necesidad de conocer sus derechos a la hora del acceso a la salud, en particular desde una perspectiva de género.
La violencia de género ocupó un lugar preponderante. Luciana Sanchez brindó una mirada comprensiva sobre sus alcances y consecuencias en la provincia de Buenos Aires, las instituciones que deben intervenir y cómo es su funcionamiento actual —en particular en Jose León Suarez, San Martín—, así como también las normativas nacionales en cuanto a identidad de género y los derechos humanos acordes a la identidad, orientación y expresión de género.
El encuentro siguiente —a cargo de Karina Bidaseca— profundizó sobre las formas de las violencias, su dimensión transversal en cuanto a las dimensiones de clase, de etnia, y también ahondó en las nociones de “feminicidio” y “femicidio”.
“Tengo un nuevo modo de ver la realidad que no conocía y, ahora que lo pienso, una vive tan acelerada pensando en todo lo que tiene que hacer que no le presta atención a lo que sufren algunas chicas y todas las mujeres en general”.
Hilda
El quinto encuentro fue sobre participación política y estuvo a cargo de Mónica Montero Oliva. El foco estuvo puesto en comprender el proceso histórico de participación política y social de las mujeres desde una perspectiva de género y de derechos humanos. Se repasaron ejemplos de participación política de mujeres en diferentes lugares de América Latina, y de cómo estas instancias otorgan una mayor participación y poder a las mujeres. Muchas de las presentes contaron sus experiencias de participación en organizaciones sociales y políticas y los desafíos que estas implican. Conjugar la maternidad, el trabajo y la casa con la participación en la esfera pública.
El último encuentro fue coordinado por Ianina Lois y Margarita Palacio, quien dirige la organización La Colmena y Radio Reconquista. Esta fue una oportunidad para pensar cómo los estereotipos de género aparecen en los medios, para comprender el sexismo y para mostrar de qué manera se pueden construir medios alternativos. Margarita llevó un grupo numeroso de jóvenes de La Colmena y de la Radio para que dieran las pautas sobre cómo realizar un spot de radio o TV sobre el tema que eligieran las mujeres.
Asistieron, aproximadamente, 90 personas por encuentro, un variado grupo de personas pertenecientes a sindicatos, organizaciones sociales y movimientos políticos de mujeres, colectivos feministas, centros educativos, comisiones de madres y padres, y el colectivo de varones antipatriarcales. En su mayoría de San Martín, pero también otros municipios, como Moreno, Quilmes y Munro.
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Desde el Colectivo de Mujeres “Osadía”, Nancy utilizó la metodología de Teatro del Oprimido, una corriente creada en 1971 por Augusto Boal en Brasil, que se desarrolla en torno a dos principios básicos: la transformación del espectador en protagonista de la acción teatral y el intento, a través de esa transformación, de modificar la sociedad y no sólo interpretarla.
Osadía trabajó con la técnica “foro”, que implica no considerar los conflictos sociales como reto o carga individual, sino de llevarlos a la comunidad y resolverlos colectivamente. La idea es despertar una conciencia sobre las relaciones de opresión. De este modo se escenifican conflictos a partir de la actuación, el juego, la improvisación o el uso de dibujos. Juntas pensamos dinámicas de juegos que lograran facilitar el encuentro de aquellas mujeres con el ámbito universitario. Las participantes dibujaron una silueta en la cual volcaron quiénes eran, los deseos que tenían y las emociones que sentían. Los trabajos se exhibieron en las paredes y las mujeres pudieron compartir pensamientos y sensaciones, donde se manifestaron fuertemente algunas experiencias de violencias en sus relaciones y la necesidad de romper y cambiar situaciones de sometimiento. El ejercicio puso algo en evidencia: muchas de ellas no tenían un espacio en el que pensarse a sí mismas y hacer conscientes sus propios deseos.
“Gracias a este taller tuve la idea de hacer algo por mi barrio y por las mujeres que sólo se encerraban en su hogar, abrirles los ojos: ser mujer es más que vivir en familia, es más que el trabajo y la diversión, tenemos que luchar, todos somos iguales”.
Gloria. Asociación Trato Igualitario
Para muchas fue un hallazgo poder ocupar y compartir un lugar que les resultaba lejano e inhabitable en su vida cotidiana.
Abordar problemáticas de género, feminismos, tener un espacio para debatir, aprender y compartir vivencias y aprendizajes fue el desafío para ambas partes, para las mujeres de los barrios y para las mujeres de la Universidad. Ni juzgar ni ser juzgadas: un espacio para la escucha. La primera experiencia de sororidad entre el cruce de saberes populares y académicos.